chapter three. secrets that came
.˚ׅ ❛ capítulo tres
secrets that came ❜𓈒˙
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La alarma suena al día siguiente antes de que pueda ver lo que se oculta detrás del par de luces amarillas, aunque luego descubro que no es la alarma de mi reloj, si no la de mi celular, que vibra en desesperación, así que respondo con voz rara.
—¿Stiles? ¿Cómo conseguiste mi número?— inquirí.
—Mi papá es policía, pero eso no importa, eh— tartamudeo Stiles al otro lado de la línea —Lydia ya apareció y tú eres su otro contacto de emergencia según tengo entendido.
La palabra «Lydia» y «apareció» juntas me hace brincar de la cama tan pronto como las procesa mi cerebro adormilado. Reviso el reloj de muñeca que llevo siempre y que es herencia de mi familia, y visualizo la hora: casi una de la madrugada, sin embargo, aún así me levanto corriendo hasta mi armario para sacar un suéter y unos pantalones, con los cuales tropiezo al intentar meter mi pierna izquierda.
El sonido de mi caída despierta a Margo, que de inmediato enciende la luz del pasillo y asoma su rostro lleno de una rara mascarilla verde, y el cabello rojizo envuelto en una toalla.
—¿A dónde vas a estás horas de la madrugada?— inquiere —¿Y qué fue ese sonido?
Le doy un leve vistazo, mientras la paso de largo por el pasillo, lista para salir corriendo de la casa.
—Lydia ya apareció, iré a verla— le digo.
—¿Por qué no lo haces mañana?— frunce su ceño.
—Porque estará desubicada y sola, no puedo dejar que una de mis únicas amigas esté sola luego de vagar por el bosque desnuda, no sería muy Dáire de mi parte— señalo y ella baja las escaleras conmigo.
—Dáire, detente entonces, iré contigo.
Me detengo en seco, porque en realidad estoy más dormida ahora mismo que Margo.
—De acuerdo, pero quítate esa mascarilla de lo que sea que esté hecha— bromeo y ella regresa luego de soltar ambos brazos al aire.
La espero unos minutos cuando está como nueva, casi tan arreglada como para ir a una fiesta y es que ese es el mayor don de Margo, se puede arreglar en cinco minutos y parecer que va a una fiesta, mientras yo en cinco minutos estoy terminando de enchinar mis pestañas.
Siempre he admirado lo veloz que ella es para llegar a todos lados, en pocas palabras, creo que Margo es el mejor taxi que puedo tomar, por lo que en menos de cinco minutos estamos en el hospital, donde a Lydia aún le hacen estudios.
—Si llegaste— Stiles frunce su ceño.
Le miró confundida —Tu me llamaste.
—Sí, pero no pensé que vendrías a esta hora.
Entrecierro los ojos con indignación, cuando Scott asoma su cabeza junto a su amigo para hacer acto de presencia y me sonríe.
—Dáire, ¿Podemos hablar un momento?— me pide y acepto, alejándome con él hasta la estación de enfermeras —¿Cómo estás?
Suspiró —Con sueño, hambre y un poco confundida, ¿Y tú qué tal?
Forma una línea en sus labios —Casi igual, oye ¿Sabes por qué Lydia corrió así nada más?
Negué —No, lo mismo le dije al sheriff, no tengo idea de que mosca le pico, aunque últimamente Lydia ha estado actuando un poco raro.
—Sí, estamos de acuerdo en eso— asegura —¿Y no te dijo nada más? ¿Quizá Allison?
Frunzo mi ceño —¿Que tiene que ver Allison?
Niega —Nada, muchas gracias, buenas noches.
Dicho eso se marcha, tomando a Stiles del brazo y jalandolo fuera del hospital, lo cual me deja pero de confundida que anteriormente y no es que Scott no actúe raro desde siempre pero hoy se mira mucho más raro de lo normal y sospecho que algo sucede pero no sé si deba involucrarme porque, después de todo, Scott siempre me apoyaba cuando éramos niños.
