O9 | weeknd 🎓






⛳️ Home School.

— Fue inútil intentarlo. —Exclamó Hugo, a la par que suspiraba.

— ¿Por qué?

— Pennueng aceptó nuestras disculpas sin tener ningún rencor, en cambio, solo seguía alimentando a nuestros patos. —Terminó Jingai colocando sus manos en sus caderas.

— Les dije que se disculparan, no que Pennueng no los iba a perdonar. Saben como es el con las disculpas, no le tiene rencor a nadie. —Jun rodó los ojo mientras limpiaba sus manos en su ropa.

— Es un desastre.

— ¿Quieres que yo te diga lo estúpidos que fueron con él para que tú conciencia se sienta tranquila? —Preguntó Jun hacia ambos. Entre los dos negaron la pregunta. — Solo váyanse, suficiente tuvimos con ustedes toda esta semana.

Antes de que aquello se completara, una voz alrededor de toda la escuela hizo que las tres presencias se quedaran escuchando atentamente.

"Todos los estudiantes de la Generación 6, pasen a la sala de reuniones"

Jun suspiro con cansancio antes de dirigirse a dicha parte de la casa, siendo seguida por el resto de los involucrados notando como la mayoría de sus compañeros ya se encontraban ahí. Sonrió para ella al ver como Pennueng se encontraba enfrente de ella una vez más, después de haber sido liberado. Tomando asiento notó como este alzó un poco la vista para sonreírle, siendo correspondido por la chica.

Todos los Master comenzaron a rodear la sala haciendo que el Maestro Amin le siguiera para quedar enfrente de todos, típico de él en dejar la curiosidad.

— ¿Que está pasando? — Cuestionó Jean con notable fastidio en aquello. Y como no después de todo lo que había sucedido en los últimos dias.

— Tengo un anuncio importante que dar.

Entre todos se miraron curiosos hasta que..

— Maki.

La voz de presión del Maestro hizo que ella correctamente se levantara de su asiento.

– ¿Si, Master Amin?

— Desde hoy, hasta tu graduación que es en unos años, nombre a Maki presidenta de la clase general de la Generación 6.

Los aplausos no tardaron en llegar luego de que los Master los iniciaran, entre todos lo hacían para demostrar el apoyo hacia su compañera. Aunque en su rostro se demostraba algo de incomodidad terminó por sonreír en grande, abriendo paso a retirarse junto a los Master dejando a todos en un completo silencio, pero pasando a retirarse de a poco.

No sirvió del todo puesto que horas más tarde todos fueron convocados de nuevo en ese mismo lugar. A veces era tedioso ver tantas veces las caras maníacas de los profesores en el mismo lugar a casi siempre la misma hora.

—Se que has pasado por cosas difíciles, al momento de adaptarte a Home School.

El Máster Amin comenzó a hablar.

— Muchos extrañan su hogar. — Continuó. No realmente. Pensó Jun. — Me hace pensar que no debería hacerte sentir miserable.

Algunos se miraron curiosos ante las palabras dichas por el Amin.

— Por eso quiero brindarles una oportunidad especial para regresar a casa este fin de semana.

Los murmuros no tardaron en llegar y rodear toda la mesa. ¿Vamos a ir a casa? Eran lo que preguntaban y exclamaban algunos. Claro, a los que les emocionaba regresar a su hogar. Como si el Amin se apresurara, apagó la llama de su esperanza diciendo:

— Pero solo uno de ustedes tendrá esa oportunidad.

Y con eso, la alegria que desprendían en la mesa se transformó en una llena de tensión.

— ¿A quien dejara regresar a casa? —Preguntó Fuji con clara molestia. Pues era totalmente injusto para ella el que solo uno pudiese regresar.

— Depende de la decisión de todos. Sus votos van a decidir el resultado. El estudiante que tenga la mayor cantidad de votos será merecedor para regresar a casa y descansar este fin de semana.

