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Estrella llegó a la casa de Jim, tocó apurada, y solo esperaba a que el adolescente le abriera, o en su defecto el hombre que le dio el apellido.

—Vamos, se que estás ahí —exclamo irritada.

Cuando la puerta se abrió, tuvo que calmarse al ver a otra mujer del otro lado. Traía los lentes torcidos, el guardarropa del hospital un poco arrugado, y el cabello como si hubiese dormido en la peor posición de todas.

—Oh, yo lo siento doctora —dijo apenada.

—¿Quién eres? —pregunto la mujer.

—Una amiga de Jim, le vine a traer algo ¿Está en casa?

—No, pero llegará en breve, supongo —dio un suspiro de cansancio—. Ven pasa, preparare algo para tomar.

Por un momento, Estrella percibió cierto cansancio en la voz de la mujer, y no era del tipo físico. Supuso que Jim no estaba haciendo ninguna diferencia con su madre, y eso, a ella, también le preocupaba.

¿Qué más estaría haciendo sin tener en consideración a otros?

—Me llamo Barbara —exclamo del otro lado.

Estrella se sentó cerca del cocina, dónde había una isla larga, con algunas decoraciones, y una foto.

—¿Este es Jim? —pregunto con curiosidad, y dio una sonrisa.

Aquel niño en la foto tenía ciertos aires a cuando Liara era pequeña. Tan frágil, y con tantas ganas de saber sobre todo.

Barbara se acercó a ella, y la tomo. Sonrió con nostalgia.

—Era tan pequeño, e inocente —dijo—, y ahora no se que hace la mayor parte del tiempo.

—Si, así son los adolescentes —se le escapo a Estrella.

La mujer la vio con una sonrisa confundida, y asintió ante sus palabras. Era algo extraño de escuchar, más aún viniendo de otra adolescente. Porque así la veía ella, y la mayoría de personas. Quizas un poco mayor a Liara, aún así no tan adulta.

—Lo siento, tengo una hermana de la edad de Jim —hablo—. ¿Su papá? No he visto ninguna foto.

—Bueno, él se marchó —conto Barbara—. Lo hemos superado, y somos nosotros dos. O bueno, así éramos.

—Yo lo siento por preguntar —dijo apenada Estrella—. El nuestro también nos abandono, pero luego encontramos a alguien, que al menos logro hacerse cargo de Lia como si fuera su propia hija. Era un buen hombre.

Se hizo un silencio cómodo entre ambas, y prosiguieron a tomar el té que la doctora Lake hizo, el cual no tenía gusto a nada. Aún siendo agua teñida por algunos yuyos parecía ser que el sabor se quedó en el saquitos con esto.

Aún así no hizo ningún comentario al respecto, y prefirió seguir tomando.

Aquello se vio interrumpida por el brusco ingresó de Jim, Liara y el señor Strickler, quien quedó flechado al ver a la doctora. Algo, dentro suyo, se sintió como un click, como un recuerdo desatado, y pronto sus ojos se llenaron de lágrimas.

—¿Qué está sucediendo? —pregunto Barbara preocupada.

—¿Qué hacen? —pregunto Estrella histérica—, suelten a ese hombre. ¿Están locos? ¿Perdieron la cabeza?

Strickler vio a Estrella, y sintió cierta curiosidad. Una que ella noto. Porque entre los cambiantes, algo que él era, y la bruja noto casi de inmediato, hablaban sobre la hechicera que tenía al caos bajo su poder.

Estrella estaba segura de que hablaban de ella, y ahora que tenía la sospecha de ser hija de la creadora de aquellas criaturas, lo terminaba de confirmar.

—Eres tu —dijo Strickler al verla—, la primogénita.

—Si es así, sabrás que no soy la única —respondió Estrella.

Barbara parecía no entender nada, pero algo en aquella conversación, en la escena en si, le hacía pensar que la vivió en algún momento.

—¿Qué está pasando? —pregunto—, ¿Por qué...?

Un fuerte dolor de cabeza la hizo retroceder, y Jim se acerco a ella preocupado. Cuando, apenas, se compuso, ambos se vieron fijo, y ella creyó entender algo.

—Si hay algo que debas decirme, Jim —murmuro.

—Mamá, no —dijo preocupado.

Estrella los vio, y luego a su hija. A la joven bruja que parecía compartir mucho más que una reñida amistad con el joven cazatroll. Supo que él le iba a seguir mintiendo, y ocultando cosas a Barbara, y aquello lo sintió como una flecha en su propio corazón, en sus propios secretos.

