𝕍𝕀𝕀𝕀~𝕃𝕦𝕫 𝕣𝕠𝕛𝕒, 𝕝𝕦𝕫 𝕧𝕖𝕣𝕕𝕖 (parte 1)
El muchacho ya tenía el celular en la mano, no lo pensó dos veces y comenzó a teclear cada dígito que estaba escrito en la tarjeta color marrón. Al terminar de colocar los números, presionó el botón que enviaría la llamada, y en ese mismo instante, el móvil comenzó a vibrar, lo que indicaba que la llamada ya le había llegado a la persona.
No se demoraron en responder; después de unos segundos se escuchó en las bocinas del teléfono, la voz del joven que le había entregado la tarjeta esa mañana: ¿Deseas participar en los juegos? Si es así, entonces indica tu nombre y fecha de nacimiento, le dijo el chico que estaba del otro lado de la llamada, para lo que Gi-hun obedeció y le dio los datos que le había pedido.
Gong Yoo le indicó cuando y donde lo recogerían para llevarlo a los juegos, eso fue todo y la llamada finalizó.
Dejó el celular en su recámara y su día continuó normal, llegó la noche y se dispuso a meterse en las sábanas, para poder madrugar al siguiente día.
(...)
Antes de que el sol saliera por completo, la alarma sonó, y aún somnoliento, decidió levantarse lentamente de su cama. No quiso ponerse calzado, por lo que simplemente se dirigió al baño para tomar una ducha. Cuando terminó de bañarse, tuvo que vestirse con el espantoso e incómodo uniforme de diario, aunque en sus planes de ese día no estaba ir a la escuela.
Salió de su recámara y fue a donde su madre, ya el desayuno estaba listo, el aroma proveniente de su pequeño almuerzo era exquisito. Disfrutó cada bocado, sin reclamar nada acerca del sabor como lo había hecho en otras ocasiones. Mientras tanto, pensó que era el momento oportuno para darle el dinero que ganó jugando Ddakji, sin embargo; sabía que su madre no creería que esos wones los obtuvo jugando, así que prefirió no decirle nada.
En el momento en que terminó de desayunar, despidió a su madre y a su hermana con un beso, para posteriormente dirigirse al sitio que Gong Yoo le había indicado. Al llegar, miró su reloj de mano, y se dio cuenta de que eran las 6:22a. m. por lo que faltaban 8 minutos para que pasaran por él. Esperó entonces, y al fin el reloj marcó las 6:30a. m. En cuanto eso sucedió, una camioneta color blanco, se detuvo frente a Gi-hun, el vidrio negro de la puerta delantera bajó lentamente dejando ver al conductor, quien era un sujeto extraño: vestía una tipo chamarra color rojo que le cubría hasta la cabeza, también tenía una máscara negra, con una figura circular estampada en ella…
—¿Seong Gi-hun? —preguntó el conductor.
—Soy yo.
—Contraseña.
—Es, luz roja, luz verde —le respondió y en ese mismo instante la puerta del espacio de atrás de la camioneta se abrió.
El miedo y la desconfianza se hicieron presente en él, pero aún así, se adentró al automóvil. Al entrar, se dio cuenta de que otras personas que eran más o menos de su edad se encontraban durmiendo en los asientos del coche, de igual forma no le dio importancia y tomó asiento en un sillón vacío.
—Oiga, ¿Tardaremos mucho en llegar al lugar?, ¿o pasaremos por más…? —Eso fue lo único que alcanzó a decir, pues un gas extraño empezó a invadir todos los espacios de la camioneta, haciendo que el chico quedara inconsciente, por ello no supo lo que pasó después.
(...)
Una fuerte música hizo que Gi-hun poco a poco abriera los ojos. Se levantó de golpe al percatarse que se encontraba en un lugar que no era su casa. Estaba algo desconcertado y a la vez sorprendido, a sus lados había más camas y a la vez más chicos y chicas como él, que igual vestían uniforme verde parecido al que usaba en su clase de deporte en el colegio.
Bajó de la litera y examinó todo a su alrededor. El lugar era grande, no se podía apreciar todo muy bien porque las paredes estaban rodeadas de literas. En eso, vio a un chico que se encontraba sentado en una cama y sin pensarlo se acercó a él.
—65, 66, 67, 68, 69...—contaba el muchacho.
—Oye, ¿qué haces? —le preguntó Gi-hun.
—Deja de hablarme, me distraes, 70, 71…
—¿Estás contando a toda la gente que está en este lugar?