Y la clara tensión continuó en la sala hasta que cada uno tuvo que retirarse respectivamente a dormir. La cabeza latía a todo ritmo al pensar que solo uno de los que tantos querían salir de ahí, podría hacerlo después de tanto.

Una clara competencia se acercaba. 





















📍 al día siguiente.

Las cosas no eran diferentes ahora que otro día se había asomado en las riendas de la escuela, la misma tensión parecía crecer entre los estudiantes y más en estos momentos. En plena clase, estaban esperando que los estudiantes escribieran una carta a su familia, puesto que desde hace semanas no había ninguna actividad parecida. Pero se sabía que era gracias a la propuesta interesante que había ofrecido el Amin para sólo uno de los trece chicos que ahora luchaban por querer salir de ahí aunque fueran sólo tres días.

Aunque la situación se salió un poco de control. Alumnos quejándose de porque no utilizar la tecnología en lugar de unas tontas cartas, la inmadurez de los chicos en aventarles avióncitos y papeles a las chicas. Una parte escribió una profunda carta, mientras que otros a duras penas dos frases pudieron terminar, y era el caso de Jun.

Junto a otros solo alcanzó a poner:
"De Jun, para Papá" pero al instante rayoneaba sus propias palabras para volver a escribir, y sin mucho esfuerzo prefirió no hacerlo rompiendo su hoja y tirando los restos en la cara de Hugo, quien se quejó molesto, está solo le hizo caras imitandolo. Al terminar la actividad cada uno pudo tomar un leve descanso en el cual varios se repartieron en donde estarían, la mayoría estaría en el comedor mientras que el resto esparcidos por algun otro lugar.

Un buen lugar que pudo encontrar Jun fue el jardín, donde se sentó en una orilla de este suspirando ante la presión que tenía en su pecho desde que la previa actividad grupal había comenzado.

Sin siquiera pensarlo escucho el pasto ser aplastado notando que alguien se sentaba alado suyo, sonrió ante la presencia de Nai en su lado derecho.

— ¿Estás bien? Lucías muy tensa en la clase. —Cuestionó al recordar los típicos gestos que hacía Jun en cuanto se demostraba vulnerable o a punto de entrar en un momento difícil de enfrentar. El chico ya sabía reconocerla.

— Lo estoy, pero creo que escribir mis sentimientos en una hoja y más para mi familia no se me da muy bien. —Negó con suavidad.

— Entiendo. Me pasaba seguido antes, pero creo que con el tiempo te dejas liberar, aunque sea por texto o por una hoja que no tiene la culpa para ser destrozada. —El chico bromeo haciéndole soltar una risa a Jun.

— Lo siento, tuve mis razones para destruir ese árbol. —Murmuró de misma forma. Alzó los hombros luego. —Pero no es tan fácil como crees que pueda ser.

— Bueno, cuando salgamos de aquí, te ayudaré a mejorar en eso, te enviaré cartas todo el tiempo. —Dijo Nai apuntándole con su dedo hacia su compañera. Está le miro con extrañeza ante eso y él lo noto. —¿Acaso no quieres seguir en contacto después? Tres años no se superan así de fácil.

— No es eso, solo que.. —Se quejó en blanco ante la opinión de él. La mirada del contrario se mantuvo en la suya con típica mirada intentando convencer de su idea. Ella parpadeó pensando sus palabras finales para suspirar y terminar aceptando. —Estaré gustosa de recibir sus cartas, joven Nai.

El le sonrió de manera cálida, o al menos así se sintió en el interior de Jun.

— Espérelas en todo momento, señorita.

Por otro lado, la propuesta se había salido de control.

A pesar de la clara distancia entre todos los estudiantes sobre quien sería el afortunado de ir a casa, la clara disputa hacia que entre cada uno de los trece comenzarán una pequeña avalancha de dinero y bienes para tratar de convencer al otro de que votaran por sí mismos. Inclusive hasta Jean habría planeado dar un millón de dólares a quien votase por el ¡un millón!

Definitivamente la sociedad estaba perdida.

