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Me sentí expuesto, vulnerable y todo era con buena razón.
Ella era simplemente perfecta y tu no podías disimularlo.
A donde íbamos, era ella la que ocupaba la mayor parte de tus pensamientos y más de la mitad de tus palabras.
Porque no importaba que tan bueno intentara ser, siempre sería solo un amigo para ti.
Ella me opacaba, y sé que no lo hacía con mala intención.
Definitivamente era un ángel con todos y tú no eras la excepción.
—Hoy no podré llevarte por helado, lo siento. En serio... Em... ¡Pero adivina! Te lo compensaré —dijo a toda prisa mientras intentaba llegar a la salida.
Solo asentí y te ví marcharte con ella.
Y la mitad de mi corazón contigo.
Te necesitaba mucho ese día.
¡Oh! Si tan solo me vieras o siquiera sintieses la mitad de lo que yo por ti.
Definitivamente desearía ser Heather...
Habían pasado semanas ya, y yo lentamente veía como mi presencia dejaba de ser indispensable.
Tú pasabas más tiempo con ella, y no podía quejarme. Ya ni siquiera me salían las palabras.
No comía y ni siquiera dormía. Porque la mayoría de las veces era tu presencia la que ocupaba mi mente, a pesar de que tú ya ni siquiera me mirabas.
Nuestras tardes juntos se habían convertido en simples recuerdos dolorosos.
Que mientras en tu mente se llenaban de polvo. En la mía permanecían lustrados, brillantes. siempre presentes y dispuestos a recordarme cuánto duele el amor que no es correspondido.
Las noches las paso abrazando el suéter que me diste. Y aún me repito a mi mismo que volverás.
Que nuevamente me mirarás como si valiese la pena.
Pero toda esperanza se desvanece al verte con ella.
La llevas de la mano con orgullo y la sujetas con devoción.
He visto que a ella también le has regalado tu suéter.
Y en lo último que me apetece pensar, es en que, quizá, le hayas dicho lo mismo que a mí.
Aunque seamos sinceros, a ella sí le queda mucho mejor.
Y una vez más, sólo desearía ser Heather...
Llevamos dos meses distanciados, y tú no has hecho ni el más mínimo intento por acercarte.
Pero no puedo pasar desapercibida tu mirada colándose por mi espalda. Y por segundos, mi corazón se vuelca, sabiendo que siquiera me miras.
Aún no me has olvidado.
Pero nuevamente se deshacen mis esperanzas cuando la besas.
Malditos todos esos besos que no pude probar de tu boca. Malditos esos besos que ella roba. Porque no le pertenecen, al igual que tu corazón.
Recuerdo la primera vez que la besaste, desde allí cada día se me ha hecho más fácil soportarlo.
Pero ese día dolió como ningún otro.
Porque por primera vez sentí que quizá podría haber un cambio entre nosotros, ese día me habías pedido ir por un helado juntos (solo tú, yo... Y por supuesto Heather) pero al parecer, yo en realidad ya no te importaba.
Así que después de eso estaba más que decidido a auto engañarme y decir que no te amaba más.
Aunque qué puedo decir...
Desde la primera vez que logré ver las constelaciones reflejadas en tu ojos, decidí que no habría mejor sitio para perderme.
Cuando ví las comisuras de tus labios curvarse en sonrisas, sabía que no necesitaría más del sol para iluminar días tristes.
Y aunque quizá amaba cada cosa pequeña. Porque incluso amaba todo aquello que te hacia humano, amé tus imperfecciones e hice con ellas un altar solo para ti en mi pecho.
Quería morir, y que mejor que hacerlo ahogado en tus ojos océano.
Al ver cómo te importaba poco las promesas que tantas veces hiciste.
Decidí que era tiempo de alejarme.
Quería que fueses feliz, y estaba más que claro que yo no podía ser parte de eso.
Esta vez ya no quería ser Heather.
Ahora simplemente deseaba estar muerto...
MinHo
Habían pasado ya casi tres meses desde que no te veía.
Ya no escuchaba tu dulce risa, ni olía las flores en tu cabello. Ya no sentía la suavidad de tu piel al tomar tu mano.
A pesar que juraba amarla a ella, siempre estaría vacío, y apenas ahora notaba la falta que me hacía tu presencia.
—Te quiero —dijo ella.
Y se sintió vacío, a pesar que era todo lo que hubiese jurado querer.
Porque sabía que yo ya no tenía corazón.
Porque sin darte cuenta. Tu ya lo habías arrancado de mi pecho.
Y donde sea que estuvieses, mi corazón te seguía el paso.