Para la mañana siguiente, Allison y yo llegamos muy temprano a la casa de Lydia, ya que ha decidido por su cuenta que hoy volverá a clases como si nada hubiera pasado. Estaba más que curada eso sí, se le veía bien pero ¿Realmente lo estaba?
—¿Realmente llevarás ese collar de plata con tus pendientes dorados?— cuestiona confusa, analizando mi vestimenta.
Miro el collar que termina con una mariposa púrpura y negro.
—¿Que tiene de malo?— me preguntó.
—No puedes combinar ambos, no frente a mi— se vuelve a su escritorio, sacando un collar con estrellas alrededor color dorado —Este incluso resalta.
Allison nos mira a ambas —Lydia, oficialmente te creo que estás bien.
—Te lo dije, todo está bien— suspira —¿Ya nos vamos?— toma su bolso y sale disparada de su habitación.
Tomo mi mochila, cambiando mi collar por el de Lydia. Ella está tomando las llaves pero su madre se las arrebata, le insiste que alguien más maneje y como Allison está muy concentrada admirando el techo, tomo las llaves para llegar sanas y salvas hasta la escuela, donde el tema resurge una vez más.
—¿De verdad no recuerdas nada?— inquiere Allison.
Lydia niega —Lo llaman estado de fuga, es una forma de decir: no tenemos idea del porque no recuerdas haber corrido desnuda durante dos días, pero, la verdad no me importa— sonríe de lado a lado —Baje cuatro kilos.
Rió un poco, negando con la cabeza —¿Y estás lista para esto?
Alza ambas cejas —Por favor, ni que mi tía fuera una asesina en serie.
Dicho eso se da media vuelta, dejándonos a Allison y a mi mirandonos la una a la otra.
—Son los cuatro kilos— justifico y ella asiente.
Esta vez soy yo la que se da media vuelta y abre las puertas de la escuela, donde dentro Lydia recibe múltiples miradas de nuestros compañeros en los pasillos. Me coloco al otro lado de la pelirroja, dejándola en medio de ambas.
Miro la expresión de mi amiga, lleva los ojos abiertos de par en par, tratando de explicarse tantas miradas curiosas.
—Quizá sean los cuatro kilos— menciona Allison.
Lydia asiente, se peina el cabello y avanza a paso decisivo. Le sonrió a la chica, siguiéndole el paso, hasta su casillero, donde no dice ni una sola palabra hasta luego de unos momentos.
—¿Y bien? ¿De qué me perdí?
Encogí mis hombros —No mucho.
—Dáire consiguió un nuevo novio— menciona Allison, lo cual me hace mirarla.
—¿Cómo te enteraste de eso?— atacó y ella sonríe con inocencia —Maldigo el día en el que nació Scott.
Allison ríe, mientras Lydia casi me traga con la mirada —¿Quién es? ¿Es del equipo de Lacrosse? ¡Dame detalles!
—No es mi novio— corrijo —Es mi amigo nada más, además solo le ayudo con química.
—¿No dijiste que lo soñaste?— interfiere Allison una vez mas.
—¡No! Bueno, no sé si sea él en realidad ¡Ya sueltame, Allison!— levanto ambos brazos, haciendo reír a la pelinegra.
—Lo lamento, pero tenemos que distraer a Lydia, ¿Verdad, Lydia?— inquiere a la mencionada.
La pelirroja está mirándose por el espejo pegado a la puerta del casillero, mientras se acomoda las orillas del labial con mucho detalle.
—Deje de prestar atención desde que mencionaron que es solo un amigo— se vuelve a nosotras, cerrando la puerta con fuerza, mirándome específicamente a mi —Deberías darte una oportunidad ahora que el patán de tu ex novio te ha dejado libre.
Encogí mis hombros —¿Está mal querer estar yo nada más?
Negó —No, creo que tienes razón— se vuelve a Allison —Alli, ya suelta a Dáire.