Las tareas eran divididas en todo momento por un grupo y otro, ahora uno de ellos se encargaba de recoger el jardín y la basura que previamente se había tirado en clases.

— Es increíble que quiera vender mi creencia y voto, creía que era mi amigo. —Mencionó Jun con molestia mientras sostenía el recogedor mientras Pennueng acercaba la basura.

— No es malo. Solo está intentando ganar, y aquí todos queremos eso. —Respondió el chico como siempre era, siendo amable hasta con el enemigo.

— Lo sé, pero llegar a un millón, es mu-

No pudo terminar Tíbet en cuanto un estruendo le distrajo de su conversación con el de gorro y la chica, de inmediato soltó el recogedor para acercarse a donde había sucedido.

Pheng se había desmayado.

Tomándola en sus brazos se dirigió con rapidez a la enfermería con el resto de los chicos detrás suyo. Al parecer desde antes se le había advertido de dejar de recoger si no se sentía bien, pero ella siguió haciéndolo hasta estar ahora donde estaba ahora, en los brazos de Tíbet completamente inconsciente.

— ¿Estará bien? —Cuestionó Pennueng hacia ella una vez salieron de la enfermería.

— Si.. seguramente lo estará. —Apoyo Jun con extrañeza. Extendió su mano para acariciar su espalda dándole algo de paz ante eso.

— Estaba muy mal, y..

— Tranquilo Pennueng. —Tomó su brazo para llevárselo con suavidad y que pudiese olvidar aquello.

Poco después en la cocina Tíbet ya les estaba esperando, entre los tres pudieron separar sus tareas, uno lavaba las verduras, otro cortaba y otro cocinaba. Aunque de cierta forma era difícil.

— ¿Crees que tres huevos será suficiente? —Preguntó Tíbet

— Podemos agregar otro. —Apoyó Pennueng.

Mientras estos discutían, Jun notó la presencia de Pheng entrar.

— Oh, Pheng. —Mencionó ella haciendo que los demás voltearan a ver.

— Pennueng, Tíbet, Jun. Hoy no me siento muy bien, —Cuestionó esta misma mirandoles.

— Claro, siéntete libre de esperar hasta que esté listo. —Murmuró Tíbet. Jun le miro raro debido a que aquel incidente había pasado hace días.

— Me siento mal de solo ver. —Continuó aquella. Tíbet miro a Jun para que esta le dijera.

— Uhm, puedes cortar las verduras. —Pheng asintió mientras ella le daba la espalda luego para continuar con sus compañeros. —Tíbet, ¿puedes conseguir el arroz?

— ¿Quieres sopa de tortilla? La hice antes. —Mencionó Pennueng. Jun río y dejó que Tíbet se peleara con este, mientras ella buscaba el arroz por si misma, yendo luego hacia las verduras.

La cocina parecía estar en total silencio, hasta que un jadeó les desconcentró a todos y miraron a donde había salido aquello. Pheng aparentemente se había cortado en el dedo.

— Encuentra un pañuelo. — Pennueng con rapideza dijo para ir a buscar algo a los gabinetes, mientras tanto Tíbet hacía aquello que le ordenó.

— Me distraje y no tuve cuidado. —Se excusó Pheng. —Soy inútil. No puedo hacer nada.

— No digas eso. —Murmuró Jun hacia ella.

— Solo descansa por ahora. Te prepararé algo bueno. —Le propuso Tíbet.

Inevitablemente, la chica comenzó a llorar. Nadie sin saber qué hacer solo dejaron que ella lograra desahogarse.

— ¿Estás bien?

— Si. Solo es por lo que Nai dijo, me equivoque y él dijo que descansara y que me prepararía algo rico. —Hipó.— Extraño a mi mamá. Quiero volver a comerme su sopa de arroz.

— Entre los tres haremos lo mejor que podamos. —Afirmó Tíbet hacia ella.

Y una vez más, entre todos dejaron las cosas en paz para que Pheng descansara. De nuevo.

Algo no estaba bien.

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