25. Bajo mafia

—Siempre fuiste mi espejo, siempre fuiste mi ejemplo a seguir. Para mí nunca existió súper man o Batman, para mi tu siempre fuiste mi héroe. Quería verte y quería mirarme a mí, no tienes por qué alejarme. Soy mayor de edad y estoy en toda la disposición de pertenecer a esto sí quiero.

La voz enojada de Jacob sonada al otro lado de la habitación, y sé que cada una de esas palabras estaban apuñalando a Harry.

— ¿Tú crees que yo elegí esto para mí? —El tono grueso de Harry me hace poner la piel de gallina inmediatamente—. ¿Crees que quiero esto para ti? Escúchame Jacob, y escúchame muy bien, vendería mi alma al diablo porque se te quite la idea de pertenecer a la mafia, me es suficiente con que se enteraran de tu existencia, así que mueve tu culo y ve a trabajar o seguir la vida normal que llevabas.

—No me vas hacer cambiar de opinión Harry.

—Ya lo veremos.

...

Me miro en el espejo y veo a una chica completamente diferente, veo a una Anna metida en un vestido espectacularmente fino, sobre unos zapatos agudos que la hacen ver alta y distinguida, un vinotinto en sus labios a perfección y una pequeña cadena que guinda por encima de mi clavícula. He decidido recoger mi cabello para lucir mi espalda desnuda.

Nunca me he considerado una mujer sexy, pero esta noche quiero impresionar.

— ¡Estas hermosa Annie! —Sam aparece a mis espaldas y coloca sus manos por encima de mis hombros.

— ¿Estas segura de que no quieres ir? —Pregunto y la observo por el reflejo del espejo.

—Por supuesto que quiero ir, pero Jack me advirtió que podría perder el trabajo si tengo una falta más y mi madre casi me quema con el sartén por no darle la quincena correspondida. —Puedo sentir como las ganas de llorar se le acumulan en cada palabra.

— ¿Sabes que cuentas conmigo?

—Lo sé, pero no te puedo arrastrar en esto. —Me abraza con fuerza y aprovecho para aferrarme a ella—. Uno de los chicos me va a llevar al trabajo, creo que Hoper y Harry esperan por ti.

Me despido de ella con otro fuerte abrazo y termino de aplicar un poco de rímel para levantar mis pestañas. Y quince minutos más tarde estoy lista.

Camino nerviosamente por el pasillo y me detengo en las escaleras, puedo ver como todos y cada uno están perfectamente vestidos con trajes negros y son inconsciente de mi presencia, excepto por Ian que logra verme y su mirada muestra respeto hacia mí, le da con el codo a Harry y este levanta su vista.

En el momento que su mirada cae sobre mí, me siento esplendida, desnuda, la manera tan maravillada en cómo me ve es única. Su boca cae semi abierta pero la cierra rápidamente y me regala una sonrisa.

— ¡Estas preciosa! —Me susurra en el momento que piso el último escalón.

—Gracias.

—Te miras muy bien Anna. —La voz de Hoper suena a mis espaldas y me sonrojo—. ¿Nos vamos?

—Ian, ve por el auto. —Harry ordena y todos salimos.

La mano de Harry cae sobre mi espalda desnuda y se detiene mi vida entera, la manera en como su tacto me pone es inexplicable.

 Ian conduce, mientras Hoper va de co piloto y Harry yo nos encontramos en el asiento trasero.

—No era consciente de lo que ese pedazo de tela roja pudiera ocasionar en mi sistema.

El corazón me late con la misma rapidez con la que Harry habla. Me acaricia el cabello con su mano y finalmente la deja en mi nuca. Toma aire, se tranquiliza y prosigue:

—Estas matándome Anna Lee. —Añade con la voz ronca y seseada.

—Espero puedas aguantar al final de la noche. —Digo bajito junto a su oído, e inmediatamente la vergüenza me cubre.

¿Acabo de proponerle tener sexo indirectamente? Las hormonas me deben estar afectando.

—Yo también lo espero. —Coloca su mano por la costura que me deja al descubierto la pierna y me envía una corriente eléctrica por todo mi cuerpo con ese pequeño tacto.

