I
Cayo del cielo como un deseo hecho realidad. Pese a haber pedido engendrar a una niña, la noche le regalo una joven de espesa cabellera oscura como ella. No se cuestionaron como es que todo se hizo realidad tan de repente, la cobijaron y la hicieron su hija.
Ella lo acepto, todos a su alrededor también. Era un regalo de los seres divinos, y como tal lo debían hacer para no provocar su ira. Además, creían que traía un propósito. Lo veían en el oscuro color turquesa de su mirada, y en esa sonrisa de gratitud que se fue formando con el paso del tiempo.
—No recuerda como se llama —dijo la nueva madre a la chamana.
La mujer de piel color tierra y cabello como el agua, se acerco a ella. La tomo con cuidado del mentón, y la observo con atención. Tenía un par de lunares sobre su ceja, y uno bajo el ojo. Era blanca como la luna, pero no brillaba con la misma intensidad. Y su cabello oscuro tenía algunos hilos de plata que cortaban la negrura del mismo. Delgada como una rama, y vestía con algo que la cubría por completo.
La chamana vio al cielo de la noche, y luego a ella.
—Te has llevado todas las estrellas del firmamento —hablo—, el cielo no estaba así de negro. Tengo algunos nombres para la joven estrella errante, pero aquí te diremos Itzamaray.
—¿Aquí? ¿Qué quiere decir chamana? —pregunto el nuevo padre.
—Porque pertenece a todos lados, quizás su nombre cambie a lo largo del tiempo —respondió y dio una sonrisa—, ¿Qué piensas joven estrella?
Itzamaray la vio con atención y sonrió afirmando con la cabeza.
En su momento no entendió lo que la chamana le quiso decir con que pertenecía a todos lados, pues por años, muchos años, creyó que su lugar era allí donde la tierra era cálida siempre, y las estrellas ocupaban gran parte del cielo nocturno. Donde aprendió una nueva lengua, y amo su identidad sin cuestionarse quien fue antes de caer de cielo.
Cuando no le quedo mas lagrimas por llorar a sus muertos, ni fuerzas para seguir combatiendo a los invasores, comprendió eso de ser de todos lados. Comenzó a andar, tomando distintos nombres, pero la mayoría con un único significado. En algunas tierras le decían Killa, por el blanco de su piel. La creían una descendiente de la luna, aunque ella estaba segura que era hija de sus padres que la desearon, y un regalo de las estrellas. Algunos fueron rápidos en comprender que se relacionaba mas con las estrellas y le decían Xaman o Maimará.
Al final, cuando se canso de decirle a los extranjeros como se pronunciaba su nombre, termino por adoptar el nombre de Estrella, o Stella, para que la llamaran Ella con cariño. Aunque ya no se molestaba, y aprendió a amar su nueva identidad, en lo mas profundo de su corazón seria por siempre Itzamaray.
•
No sabía bien porque allí. Por primera vez que seguía las indicaciones de una persona que cambiaba de parecer cada dos por tres, no la entendió del todo; porque en algún punto lograba hacerlo, y ahora no.
Arcadia era un lugar pequeño, y para sorpresa de ella, llenó de magia. Venía de pasar una temporada cerca de la playa, lo que la tenía alejada del cemento, el ruido de los autos, y las personas yendo y viniendo apuradas.
—Creo que me puedo acostumbrar a esta ciudad —dijo—. No sé siente como New York, o Londres.
Porque era más tranquila que más grandes ciudades, más cálido, y con esa magia, de alguna forma, familiar.
Encontró dónde quedarse, y a los días un trabajo para poder mantenerse. Era camarera en un bar, y no tenía más nada que hacer.
A veces iba al museo, otras a la biblioteca, pero la mayor parte del tiempo la pasaba sola con su familiar.
—A esto si estoy acostumbrada —dijo.
Ya era de noche, y recién volvía de cenar afuera.
El celular comenzó a sonar, y atendió con una sonrisa, como si la persona del otro lado pudiera verla.
