34. Los Russo estan aqui
Punto de vista de Harry.
Me removí saliendo del auto y cerrando la puerta de un portazo antes de echarme andar por el sendero llegando a la casa, no había absolutamente nadie afuera por lo que sabía que algo andaba mal. Saco el arma de la cintura de mis pantalones y la cargo, dejándola junto a mi mientras me hao paso dentro del salón con precaución.
— ¿Cuál es el maldito problema que no puede esperar? —Pregunto, al verles a todos de pie en completo silencio, mi mirada cae sobre un cuerpo femenino sentado sobre el sofá cruzada de brazos—. ¿Y qué jodido infiernos hace Amanda en esta casa?
Ella se pone de pie y puedo ver como sus brazos están hechos de moretones y unas grandes bolsas negras bajo sus ojos indican que no ha dormido lo suficiente. Pero no me importa en lo absoluto, no siento ni un poco de lastima por ella.
— ¿Te quieres calmar? —La voz de Hoper suena al fondo de la habitación y se hace paso entre el resto—. Ella está aquí porque tenemos grandes problemas en los próximos días.
— ¿De que estas hablando?
—Los Russo están pisando justo ahora Chicago, y pretender quedarse. —Una voz suena a mis espaldas y mi sangre se sobrecalienta por segundo.
Mis reflejos se activan de golpe y doy con Finn Haynes a mis espaldas, pisando mí casa, mi salón.
Doy unos cuantos pasos a él pero Hoper me sostiene por los brazos y los envuelve en mi espalda haciéndome gemir.
— ¡Suéltame! —Le ordeno entre dientes.
—Si te suelto, ¿Prometes no hacer nada imprudente? —Me quiere obligar a prometer que no le romperé ni un hueso a Finn porque sabe que yo nunca rompería una promesa.
—Bien. —Digo, zafándome de su agarre—. Pero después que esto acabe, te arrancare la garganta con mis propias manos —Digo finalmente para Finn.
—Ellos están decididos a quedarse, y quieren acabar con nosotros para eso. —Arrastra las palabras con pereza y me da la espalda
—Es por ello que tenemos que unirnos para sacarlo de la ciudad antes que intente hacer una jugada —Interviene Hoper después de el—, ellos están asociándose con los Europeos.
— ¿Y qué tienes en mente?
—Ellos están buscando gente que se les una de aquí de Chicago, Amanda, se infiltrara en su negocio y nos mantendrá al tanto de lo que ellos planean, para usar su propia arma en su contra. Es la única manera de acabar con ellos sin tener a la policía detrás de nuestro culo.
Tener que verle la cara a Finn a centímetros de mí y tener que contenerme de arrancarle la cabeza es demasiado para mí, porque todo lo que me viene a la mente es que sus sucias manos estuvieron sobre Anna y eso no lo puedo soportar, por lo que me siento sobre el sofá y los observo uno a uno trabajar.
—Tu mirada podría estar quemándole la piel. —Escucho la voz de Amanda a mi lado y una risa nasal se le asoma.
—Cierra la boca. —Gruño entre dientes.
El vibrar de mi celular se remueve entre mis pantalones y lo saco inmediatamente, el nombre de Anna titila en la pantalla y desbloqueo rápidamente la pantalla.
—Harry. —Escucho su voz temblorosa y sus sollozos hacen que un malestar estruja mi garganta—, Harry, mi papa...
— ¿Qué está mal Anna? —Me incorporo de pie y todas las miradas caen sobre mí.
—No lo sé, no se mueve, oh dios mío. ¡No respira! Harry, hay mucha sangre y unos hombres están echando la puerta abajo.
El dolor y el temor que me producen sus palabras son inigualables y mi mandíbula se tensa.
—Iré por ti ¿De acuerdo?
—Harry. —Un grito brota de su garganta y mi pecho se estruja
—Cariño mantente en la línea, iré por...
Se cortó la línea.
No había nadie detrás de ella
Mi corazón se detuvo.
—Mataron al papa de Anna y ella, ellos seguro la tienen... Los Russo la tienen.
Mi respiración se contraía cada vez más por segundo y todo el lugar se volvió en un sombrío silencio. El recuerdo doloroso de que Anna tenga que pasar por esto nuevamente me consume, me asfixia y quiero actuar con mi propio odio ahora mismo.
—Voy a matarlos a todos, uno a uno. —Bufe, atrayendo la atención de todos.
—Cálmate. —Hoper se acerca unos cuantos pasos a mí pero yo retrocedo por inercia
—No pretendas que me calme, no pretendas escupir tu mierda mientras Anna está en manos de los Russo, sabes que ellos no pensaran dos veces para matarla si nos quieren fuera.
—Harry por favor. —Me tomo de los brazos y me pego contra la pared—. No vas hacer nada imprudente.
Trate con todas mis fuerzas de liberarme, pero el dolor volvió a mi espalda cuando esta choco nuevamente contra la pared.
— ¡Suéltame! Maldita sea. —Rugí con una gota de odio en cada palabra.
Y el aborrecimiento y la ira que se filtraba en mi sistema me dieron la fuerza para empujar a Hoper con seguridad y verlo caer al piso, di un traspié y salí corriendo de la casa consciente que el segundos más tarde comenzara a pisar mis talones.
Me deje caer sobre el asiento y de reflejos pude ver a Hoper correr hacia mí a una velocidad asombrosa con el resto detrás de él admirando la escena.
Tiro de mi camisa y me hizo caer al suelo antes de que pudiera encender el auto.
— ¿Qué demonios crees que estás haciendo? —Grito cogiéndome del piso para levantarme.
Di un golpe de frustración a la puerta del auto cuando finalmente pude cobrar la compostura.