Acariciaba el tuyo, cuando las noches eran frías.
Porque a pesar de nunca decirlo, yo también te quería.
No sabía con exactitud cómo, o por qué.
Pero la sensación de hogar al estar contigo, ni siquiera ella con sonrisas dulces, besos y caricias podrían asemejar.
JiSung, tú eras mi hogar... Y yo estaba ciego.
Su clóset de ropas suaves y en tonos pasteles. Había sido remplazada por sudaderas oscuras largas que ocultaban las cortadas en sus muñecas y las gruesas gafas tapaban los restos de las noches en vela.
Su madre y su padre no pasaban en casa, así que era fácil pasar desapercibido para el mundo.
Había decidido dejar de sentir, ya no era dulce. Por el contrario, sus frases diarias se limitaban a palabras mordaces y comentarios sarcásticos.
Sus sonrisas no aparecían, además hacía alguna mueca de disgusto o desaprobación, sus manos ya no tenían la misma suavidad, ahora eran bruscas y callosas, llenas de cortes y moretones pequeños que adornaban sus nudillos.
Solía golpear la pared con frustración, cortaba sus muñecas con regularidad y bajo toda esa indumentaria de chico difícil, se ocultaba un suéter color crema.
Ese que solía usar a diario bajo sus sudaderas, era lo único que conservaba.
Ese día no había sido diferente.
Profesores que recriminaban su actitud despreocupada en cuanto a sus obligaciones. Recalcando que meses atrás era un alumno destacado.
Compañeros que criticaban su aspecto desaliñado y uno que otro idiota que le robaba los lentes para obligarlo a ver la luz y carcajearse al ver las medias lunas lilas bajo sus ojos.
Había logrado su objetivo, estaba muerto.
El solo era un cuerpo vacío que andaba por inercia e intentaba no chocar con el mundo frente a él...
Ese día MinHo estaba decidido.
Iba a buscar a JiSung, le iba a pedir perdón, lo iba a abrazar e incluso le iba a decir que lo amaba y que su cobardía no lo había dejado expresar sus sentimientos antes.
Estaba emocionado y bastante nervioso.
Quería verlo a los ojos, acunar su rostro, tocar sus hermosos y regordetes cachetitos, además cicatrizar con besos las heridas de su corazón.
Quería amarlo.
Se sentía valiente. Sabía lo que quería y Heather había sido pieza clave en abrirle los ojos.
Se había levantado bastante temprano ese día. Incluso había hecho una carta para entregarle por si no podía hablar.
Esta estaba en un sobre color rosa pastel, que le recordaba al carmín de sus mejillas.
En el camino al colegio. Había recogido florecitas de colores que encontraba en jardines vecinos.
Y hasta le había comprado una barra de su chocolate favorito.
Después de que se habían distanciado, había sabido por boca de algunos que JiSung llegaba temprano. Cuando no había nadie.
Así que decidió hacerlo también. Con la esperanza de verlo, y tener un rato de privacidad para hablarle.
Incluso habia planteado invitarlo a un picnic al día siguiente para pedirle que fuese su novio. Estaba seguro que lo amaba, y no esperaba menos de JiSung.
Que para su desgracia, siempre se había encargado de ser obvio con sus sentimientos, y eso solo repicaba en la conciencia de MinHo de manera dolorosa y constante.
Cruzó el umbral y camino por el pasillo decidido a encontrarse con él.
Pero el lugar desierto lo recibió y la incomodidad se abría paso cada vez más rápido.
Se apresuró a correr por los pasillo en busca de JiSung. Pasó por cada salón de clase, por los baños, la biblioteca, los laboratorios, no hubo rastro de nadie.
Quizá se le había hecho tarde ese día y MinHo guardaba la esperanza de verlo en su salón de clase.
Sonó la campana y corrió hasta el salón del castaño.
HyunJin se había encargado de decirle que ese día no había asistido.
Algo no andaba bien, JiSung nunca faltaba a clases. Decía que su madre prefería mandarlo a estudiar moribundo antes de permitir que faltase.
Algo podía estar pasando con JiSung y eso sólo hacía que sus movimientos se volviesen torpes.
Metió sus cosas al bolso con desesperación y corrió por los pasillos hacia la salida.
Faltaban cuatro horas más para que finalizarán las clases pero el definitivamente no iba a esperar tanto.
Corrió el trayecto del colegio a la casa de JiSung, él aún conservaba en su bolso la copia de llaves que la mamá de Han le había entregado.
Se apresuró a sacarla, pero cuando estaba a punto de meterla en la cerradura, la puerta se abrió.