La pelinegra vuelve a reír, mientras le doy esa mirada de «¿Lo ves? ¡Déjame!» y las tres empezamos a caminar de nuevo por el pasillo, Lydia se toma de mi brazo y del de Allison.
—Olvidemos lo que pasó, ¿Sí? Nada de tema sobre el bosque o la poca ropa que llevaba, es traumático— forma una mueca —A partir de ahora solo hablaremos de exámenes ¿Ya estudiaron? Podemos estudiar en mi casa, si es que mi mamá se queda dormida frente al televisor, puedo tomar la botella de vino que tiene de reserva.
—¿Estudiar y vino en uno solo? ¿Segura que quieres aprobar las materias?— inquiere Allison.
La miro —Yo digo que sí, mientras haya vino iré.
Lydia me sonríe —Perfecto, ¿Allison?
La mencionada nos mira a ambas, mientras yo junto mis dos manos hacia ella para intentar convencerla con la mirada, finalmente acepta y festejo con un mini aplauso.
Para la hora del almuerzo, la pequeña cafetería está llena de alumnos, incluyéndonos a Allison y a mi, quién mira desde su mesa a Scott hasta que Lydia interrumpe su conversación por telepatía.
—Los hombres son un asco— se queja Lydia, dejando caer su bandeja de comida.
Frunzo el ceño —Dimelo a mi.
—¿Jackson otra vez?— le inquiere Allison y Lydia le da esa mirada —Claro, entiendo.
—Es un idiota, se comporta como idiota y me trata como si fuera idiota— añade.
Dejo de lado mi comida que consiste en un cóctel de frutas y un sándwich con un licuado de fresa.
—¿Ahora qué hizo?— cuestionó, pues de Jackson viene Noel a mi cabeza ya que ambos son muy buenos amigos y eso me revuelve el estómago.
—Cree que termino conmigo ¡Ni iris mi rispinsibilidid! ¡Yo nunca dije que quería volver con él! ¿Verdad?— Lydia nos mira a ambas.
Sin embargo, Allison me mira a mi y yo a ella, ninguna sabe si decirle la verdad o la mentira, así que le niego a Allison con la cabeza para darle a entender que yo no diré ni una palabra que solo ocasionará que Lydia exploté aún más.
—Bueno...— Allison se aclara la garganta —Solo dale tiempo.
—Es un idiota, no le des nada, que él venga a rogar— corrijo, rodando los ojos.
Lydia me señala con su tenedor —Buena idea, sí, yo no tengo que rogarle a nadie.
Encogí mis hombros, mirando un segundo hacia la puerta de salida a mis espaldas, donde Isaac iba acompañado de un par de policías hacia la salida, lo cual hace que mi ceño se aligere, tomo mis cosas y salgo corriendo por la puerta.
Lydia me llamo pero ignore sus palabras porque seguí al chico con mis libros en manos.
—¡Isaac!— le llame y él se detuvo de inmediato con todo y oficiales —Sé que no debería meterme en tus asuntos, pero no viniste a estudiar anoche como acordamos.
Asiente como si lo acabase de recordar —Sí, lo lamento mucho, realmente quería ir a estudiar contigo pero...— mira un segundo a los oficiales, respirando con pesadez.
Mi ceño se frunce, toma su brazo al sentir esa electricidad satisfactoria y le sonrió.
—Sea lo que sea está bien, puedo esperar— le aseguro —Mientras vuelvas antes de los exámenes todo estará bien.
Sonríe al igual —Gracias por entenderlo y sí, prometo volver para estudiar de verdad.
Retrocedo mis pasos —Entonces te veré después.
Él acepta, —Después, Dáire.
Después de un día largo de clases, en cuanto pongo un pie en casa, me voy directo a hacer tarjetas para estudiar por lo que me paseo por la casa escuchando música y repitiendo el tono en lo que intento memorizar. Me dejó caer sobre el sofá boca arriba, aunque pronto me doy cuenta que no soy la única que está en casa tan tarde, pues Margo se adentra caminando de un lado a otro, limpiando por aquí y por allá.
