1O | no one is prepared 🎓






⛳️ Home School.

La única palabra que podría describir en estos momentos era, libertad.

Después de tanto trabajo puesto en toda la semana quienes entre mis compañeros lucharon y discutieron con todos los demás para que consiguieran votar por ellos, por fin había acabado su tiempo de espera, hasta ahora que fuimos citados para descubrir quién sería el alumno que iría a casa el fin de semana. Aunque claramente se veía la respuesta que estaba en ese sobre.

— El alumno que irá a casa es.. —La maestra hizo una pausa exagerada para ver el nombre de la persona escrita. —Pheng, Pheng irás a casa por este fin de semana.

Y así es como explicaba la razón de porque se sabía la respuesta. Resoplé con molestia en cuánto escuché aquello mirando a la mesa. Por claras razones, pero ocultas eso me molestaba, peor no es como que algo de lo que dijera cambiaría las cosas.

No estaba acostumbrada a recibir justicia por nada que dijera, entonces, ¿de que servía ser sincera y decir la verdad si todos terminarían rendidos ante la oscuridad que la mentira les dejó? Por aquello, jamás escucharían de mi algo tal cual.

— ¡Me opongo! —Interrumpió el ruido de la mano de Fuji en la mesa. —Pheng no puede irse a casa así de fácil!

Aquello hizo que alzada la mirada a la mencionada y a los demás, quienes comenzaban a defender a Pheng.

— Fuji, ¿cómo puedes decir eso? Si todos votaron, se debe aceptar la mayoría. —Cuestionó White.

— ¿Cómo puedo aceptar que Pheng haya hecho trampa?

En esto, se sometió una suave tensión entre todos, que solo me hacía sentir asfixiada.

— ¿Qué quieres decir, Fuji? ¿Cómo es que hizo trampa? —Habló ahora Nai.

— Fuji, no seas mala perdedora. —Se le unió Mek.

Una ansiedad indescriptible comenzó a recorrer mis manos haciendo que las masajeara en cuanto seguía viendo aquello. Eso sucedía cada que sabía algo pero no sabía si decirlo ganaría algo, lo cual prefería guardármelo a pesar de que fuese importante, tenía este mismo sentimiento el día que se marchó mamá de la casa.

— Todos ustedes no saben nada. —Continuó ahora Fuji. Miro con casi que lasers a Pheng. —Está mintiendo. Fingió estar enferma y débil para llamar la atención de todos y hacerlos votar por ella.

— Fuji, ¡yo no hice tal cosa! ¿Por qué me lastimaría? —Aquella acusada se defendió totalmente segura. — No estoy loca, no puedes acusarme así.

La sensación comenzaba a extenderse por mis brazos haciendo que los tomara e intentara masajearlos para pasar el dolor, intentaba pasar desapercibida, pero era demasiado fácil en ese momento ya que todos veían la pelea entre ambas.

—Mírala. –Fuji señaló hacia ella. —Todavía no puede dejar de mentir. Director, creo que debería anular la votación.

— ¡Hey! ¿Cómo se que estás diciendo la verdad? La estás acusando como si nada.

La exclamación de Hugo hizo que todos se giraran a verlo, sin incluirme, pues aún me encontraba intentando relajar la ansiedad que crecía por todo esto.

Intentaba por todo lo que podía en cesar mi ansiedad y solo quedarme callada en aquello, más que nada porque no era un tema que me correspondiera siquiera opinar, tragaba fuerte intentando callar de mis impulsos.

Hasta que exploté.

— ¡Ya basta! —Exclamé en un grito que distrajo a todos. Me coloque de pie de la silla y coloque con fuerza mis manos en la mesa. Abrí mis ojos de golpe mirando a cada uno de ellos.

— Jun..

— Cuando con Tíbet  y Pennueng estábamos haciendo la comida ese día vi a Pheng cortarse apropósito para que ellos dos le atendieran. Fingió llorar luego de las palabras que le dijo Tíbet y después cuando Fuji la encaró para que le explicara se victimizó diciendo que ella no había echo nada. —Murmure de golpe causando que cayeran poco a poco en la realidad, aunque Fuji estaba sorprendida porque le defendiera. —Así que dejen de decir que Fuji es una mentirosa, ¡porque estoy harta de esto!

Finalice para volverme a sentar en mi silla suspirando por aquello.

— Para acusar a alguien tienes que tener pruebas de lo que dice. —Habló Nai luego del gran silencio. Lo fulmine con la mirada causando que se hiciera algo pequeño.

— De verdad que son demasiado estúpidos para caer en la realidad. —Susurré para mi, pero esperando que alguno escuchara dicha verdad.

—Pheng no sobornó ni obligó a nadie que votara por ella.

— Fuji y Jun, están celosas. Ella si irá a casa y ustedes no.

Mi mirada fue hacia el último que había pronunciado esto con total rabia, y ahí estaba, aquel chico tan egocéntrico que sabía reconocer a simple vista, lo odiaba con todo lo que podía odiar. Sin controlar una vez más mis impulsos con agresividad me levanté de la cama para ir hacia donde estaba este y empujar de su hombro, y nuevamente logre expulsar enojada:

— ¡No es mi culpa que tú estés tan idiota para creer las cosas que ella finge!

