12. ¡Jesucristo!
Punto de vista de Anna
Llevamos alrededor de diez minutos sin mirarnos, sin decir una palabra desde que la mesera coqueta se fue. Él todavía está totalmente enfocado en sus manos entrelazadas, sé que está pensando, y sé que realmente está dudando en contármelo todo, e incluso llegar a mostrármelo. Y aunque siempre ha sido el único objetivo por el que estoy cenando con él, tampoco estoy segura de querer saberlo, me siento frustrada porque estoy dejando que la parte sensible de mí, me domine. No puedo, no puedo dar marcha atrás porque si Harry hace algo verdaderamente malo entonces el necesita pagar por ello.
—No tienes que hacerlo hoy si no quieres—. Lo digo, antes de poder detener las palabras, y aunque sé que estoy cometiendo un error, siento como el alivio me atraviesa.
El levanta su mirada y me mira esperanzado, no comprendo que quiere decirme por lo que tomo sus manos en las mías y le doy una sonrisa, de esas que le piden que confíen en mí.
Pero no confíes en mi Harry, por favor no lo hagas.
—Quiero hacerlo, necesito hacerlo.
Me está mirando directamente a los ojos, y sonríe antes de que llegue nuestra cena. Me sorprende la cantidad, el prefirió algo más excesivo en grasa, en cambio yo opte por una pasta con calabacín y pecorino. Un buen comienzo para no haber comido nutritivamente hace más de un mes.
— ¿Vino tinto? —Pregunta destapando la botella.
—Por favor.
Se ríe y llena mi copa con vino, suficiente.
Pasaron otros diez minutos en silencio, pero esta vez no se volvió nada incómodo, el unas pocas veces me miraba y me ofrecía de su plato, pero yo me negaba por lo que él hacia comentarios como: Máspara mí. Mientras disfrutábamos de nuestra cena, debía admitir que aunque no soy amante de la comida italiana, hoy está verdaderamente exquisito.
Nos mirábamos silenciosamente hasta que casi hemos terminado nuestro plato, después de una competencia de miradas por quien terminaba primero, él me ha dejado ganar. Nunca he comido más rápido que nadie.
— ¿Desean algo más la señorita y el caballero? —Pregunta la misma camarera de hace un par de minutos, con aquellas pestañas largas encima de sus ojos que caen directamente sobre Harry.
No tiene un poco de pudor esta chica.
—Sí. —Contesto, intentando llamar su atención lejos de Harry—. Yo quiero un Tiramisú imperial.
— ¿Dietético o con miel? —Pregunta, anotando en su pequeña libreta.
—Con mucha miel. —Observo a Harry y él me está mirando con una ceja arqueada—. Y el más caro por favor.
Harry me mira y niega caustico con la cabeza.
—Lo mismo que la señorita por favor.
Una vez que la camarera se fue, suelta una risita carente de humor.
— ¿Crees que no puedo pagar el postre más caro que pidas? —Se cruza de brazos y no deja de mirarme, está intentando intimidarme pero no lo dejo.
—Estas dándome la oportunidad de tener comida gratis, tenía que pedir el más caro. —Me cruzo de brazos igual que él.
—Podría comparte el restaurant si así lo quisieras.
—De acuerdo, señor ego. Casi olvido que conduces en un auto exquisito. —Tomo un sorbo de mi copa y lo observo por encima del borde.
—Es un Bugatti Veyron. Uno de los autos más prestigiosos del mundo. —Dice, pero no está siendo engreído, probablemente sus palabras lo sean. Pero yo también presumiría si tuviese a mi disposición un auto así, algo que jamás va suceder ni porque trabaje dos vidas seguidas.
— ¿Me disculpas? Necesito ir al baño.
Él se pone de pie y asiente. Me ha traído a un restaurant de música clásica, con comida italiana y es la persona más caballerosa que he conocido jamás. ¿Cómo alguien así puede ser una mala persona? Estoy buscando todas las excusas para que no lo sea.
Por suerte al llegar al baño no hay nadie más que yo viéndome en el espejo. Me encuentro nerviosa porque esta noche lo sabré todo, sabré que hay acerca de Harry. Y será la última vez que voy a verlo. Y se me hunde el estómago por el peso de la decepción que me está provocando no volver a verlo, porque histéricamente quiero volver a verlo. Mi mente está jugando conmigo, la parte sensata de mí me dice que es lo correcto, que tengo que hacer esto, que es la única razón por la que me he acercado a Harry, no hay otra razón después de ello. Pero la parte cobarde de mí, le dolería que lo mandaran al reclusorio y siento una bomba que va a estallar en mi mente por no saber qué hacer.
