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Como nunca, un domingo por la mañana, JiSung se levantó temprano, tomó una ducha y se dedicó a hacer el desayuno para MinHo y él.
Una vez hizo el desayuno para su mamá en el día de las madres, y a menos de que no le estuviera mintiendo para que no se sintiera mal, le había quedado bien, bastante.
Café con hotcakes y un poco de fruta fue lo que humildemente preparó, pero sabía que el chico que aún estaba dormido agradecería el gesto, pues sabía que él no era de levantarse temprano siquiera.
Lo acomodó bien bonito en una bandeja, con el plato de hotcakes adornado con la fruta en un lado, y en el otro los cubiertos junto con el café.
Estaba llegando al cuarto, y entonces por poco tropezó con uno de los zapatos, pero se sostuvo y no hizo desastre alguno.
Sin embargo, al tropezar con el otro par, no logro mantener el equilibrio del todo y un poco del café quedó en la bandeja, manchando la servilleta que llevaba y mojando los cubiertos con ello.
—Puta madre... —maldijo casi en un susurro. Volteó hacia el piso y notó que llenó el mismo con un poco de café. —Mierda.
Frente a él vió al chico voltearse hasta donde estaba, y suavemente abrir los ojos, frotándoselos.
Al final MinHo terminó despertando, enfocando su vista en el chico frente a él, quien llevaba una de sus camisetas y sostenía una bandeja mientras maldecía.
—¿Sunggie? —escuchó esa voz ronca y por poco se le cae la bandeja completa el suelo con él incluido.
El chico simplemente sonrió, notando como tomaba asiento en la cama y rascaba su cabeza, adormilado.
—¿No crees que es muy temprano para que estés maldiciendo? —rió.
—Ehh, yo-
Se detuvo cuando MinHo se levantó por completo de la cama, y notó que no llevaba rastro de prenda alguna.
Sin descaro arrastró sus ojos rápidamente por todo el cuerpo del joven. Joder, qué bien le hacía bailar como ejercicio.
—Mejor te espero en la cocina —a como pudo salió de la habitación, mientras MinHo reía por lo ocurrido.
Se colocó su ropa interior y un pantalón de buzo, dejando descubierto el pecho y se despidió hasta la cocina, donde estaba JiSung.
El peliazul limpiaba la bandeja, los cubiertos y por debajo de la taza para que a la hora de ponerlo en el desayunador, no lo manchase, hasta que notó la presencia de otro con su sonrisa.
—Yo quería llevártelo hasta la habitación y hacer todo el papel —botó la servilleta que usó. —Pero al parecer eso no es para mí.
El pelinegro rió y llegó hasta el menor, lo abrazó por la espalda, dejando un beso en su cuello. —No te preocupes, amor, la intención es lo que cuenta.
El chico se volteó y dejó un beso en sus labios que el mayor correspondió, y a su vez, apretó levemente su cintura.
—Buenos días —sonrió cuando se apartó para que pudiera sentarse a comer.
—Vaya que son buenos —picó su nalga, sólo para molestarlo.
Luego de mandarle una mirada asesina, se sentó frente a él para desayunar juntos.
El mayor probó un bocado primero, deleitándose con la cuchara de su novio, porque a pesar de que decía que no sabía cocinar, cuando lo hacía, le salía muy bien.
—Te quedó muy rico, Sunggie —le envío un beso volador. —Gracias por el desayuno, amor.
El chico sonrió por el gesto. —Viste que cuando quiero, sí me sale.
Asintió. —Y no sólo con el desayuno.
En respuesta, el menor se apoyó en la silla y se acercó a MinHo, dejando un suave (aunque no tanto) golpe en limpio en su brazo.
—Quiero ver qué digas eso cuando me toque darte por-
Entonces el mayor comenzó a reír, y entre su risa escapaba de ahogarse por las palabras incompletas de su novio.
Cuando logró pasar la comida, echó su cabeza hacia atrás, buscando aire.
—Tú no en vas a dar por el hoyo, Han-
JiSung elevó sus cejas, con una mueca que a simple vista podía traducirse como “¿Es en serio?” o “¿Estás seguro de ello?” que MinHo claramente entendió.
—Al menos no tan pronto —bajó su vista hasta su plato de comida, evitando que el chico notara el sonrojo de sus mejillas.
—Te daré tiempo para prepararte mentalmente —sonrió ladino y luego tomó un sorbo del café.
El joven mayor levantó su rostro; y sintió miedo, mucho más cuando lo vió reírse.
Prefirió no decir nada más, ya que al fin y al cabo, él había iniciado esa conversación.
—Oh, ¿recuerdas que me habías dicho que querías gatos?
El peliazul tomó toda la atención del otro, al que sólo le brillaron los ojos cuando mencionó a ese animalito, y asintió efusivo.
—¿Vas a regalarme uno? —bromeó.
—Sí —sonrió, notando el serio rostro del otro chico. —Uno de los amigos de... ¿Recuerdas a JooYeon?
—Sí, el que vive con tu gemelo —rascó su cabeza, pensando en el nombre del chico. —JunHan, claro.
—Somos primos, bobo —rodó sus ojos. —Ni siquiera nos parecemos.
—Claro, ¿no? —se encogió de hombros. —Y el planeta es cuadrado, obvio.
—Cállate —entrecerró los ojos. —Me dijo que su gatita había tenido gatitos hace un mes, pero no podían mantenerlos a todos, entonces pensé en ti.
—No me estás ofreciendo que los tengamos a todos, ¿verdad? —parpadeó repetidas veces. —Es decir, por mí me traigo hasta la gatita, pero mi billetera no piensa lo mismo.
—¡No! Claro que no todos —palmeó su frente. —¡Uno! Podemos traer uno, si tu quie-
—¡Sí! Llámalo, dile que sí, que iremos esta misma tarde.
—Bien, pero primero cálmate —tomó el último bocado de su platillo. —Termina de comer y luego lo llamaré, ¿sí?
MinHo volvió a asentir efusivamente, con una sonrisa. ¡Finalmente tendría gatos! No sabía si llorar de la felicidad o de la conmoción, capaz de las dos.
Y lo más bonito de todo, es que era su novio que iba a estar con él en eso. Sería como su hijo, al que ambos cuidarían y criarían.
Por su lado, JiSung también sonrió tanto internamente como por fuera, por cumplirle uno de los muchos sueños a la persona que amaba.
Y así como este, estaba dispuesto a ayudarle a cumplir el resto que tenía por delante, juntos y de la mano.
near to the end...
por cierto, wonderwall >>>>>
una joyita, que de cierto modo creo que queda con este fic, en una pizca tal vez
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