» O5
Tres flechas hacia abajo estaba teñidas en la piel blanca de la mano de un lindo pelinegro, su primer tatuaje, y para ser sinceros, no había sido tan malo.
JiSung no dejaba de verle la mano. De verdad le lucía bien.
Quizá él consigo alguno luego.
Por ahora continuaría rayándose piel con la tinta de sus lapiceros.
—Te ves el quíntuple de sexy con un tatuaje, Lee MinHo.
Sus ojos chispeaban un lindo brillo cuando chocaron los otros orbes oscuros.
Soltó una risa que era mezclada con nervios y felicidad por el hecho de que su novio le dijera eso.
Podría hacerse más, sólo para que esas palabras salieron de sus labios muchas veces.
Pero prefirió besarlos, con tanta ternura, juntó sus esos rosaditos y abultados belfos que el peliazul tenía, con los suyos, disfrutando cada segundo.
Cuando se separó, lo tomó por su mentón, elevando su rostro, haciendo que los ojitos de su pequeño novio lo observaran. No perdían ese brillo.
Volvió a besarlo, sin soltarlo, dejando su dedo pulgar en el mentón y el resto por debajo, sosteniéndolo.
De verdad que perdía la cordura del espacio y tiempo cada que sus labios se juntaban, cada vez que sus ojos se encontraban, cada vez que sus cuerpos se hacían uno.
El hecho de estar junto a JiSung, hacía que nada le importara, todo se concentrara en él y le dieran ganas de cuidarlo, amarlo y estar ahí con él siempre.
—Los dejé un momento solos y ya están por reproducirse en mi local —Brian volvió a la sala.
—Lo siento —lo soltó, y se volteó hacia el castaño. —Tenía que aprovechar tal oportunidad.
La risita de pena y vergüenza de JiSung se hizo escuchar, junto con la del otro chico, por lo que MinHo había dicho.
—Tuve que mandar a MinHo a tirar los vasos a la basura —se cruzó de brazos, sentándose en un sofá y observándolos. —Después de todo, todos te tienen miedo a ti.
—Si es un ángel —JiSung fue por su mochila. —Debiste tatuarte unas alas.
—Quizá la próxima —guiñó su ojo a su novio, para después observar al mayor. —Gracias por esto, hyung.
—Es mi trabajo, no te preocupes —suspiró. —Cuando quieras otro, sabes dónde encontrarme.
—Quizá vuelva —sonrió. —¿Listo, amor? —se dirigió a JiSung. El mismo asintió.
—Adiós, hyung —se despidió con un ademán, seguido de MinHo.
—Cuídense los dos.
JiSung venía seguido de MinHo, tomados de la mano.
Llegaron hasta la motocicleta, donde el mayor le colocó el casco a su chico mientras se acomodaba su mochila.
Seguro estaba cansado por haberla cargado todo el día.
Aunque por suerte ya se dirigían hasta su hogar. Tenía una cena familiar a la cual asistir.
El pelinegro se subió primero, encendido su motocicleta, y después sintió como los brazos de JiSung rodearon su cintura, aferrándose fuertemente.
Él sólo pudo reír suavemente, aún le causaba algo de gracia el hecho de que su chico no se acostumbraba a andar en la moto.
MinHo bajó su vicera, y aceleró, adentrándose en la cuidad.
Para ser algo tarde, habían pocos vehículos transitando, e internamente, el peliazul agradecía aquello, aunque creía que era porque estaba por llover.
Aún le causaba algo de terror cuando MinHo se metía en medio de algunos de los autos para hacer el camino más corto, porque a pesar de que era seguro, se imaginaba cualquier tipo de accidente.
Por suerte su novio tenía el suficiente conocimiento de las calles en general, en el sentido de que casi siempre transitaba en ellas, y generalmente era en horas de poco uso.
Las madrugadas eran bastante solitarias, al igual que las mañanas.
Sin embargo no podía negar o quejarse, ya que tenía lindas aventuras con MinHo y su moto.
Una vez que se aparcó fuera de la casa de su novio, lo sintió bajarse, devolviéndole su casco. Él también copió su casco mientras el peliazul buscaba las llaves de su casa.
