Capítulo 11

Los hechiceros renegados no eran ajenos a su situación y a que los Ancianos y la mayoría de los hechiceros los dejaban vivir si no intervenían en los asuntos que involucraban al nuevo gobierno y a los nuevos mandatarios del mundo de la hechicería. Todo el mundo ganaba y nadie salía perdiendo ni se perdían vidas de forma innecesaria. Aunque por supuesto, los Ancianos tenían sus propias excepciones, como lo había sido Toji Fushiguro hasta la fecha y como lo era su aprendiz en la actualidad. Ambos, aprendiz y maestro, eran los objetivos claros que eliminar, como si fueran simples perros callejeros de los que pudieran deshacerse.

Deberían sobrevivir.

Había renegados que contaban con privilegios después de la Guerra de Hechicería. Estos solían ser miembros que anteriormente formaban los Tres Clanes o de clanes menores del mundo de la hechicería. Actualmente los clanes y sus miembros habían cambiado, así como los Ancianos, pero aquellos que alguna vez fueron el pilar de la hechicería, contaban con ciertos privilegios a ojos de los mayores, aunque fueran hechiceros renegados que no estaban de acuerdo con el nuevo mundo que se intentaba crear.

El clan Zenin había sido uno de los Tres Clanes a la cabeza del mundo de la hechicería y había provisto al mundo de hechiceros sumamente poderosos hasta el punto de que tres de ellos fueron los que cambiaron el mundo de cierta manera. Maki pertenecía a dicho clan...para su misma desgracia y era la última de los Zenin en estar viva, si no se contaba que Toji era miembro puro del clan, pero sin energía maldita y un completo exiliado y renegado al mismo tiempo.

Pero había diferencia en el tratamiento de los Ancianos entre ambos. Mientras que Maki no tenía energía maldita, ella había intentado aportar todo lo posible para la supervivencia de la hechicería, mientras que Toji había intentado hundir a los viejos usando su propia fuerza para ello sin lograr demasiado.

Fue por ello por lo que Toji pidió a su sobrina que cuidara de su aprendiz. Estando Maki en las mediaciones, los Ancianos se tomarían más cuidado y no intentarían eliminar a un muchacho con apenas entrenamiento. Aunque ya lo habían intentado y no pudieron obtener lo que realmente querían a pesar de enviar a dos expertos hechiceros. Y las probabilidades de que lo volvieran a intentar en poco tiempo y con la presencia de la última Zenin eran casi del cero por ciento. Pero podría haber excepciones.

Después de la derrota de Noritoshi y Atsuya, ambos adolescentes se habían marchado de la zona de departamentos escolares y terminaron en un hotel, en una habitación con camas separadas.

Naruto dejó sus cosas sobre su propia cama y observó que Maki no llevaba demasiados objetos o opa. Apenas parecía llevar una pequeña bolsa de mano y una pequeña mochila. Él, sin embargo, trajo consigo toda la ropa disponible (básicamente todos sus uniformes) y el material escolar junto a sus herramientas malditas, las cuales tendría a mano en todo momento tras el atentado orquestado por los hechiceros, a quienes ambos metieron en un contenedor de basura y lo cerraron sin preocuparse demasiado por ambos chicos. Eran hechicero y podrían lidiar con un poco de basura.

Viajas hacia un hotel en medio de la noche, podría ser visto como algo poco decoroso, mucho más cuando los que tomaban la habitación eran dos jóvenes de dieciocho años sin acompañamiento paterno. Maki ya había estado viviendo en moteles y hoteles durante un tiempo prolongado cuando comenzó a viajar, acompañada o sola. Naruto por su lado, no tenía objeción o reparo alguno por compartir su habitación y lecho. Y mucho menos pensaba en lo que opinaban los demás.

Y aquella cama parecía mucho más cómoda.

El chico se echó sobre el colchón dejando escapar un suspiro de satisfacción. Se había desecho de la camisa, la cual ahora estaba manchada de sangre gracias al propio Atsuya y la enorme brecha que se abrió al golpearlo con la cabeza, un movimiento poco recomendado e inteligente que había generado más dolor en el dueño del golpe que en el objetivo, si le preguntaban al propio Naruto.

Al dejar a la vista su torso, también dejó a la vista algunas cicatrices que lo adornaban junto al enorme tatuaje de la Estrella de Cinco Puntas de Salomón que Toji le había pintado y tatuado en la espalda para contener a Rika, su maldición y la causante de que terminara en todo aquel lío de la hechicería. Pero no le echaba la culpa. Se estaba divirtiendo mucho más delo que esperaba.