—¡Ay! ya te dije que dejes de hablarme, me distraes… —le reprochó el chico a Gi-hun—. Entonces… ¿qué?, ¿en qué número me quedé?
—Oye hay 456 personas —le dijo Gi-hun señalando hacia una pantalla que marcaba la cantidad de jugadores.
Gi-hun observó el número marcado en la chamarra del chico, y este tenía la cifra 1.
—¡Mira! tú fuiste el primero en llegar —dijo Gi-hun sorprendido, e inmediatamente bajó su mirada hacia su chamarra para darse cuenta que él era el 456—, y yo, fui el último.
—Eso ya lo sabía. Solo cuento los números para evitar el alzheimer cuando sea anciano.
—¿Y qué estás haciendo aquí?, ¿no deberías estar en tu casa con tus hermanos menores, ayudándolos con sus tareas y también… —fue interrumpido.
—Y acaso ¿tu hermano está contigo y te ayuda con tus tareas? —le cuestionó el muchacho.
—Yo no tengo hermanos.
—Muchachito yo estudio, y si me encuentro aquí es porque mi abuela tiene un bulto en la cabeza —explicó el chico.
—¿Un bulto? —dudó Gi-hun
—Un tumor, y necesito dinero para su tratamiento.
Gi-hun ya no respondió, solo hizo una seña con la cabeza dejando a entender que ya había comprendido, y en ese mismo momento se escuchó un quejido de dolor, y a la vez gritos de los otros adolescentes, quienes estaban en un típico círculo rodeando a dos personas peleando.
Gi-hun se alejó de donde se encontraba el muchacho con quien había encajado una plática. Se acercó a la bolita de personas y se dio cuenta que la jugadora 067 y el jugador 101 discutían.
—ja, ja, ja, ¡No!, no puedo creer que estés aquí, —decía el 101 quien tenía el cabello algo rizado, y un tatuaje en la cara que lo hacía ver rudo—, aún tienes ese temperamento, aunque no eres de esas chicas que retrocede fácilmente después de unos golpes. Te ayudé a que entraras a la maldita secundaria, y me traicionaste, me pagaste de la peor manera.
—Tu no me ayudaste en nada, quien lo hizo fue tu padre, gracias a él pude estudiar, deberías guardarle respeto a su memoria —le respondió la chica.
—Ja, ja, ja estúpida —en cuanto dijo eso trató de golpearla, pero esta esquivó el golpe.
No obstante, él la sujetó de su chamarra y la tiró al piso, la joven trató de levantarse pero antes de poder hacerlo, el muchacho grandulón, le dio una fuerte patada en el estómago, y segundos después la levantó del suelo tomándola del cabello.
—Sal y agita tu bandera, ha pero se me olvidaba que eres del norte, tu bandera Coreana entonces. —le dijo el 101 a la 67.
Mientras todos los demás veían la pelea sorprendidos y muchos otros riéndose de la escena pero sin hacer nada, Gi-hun pudo notar que la chica que estaba en ese conflicto era Sae-byeok, la carterista.
Corrió a donde estaban discutiendo los dos jugadores, y antes de que el otro chico le diera un puñetazo a Sae-byeok, Gi-hun lo tiró al suelo con una patada.
Tomó a Sae de su chamarra y comenzó a reclamarle su dinero.
—¡Eres tú!, ¡maldita carterista!, al fin te veo la cara, devuélveme mi dinero, ¿dónde está mi dinero?, ¡¿en dónde está?! —gritó y en ese instante el joven contrario lo atacó tirándolo a él y a Sae-byeok.
Gi-hun se levantó rápidamente para enfrentar al 101
—¡¿Qué carajos te… ?! —ya no dijo más, pues su mirada se encontró con la del chico peleonero. Sintió un escalofrío recorrer todo su cuerpo por miedo a que intentara hacerle algo.
—¿Y tú qué?, ¿quién eres? —le preguntó el chico de tatuaje.
—Yo soy, Seong Gi-hun de Ssangmun-dong.
—¿Ssangmun-dong eh?
—Si.
—Esta idiota y yo tenemos asuntos que resolver.
—Lo siento, pero yo también tengo algo urgente que resolver con esta chiquilla.
—Imbécil. ¿Cuál es tu relación con ella?
—¡Hola, hola, hola, hola, hola! —interrumpió una voz femenina. Una voz que se le hizo conocida al jugador 101.
Ambos chicos voltearon a ver a la jugadora que saludó, mientras las personas le abrían paso a la chica.