Revelando ante sus ojos una escena triste, que hizo que su corazón diese un vuelco. Allí estaba en el umbral, la madre de JiSung con los ojos hinchados y el rostro demacrado, su elegante atuendo de trabajo estaba cubierto con sangre.
Y a pesar de comprender poco, MinHo sentía ya las lágrimas deslizarse de sus ojos hasta morir en la curvatura de su mandíbula.
Sin esperar a que ella le dijese algo, él ya se había adentrado en la casa.
Subió los escalones que daban a la habitación de JiSung y solo pudo ahogar un gemido horrorizado que se escapó de sus labios.
Él estaba allí. Tendido en el suelo, cerca de la cama junto a dos sobres, con lo que parecían ser cartas y atenazando entre sus brazos inertes cubiertos en sangre, el suéter de MinHo.
JiSung se había ido, y ya no había tiempo de remediarlo.
Se acercó más mientras lloraba de manera incontrolable.
Su vista estaba nublada, sin embargo el recuerdo de Han estaba más que claro.
No veía su figura inerte.
Él observaba un dulce chico, apoyado en su pecho, susurrando en silencio palabras de afecto.
Lo contemplaba con las mejillas carmín y una corona de flores que MinHo había hecho para él, una vez que salieron al parque.
Lo contemplaba envuelto en su suéter que le llegaba más allá de los nudillos y al que el se aferraba para mantenerse cálido.
Lo veía feliz, primavera brotando de sus ojos y la calidez los labios, que hacía pocas horas contemplaba besar.
Ahora estaba frío, y todos sus recuerdos se escurrían como agua entre sus dedos.
Su JiSung ya no estaba, se había ido.
Él se abalanzó sobre el cuerpo sin vida, con la esperanza de fundirse en él y darle su corazón.
Con la esperanza de que si respiraba cerca, este tomaría un poco de su aliento para volver.
La sangre aún fresca que resbalaba incontenible por sus brazos manchaba la ropa de MinHo. Que lo abrazaba y aferraba a su pecho con frenesí.
No fue hasta que escuchó los pasos veloces de los médicos que le arrebataban su rayo de sol de las manos.
Que cayó en la realidad.
JiSung ya no iba a volver. Y cualquier intento por aferrarse a él, solo lo haria más doloroso.
Gritaba, y maldecía a todos los que inútilmente intentaban arrebatarle a JiSung.
No fue hasta que le inyectaron un calmante que lograron retirarlo de sus brazos.
Los llevaron juntos en la ambulancia debido a que MinHo se había desmayado.
Habían pasado dos días, MinHo se encontraba en su casa, arreglándose para el funeral.
JiSung ya no estaba, dolía más de lo que quería admitir.
Se acercó hasta el espejo para ajustar el nudo de su corbata y por un momento deseo que este le robase el aire.
Todo estaba pasando rápido ante sus ojos, casi como un borrón.
Los únicos recuerdos frescos en su memoria, eran de los acontecimientos más recientes.
JiSung sangrando, la mirada perdida de JiSung, sus brazos, JiSung cubierto con una sábana blanca.
JiSung, que ya no estaba. Y que había dejado un abismo en el corazón de MinHo.
Estaban todos al rededor de la caja que contenía a quien una vez, se había encargado de robarle las sonrisas más genuinas.
Una lluvia de rosas y flores de colores fue depositada sobre el cajón, a medida de que este descendía para hacerse uno con la tierra.
Habían pasado horas y empezaba a oscurecer. MinHo aún seguía allí, sobre el montículo de tierra y abrazando a la lápida mientras gritaba de manera desgarradora
—¡¿Porqué no me dijiste?! Sabes que todo hubiese sido más fácil, ¡Porque te amaba! Y sólo buscaba hacerme mas digno de ti.
»¡Pero te vas! ¡¿Por qué?! ¡No! ¡No me dejes! Te juro que voy a tomar tu mano frente a todos.
»¡Te juro que te besare y todos sabrán que me perteneces!.
»¡¿Por qué me haces esto?! ¡¿Por qué?! ¡Merecíamos un final feliz! ¡De esos que siempre me contabas!
»¡JiSung sal de ahí! JiSung, te amo. Vuelve por favor —gritaba y se aferraba a la lápida de mármol que llevaba impreso:
Han JiSung
2000-2019
“Descansa en la memoria de todos los que te amábamos”
Dos semanas más tarde
MinHo se había ausentado al colegio. Ya no comía, ni dormía, su madre lo había llevado al médico e incluso a un psicólogo.
Pero nada parecía remediar el interminable vacío que se abría paso en su pecho haciendo cada vez más tortuosa su agonía.