—¿Quieres meter la moto en garaje? —se volteó. —Parece que va a llover.
MinHo asintió.
Lo siguió en silencio hasta llegar a la puerta, donde luego de abrirla, dejaron sus zapatos en el recibir.
—¡Ma, estamos en casa! —su grito resonó por toda la casa, esperando la respuesta de su progenitora.
Pronto, se escucharon los pasos hasta el recibidor, y ahí se vió a la señora Han, tan alegre como cada vez que veía a MinHo y a su hijo juntos.
Los recibió a los dos con una abrazo totalmente maternal, porque sí, la misma señora se había convertido en su segunda madre después de que la señora Lee muriera.
Pero tan pronto se separó de los dos, se volteó hacia JiSung, quitándose un zapato, haciendo que inmediatamente se escondiera detrás de MinHo.
—Dijiste que ibas a llamarme, Han JiSung —se acercó por un lado, mientras MinHo trataba de protegerlo del zapato de su madre.
—Baja el zapato, mamá, bájalo y te digo por qué olvidé llamarte —se asomaba por el hombro de su novio.
MinHo siempre disfrutaba de las escenas en la casa de su suegra.
—Dime, no voy a pegarte, a ver.
—Te voy a decir, pero debes bajar el zapato.
—¡Qué me digas!
—¡Baja el zapato!
Después del suspiro, se escuchó el golpe de cuando dejó caer el objeto al que el peliazul temía, mas JiSung no hizo algún indicio de salir de su escondite.
A veces estar detrás de MinHo, era su lugar seguro.
—Después de la peluquería, acompañé a MinHo a donde YoungHyun hyung, a-
—¿Te hiciste otra perforación, Min? —su madre postiza comenzó a revisarle las orejas.
—De hecho, me tatué —le mostró su mano, que estaba adornada por aquellas flechas.
—Oww, mira, se te ve lindo —le tomó la mano, analizando mejor aquel dibujo. —¿Qué significan las flechas?
MinHo ladeó la cabeza. A JiSung le había pasado eso por la cabeza, pero olvidó preguntar debido a que su atención se desvió a lo sexy que se veía su novio con ese tatuaje.
—Bueno, supongo que algo así como mi libertad —hizo una mueca. —No, la verdad no sé, fue lo que más me gustó.
La señora Han rió. JiSung se parecía a ella cada vez que hacía esos gestos.
—Bueno, no importa —se dió la vuelta, comenzando a dirigirse a la cocina. —Vamos, ¿o no tienen hambre?
—Enseguida vamos —anunció JiSung, aún detrás de MinHo. —Parecía que iba a llover, así que meteremos la moto en el garaje.
Un sonido de afirmación fue lo único que recibió.
Después de echarle un vistazo al peliazul, MinHo le tomó de la mano, soltando una ligera risa y continuando hasta el lugar.
—Siquiera notó que me cambié el color del cabello por estar con ese zapato —hizo un puchero.
—Seguro sí lo notó, pero hay prioridades.
El peliazul lo codeó levemente, escuchando como el otro reía, mientras entraban al lugar.
Presionó el botón que abría el portón de la cochera, y entre los dos metieron su motocicleta, dejándola a un lado del auto de la señora Han.
La lluvia amenazaba con llegar, y las minúsculas gotitas de agua que estaban cayendo, más el frío viento que soplaba, eran seña de ello.
Luego de cerrar con llave, y volver a adentrarse en la casa, siguieron su camino hasta la cocina, donde se encontraba su madre.
Estaba de espaldas, suponía que estaba terminando de poner los platos en la mesa.
Y lo confirmó cuando colocó un último plato junto a un par de palillos al lado.
Al verlos, les sonrió.
—Siento que no sea la gran cosa, cariño, pero no me confirmaron si te quedarías o no —la señora Han fulminó a JiSung con esa típica mirada de madre molesta.
MinHo rió. Siempre había sido claro el detalle que la madre de su novio tenía con él, ya que procuraba que se sintiera como en su casa cuando estaba ahí.
JiSung estuvo por esconderse detrás de MinHo nuevamente.
—No se preocupe, señora Han —rascó su nuca. —Mientras lo haya preparado usted, seguro sabrá exquisito.