El confía en mí.
El me cree.
Y yo lo voy a mandar al reclusorio.
Ahora mismo necesito escuchar a Sam, necesito que ella me dé un empujón a lo correcto.
Y como la he llamado con el pensamiento mi celular suena, tengo una nueva llamada de ella. Y antes de que pueda decir palabra alguna, ella lo hace precisa.
—Cuéntamelo todo. ¿Es un asesino en serie? —Me rio, por la manera en que ella puede exagerar las cosas, y el corazón se me comprime al pensar que el ande por ahí matando personas indefensas.
—Aun no, estamos cenando comida italiana. —Tomo un respiro antes de seguir—. Cuando salgamos de aquí el me mostrara que es lo que hace.
— ¿Ves? —Chilla al otro lado de la línea—. Te lo dije, que con ese vestido que te dije que te pusieras no se iba a resistir a nada contigo.
Rio, porque me negué rotundamente a usar un vestido tan ajustado. Lo compre la temporada pasada, gracias a ella pero es la primera vez que lo uso.
—Me dijo que en el momento que él me lo dijera, yo podía decidir si irme o quedarme. Él no iba a detenerme.
— ¡Santa mierda! Cuídate mucho Annie. ¿Tienes la grabadora y la cámara contigo?
—La grabadora si —Digo, revisando mi cartera de mano—. La cámara sería muy evidente, creo que la de mi celular servirá un poco.
— ¡Mucha suerte! Te llamare después de las doce.
Asiento decepcionada como si ella estuviese viéndome.
— ¿Sam?
— ¿Si?
—No estoy segura de poder hacerlo —Digo, porque es cierto.
No escucho nada del otro lado de la línea después de varios segundos.
— ¿No estas segura de poder hacerlo a de querer hacerlo?
No lo sé.
— ¿Qué quieres decir con eso?
—Que pasar mucho tiempo con Harry Styles te está afectado, no será que tu... —Ella detiene las palabras, y se perfectamente lo que va a decir.
— ¡Por supuesto que no! —Le riño enojada—. Es un sicario, un vándalo, o lo que sea que es. ¿Cómo piensas que yo...? —. Me trago mis palabas porque no quiero seguir con el tema—. Hablamos más tarde.
Digo, y antes de que ella pueda responderme, corto la llamada. Y al verme en el espejo antes de salir soy toda una bola de tomate.
Suelto una respiración y salgo del baño, dirigiéndome a la mesa. Donde veo a Harry pagando la cuenta.
— ¿Lista? —Pregunta una vez que estoy lo suficientemente cerca.
Asiento y el corazón me late con la misma rapidez que salieron sus palabras.
Envuelvo mi mano alrededor de su brazo, mientras dejamos el restaurant.
—Anna... — Levanto mi vista para verlo a la cara por ser más alto que yo, se detuvo y esta pálido—. Te llevare a un par de lugares distintos porque necesito que comprendas todo. También te voy a dar la oportunidad de juzgarme, estarías en todo tu derecho de hacerlo, e incluso de irte.
Su rostro se asómbrese como si el corazón se le estuviese por partir.
El me indica que primeramente iremos al apartamento donde lo lleve la primera vez, y también me explica que ahí vivía hace un par de años antes de conocer a Hoper.
El cielo está despejado, sin estrellas, sin luceros. Una nube de lluvia se está asomando y chicago tiembla bajo un trueno.
Conduzco en silencio y mis manos están sudando, no sé qué va a mostrarme verdaderamente pero no quiero juzgarlo, quiero mantenerme.
Una vez que hemos estacionado, ya ha comenzado a llover. Por lo que nos bajamos y el intenta cubrirme de la lluvia, pero las gotas caen por su rostro, sus labios y su cuello, puedo tener una vista de cómo se está empapando rápidamente y su cabello húmedo se alarga bajo sus orejas. Tiene que cortarse el cabello, pero ligeramente lo sacude y retiro lo dicho.
Llegamos al apartamento y el rápidamente me ofrece una toalla. No me he mojado mucho, pero hace un frio infernal.
—Creo que puede haber un poco de café en polvo ¿Quieres que prepare un poco? —Me ofrece, pero yo niego, estoy tan nerviosa por lo que va a pasar a continuación que nada más podría pasar por mi garganta.
