El 3 de Diciembre es un gran hijo de perra.

Todavía puedo recordar, el 3 de diciembre.

El humo de nuestros cigarrillos se expandía hacia el cielo y desaparecía como una nube, nuestras miradas estaban fijadas en la carretera donde innumerables coches pasaban sin detenimiento alguno, las calles estaban llenas y nuestras ropas se habían ensuciado por la escarcha; Navidad se asomaba, una fecha tan ansiada que se acercaba y muchos comenzaban a planear todo desde los primeros días de diciembre.

¿Cuándo nosotros dejamos de planear cosas?

No me quejaba, no podía quejarme, la tela que me envolvía ese día era tuya, aun siendo un suéter horrible y para nada de mi estilo había aceptado ponérmelo, era bastante delgado, y llevaba tu aroma en todo pequeño espacio que pudiese analizar, para ese entonces estaba esperando con ansias pasar otra Navidad más contigo, hicimos bromas, jugueteamos, intercambiamos miradas, sonrisas, tactos, y halagos, halagos que quizá no debí pensar con tanta frecuencia.

- Realmente odio admitirlo, pero ese maldito suéter te queda mejor a ti que a mí. -No podíamos percibir si era temprano o tarde, el clima seguía igual de nublado a todas horas, pero lo que si podía percibir era tu sonrisa que complementaba el paisaje nevado de fondo y el fuego de tu cigarrillo casi esfumándose entre tus dedos delgados. No quiero arriesgarme a nada, pero involuntariamente deseo hacerlo.

- A mi todo me queda mejor que a ti, aunque es raro que alguna ropa tuya me quedé, tus ropas son taaaaaan pequeñaaaas, ¡pero este me ha quedado bastante bien!, acaso, - hice una pausa repentina, apuñalarme a mí mismo era parte mi día a día. - ¿lo compraste para mí?

Chuuya soltó una pequeña risa volteando su mirada nuevamente a la carretera, alguno de sus mechones sueltos le siguieron el ritmo, y después de inhalar una vez más decidió hablar.

- Es estúpido, pero la verdad solo lo compre porque quería impresionar a alguien de mi clase, fue ridículo, creí que le gustaría porque era su estilo, pero ni siquiera lo notó. -Podía ver en el rostro de Chuuya que le acompañaba una expresión de decepción y amargura, y yo justo ahora me estaba convirtiendo en un extra para él.

Hace un par de meses Chuuya se había interesado en un chico de su clase, parecían llevarse bastante bien, pero Chuuya está harto de que sea un idiota al no captar sus indirectas, le dije una infinidad de veces que quizá el problema era él reflejándome a mí por el claro enojo de que Chuuya no captara las mías. Ahora el insomnio es mi acompañante diario haciéndome una entrevista diaria donde el tema principal siempre será un enano malhumorado. Quizá si no hubiera interferido las cosas hubieran sido distintas, quizá Chuuya había abandonado más rápido sus intereses hacia él, quizá Chuuya no actuaría como un idiota cuando esta con él, y le dedicaría sonrisas y miradas alegres, miradas que nunca vendrán dirigidas a mí, ¿por qué? he estado contigo más tiempo que él, he llegado primero y cuando creo que por fin es mi turno me saltas descaradamente. Nadie nos asegura nada.

-Bueno, pero...

- ¿Sabes que fue lo peor?, que ese maldito suéter de mierda me costó 40 dólares, ¡40 dólares!, ¿puedes creerlo?, ni siquiera calienta esa mierda, fue un mal gasto, ahorre todo un mes para eso. - Mis palabras ya no se hacían relevantes para él, mis oraciones quedaban incompletas y yo solo podía dedicarme a seguir actuando como yo.

- Debió ser frustrante.

- Cómo no te imaginas.

Un silencio incompleto seguía rodeándonos, ni siquiera podía considerarse silencioso, inclusive había un tipo borracho orinando cerca de nosotros, pero eso a nosotros ya no nos importaba mucho, nuestros cigarros nos mantenían ocupados en nuestros propios asuntos.

- Harán una fiesta en la casa de Yosano el día 15, supongo que ya lo sabias, pero ¿vendrás?

- ¿Tú lo harás?

- No lo sé, quiero ir para distraerme, pero estoy seguro de que también estará él ahí.

- Si lo evitas tanto es porque aún lo amas.

- Pero si lo sigo observando los sentimientos tampoco se irán.

Chuuya dio una última bocanada a su cigarro y procedió apagarlo para después tirarlo en el bote de basura, yo hice lo mismo que él.

- Vamos a casa.

..........

Era una mala fiesta, y no porque estuviera parado como idiota a mitad de la pista, sino porque no había un maldito lugar para sentarme y poder observar mis sentimientos a gusto.

A decir verdad era una escena romántica, un roce de manos que a medida se hacía menos discreto, sus hombros chocaban entre sí y estabas siendo abrigado por su suéter poliéster barato, mientras él estaba envuelto en el suéter que yo había usado anteriormente, nunca imagine que me comenzaría a dar frio al percatarme que aquel suéter ya no me cubría a mí, el pecho ardía, mis pensamientos ardían, todo en mi comenzaba a arder.