―Así que el viejo se sigue preocupando por mí―la tenue luz de la lámpara era lo único que iluminaba la habitación. Maki se encontraba de espaldas al chico, mirando a través de la ventana por una rendija en la cortina―. Es un poco testarudo y a la vez tierno.

"Tierno" no es un término que se use demasiado para describir a Toji Fushiguro. Creo que nunca he oído que alguien lo llame así en algún momento.

Toji Fushiguro podía ser descrito con una decena de calificativos, siendo en su mayoría despectivos hacia su persona, generalmente proviniendo de su antiguo clan. Por supuesto, al final el clan Zenin solo sobrevivió por el capricho del mismo Toji, quien no los eliminó por puro capricho y por obra del destino.

―¿Por qué estas aquí de todos modos? Además de para meterte en mi corazón...

Los ojos se entrecerraron y la cabeza se giró lentamente. Con una mirada punzante, Maki miró el rostro de chico durante varios segundos sin decir nada, intentando discernir si se estaba burlando de ella, le estaba buscando las cosquillas o solamente era un idiota de remate. ¿Enamorado de ella? ¿Meterse en su corazón? Nadie en su sano juicio estaría con una chica como ella. Estaba lena de cicatrices, había dejado de ser completamente femenina y estaba centrada en los combates. Básicamente no había aceptado su papel de "damisela" desde que abandonó a los Zenin y no veía a alguien mirándola con ese tipo de intenciones.

―¿Atsuya te golpeó fuerte la cabeza?

―¡Para nada! Tú me golpeaste el corazón.

Naruto podía señalar que estaba "prendado" de Maki Zenin como podía señalar que lo estaba de Rika Orimoto en su juventud. En ambos casos, por supuesto, se debía a las mismas circunstancias: demostraron una fuerza que él no poseía o que simplemente lo dejó encandilado y enganchado como si la visión fuera simplemente un estupefaciente demasiado fuerte para su sistema.

―Deja de decir idioteces―la cortina volvió a su lugar y el eco de pasos fue el único sonido por varios segundos―. Tengo que preguntarte varias cosas y ver hasta que punto mi tío te entrenó.

―¿Ah? Bueno entrené mayormente el uso de las armas malditas y mi estado físico hasta el pináculo de la fuerza humana, como él lo mencionó. Aunque no soy tan fuerte como él. ¿Por qué será?

Maki, con una larga experiencia en hechicería, conocía la respuesta a la pregunta. ¡Ella misma podía ser la respuesta a la pregunta! En muchas ocasiones la habían comparado con su tío. Y en fuerza física estaban parejos. La única diferencia entre ella y él era que su tío era realmente un luchador, un cazador y depredador con una mente para la caza de sus objetivos, algo que ella no tenía. Toji no era solo un hechicero y un renegado, era un cazador de hechiceros, un experto en asesinar a personas con poderes o a seres sobrenaturales, a convertirlos en sus pesas. Podían no poseer energía maldita, magia o cualquier otro tipo de poder; podían tener un poder físico y un manejo de las armas inigualable; pero a fecha de hoy, la experiencia de Toji superaba la suya en una escala de veinte a uno.

―Tanto mi tío como yo arrastramos una "maldición". Tenemos una Restricción Celestial que nos ha prohibido del uso de la energía maldita. No tenemos energía maldita y no podemos ver a las maldiciones. Aunque eso lo podemos suplir―el sonido de la cremallera sustituyó al de la voz de la chica por un segundo―. Debido a que no podemos usar la energía maldita, poseemos una fuerza superior a la de un humano ordinario. Pero mi tío es más fuerte que eso. Él era el tercer hombre más fuerte detrás del Rey de las Maldiciones y de Satoru Gojo. Y no contaba con una energía maldita desbordante, pero llegó casi a matar al profesor Gojo.

―Hablas con pesar. ¿Quién es ese rey y quien fue Satoru?

―No es momento de historia―Naruto se vio obligado a atrapar una camiseta de tirantes―. Mi tío me dejó un trabajo: entrenarte y mantenerte alejado de los sabuesos de los Ancianos. Sin embargo, lo segundo no lo he podido cumplir.

Maki había esperado poder llegar al chico antes que los hombres del viejo director de Kioto y de los Ancianos. La verdad es que se sorprendió cuando vio como Atsuya era superado y como Noritoshi seguiría el mismo camino poco después. Aunque fue en aquel momento en el que ella decidió ingresar a la pelea para enviar al joven heredero de los Kamo al mundo de los sueños.

Si no, el aprendiz de su tío lo habría hecho.

―Me queda estrecho, Maki-chan.