Me quitó los audífonos y la miró confundida —¿No ibas a trabajar?
—Te recuerdo que trabajo en ti— me señala y entonces recuerdo que es cierto.
Prácticamente Margo es mi niñera de tiempo completo, pero como me pasó medio día en la escuela y en mi cita con la terapeuta, se ha conseguido un trabajo en un mercado no muy lejos de aquí para matar tiempo nada más.
Estoy apunto de volver a colocar los auriculares sobre mis oídos cuando el timbre suena varias veces.
—Debe ser la pizza— menciona Margo.
Frunzo mi ceño —¿Pediste pizza para cenar? Espera, ¿No estabas a dieta?
Ella suspira, sacando de su bolso algunos dólares —Cállate y paga.
Hago un gesto en mi expresión y termino levantandome del sofá para caminar hasta la puerta, donde abro y me encuentro con Isaac de golpe, tembloroso y bastante sudado, como si hubiera corrido un maratón sin ningún descanso.
Miles de preguntas vienen a mi cabeza, pero no las digo, porque lo único que logra articular es un «ayuda» cuando Margo me pregunta si hay algún problema desde la cocina.
No encuentro que hacer, estoy en un embrollo porque Margo sí que hará un montón de preguntas sin pensárselo dos veces, así que me le tomo del brazo con delicadeza y lo dejo entrar.
—¡No es la pizza!— le gritó —¡Dejaré el dinero sobre la mesa y me iré a estudiar, me acabo de acordar de que tengo otro exámen mañana!
Subo las escaleras con Isaac tomado del brazo, él ni siquiera se mueve, está rígido mientras se toma del estómago y suelta leves quejidos, cuando ambos estamos en mi habitación me vuelvo a él, confundida.
—¿Estás bien? ¿Qué te paso?— inquiero.
Isaac se sienta en la orilla de la cama —No debí venir.
—Bueno, tienes que responder muchas preguntas, ¿Por qué viniste? Y ¿Qué te pasa? ¿Quieres que vayamos al hospital?
Niega, formando una línea en sus labios —Mi papá murió, alguien lo mato y la policía cree que fui yo.
Mi ceño se aligera —¿Por eso te fuiste?
—Sí, pero ahora... Será mejor que me vaya, no quiero lastimarte— toma una gran bocanada de aire.
—¿Lastimarme? ¿De qué estás hablando?— frunzo el ceño.
En ese momento baja la mirada, exhalando e inhalando una y otra vez entre pausas, lo cual me obliga a acercarme para intentar averiguar lo que le sucede. Sin embargo, salgo disparada al suelo cuando suelta un gran bufido hacia mi, sus ojos son amarillos muy brillante, así que grito de vuelta y eso le aturde de algún modo, pues se cubre los oídos, apagando sus brillosos ojos amarillos de golpe.
Después, sale disparado hacia el ventanal abierto y se desvanece en la oscuridad, dejándome ahí, tendida sobre el suelo y muy asustada. Margo abre la puerta de golpe y mira a todos lados hasta que me encuentra tendida en el suelo.
—¿Qué fue eso?— cuestiona, ayudándome a ponerme de pie.
No encuentro las palabras, ni siquiera estoy segura de si sigo teniendo cuerdas vocales que me permitan articular palabras alguna pero, como puedo, niego con la cabeza.
—Nada, creo que vi una araña— justifico —Creo... debió haber sido mi imaginación.
Señalo el techo, el cual Margo mira confundida pero no encuentra nada, obviamente. Esta noche me quedo perturbada y asustada, con un millón de preguntas que le atasco a Scott al día siguiente, pues si bien él y stiles han estado bastante raros y es un simple presentimiento, aunque su expresión me dice que le atiné.
—¿Quién te dijo todo eso?— inquiere, cerrando su casillero en la escuela al día siguiente.
—Yo...— busco una manera de explicarle lo que vi y le cuento absolutamente todo.