Como respuesta él me empujó con mucha más fuerza haciéndome resbalar no sin antes sujetarme de la silla de Jean, quien por cierto también me había atrapado sujetándome para no irme encima del otro estupido.

— Deja de comportarte como una maldita celosa ¡No es su culpa que ella sí tenga mamá  que ver y tú no!

— ¡Basta, no peleen! —Nos interrumpió Maki, dirigiéndose luego a Fuji. —No se me hace justo que se porten en contra de Pheng de esa forma tan injusta.

— Maki, no creo que lo que estés haciendo sea justo para todos nosotros, incluso para ella.

Me safe del agarre que me habia puesto Jean para arreglar mi uniforme.

— No importa si quiero regresar o no a casa, jamás le mentiría a mis amigos.

— Fuji. Jun. ¿quién estaría tan loco para hacerse daño a si mismo? Pheng no es esa clase de persona.

— Biw, eres la más estúpida de todos. Eres una maldita tonta, y no lo sabes. —Exclamó Fuji hacia ella.

—¡Fuji!

— Okey. Todos dejen de pelear.

La voz del maestro Amin hizo que entre todos interrumpieran la disputa que habíamos creado por el tema de Pheng, que seguía siendo totalmente injusto. Fuji tomó asiento en su lado para que después me soltara de los asquerosos brazos de Hugo y tomara mi lugar.

— Fuji, dijiste que Pheng mintió. Y Jun, confirmaste que viste a Pheng haciendo trampa. ¿Aún mantienen sus palabras?

— Si, no estoy mintiendo. —Habló Fuji. El maestro Amin me miro a mi.

— Nunca me suelo meter en estas cosas, ¿por qué la primera vez que lo haría sería con una mentira de esta grado? —Contraataque al Maestro quien solo asintió por mi palabra.

— ¿Y tú, Pheng? ¿Insistes en que no mientes? —Se dirigió hacia la acusada. Ella asintió.

– Si, Maestro Amin.

Bastaron unos segundos para ver que el maestro hacía una señal hacia otra maestra haciendo que esta encendiera el televisor, proyecto aparentemente varias cámaras que tenían por toda la casa, empezando por la vez que limpiaban en lo de la actividad de enviar a casa una carta, viendo como Pheng fingía el desmayarse frente a todos para no hacer nada. Siguió con la vez que le encontraron con la cabeza levemente rasgada por un mueble, pero solo salía de primera como ella fingía el golpearse para dejarse caer y que todos le atendieran. Con la razón en la frente Fuji y yo nos miramos antes de pasar al resto.

Teníamos razón. Pheng era una farsa.

— ¿Lo ven? Pheng es una perra mentirosa, y se los dije. —Con orgullo mi contraria habló hacia todos, quienes seguían algo sorprendidos por ver la realidad de todos estos días.

— ¡Ustedes están mintiendo maestros! ¡Jamás hice todo eso! ¿Por qué me hacen esto a mi? —Preguntó con clara culpa intentando esconder la verdad que creo todos ya habían visto de ella. Solo fingía. Quería atencion. Aparentemente ya se la habrán quitado.

—Tus padres informaron a Home School sobre tu problema cuando ellos vinieron a hacer el examen. Todos los maestros sabemos cual es tu tipo de problema. —Respondió la adulta. —Solo acepta que no estás enferma.

— ¡Eso no es verdad! Estoy realmente enferma. —Comenzó a seguirse negando. Solo sujete mi frente con mi mano claramente fastidiada por el comportamiento de Pheng. Era infantil, y horroroso. —¿Por qué le creyeron a mi mamá? Ella mintió. ¡Realmente estoy enferma!

Entre todas las caras, algunas hacían gestos de desagrado por el nivel de actuación que estaba haciendo. Pheng se dirigió a Biw y la sacudió.

—Biw, ¿tú me crees verdad? Prometo que no mentí.

— Para ya con esto, Pheng. —Le pidió Biw.

— Somos mejores amiga. —y Pheng comenzó a llorar. —Debes creerme. No mentí.

— Pheng esto no es lo que llamas ser amigos. Para ya. —Se soltó del agarre de ella.

— ¿Por qué te mentiría a ti? —Entre el llanto miró a su, compañera.

— Por lo sucedido, la votación de hoy quedará nula. Nadie tiene derecho de regresar a casa. —La voz firme del Amin hizo que todos se comenzaran a quejar por aquello que gracias al
Escándalo de Pheng, se había arruinado. El máster Amin se retiró junto a las demás maestras dejándonos solos.

— Así que.. ninguno irá a casa. —Habló Jean.

— Todo esto es tu culpa, Pheng.

—No puedo creer que incluso detrás de tu sonrisa, seas más falsa que yo. —Se ¿defendió? Jingjai. Aquello solo hizo que le mirara extraño por aquella oracion.

— Yo no hice nada, Jingjai. —Volvió a defenderse con aquella voz chillona que ya me estaba colmando.

— Ya, ya basta Pheng. —Le pedí cerrando mis ojos intentando que aceptara de una buena vez todo.