Asiente y moja sus labios, me observa por unos segundos y sonríe tomando mi mano y entrelazando nuestros dedos. No noto mariposas en el estómago, e incluso jamás las he sentido, ni he tenido la sensación de que estoy perdidamente enamorada de alguien. Por lo que compruebo que al unir nuestros dedos no siento nada por él, y eso es un alivio. Pero de hecho, se siente bien.
Me lleva hacia una habitación al final del pasillo, y me da la oportunidad de que me adentre, observo el lugar y las cuatro paredes son blancas, hay una cama con un colchón pero esta no tiene sabanas, al frente de ella hay una silla y un baúl. Es todo, no hay más que vacío en la habitación.
El me guía, y ambos nos sentamos en la cama. Abre el baúl que tiene en frente y saca un portarretrato. Me lo entrega y sigue buscando en él, de modo que me quedo con la fotografía en las manos. Hay tres niños en ella.
—Yo soy el de la derecha. —Dice, como si me hubiese leído el pensamiento.
Junto a él, hay una niña un poco más rubia y más alta que él, a su izquierda un niño menor que ambos, más castaño. Pero los tres tienen algo en común, unos ojos esmeraldas hermosos. De fondo parece ser un parque, se ven realmente felices, y la sonrisa de Harry es la más inocente que he visto jamás.
— ¿Son tus hermanos? —Pregunto.
El hace una mueca, se pasa las manos por el pelo y finalmente asiente.
— ¿Dónde están?
Su rostro tiene un gesto de dolor y confusión a la vez. Deja salir un suspiro y aprieta fuertemente sus labios en una línea, es como si estuviese aguantando las ganas de llorar.
—Ella está muerta. —Suelta, y hay un dolor profundo en sus palabras—. Se llamaba Emma, y era la chica más hermosa y feliz de todo el mundo, siempre me defendía a mí y a mi hermano. Aunque yo fuese el chico y los chicos tienen que proteger a sus hermanas ella lo hacía conmigo, siempre me molestaban porque tenía el cabello como niña. Ella me hacía sentir bien diciéndome que tenía el cabello muy bonito para ser un niño. Era mi mejor amiga, ella, mi hermano y yo éramos los tres mosqueteros.
Me ha sostenido la mirada desde que comenzó hablar, y yo intento mostrarle respeto por su pérdida, aunque no conocí a Emma, siento mucho lo que le paso. Ni siquiera sé cómo reaccionar, ni que decirle. Debido a que fui yo quien saco el tema a reducir.
Sus ojos quieren llorar, pero no lo hace, sé que su corazón debe estar rompiéndose en mil pedazos. Y no me doy cuenta de cuanto lo siento que estoy abrazándolo.
Lo abrazo con fuerza porque sé que le duele.
Lo abrazo con fuerza porque sé que acabo de abrir una herida.
Lo abrazo con fuerza porque estoy comprendiendo muchas cosas acerca de él.
—Dios mío, lo siente tanto Harry. No sé cómo llegaste a pensar que iba a salir corriendo después de lo que acabas de decirme. —Digo, porque me estoy sincerando, y aun lo estoy abrazando.
Él se aleja y me hace mirarlo a los ojos.
—Aún hay más, y de eso es que tengo temor que salgas corriendo.
No digo nada y vuelvo a observar la fotografía en mis manos.
— ¿Y él? —Señalo al más pequeño de todos.
Baja la mirada, y no es capaz de mirarme. Tampoco me responde, por alguna razón concluyo que no quiere que lo sepa, y yo tampoco me veo obligada a saber más.
— ¿Qué hay acerca de tus padres? —Pregunto, intentando evadir el tema sobre el otro niño.
—A ellos lo mataron un mes antes que Emma. —Dice, hay tanto dolor en sus palabras y no ha dejado de mirar el piso.
Sus padres y su hermana están muertos. ¿Por qué? Ha perdido a toda su familia, excepto a ese pequeño de quien no me quiso hablar. ¿El sí estará vivo? Me encantaría tanto saberlo.
— ¿Sabes? El día que nos conocimos en el cementerio, yo estaba visitando la tumba de mi mama. Ella murió hace poco más de un mes. —Le confieso, porque pienso que esto de alguna forma le hará sentir mejor, a mí me comprime el corazón pensar en ello pero quiero que sepa que no es la única persona que ha perdido seres queridos y tenemos que aprender a vivir con eso. El aún tiene esa herida abierta, aún tiene ese rencor en el corazón.