Alphaville suena con forever Young en el momento que nos bajamos del auto. La mansión Romana está perfectamente decorada con luces navideñas en el jardín y puedo admirar a personas totalmente distinguidas que si no supiera quienes realmente son los confundiría con políticos del gobierno.

Camino del brazo de Harry a mi derecha y al de Hoper a mi izquierda, las piernas me tiemblan pero intento con mil demonios mantenerme serena.

—El hombre con corbata grisácea es Alessio Di Mauro controla el tráfico de Cocaína, salúdalo con asentimiento y no bajes la cabeza en ningún momento. — Harry susurra discreto cerca de mi oído y yo asiento nerviosa.

Puedes hacerlo, puedes hacerlo.

—Hoper Lerman y Harry Styles. —Saluda Alessio con gran bienvenida y les da un apretón de manos a cada uno.

—Alessio, tanto tiempo. —Harry ensancha una sonrisa seguro de sí mismo.

—He oído que tienen chicago en la palma de sus manos.

Ellos asienten cortés sin presumir.

— ¿Y quién es la bella señorita?

Su mirada cae intimidante sobre mí de pie a cabeza, y le sostengo la mirada con valentía, le regalo un asentimiento y una media sonrisa.

—Ella es Anna Lee.

—Encantado Anna, espero puedas concederme un baile esta noche.

—Sería un placer señor.

Él se despide levantando su copa y dejo salir todo el aire que estuve conteniendo desde que me miro.

— ¿Cómo estuve? —Pregunto, casi tartamudeando.

—Maravillosa. —Halaga Hoper.

—Suficiente para ganarse tú respeto.

Caminamos por el jardín y saludamos a un par de personas que según Harry no eran importantes, e incluso no eran superiores a ellos.

—El hombre de unos cincuenta años, canoso y tiene oro en los dientes en Napolitano Di Genova, es el peor de todos. Es por el que se está organizando este baile.

— ¿Por qué sería el peor? —Pregunto con la curiosidad en cada palabra.

—Prostitución, apuestas, secuestros, especulación inmobiliaria, drogas, extorsión a políticos.

Mi mandíbula impacta contra el piso y no me gusta para nada el nerviosismo que inunda todo mi sistema, respiro calmadamente y fuerzo una sonrisa en el momento que aquel hombre deposita su mirada sobre nosotros.

—Mis futuros seguidores. —Extiende sus brazos y abraza por encima de sus hombros a Hoper y a Harry.

—Que gusto volver a verle Di Genova, ella es Anna Lee y está con nosotros. —Me presenta Hoper y él no duda en tomar mi mano y besar mis nudillos.

Una sensación asqueada mi invade pero le regalo una sonrisa hipócrita. El miedo que me transmite supera todas las veces que he sentido miedo en mi vida.

—Ciao, la mia signorina.

Después de una serie de saludos cordiales a grandes pertenecientes de la mafia he bailado dos veces, una con Harry y otra con Hoper. Agradezco al cielo que ninguno de los dos haya dejado que ningún tipo se me acercara, no es por presumir pero la fila de espera era bastante larga.

Este vestido hace milagros.

Me duelen los pulmones y tengo el cuerpo entumecido por el poco aire que me entra en ellos, necesito un momento para mí misma.

—Necesito ir al baño. —Hablo entre dientes para Harry, porque no quiero que las personas con quienes habla me oigan.

—Te acompaño.

—Volveré enseguida Harry, no hace falta.

Su expresión se endurece y no estoy lista para una discusión ahora mismo, me toma delicadamente por el brazo y se disculpa con las personas antes de apartarme a solas.

—Quedamos en algo, no ibas a separarte de mí ni por un segundo.

—Solo es el baño, no creo que pueda tener amenaza ahí. —Me cruzo de brazos enojada, no lo suficiente.

— ¿Sabes dónde estás verdad? —Me riñe como si fuese una niña pequeña.

—Tú también lo sabes, de lo contrario no me hubieses traído.

Suelta el aire exasperado y coloca sus manos a ambos lados de su cadera.

—Tienes cinco minutos, si no vuelves, entrare a ese baño por ti.