Golpearlo sería una opción, armar un escándalo por ti sería una opción, el hecho de saber que te gustaban personas que fácilmente podrían relacionarse con un ángel me daba nauseas, ¿es por eso por lo que nunca te llegue a gustar?

Aquel chico era un maldito ángel que se estaba ganando las sonrisas del mío, seria hipócrita de mi parte decir que no lo odio, y seria descarado decir que no lo quisiese muerto, los muertos no interfieren de una manera tan molesta.

Pero nuevamente, comienza a tocarte más y el tacto entre ustedes deja de ser discreto, y tus ojos se ven tan cómodos con él que no me veo capaz de poder interferir en algo como eso. Te tiene hipnotizado...

Y yo simplemente quiero morir.

La pista de baile se hacía más grande, cuando menos me di cuenta el control de mí mismo fallo y sentí mi puño arder y estrellarse contra la mejilla del chico a lado de Chuuya, ni siquiera yo me percate cuando mis piernas comenzaron a moverse sin detenimiento hacia él, y tampoco me percate cuando hui de aquel circulo que se había formado en medio de la fiesta.

- ¡Dazai! - La voz de Chuuya se escuchó desde lejos, pude ver de reojo que estaba arrodillado ayudando a levantar y limpiar la sangre que salía por la nariz de aquel chico mientras intentaba llamar mi atención con gritos que se iban perdiendo en la música.

La sangre comenzó a escurrir hacia mi palma, mi respiración estaba agitada y no me encontraba capaz de detenerla, para ese entonces yo estaba fuera de la casa y camine hacia la primera dirección que mis ojos pudieron visualizar. Estaba nevando y el suéter lo había olvidado dentro, no pensaba volver al escenario, el frio me carcomía, solo pude maldecirme internamente, y cuando creí haber escapado del espectáculo un empujón me hizo caer hacia la nieve sobre mi brazo.

- ¡¿Qué mierd-

- No, ¡¿qué mierda tú?!, idiota.

- Chuuya...

- ¡¿Por qué lo golpeaste?!

El silencio ya se hacía presente y ni mi voz ni mi mente eran capaces de formular palabras. Chuuya insistió una vez más en busca de una explicación, y yo me quede paralizado al ver que mi voz comenzaba a sonar entre ambos.

- Siempre que lo ves a él tus ojos parecen tener una alegría incontrolable, sin embargo, Chuuya también sentía algo por mí, ¿verdad?, entonces, ¿por qué nunca me miraste de esa forma?, ¿por qué razón me besaste ese tres de diciembre? -No sabía dónde colocar mi mirada, la tenía fijada en Chuuya, parecía confundido, exaltado y todo su aspecto y ropa estaban igual, decidí bajar la cabeza y observar como la nieve se acumulaba en las calles, valía la pena esperar por ti, pero se hacía cansado. -, le diste el suéter que me habías dado a mí, ¿soy tan remplazable para ti, Chuuya?...

Te gusta más él que yo, pero es algo que me niego a admitir y tampoco quiero escucharlo de ti, así que solo recházame rápidamente.

- Dazai...

- Es solo que, me gustaría ser él alguna vez.

Un silencio incomodo abarco nuestro entorno, Chuuya se arrodillo frente mío para extenderme su mano y un abrigo para el frio. Alce mi vista, ya no tenía nada que ocultarle, tenía una expresión cansada, como si se abrumara por cada palabra que decía. Sus labios comenzaron a abrirse y su voz resonó en mí.

- Dazai, comencé a salir formalmente con él hace unos días, lo siento, pero...

Mi corazón se sintió más pequeño de lo usual, no era tan necesario que me dijeras eso.

- ¡Esta bien, nunca dije que tenías que aceptarme, enano estúpido!

Debo admitir que por un momento pensé que me besarías o dirías algo como "¡Tú también me gustas!", no esperaba un rechazo tan recto.

- ¡Oye, estoy tratando de ser gentil!

- ¡No lo necesito!

Soy un imbécil.

Chuuya rio para sí mismo, redirigió su mirada hacia mí y me levanto del suelo.

- Pero, seguiremos hablándonos, ¿verdad?, como amigos de siempre.

No quiero esta mierda.

- Claro, si, estamos bien.

- Bien...

Un ardor volvió a sentirse en mí, pero ahora era en mi rostro, caí al piso y gotas de sangre escurrían de mi boca, al parecer su chico estaba enojado y me había devuelto el golpe que yo le había dado minutos antes, pude ver desde abajo la expresión de Chuuya, estaba disgustado, ¿disgustado por mí?, no, estaba disgustado por las acciones de ambos.

- ¡Ya basta mierda, solo vámonos!

Habían otras dos personas más acompañándolo, supongo que había dañado bastante su orgullo, Chuuya intentaba calmar las cosas delante mío, se llevó de la mano al chico que me había golpeado y detrás suyo le siguieron los otros dos, dejándome a mi tirado en el suelo y con sangre escurriendo de mi labio.

Quizá si aquel 3 de diciembre no me tomaba las cosas tan apecho, si tan solo no me hubiera aferrado a aquel suéter y a sus palabras que me calmaban, quizá no me hubieran golpeado y arruinado por completo mi rostro perfecto. 

No quiero levantarme, no puedo levantarme. 

El 3 de diciembre era un gran hijo de perra, egoísta y sin sentimientos. 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top