El día del entierro, la madre de JiSung le había tendido uno de los sobres que había visto el día que encontró a Han sin vida.
Era una carta para él.
Pero no se había atrevido a abrirla.
Aunque en las noches se arrecostaba y acariciaba una gota de sangre que había quedado en el sobre blanco.
Era lo más cercano que tenía a JiSung. Ahora que él estaba solo en su memoria.
Esa noche, se había armado de valor para leerla.
Retiró con cuidado el sobre manchado y lo puso junto a una de sus almohadas.
De: JiSung.
Para: mi querido amor imposible.
Todavía me acuerdo el día en que me diste tu suéter.
Dijiste que se ve mejor en mí que en ti.
Sólo si hubieses sabido cuánto me gustabas.
Pero yo miraba tus ojos, y notaba como la veías cada que pasaba.
Tu mirada y un espectáculo de constelaciones se abría paso mientras la observabas caminar.
Te tenía hipnotizado mientras yo moría por que siquiera me notases.
¿Por qué me besarías? ¿Por qué siquiera llegarías a fijarte en mi?
No soy ni la mitad de bonito que ella.
¡Le diste tu suéter! Y a pesar de que es solo poliéster.
Dolía.
Cada momento que pasaban juntos
Yo sólo me preguntaba, ¿Por qué? La vida era tan injusta.
Cada noche maldecía y me preguntaba, ¿Por qué? Pero hasta ahora lo comprendí. Y te juro que haría todo a mi alcance para ser Heather.
MinHo. Esto no es tu culpa, porque, ¿Quién culpa al corazón, de enamorarse de quien no le corresponde?
Mírame a mi, lo hago y ahora solo estoy pagando por ello.
No sé si te vas a percatar de mi ausencia, y aunque una parte de mi desearía que estuvieses aquí ahora.
Sólo me queda aferrarme a la realidad.
Recuérdame con cada caricia que te dé el viento; con cada flor que veas. Recuérdame cada vez que el sol bese tu piel, porque seré yo, robándote con cada rayo, los besos que no pude darte en persona.
Te amo, MinHo, y porque te amo, ¡Quiero que seas feliz! Aún si eso significa que deba morir una y mil veces más por ti.
Lo haría sin pensar.
Ahora sólo guardo la esperanza de que leas esta carta, y que te cuestiones dos veces antes de entregarle tu corazón a alguien. Tal y como yo lo hice contigo.
Porque aunque no me arrepiento, quizá hubiese soportado un poco más.
Necesitaba la valentía que encontraba sólo en tus brazos.
Y que ahora no me pertenecen más.
Hasta siempre tuyo, JiSung.
MinHo no había notado las lágrimas en sus ojos hasta que los cerró y estos ardieron.
Apretó la carta contra su corazón, y se dedicó una noche más a llorar desconsoladamente. Se aferró uno de los abrigos que había robado hacía poco de una de las cajas que la madre de Han había sacado con sus cosas.
No notó siquiera cuando se había quedado dormido.
Al caer en brazos de morfeo, una alegría inundó su corazón. Porque al menos en sus sueños aún él estaba presente. Su historia terminaba diferente. Allí eran felices, se amaban. Lo tenía, y después de jurarle que no se separarían nunca más, despertaba.
La realidad lo abofeteaba dolorosamente.
Pero esa mañana, un rayo de sol se colaba por su ventana y se posaba en su mejilla.
Sonrío al sentir la calidez, y recordando la promesa de tener su espíritu presente.
Se sentía fuerte, valiente. Pero no vivo.
Le faltaba algo.
Le faltaba alguien.
Le faltaba JiSung.
Le faltaba un hogar.
nota propia:
el amor no correspondido puede ser una de las cosas más tristes, dolorosas y tortuosas que una persona puede experimentar, y que más de uno ha vivido, yo, por ejemplo
sin embargo, se logra sobrevivir. siempre hay alguien, algo, que nos ayuda a salir del hoyo, que nos extiende una mano o nos ilumina en la oscuridad
también tengan en cuenta los sentimientos y/o emociones que causan en quiénes los rodean. recuerden siempre el concepto de responsabilidad afectiva. somos seres humanos al final del día, todos merecen un cuidado emocional y físico
cuiden su corazón, cuiden de ustedes, después de todo, nos tenemos únicamente a nosotros mismos. debemos ser nuestro primer y más importante amor correspondido <3
espero se haya captado lo que quise dar a entender
ojalá les haya gustado la adaptación, aunque no tenga un final feliz, no me van a decir que no es una joya
se les quiereee, gracias por todo <33
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