—Jim, díselo —ordeno.

Él la vio, y negó.

—Hazlo, lo merece saber —exclamo al borde del llanto—. Es tu madre, se preocupa por ti. Díselo, o lo haré yo.

Liara se vio envuelta en un extraño apuró. Uno que solo surgió cuándo Jim parecía ser su copia exacta y ella no hacia más que confundirse. Y poniéndose en su lugar, sabía que no diría nada, y que cargaría con todo hasta el final.

Se le hacía que lo conocía más de creía.

—Somos brujas — exclamó Liara, y todos la vieron—. Él es un troll disfrazado de humano, y Jim viene del peor futuro posible. Estrella lo sabía y no.

—Hija ...

—Ahora se que puedes ocultar mucho más de lo que imagino —dijo con seriedad—. Y quiero saber que más hay ¿Qué más hay, mamá?

Estrella se vio acorralada por la mirada azul, prendida fuego, de Liara. Enojada era tan igual a ella, que difícilmente se creería que era su hermana menor.

—Facundo, él, él no te engendro —dijo con voz entrecortada—, James Lake es tu padre biológico. Supo de ti, y me abandono, nos abandono.

—No es cierto —exclamo enojada Liara.

Un destello amarillo cubrió gran parte de los objetos cercano, alzandolos para luego dejarlos caer.

—Él es un humano —dijo con voz quebradiza.

—No, no lo es Liara —contesto Estrella, y vio a resto—. Es, es un mago.

Vio a Barbara, quien palideció al instante de oír aquello, y luego a Jim que parecía impactado, pero no sorprendido.

—Son hermanos, al menos una parte de ustedes lo es —añadió.

Liara, quien creyó poder soportar la verdad, salió corriendo de allí. Y Jim fue detrás de ella.

Estrella no podía decir nada. No le salía ninguna palabra de consuelo o excusa. Tampoco tenía, porque cuando conoció a James Lake, Barbara no fue ni planeada.

Ahora se encontraba con la mujer que sentía haber traicionado, tomando un café hecho por el señor Strickler, en un silencio sepulcral.

—No tengo la edad que crees —se decidió a hablar Estrella—. Solo agrégale novecientos a la cuenta. Yo lo siento, todo esto es mi culpa.

Barbara le dirigió una mirada comprensiva, y tomo su mano.

—Ni tu ni yo sabíamos nada de esto —dijo y le sonrió—. Veo que lo de James es algo histórico.

Ambas dejaron escapar una risilla por aquella tragedia tan humana.

—Liara me debe estar odiando por ocultarle algo como esto —dijo Estrella—. Ella amaba a Facundo ...

—Si él estuvo a su lado, es su papá, eso ya lo deberías saber —interrumpió Barbada—. Lo va a entender, solo deja que esté enojada, es algo normal. Hasta en las brujas, supongo.

—Creo que tienes razón —dijo, y volvió a tomar el celular.

No tenía ninguna notificación de Liara, pero si un par de mensajes de Hisirdoux. Lo cual le saco una sonrisa, e inundó su corazón de pena. No podía evitar pensar que cada vez que conocía a alguien, quien fuera, pasaba algo para que luego la viera mal.

Era una condena, y la razón por la cual no aceptaba a todos aquellos que Arabella le presentaba.

—Ve a casa, si Liara viene con Jim te avisaré —dijo—. Creo que tú tienes que hablar con alguien, y yo también —añadió viendo a Strickler.

Se vio con Hisirdoux en la plaza. Así le pidió cuando apenas salió de la casa de Barbara. Lo encontró allí, esperándola con una sonrisa coqueta, y comida rápida entre sus manos.

—¿Y esto? —pregunto ella.

—Bueno, tuve una corazonada de que algo te pasaba —respondió.

Estando cerca de ella, le dio un beso en la mejilla, y Estrella sonrió ante ese gesto.

—Y cuanta razón tienes —dijo, y tomo una hamburguesa que le ofreció.

Se sentaron en un banco, y dieron sus primeros mordiscos. No lo iba a ocultar, Estrella estaba famélica. No solo por el golpe mágico de más temprano, sino por todo lo sucedido hasta ese momento, y por todo lo que iba a suceder a futuro.

Todo eso le abría el apetito, pese a la falta de hambre.

—¿Qué ocurrió?