Levanta la vista y me mira apenado, pero le doy una sonrisa que lo hace sentir aliviado. Todo eso lo miro en cada expresión de su rostro.
—Lo siento mucho. —Me dice, y sé que está siendo sincero.
—Tanto tú, como yo, tenemos algo en común. ¿Qué paso con tus padres? —Pregunto, y aun no sé si quiere llegar tan lejos.
—Mi padre tenía enemigos, enemigos que lo querían ver muerto. Tanto así que quisieron matar a toda mi familia por venganza, ese día mis hermanos y yo estábamos jugando video juegos en casa de un vecino, cuando se escuchan disparos, la madre de nuestro amigo no nos quería dejar ir a la casa. Pero yo como puede fui y encontré los cuerpos de mis padres sin vida, aún tengo ese recuerdo vivo. La señora Kira nos llevó a la casa de un pariente cercano, los escuche hablar esa misma noche que mi madre le pidió que si a ellos les pasara algo nos protegiera y nos sacara de la casa porque iban a ir por nosotros. Ella siempre estuvo al pendiente de nosotros después de un mes nos encontraron, le dispararon a Emma y yo no pude hacer nada, ella ya estaba muerta, tenía que proteger a mi hermano. Yo recién había cumplido los 18 y mi hermano tenía 15, tenía que sacarlo de ahí, tenía que sacarlo del país. Y así fue.
Respiro hondo y trato de contener todas las emociones, luego lo observo a él ahí, sentado, mirando a la nada y me niego a pensar que sea una mala persona.
Toma mi mano y nos ponemos de pie, luego caminamos fuera de la habitación, no dice nada y yo tampoco lo hago. Una vez que estamos fuera del apartamento ha dejado de llover, unas pocas y pequeñas gotas se alcanzan a ver por la luz de los focos de las calles
— ¿A dónde vamos? —Pregunto.
—Te llevare a ver lo que verdaderamente necesitas ver.
Se me hace un nudo en la garganta.
No quiero saberlo, verdaderamente no quiero saberlo. No quiero odiarte Harry, no quiero mandarte el reclusorio.
El me indica el camino y de vez en cuando lo observo, está apretando sus ojos con fuerza durante unos segundos y la expresión en su rostro me hace sentir intranquila.
— ¿Estas bien? —Sé que no lo está—. No tienes por qué hacer nada de esto Harry.
—Tengo que hacerlo.
Me ha dicho que cruce al atajo de un bosque, en un camino de tierra. Creo que le gusta mucho el bosque.
Me detengo en frente de un enorme almacén que casi está cubierto por unos grandes árboles.
—Es aquí. —Me dice y ambos bajamos del auto.
Me da una sonrisa obligada mientras nos acercamos hacia el almacén y se siente como si todo mi cuerpo se marchitara.
Hay dos hombres justo en ambos lado de la puerta, vestidos de negro y el ceño fruncido. Se ponen rectos al ver a Harry rindiéndole respeto.
—Abran la compuerta —Harry les pide, y siento como su voz se ha vuelto más ronca.
Ellos asienten y la abren. Lo pienso mucho antes de poner un pie adentro, pero lo hago, reviso cuidadosamente mi cartera de mano y pongo la grabadora en modo prendido.
Me guía por un pasillo largo y no se escucha más que silencio, a lo largo puedo ver una luz encendida, nos detenemos justo antes de llegar.
—Usa esto. —Me entrega un tapa bocas y una bata blanca.
— ¿Por qué? —Pregunto, porque sinceramente no comprendo nada en lo absoluto.
—Solo hazlo Anna.
Hago caso a lo que me pide y el me imita, cuando estamos cubiertos seguimos caminando por el pasillo y nos detenemos en frente de una puerta. Una ráfaga de aire escapa de sus pulmones y gira la manilla, se hace a un lado para que entonces yo pueda ver.
Con torpeza me asomo y un gran establecimiento es admirado por mis ojos, hay una cantidad de bombillas alumbrando el lugar, todas las paredes son blancas y hay una fila de mesas largas, de punta a punta y en frente de ellas hay una serie de chicas de aproximadamente dieciocho y veinticinco años, simplemente en ropa interior y con tapa bocas.
No lo entiendo. ¿Qué hacen ellas? ¿Qué significa todo esto?
— ¿Q-que es todo esto? —Pregunto y me tiemblan los labios.
—Droga. —Dice, sin pensarlo, sin analizarlo.
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