» O1
JiSung fue el primero en bajarse de la motocicleta, sintiendo un poco sus piernas temblar.
MinHo se bajó después, y le ayudó a quitarse el casco, para luego el hacer lo mismo con el suyo.
Siendo sinceros, todo estaba bastante oscuro, y había mucho pasto. JiSung se sentía completamente perdido, puesto a que no sabía dónde demonios estaba.
Es decir, confiaba en MinHo más que en nadie, pero no quitaba el hecho de que no sabía dónde estaba parado y sentía algo de miedo.
Sintió cuando el mayor tomó su mano, y la entrelazó con la suya, alzándola y dejando un suave beso ahí.
—Sígueme, es por aquí —le sonrió, antes de empezar a correr.
No había soltado su mano mientras corría. JiSung iba por detrás de él, siendo casi que arrastrado, nunca le había gustado correr.
Pero se sentía vivo corriendo de la mano de MinHo, subiendo una pequeña montaña.
Trataba de no tropezar y caer encima de su novio, o lastimarse él, aunque la mayoría de objetos que habían ahí, eran nomás que pequeñas piedra sueltas.
Sintió a MinHo bajar la velocidad, subiendo un poco más despacio, y cuando llegó con él a su lado, todo se tornó plano.
Y ahí lo observó.
Se podía ver toda la ciudad, todas las luces encendidas de la carretera, y el sonido que hacía cuando el viento tocaba el lugar donde estaban.
Quedó simplemente inmuto a tal vista. Todo era simplemente hermoso, y a su lado, estaba MinHo, observándolo con una gran sonrisa.
—¿Qué? ¿Por qué me miras tanto?—lo codeó suavemente. —¿Acaso te gusto?
Asintió. —Me gustas.
El sonrojo no le tardó en aparecer, por supuesto.
A pesar de tener ya meses de salir, MinHo siempre tenía sus sorpresas.
El pelinegro le volvió a tomar la mano. —Ven.
Caminaron un poco más hasta llegar cerca de lo que parecía ser una orilla, donde se podían ver aún mejor.
Había bastante pasto ahí, por lo que MinHo tomó asiento, para después palmear el suelo, indicándole a JiSung que se sentara.
El menor tomó asiento entre las piernas del mayor, reposando su cabeza en su pecho, y MinHo dejando sus brazos alrededor de la cintura del menor, entrelazando sus dedos con los del otro.
—Es muy bonito aquí, MinHo —acarició sus manos como pudo. —Gracias por traerme.
—No me agradezcas, simplemente quería llevarte a un lugar donde pudieras distraerte un rato —besó su mejilla.
—¿Cómo encontraste este lugar?
—Uhm —pensó un poco, tratando de recordar. —Venía seguido con HyunJin cuando queríamos desestresarnos y salir un poco de la rutina.
—Eso tuvo que ser interesante.
—Sí, lo era —asintió. —Después conoció a JeongIn y se nos hizo más decente.
—¿Y tú no eres decente?
—Sí, pero yo no iba de chico en chico —rió. —JeongIn le apretó el collar de perro a Hwang.
—Por Dios, no digas eso —rió también.
Ah, HyunJin. Fue el mejor amigo de MinHo desde que tiene su buena memoria.
Se conocieron cuando MinHo se mudó a la ciudad capital, en aquel entonces tenía sólo ocho años, y HyunJin seis.
Asistieron a la misma escuela, y desde ahí se hicieron inseparables. Eran los mejores amigos hasta ese día.
Cuando MinHo cumplió sus diecinueve y pudo comprar su primera motocicleta, iba a todos lados con HyunJin.
Se escapaban de casa por las noches para sólo dar vueltas por la gran ciudad, hacer estupideces y de vez en cuando salir a fiestas, ya que MinHo tenía mayoría de edad.
Pero después el menor conoció a JeongIn y dejaron de salir más seguido por un tiempo. Hasta que HyunJin compró su primera motocicleta.
Salían los tres, iban a diferentes lugares, se divertían y hacían muchas actividades.
Y entonces, MinHo conoció a JiSung.
Ni siquiera recuerda como, pero a los meses siguientes, ya lo llevaba de la mano, y presumía que tenía al chico más hermoso a su lado.