—Mi hija ocurrió —hablo con la boca llena.

Termino de tragar, y sonrió apenada.

—Lo siento —murmuro.

Hisirdoux sonrió enternecido. Pues era hasta ese momento que Estrella solo le mostraba los escudos y armas, todas sus defensas para evitar que él pudiera seguir.

—No te disculpes, todos podemos tener un mal día —dijo.

Extendió la mano hasta llegar a la mejilla, y la paso con cuidado por la comisura un poco sucia por la hamburguesa.

Estrella juraba que si el caos no se desataba con eso, se iba a prender fuego por aquel contacto. Entonces recordó la noche esa, donde se olvidó que la abandonaron, y solo se enfoco en todo lo que él le hizo sentir.

Aunque deseaba volver a besar sus labios, y más que eso, se freno ante cualquier impulso.

—Lia y Jim son hermanos —hablo con rapidez—. El mismo hombre que me abandono, también lo hizo ahora en el siglo XXI.

Hisirdoux quitó la mano enseguida, y la vio confundido.

—Liara se enteró, y ahora no se dónde está —continuo, y dio un suspiro—. Al menos se que está con Jim, su hermano menor por cien años.

—Eso, eso si es una revelación —dijo Hisirdoux impactado. 

—Supongo que debía pasar, aunque no así —dijo Estrella sin dejar de dar suspiros. 

 Aunque nunca se le había pasado por la cabeza decirle la verdad sobre Lake, porque Liara amaba a Facundo sin dudarlo de ninguna manera. Hasta ella se olvido, porque el hombre le hacía sentir bien, y amada. 

—Una vez le di a Olivia la opción de conocer a su padre —conto Hisirdoux—, ella se negó. Y me dijo que ya lo conocía, que era yo su verdadero padre. 

 Estrella sonrió, y tomo su mano, sintiendo un leve cosquilleo bajo su piel. Aun seguía pensado que era un tonto, pero que detrás de ello había un muchacho sensible y compresible. 

—A lo que voy, es que ella sabe quien es su verdadero padre, hasta tu lo sabes —dijo y le sonrió—. Es una bruja adolescente, se le pasara. 

—Gracias —dijo Estrella—. ¿Sabes? La paciencia es mi mejor virtud. 

—¿Si?

—Si, por eso le voy a dar espacio —dijo con cierta gracia—. ¿Mañana tienes algo que hacer?

Hisirdoux puso cara de pensativo, y se puso de pie. 

—Esperar a que la bella durmiente me invite a hacer algo —dijo, y le dio la mano. 

 Estrella ni lo dudo, y tomo la mano que le ofreció. Una sonrisa de niña enamorada se dibujo. Hacía mucho que alguien no le hacía sentir de esa manera, tan emocionada, y que no tuviera miedo. 

—¿Me acompañas a buscar una piedra? —pregunto—. La necesito para un nuevo collar. 

—No es la cita que esperaba, pero me uno en tu búsqueda —respondió con una sonrisa emocionada. 

 La hechicera dio una sonrisa de emoción, e Hisirdoux creyó haber visto lo mas radiante en los últimos tiempos. Sintiéndose por completo flechado y enceguecido por eso. Un leve dolor de cabeza le surgió, aun así no dejo de sentirse enamorado de esa mueca. 

—Mañana iré por ti, ponte la ropa mas cómoda que tengas, porque la selva nos espera —exclamo con emoción.   

 Cuando al fin Jim alcanzo a Liara, habían corrido algunas cuadras lejos de la casa. Ella se detuvo, sin voltear a verlo. Estaba segura que en cualquier momento iba a estallar por la magia que corregia enloquecida bajo su piel.

—Lia —llamo Jim con suavidad. 

 Se acerco un poco, y noto un leve temblor, hasta que escucho el sollozo. 

—No quiero dejarte sola, por si piensa que me voy a ir —dijo Jim. 

 Puso una mano en el hombro descubierto de Liara, y esta giro para abrazarse a él. Lloro con mas intensidad, y Jim le correspondió el abrazo en silencio. 



★★★

Hola mis estrellas, ¿Cómo les va? Sorry la tardanza, es que estaba ocupada llorando con un libro de hace diez años 😭

Hablando de llanto, que revelación, aunque creo que algunas ya lo sabía 👀

Bueno, no hay mucho que decir, porque se ha dicho todo ✨

Sin más que decir ✨ besitos besitos, chau chau ✨

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