Una vez más se giró hacia Biw cuestionándole lo mismo una y otra y otra vez. Entre todos nos miramos cansados por estas actitudes. Biw cansada por sus mentiras solo gritó:

— ¡Ya para!

— Realmente no les mentí. Solo quería volver a casa..

— ¡Ya deja de mentir! —Se acercó Fuji para forcejear con ella y sacudirla de los brazos los cuales sujetaba. Ante eso me hice a un lado porque sus codos estaban muy cerca, terminé de lado de Jean quien miraba todo con una sonrisa.

— Fuji, ¡detente!

— ¡Deja de ser estúpida y di la verdad!

—Mujeres tenían que ser. —Murmuró Jean de forma divertido haciendo que lo mirara de forma disgustada.

— Cállate, ¿quieres? —Le pedí. Él solo alzó los hombros.

— Aunque Pheng esté equivocada, no tienes derecho a lastimarla. —White detuvo a ambas. Fuji miro por última vez a Pheng antes de marcharse de la sala.

— Realmente no mentí, White. —Pheng se aferró a White. Esta solo le miro antes de que Biw se fuera detrás de donde Fuji salió. No tardaron mucho en que Hugo, Jingjai, White y Maki también lo hicieran.

Jean junto a los mellizos me miraron para que me fuera con ellos antes de que se marcharan m, una vez arriba de mi silla me dirigí hacia Pennueng tocando su hombro. Mientras que Pheng seguía gritando a la nada "¿Por que nadie me cree?" "jamás les mentiría"

— Vámonos Pennueng. —Hablé, pero este no se movió.

Nai ahora era el que se iba, lucia bastante decepcionado, pero no en comparación de Tíbet, quien era el que más le había afectado, pues fue quien se encargó de cuidar más a Pheng en todo este tiempo. Comprendía su sentir.

— Créeme, Tíbet, yo no hice nada de eso.

Y una vez más, también se fue. Pheng solo miró a quienes quedábamos en la sala.

— Pennueng, Jun, ¿ustedes me creen? Lo que viste no es real. —Nos habló refiriéndose a lo que yo había confesado. Solo pude mirarle para sacar a Pennueng con mis fuerzas de ahí, tanto ruido no le hacía bien.

Una vez afuera Pennueng salió corriendo hacia su lugar seguro, el dormitorio. Solo pude quedarme mirando a la nada por todo lo que había sucedido, y es que esta escuela era jodida, pero, ¿por qué teníamos que empeorarla con todas estas mentiras? Ni siquiera me gustaba mi casa, pero ahora más que nadie quisiera estar ahí, aunque nadie me esperara. Patee una piedra suspirando con la mente en blanco, lo que no esperaba era que cayera en el pie de alguien.

— Se que estás enojada, pero mi pie no tiene la culpa.

— Lo siento. Pero parece que mejore en puntería. —Hugo me vio unos segundos de forma algo lenta a mi parecer pero después soltó una risa. Era raro verlo con Jingjai. — ¿Y Jingjai?

— Está en el dormitorio, creí que estarías ahí.

— No en realidad, no quería presenciar otra discusión de las chicas. —Alce mis hombros cruzándome de brazos.

Ahora que lo pensaba, era raro la posición de hablar sin una pelea de por medio, también algo.. hipócrita ya que hace no mucho lo enfrente y nos dijimos de cosas. Muy bipolar de ambos. Por parte de él solo se quedó otros segundos mirándome como si quisiera soltar algo, además de que apretaba sus manos luciendo indeciso.

— ¿Estás..

— Lo siento.

Pare de golpe mis palabras al escuchar dichas palabras provenir de su boca. Por lo temperamental que era Hugo, es extraño escuchar de su parte una disculpa siendo que era lo suficientemente orgulloso. Parpadeé un poco analizando sus palabras.

— Qué estas..-

— Lo siento, Jun, yo.. lamento las palabras de hace un rato. No debí entrometerme en esos temas tuyos ni tampoco ponerme así. —Aquello hizo más sentido para mi.

— Oh, está bien. —Respondí.

— No, no lo está. No debo nombrar a tus padres así como así, cuando sé la gravedad de eso.

—Pero..

Una vez más Hugo me dejó sin palabras, pues se acercó a mi y colocó sus manos en mis hombros mirándome de cerca. Era profunda su mirada ahora que no estaba llena de algo más allá que egocentrismo, maldad, o simplemente nada que no era normal. Ahora solo podía arrepentimiento y una chispa que no siempre le veía. Ni siquiera con Jingjai, su novia.

— Lo siento otra vez, Jun.

— Está bien. Te perdono. —Hablé más por impulso totalmente hipnotizada por aquellas palabras. Probablemente sería tonta por hacerlo, pero vivir de rencores no era lo mío. Di una media sonrisa hacia él.

Algo lo cual me había dejado helada en ese tiempo además de su sencilleza que jamás había visto, fue aquello que descubrí con total atención en su rostro. Sus pupilas se agrandaron más de lo normal.

— ¡Hugo, necesitamos ayuda! ¡Pheng quiere saltar del piso!

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