— ¿Qué?

—Cinco minutos Anna.

Frunce el ceño y me regala una sonrisa como si no hubiese pasado nada. Odio no saber qué es lo que está pasando por su mente, él no es como el resto de las personas es confuso y complicado.

Pongo los ojos en blanco y me hago paso entre la gente, doy con las escaleras del salón y subo a prisa porque en mi mente estoy contando los minutos y la única razón de ello es porque sé que Harry vendrá por mi sin importarle quien este en ese baño o no.

— ¿Sabrá tu padre que estas aquí? —Una voz que yo reconocí perfectamente suena a mis espaldas.

La frustración, el odio y la ira se unen de la mano al darme cuenta que tengo a Amanda a centímetros de mí.

— ¿Sabrá mi padre que estas aquí? —Me giro para encararlo y la sonrisa que adornaba su rostro desaparece instantáneamente—. Eso pensé.

La veo y veo a la mujer mas despreciable que he conocido jamás, la que juega con la billetera de mi padre y la que hizo pedazos el corazón de mi novio. No puedo creer que Harry haya amado con tanta intensidad a esta mujer.

—Así que tú y Harry. —Aplaude en asentimiento y quiero arrancarle la cabeza—. Es muy bueno en la cama, déjame decirte, le gustan las virgen. En ese entonces yo lo era por eso se enamoró perdidamente de mí.

Sus palabras apuñalan fuertemente en la boca de mi estómago y tengo ganas de vomitar, quiero evitar que ella se dé cuenta lo que ha logrado con sus palabras por lo que le doy la espalda y me miro en el espejo.

Harry me ama, Harry no me quiere solo en su cama. Ni siquiera hemos tenido sexo, él no es así. Me lo repito unas cuantas veces y el verdadero trabajo es creérmelo.

— ¿Terminaste de escupir tu veneno?

—En realidad si, suerte.

¿Suerte? Me giro sobre mis tacones para preguntar qué quiso decir con eso pero la sangre se me congela en ese mismo instante, una oleada de escalofríos me recorre el cuerpo, como un disparo de advertencia de lo que está a punto de suceder.

—Finn Haynes. —Afirmo en un susurro tembloroso.

—Qué bueno que no me hayas olvidado.

—Hay escorias de la vida que no se olvidan. —Digo y estoy dispuesta a salir del baño pero él me sostiene fuertemente del brazo.

— ¿He dicho que podías irte? —Su tono de voz ha cambiado a uno más duro, más seco, más autoritario.

—Tienes dos minutos para dejarme ir, de lo contrario Harry entrara por esa puerta y te arrancara la cabeza. —Una sonrisa poderosa se adueña de mis labios.

Pero una carcajada brota de su garganta y niega confiado con la cabeza.

—Dos minutos son suficientes para mí. —Impacta mi cuerpo sobre la pared y se cruza de brazos.

— ¿Dónde Hoper guarda la mercancía?

El recorre mi clavícula con su dedo pero lo aparto rápidamente.

Recuerdo el lugar a donde me llevo Harry pero ni porque quisiera decírselo lo recordaría, era el lugar más apartado a la nada que había visto

—Prefiero cortarme la lengua antes que decírtelo. —Escupo en su dirección con asco.

—No me tientes hacerlo. —Me clava las uñas detrás de la nuca y me jala del cabello—. Vamos a intentarlo otra vez. ¿Dónde Hoper tiene la mercancía? —Me repite como a un niño pequeño para que trate de entender.

— ¿Realmente crees que vas a poder sacarme algo?

—Hagámoslo a la manera antigua.

Se encoge de hombros y saca un pañuelo de la cintura de sus pantalones, me coge del cuello y me hace girar donde mi espalda está apegada a su pecho, el olor a cloroformo invade mis fosas nasales en el momento que coloca el pañuelo en mi cara.

Mi vista poco a poco se está nublando y trato con mil demonios de no hacerlo pero me voy a desmayar, sé que eso es lo que viene a continuación.

He perdido el conocimiento y lo último que se es que caigo al piso y no es para nada una caída bonita y elegante. Y justo ahí el mundo se apagó ante mis ojos.

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