Mostrando crispación la mirada de la hechicera de primer grado se clavó en la figura de Naruto Uzumaki. El adolescente, porque no podía verlo como un adulto a pesar de ser mayor de edad, había conseguido que la camiseta quedara trabada y enrollada haciendo un bulto en la espalda que no terminaba de bajar. Y le hacía imposible al chico ponérsela camiseta de la forma correcta.

―Eres idiota.

Suspirando, Maki se colocó en la espalda del chico. Ahora uno podía darse cuenta de la diferencia de altura. Mientras ella había llegado al metro setenta para quedarse en dicha altura, el chico pasó del metro sesenta a un metro setenta y cinco completamente sólido, con un cuerpo bien proporcionado por el entrenamiento.

Pequeños recuerdos llegaron a la mente de Maki. Recuerdos de un tiempo mucho más feliz, donde otro de sus compañeros tuvo el mismo problema, aunque en esta ocasión fue Panda quien terminó ayudándolo para poder seguir entrenando.

―¡Gracias!

―Espero que para la pelea seas más inteligente―murmuró la chica volviendo a centrarse en su enorme bolsa de tela―. Por lo que he visto, no solo has entrenado el uso de armas y eres bastante bueno en el cuerpo a cuerpo por lo que vi contra Atsuya.

―Practiqué desde que tengo uso de memoria. Siempre estuve en clubes dedicados a los deportes de contacto: MMA, judo, kárate, kung fu, taekwondo...casi cualquier arte marcial que venga a tu mente, mi cuerpo lo ha probado y lo ha digerido hasta el punto de no olvidarlo jamás.

A pesar de la calma con la que salieron las palabras, la chica pudo entender la seriedad en las mismas, en la verdad detrás del rostro sereno que se mantenía mirando hacia el techo como si fuera un simple adolescente y no tuviera a doscientos hechiceros detrás de su cabeza juvenil.

Aunque eso hacía que Maki se preguntara por su tío. ¿Habría vendido a Naruto como lo hizo con su hijo? ¿Habría buscado algún tipo de armisticio con la Sociedad de Hechiceros? Aquellas preguntas tan lógicas, carecían de lógica cuando se trataba de Toji Fushiguro a ojos de Maki, quien lo conocía parcialmente.

―Pondremos todo eso en práctica cuando abandonemos la ciudad y el motel. No es seguro mantenerte rodeado de gente. Es mejor pelear en campo abierto, donde podamos restringir los movimientos de nuestros adversarios y el alcance de sus técnicas malditas.

Si Toji se había encargado de adiestrar al chico, Maki estaba dispuesta a explotar el potencial del muchacho hasta que su cuerpo se reconstruyera y formara a una persona completamente distinta. Justo como le pasó a ella tras pelear con Jogo y comprender más de ella misma, volviéndose más fuerte.

―Eso suena divertido.

―Lo será. Eres el cebo para todos los mercenarios y asesinos que hay en Kuoh buscando tu cabeza―ella no iba a mentir al chico. Iba a ser perseguido hasta que la Sociedad de Hechiceros se rindiera, algo que no iba a pasar pronto―. Tengo una compañera. Ella me avisará cuando el lugar este listo para ocuparlo y proceder a entrenarte de forma segura.

Maki no había llegado completamente sola a Kuoh. Había mantenido las comunicaciones con su compañera y mejor amiga, la cual había estado construyendo un lugar perfecto para ocultar al aprendiz de su tío y poder terminar de formarlo los ámbitos de los hechiceros, algo que no sería realmente complicad. A ojos de la hechicera, Naruto había demostrado tener la habilitad para superar a dos primeros grados sin mucho esfuerzo, algo que era de admirar si se consideraba que el chico había entrenado dos meses bajo la supervisión de Toji. O bien el hombre era un genio maestro o bien el potencial del muchacho era mayor de lo que alguien podría esperar.

―Si, es lo mejor que he oído―Naruto chocó las manos en una palmada. Segundos después, el teléfono de Maki vibró durante un lapso de tres segundos hasta detenerse―. ¿Una llamada? Eso es demasiado corto, si me dejas que te lo diga.

Hizo caso omiso de la pregunta y tomó el teléfono con la mano derecha. Brillando en la oscura pantalla, había un texto: "Todo está listo".

Los labios se le curvaron hacia arriba por unos segundos.

―Pensaba entrenarte en el bosque que rodea a Kuoh, pero es mucho mejor entrenarte en tu nuevo hogar, Naruto Uzumaki―parpadeando, Naruto mantuvo sus ojos sobre Maki cuando esta se volvió hacia él―. Espero que te gusten las casas rodeadas de bosque y al estilo japones. Y espero que estes listo para la definición real de infierno.

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