Y ahora estaban ahí, sentados los dos juntos, disfrutando de la más hermosa vista de Seúl desde uno de los puntos más altos, a tan sólo un mes de cumplir el año de relación.
Y estaban tan enamorados como el primer día.
—Oh, también hay otra razón por la cual quería traerte.
—¿Ah, sí? —JiSung se acomodó mejor, sentándose a su lado y viéndolo de frente. —A ver, dime.
—Bueno, ya no aguanto más esta tortura llamada “soy muy ansioso y no puedo esperar más”, así que, cierra los ojos y extiende tu mano izquierda, con la palma hacia abajo.
Por supuesto escuchó la risita de JiSung, quien sin rechistar ni decir nada, cerró sus ojitos y extendió su mano, como MinHo le había indicado.
Pronto, sintió algo frío entrando en su dedo anular, pero se impidió abrir los ojos hasta que el mayor le dijera.
Esperó unos segundos más, y escuchó la voz de MinHo en su oído, haciéndolo estremecer.
—Ya, ábrelos.
Observando su mano, vió en ella un lindo anillo plateado, sin mucho detalle por fuera.
Cuando volteó hacia MinHo, el pelinegro pudo jurar que vió sus ojos brillosos, y parecía tener una pequeña galaxia en ellos.
—Quería dártelo el día que cumplimos un año, pero realmente no aguanté demasiado —rascó su nuca, nervioso. —Tiene algo por dentro.
Se sacó el anillo sintiendo ya salir sus lágrimas por ese hermoso regalo.
Tratando de descifrar qué decía por la falta de luz, notó que había una fecha, que era exactamente el día en que comenzaron a salir.
Y además de ello, tenía grabado las iniciales de su novio, “LMH” junto aquella especial fecha.
Volteó hacia las manos de MinHo, notando que también llevaba un anillo, exactamente igual al de él.
—Mi anillo tiene tus iniciales y la misma fecha —murmuró viendo como JiSung miraba detalladamente su anillo. —Así en donde sea que esté, te llevaré conmigo.
—¿Me querías hacer llorar, verdad? —volteó hacia los orbes oscuros MinHo, con lágrimas de felicidad.
—Quiero todo, menos eso —limpiaba esas rebeldes gotitas que caían por las tiernas mejillas de su chico.
JiSung se aferró a su pecho, abrazándolo, estrujándolo fuertemente, escuchando el latir de su corazón.
Sollozaba suavemente, pero era todo menos tristeza.
MinHo no era su primer novio, pero si su primera relación seria, donde sí lo tomaban en serio, donde de verdad sentía ese amor mutuo.
MinHo se había convertido en su todo.
Era como su alma gemela, esa que tanto esperó, y ahora encontró.
—¿Te gusta tu regalo?
—Lo amo, MinHo —se separó, viéndolo a los ojos. —Es el regalo más hermoso que me han dado, muchas gracias.
Volvió a abrazarlo.
Esas palabras hicieron que el corazón del otro comenzara a latir rápido, muy rápido.
Entonces lo tomó de la cintura y lo atrajo más hacia él, volteándolo y dejándolo debajo de él, ahora colocando sus manos a los lados de la cabeza del menor.
JiSung lo vió expectante, con esos ojitos observando directamente a los del mayor, mientras dejaba descansar sus manos en el cuello del pelinegro, jugando con sus cabellos.
MinHo simplemente lo besó, tan cariñosamente como sólo sabía besar a su novio, con todo el amor de este mundo.
El otro le devolvía el gesto, y a su vez acariciaba el cabello del otro.
Cuando se separaron, el pelinegro dejó otro beso en la mejilla del menor, escuchando su risa.
Y entonces levantó su cabeza, volviendo a encontrarse con esos hermosos ojos de lo cuales seguía completamente enamorado.
No por nada quería regalarle el mundo entero si pudiera.
—Te amo, MinHo —acarició su mejilla.
—Te amo más, JiSung —sonrió. —Muchísimo más.
Y así, con la luna de fondo, y las estrellas celosas de que estuvieran el uno al lado de otro, se declaraban su amor por medio de sus simples caricias.
Era un amor tan hermoso, tan real y único. Donde se entregaban todo. Sólo para ellos.
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