Su ceño estaba fruncido y su mirada se había vuelto un torrente de enojo que jamás había visto en ella. Una mirada que solo llevaba la razón, pero maldita sea no estoy dispuesto a dársela. No cuando Anna está corriendo peligro nuevamente por mi culpa.
—Déjame ir Hoper.
—Ni en sueños. —Contesto rápidamente entre dientes.
—No puedes tratarme como un niño, coño.
—Déjame informarte compañero, que estas actuando como uno ahora mismo. —Me reprocho insolente.
Podía escuchar sus palabras, sus gritos, sus reproches pero claramente mi mente estaba situada en Anna, ni siquiera me era posible hablar, solo pensaba en buscar a los Russo y matarlos con mis propias manos.
—Suéltame Hoper, o te juro que voy a...
— ¿Qué vas hacer? ¿Darme una paliza? —Me interrumpió con una risa crítica—. ¡Adelante! —Soltó las manos al aire y se enfrentó a mí—, porque estaría muy feliz de partirte la cara si eso implica salvar tu vida.
La sensación amarga de sentirme culpable me estaba consumiendo, siempre he odiado la idea de tener que enfrentarme a Hoper. Porque después de todo, él es como un hermano mayor para mí.
—No puedo permitir que ella vuelva a pasar por esto. —Murmure destilando dolor en cada expresión.
—Vamos a salir de esta como siempre lo hacemos, nunca dejaría que la perdieras porque sería como perderte a ti ¿Me escuchas? —Fue suficiente que lo escuchara hablar para transmitirme un poco de tranquilidad—, tienes que estar cuerdo para poder hacerlo. ¿O es que acaso quieres que Anna vea como te matan?
Levante la mirada de golpe y fruncí el ceño.
—Está bien. —Dije finalmente con sinceridad.
—Marcos Russo está llamándome. —Habla Amanda desde atrás y toda la atención e incluso la mía cae sobre ella.
Los segundos pasan mientras ella todavía está en la línea, el desespero me invade y puedo imaginarme la sangre que va a correr cuando les encuentre.
Puedo imaginármela a ella, desorientada, desolada y eso hace que pierda el control sobre mí mismo.
—Ellos la tienen, y quieren que me haga cargo de ella. —Su voz suena despreocupada y frívola.
— ¿A qué diablos te refieres con eso?
—Es lo que ahora mismo voy averiguar, y más te vale que a partir de ahora me trates mejor, porque el culo de esa perra esta en mis manos.
Punto de vista de Anna.
Mis manos ardían junto a mi espalda por el rozar de las cabuyas mientras intentaba zafarme. El sol que entraba por la gran ventana me hacía fruncir el ceño y entrecerrar los ojos. Una cantidad de hombres armados rodeaban la casa y desde aquí arriba podía ver a mujeres prepago dentro de la piscina disfrutando del sol.
No sé si debía sentir asco o pena por ellas.
Junto a mi estaba un hombre alto blanco y con gafas de sol, asegurándose de que no hiciera nada imprudente porque hace un par de minutos mordí la oreja de otro e intente escaparme.
El sonido de unos tacones se aproximaba hacia la habitación y pude ver su silueta detrás del cristal de la puerta.
—Hola Anna. —Una voz aguda se asomó y aunque no le pudiese ver por mis ojos debilitados, yo la reconocí de inmediato.
Amanda.
— ¿Qué demonios estás haciendo tu aquí?
—El trabajo me llama. —Se burló de mí con una sonrisa vacía—, déjame sola con ella.
Le pidió al hombre que estaba a mi lado y el asintió saliendo de la habitación.
— ¿Qué es lo que quieres? ¿Torturarme? —Musite entre dientes.
—No sabes cómo me encantaría, pero lamentable no puedo. No si quiero ganarme el amor de Harry nuevamente. —Una media sonrisa se dibujó en su rostro y las ganas de vomitar se aproximaron.
— ¿De qué hablas? —Pregunte, porque ciertamente no comprenda la situación.
—Pensé que eras más lista, pero voy a explicártelo — Se sentó sobre la cama y cruzo sus piernas antes de seguir—, Estoy aquí de infiltrada, para averiguar cada movimiento de los Russo. Se supone que yo voy a salvarte, quedare como heroína delante de Harry y ¡BANG! El amor fluye. Les digo la manera en la que pueden acabar con los Russo y ellos siguen siendo los reyes de Chicago y yo obtengo joyas y su amor ¿No es eso lo más inteligente que has oído? Así mato dos pájaros de un tiro —Sonríe y aplaude victoriosa.
Me sentía atrapada, desolada y agotada. Las lágrimas quemaban por salir pero no iba a darle la oportunidad de que me viera en ese estado.
—Realmente tienes demasiadas esperanzas de que Harry vaya a poner un dedo sobre ti. —Le confesé con una sonrisa imitándola a ella.
—Un dedo no querida, sino todo su cuerpo sobre mí. —Su mirada estaba llena de gozo y quería arrancarle los ojos con mis propios dedos.
— ¿Crees que matándome harás que Harry te ame?
—No. —Se puso de pie y se acercó a mí—, pero si puedo hacer que te odie.
— ¿Y cómo se supone que vas a conseguir eso?
—Siempre tengo un diez bajo la manga niñita.
Sonrió antes de rebuscar en su cartera y sacar unos papeles, los ordeno uno a uno y los dejo en mi campo de visión.
Silencio...
.... Todo dentro de mi cabeza se volvió un completo silencio, el único sonido que podía escuchar era el de mi corazón quebrándose, estaba perdida. El momento en que Harry viera ese reporte se iba a sentir traicionado y me iba a odiar... Para siempre.
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