Sí, por cosas como esas, MinHo estaba encima de cualquiera.
—Por favor —señaló la mesa. —Siéntete como en casa, hijo.
Los Han y MinHo tomaron asiento, dejando al pelinegro al lado del peliazul, con la señora frente a ellos en la mesa.
Disfrutaban de una velada, junto con el sonido de las gotas de lluvia ya cayendo fuertemente en el techo de la casa.
Luego de haberlo discutido con la madre de JiSung, y que ella aceptara, debido a la lluvia, MinHo se quedaría dormir en la casa de los Han esa noche.
Ni en otro mundo se permitiría dejar salir a MinHo por esa puerta bajo una torrencial lluvia y que pudiera accidentarse en moto.
Jamás se lo perdonaría, ni en mil años.
Por lo que ahora se encontraban en la cama del peliazul, bajo una cálida sábana, debido al leve frío que estaba haciendo producto de la lluvia.
Las fuertes gotas de lluvia daban en el techo de la casa, formando un tranquilo sonido, era algo de lo que JiSung era fan, a igual que MinHo.
Se encontraban viendo una película, o bueno, era su sonido de fondo, los dos estaban en su burbuja, besándose.
¿Qué podía ser mejor? Lluvia, el leve frío de la brisa, dos labios encontrándose bajo una espectacular noche de diluvio con la persona que amas a tu lado, o bueno, encima.
Da mariposas en el estómago el solo hecho de pensar en tal situación, donde te sientes cálido con alguien que es presa de tus labios, dándose todo el cariño existente en el mundo.
Como aquellas manos cálidas recorren tu cuerpo, tu pecho, y después con toda la inocencia del mundo, acarician tus mejillas cariñosamente.
No era nada lejano la situación en la que se encontraban esos par de enamorados.
JiSung estaba encima de MinHo, acariciando ese fuerte pecho, mientras sus labios eran presa de los belfos del pelinegro, con ansias.
Hacía rato que sus camisas habían desaparecido, y lo único que los acompañaba era su ropa interior, y el short de pijama.
Un poco de aire era necesario, y JiSung fue consciente de ello.
—¿Qué pasa? —susurró MinHo. —¿Te mordí muy fuerte, bebé? Lo siento.
—No, no, nada de eso —su pecho subía y bajaba, mientras aún tenía las manos en el pecho contrario.
—¿Entonces? —acarició su mejilla. —¿No te gusta?
—No, todo lo contrario —sintió el rubor subir a su rostro. —Es sólo que mamá está aquí, no quiero que escuche nada.
—Oh, eso —sonrió bastante coqueto. —No tengo problema con eso.
—Claro, porque tu no la ves todos los días.
JiSung se acomodó mejor, aún sin quitarse de encima suya, abrazando ese fuerte pecho bien trabajado, descansando su mejilla en él.
—Estaba bromeando, amor —acarició su espalda desnuda. —Por supuesto que no quiero que tu madre escuche.
—Sería incómodo, ni siquiera podría verla a los ojos —negó.
—... Podemos hacerlo en silencio.
JiSung levantó su cabeza, observándolo.
MinHo tenía el rostro adornado con una sonrisa al ver la reacción de su novio.
—¿En serio crees que podría mantenerme callado?
—Bueno, nada perdemos intentando —su mueca alegre seguía ahí. —Toma —le pasó una almohada. —Vas a ocupar morder algo si queremos hacer silencio.
—De verdad eres un chico malo —el peliazul besó esos labios una vez más, para volver hacia los orbes oscuros de MinHo. Y tomó la almohada, causando una risita en su novio.
—Pero soy tu chico malo.
—Eres mi chico malo —besó su mejilla. —Y yo soy tu chico.
—Todo mío —le besó fugazmente. —¿En silencio?
—Todo tuyo —asintió con una sonrisa. —En silencio.
JiSung se lanzó hacia los labios de MinHo, buscándolos nuevamente con desesperación, y siendo atendido por el mismo.
Después de todo, la idea era que sólo ellos escucharan lo que tenían para el otro.
holaa, por si les interesa, subí otro fic minsung, está bajo el nombre de “thin white lies” en mi perfil. espero les guste <3
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