—Deok-su, amor, ya no pelees con estos, no vale la pena —dijo mirando a Gi-hun y Sae-byeok quien todavía se encontraba tirada en el suelo.
—¡¿Qué?!, tu…también estás aquí. —habló Deok-su sorprendido, no se imaginó que su novia también se encontraba en ese lugar —. Que… bien que estés aquí, me alegro.
—¿Entonces qué?, ¿me vas a hacer caso o no?, ya déjalos, ¿qué ganas con molestarlos amor?
—Mi-nyeo, no te metas en esto, es un asunto entre ellos y yo.
—Como quieras Deok, solo te estoy dando una recomendación.
Entonces quiero un buen espectáculo para que me conserves como novia tuya cariño —dijo Mi-nyeo dándose la vuelta y alejándose. Se sentó en dónde casi no había chicos para poder observar el espectáculo a gusto.
Deok-su giró su mirada hacía Gi-hun, mientras Sae se levantaba del suelo.
—¿En que estabamos Ssangmun-dong? —interrogó Deok-su—. A sí, ya me acordé, te estaba preguntando, qué cuál era tu relación con la "carterista" como le dices tú.
—¿Qué pregunta?, más bien ¿cuál es tu relación con ella?, está claro que eres un matón que se aprovecha de pobres chicas como ella. ¿Tú le pediste que robará mi dinero?
—Hijo de… —Deok-su trató de golpearlo pero no pudo pues Gi-hun esquivó el puño de Deok-su y comenzó a hacer escándalo pidiendo ayuda.
—¡Oigan!, ¡están tratando de matarme!, un matón y una carterista, atrápenlos.
Mientras Gi-hun gritaba, la enorme puerta que estaba frente a ellos se abrió, dejando helados a todos los presentes.
Unos tipos que vestían igual al conductor que los llevó a ese sitio, entraron por la gran puerta. El atuendo que arropaban era de color rojo, sus máscaras negras llevaban figuras geométricas de círculo y cuadrado. Se detuvieron frente a los chicos, y el sujeto de figura cuadrada habló:
—Me gustaría darles una cordial bienvenida a todos ustedes.
Todos los jóvenes presentes, participarán en 6 juegos diferentes durante 6 días consecutivos, y aquellos que logren ganar, obtendrán un hermoso premio en efectivo.
—¿Y por qué debemos creerle? —habló el jugador 118 llamando la atención de todos—. Nos sedaron, nos quitaron nuestras pertenencias y nos trajeron a este lugar misterioso y llegan y dicen que nos pagarán por jugar juegos, ¿espera a que le creamos?
—Esas son medidas que tomamos para mantener nuestra confidencialidad, les devolveremos todo en cuanto terminen los juegos.
—Disculpe, ¿y por qué usan esas máscaras? —preguntó una chica con desconfianza.
—Yo también tengo una duda, ¿por qué este uniforme se parece al que uso en mi clase de deporte en el colegio donde estudio? —cuestionó el jugador 228.
Nota de la autora: el jugador 228 solo es un extra.
—Respondiendo a la pregunta de la niña que habló antes. Debemos decir que nosotros no revelamos el rostro ni la información personal de nuestros clientes a los participantes. Y bien, ahora contestaré a la otra pregunta del joven aquí presente.
Todos los que se encuentran en esta sala son estudiantes. Cada año elegimos el uniforme conveniente de algún colegio en Corea, esta vez el elegido fue ese, por esa razón es que tiene parecido con el que algunos de ustedes usan en su escuela. Regresando a lo anterior no podemos revelar la identidad de los trabajadores por unos juegos justos, espero y entiendan.
—¡No le creo nada de lo que nos está diciendo! —exclamó Sang-Woo quien también se encontraba en ese lugar—. Nos engañó, secuestró y encerró. Y después de aquellas acciones ilegales cometidas pone excusas para mantenerse oculto, entonces, ¿cómo quiere que confiemos en su palabra?, denos una buena razón para poder confiar en ustedes, ¡hable!
—Jugador 218 Cho Sang-Woo —dijo el guardia enmascarado mientras presionaba el botón de un control, haciendo que las luces del lugar se apagaran y la pantalla que contabilizaba el número de jugadores ahora reproducirá un video en donde Sang-Woo era cacheteado por Gong Yoo—. 16 años de edad, estudiante de segundo de preparatoria y ganador de diversos premios en competencias de conocimiento. Su madre deudora de millones de wones al banco, escasez de dinero y recursos para vivir.
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Holi, oigan si hay algún error de escritura no duden en decírmelo para corregirlo...
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