—Extrañaba tu voz, ¿Cómo estás? ¿Dónde estás?
Mientras del otro lado le contaban sus aventuras por el mundo. Estrella no dejaba de sonreír agradecida de esa pequeña y lejana compañía.
—Te va a gustar Arcadia, es pequeño pero es mágico —dijo Ella—. Iré juntando horas para pasar unas lindas vacaciones, mi cielo.
Tras cortar la llamada, dió un soplido. Se preparo para ir a la cama, y justo cuando se iba a acostar, sintió algo de magia correr. Era extraña, y tenía la sensación que algo le decía, y no podía entenderla.
Con esa extrañeza se fue a la cama, y se durmió casi de inmediato, para luego despertar y toparse con sus manos brillando.
—Deja que el caos despierte —susurro una voz en su oído.
Y otra vez cayó dormida.
A la mañana siguiente no recordaba nada, y se preguntaba por el dolor en sus manos. Lo ignoro por completo, y se preparo para ir al trabajo. Le gustaba ser puntual, y poder ayudar en lo que fuera necesario.
Los días pasaron, y Estrella no se volvió a cuestionar más nada. Tan solo se mantenía ocupada en el trabajo, y ansiando volver a ver a Liara.
•
No era nuevo. Una vez paso, cuando cumplió otra vez dieciséis años. Cómo su madre le dijo, el comienzo de una nueva vida. Se festejaba ese extrañó, pero tan agradecido nacimiento.
Tras la celebración, la magia en su cuerpo fluyó de una manera extraña. No tenía una dirección clara, e Itzamaray solo entendió que está quería salir, de alguna forma, por las buenas, o por las malas.
Aterrada por el brillo inusual que estaba experimentando, corrió fuera de la tienda. Se metió en el bosque, y busco ese pequeño lago escondido.
Sin pensarlo dos veces, metió las manos en el agua, y el ardor le recorrió el cuerpo como un violento escalofrío.
—Veo lo que pasa —dijo alguien.
Su voz le era familiar, aunque el idioma no tanto.
A ella se acerco la chamana. La tomo con cuidado del rostro, y seco las lágrimas que había dejado escapar por el dolor del fuego sofocandose.
—¿Qué pasa conmigo? —pregunto despacio.
—Eres dueña del fuego Itza —dijo la mujer, y le sonrió con pena—. Un gran don para alguien tan pequeña como tú.
—No lo quiero —murmuro—. Este dolor, ya lo viví, y no me gusta.
—Y es por eso que estás acá —dijo.
La ayudo a ponerse de pie, y le vendo las manos. Recito un hechizo, y el dolor que a penas podía resistir desapareció.
—Ahora entiendo porque las estrellas te trajeron hasta nosotros —otra vez le sonrió—. Eres el caos es un estado puro, el fuego incontrolable.
—¿Me comeré el bosque? —pregunto con pena.
—Puedes hacerlo, pero no lo vamos a permitir —respondió—. Por suerte, el cielo te escupió en el lugar correcto. Ahora estara en ti adueñarte de este don.
Adueñarse del don. Palabras que le quedaron grabadas, pero que nunca busco comprender. No quería ser dueña de algo que no quería, y que le hacía doler.
Aún así, nunca se pudo deshacer de él.
★★★
Hola mis soles ¿Cómo les va? Esperó que bien.
Lo prometido es deuda. Ah, conozcan a Itzamaray, o Itza para los compa (Estrella para quienes no manejen el idioma)
Necesitaba hacer algo diferente, y bueno, veamos que onda con ella. Espero que les caiga bien, y la quieran, y la protejan de ser necesario.
Quizás la comienze a publicar sábado de por medio, así puedo trabajar está historia y la de Destinos. Lo bueno es que ya estoy de vacaciones, lo malo es que en febrero rindo lo que para mí es un final injusto 😫
Sin más que decir ✨ besitos besitos, chau chau ✨
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