2. XIV.

Días después. En algún lugar de las instalaciones de la escuela de Hechicería de Tokyo.

Eran las mismas instalaciones que utilizaron en el examen de la preparatoria de Tokyo vs Kyoto meses atrás, prueba que fue interrumpida por Hanami.

El bosque se hallaba en silencio.

Alrededor, sentado en posición de loto, Naruto yacía rodeado de la naturaleza que ofrecía el ambiente.

La energía maldita se arremolinaba a su alrededor. No fluctuaba aumentando o disminuyendo, manteniéndose en el mismo pico de energía.

Párpados cerrados.

Todo este tiempo, el hechicero se había mantenido en aquella posición sin comer ni beber nada. Cada segundo transcurrido, repasaba en sus memorias la batalla contra Sukuna en Shibuya, prestando atención a cada mínimo detalle, repasando las secuencias en su cabeza día tras día.

Al mismo tiempo, entrenaba su energía maldita vaciando su cuerpo de la misma, para volverlo a cargar, aumentando así la resistencia y durabilidad del proceso de la energía maldita durante la batalla.

Porque allí estaba una de las razones por la cual sería realmente tumbar a Sukuna.

Su vasta energía maldita y su resistencia.

La gran mayoría pensaría que Gojo Satoru sería el hechicero con más energía maldita en la actualidad, sin embargo, había tres personas que lo sobrepasaban, Sukuna, Yuta, y Naruto. Siendo el Rey de las Maldiciones el mayor exponente en este tema.

En una batalla duradera, Sukuna tenía las de ganar.

Naruto había estudiado todos los ataques del Rey de las Maldiciones mostró en su pelea.

Velocidad y reflejos estaban empatados.

Los cortes de Sukuna podían ser repelidos por el Bodshivatta de Naruto. Incluso su visión que le otorgaba una vista al futuro por varios segundos le era beneficiosa para evitar los cortes lanzados por la maldición.

Pelea cuerpo a cuerpo reforzados en energía maldita, Uzumaki Naruto era superior. La técnica que presentaba el hechicero rubio superaba la fuerza física de Sukuna.

Sin embargo, entraba la otra problemática además de la resistencia abismal de Sukuna, su expansión del dominio.

La única forma de detener la expansión de Sukuna era expandir tu propio dominio en un encuentro de tira y afloja. Si perdias y caías dentro de su dominio, habían otras dos formas de contrarrestar los cortes. Regeneración inversa, y territorio simple.

Naruto mostró una pequeña sonrisa.

Faltan siete días para que Gojo Satoru sea liberado de su prisión.

X~X~X

Su apariencia grotesca parecida a una maldición, carente de casi rastro humano, provenía de la mala gestión en el embarazo de su madre. Aunque nadie conocía aquel detalle.

La madre del pequeño niño había dejado de comer durante su embarazo, adrede, intentando matar de hambre a uno de los bebés que hacían dentro suyo. Aquello se extendió por semanas matando poco a poco a los bebés, y la naturaleza entró en acción.

Uno de los bebés al no tener suficientes nutrientes para su crecimiento, devoró al más débil, naciendo con la deformidad de brazos, ojos, y boca extras.

El niño jamás había tenido una figura materna en su vida, nunca conoció la femenidad, la calidez de una madre que le demuestre amor y cariño. En vez de eso, solo tuvo el dolor de sentirse abandonado teniendo como único referente a su padre, un hombre que representa totalmente las ideas destructivas de la mascunalidad; violento, orgulloso, despiadado buscando únicamente ser fuerte pensando que aquella fuerza vendría de la brutalidad y el asesinato.

Todo cambio para el niño aquel día en específico, el día que conoció a su madre cara a cara.

- Yo...-

¡Fush!

El niño llevó sus manos hacia su frente cubriéndose la herida.

- Lárgate de aquí, monstruo- exclamo la mujer con un bebé acunado en sus brazos dejando entrever en sus manos otra roca que sería lanzada nuevamente al niño.

El pequeño observó la sangre en sus manos, y luego el dolor se apoderó de su vista al observar a su madre de aquella forma.

- ¡Lárgate, monstruo! ¡Jamás deberías haber nacido! ¡Me lo quitaste todo!-

¡Fush!

La mujer le lanzó otra piedra al pequeño que se cubrió con sus antebrazos.

- ¡Miserable! ¡Ni siquieras tienes un maldito nombre!-

A cada palabra, el niño sentía como una diminuta daga se hundía en su corazón.

- ¡Desaparece! ¡No quiero volver a verte!-

Nadie vendría a ayudar al pequeño.

Se encontraban a las afueras del pueblo en una pequeña cabaña que se caería a pedazos en cualquier momento, demostrando que el poder adquisitivo de la mujer era casi nulo viviendo en la pobreza.

- ¡Monstruo!-

Los ojos del niño comenzaron a lagrimear.

Dió dos pasos hacia atrás, y luego dándose media vuelta huyó del lugar lo más rápido que sus cortas piernas podían.

Cada metro que recorría el niño sentía como su corazón dolía intensamente. Los golpes de su padre desde que tenía consciencia, los golpes de los demás niños, las miradas, los insultos, todo eso, jamás le había dolido tanto como las palabras que salieron de su madre.

Era la primera vez en su vida que realmente sentía dolor.

- Duele- mencionó el pequeño llevando sus manos hacia su pecho-. Aqui-

Las lágrimas bajaban de sus mejillas mientras los insultos y maldiciones de la mujer resonaban a la distancia.

Fin del capítulo.

Espero que les haya gustado. Con su voto, comentario, y poniendo el fic en sus listas de lectura me ayudan muchísimo.

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Nos leemos en el siguiente capítulo.

Bye-bye~

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