Entonces Scott me toma del brazo y me dirige hasta el otro lado de pasillo que está más vacío.
—¿Qué viste?— murmura.
Niego —Tenía los ojos muy amarillos y... me asusté, grité y se fue.
Aligera su expresión —Supongo que bienvenida al club.
Frunzo mi ceño —¿Club? ¿Qué club? ¿También perdiste la cabeza? Porque yo siento que lo hago ahora mismo, no sé lo que vi y tampoco si siquiera tiene una explicación razonable.
—Isaac es un hombre lobo— suelta.
Me rió, lo admito, me rió un poco hasta que me doy cuenta que no es broma y un escalofrío me pasa por el cuerpo.
—¿Hablas de esos que corren por el bosque, con los ojos rojos y todo eso de licántropos?— cuestionó, con la esperanza de que lo niegue, pero en lugar de eso, asiente con la cabeza.
—Sí, los de los ojos rojos son los alfas.
—¿Y por qué Isaac no tiene los ojos rojos? Espera, ¿Tu cómo sabes eso?
Scott se queda en silencio y no me lo explico hasta que sus ojos se vuelven amarillos.
—Eso tiene sentido, no era necesario que lo presumas— me cruzo de brazos, haciéndolo reír un poco.
El timbre suena para la primera clase, así que ambos nos vemos obligados a caminar por el pasillo.
—De acuerdo, te lo explicaré todo después de clases, ¿Sí? Podemos vernos en mi trabajo, a mi jefe no le molesta.
Niego —Ni creas que me podré concentrar sabiendo todo eso, tengo más preguntas de las que crees.
—¿Y quieres que las responda con todo el grupo en el gimnasio?— alza ambas cejas.
—Sí, vamos.
Y más tarde estamos en clase de educación física, Scott respondiendo todas mis preguntas y yo inventado cada vez más raras.
—¿Y te sale cola?— murmuro.
El chico ríe, pero luego se lo plantea al notar mi seriedad —No, no tengo cola.
—¿Seguro? ¿Cómo sabes?
—Porque no me transformo por completo, te lo aseguro, no tengo cola— responde y me rió —¿Qué? ¿Qué te da risa?
Niego —Nada, es que te imaginé, lo siento, no debería ser chistoso.
Mi risa se le pega a Scott junto a mi, así que ambos empezamos a reír hasta que el entrenador nos hace callar y envía a Scott al muro de boulder, así que me guardo mi carcajada para mí.
Scott y Allison empiezan con lo suyo, mientras intento plantear más preguntas en mi cabeza, las cuales son demasiadas como para decirlas todas al mismo tiempo. Quiero decir, ¿Desde cuándo esto existe? ¿Hay más? ¿Más especies como brujas, vampiros y esas cosas? Y lo más importante ¿Por qué no me lo dijo? Aunque, aquello último es muy obvio, pues Scott y yo nos alejamos demasiado en algún punto de nuestra vida, sin embargo, ahora siento que he vuelto a esa etapa donde Scott era mi único mejor amigo.
¡Pum! Scott cae del muro como si lo hubiera atraído como un imán, haciéndome reír de vuelta pero cubriéndolo con una tos hasta que el entrenador ríe y ahora sé que puedo hacerlo también. Scott vuelve a mi, avergonzado.
—No digas nada— pide y aclaro mi garganta.
Mi sonrisa se borra poco a poco cuando la chica rubia empieza a sollozar a medio camino, mientras Stiles hace unos movimientos raros, también lo nota.
—Entrenador— señalo hacia la muchacha.
El profesor al notar aquello, no duda en ir a revisar qué es lo que le sucede.
—¡Erica! ¿Estás mareada? ¿Tienes vértigo?— le pregunta.
—El vértigo es una disfunción del sistema vestibular del oído interno, solo está enloqueciendo— le corrige Lydia.
Niego —No creo que sea eso, ella sufre de epilepsia.
El entrenador abre mucho los ojos, clavandome la mirada a mi con miedo —¿Por qué nadie me dice esas cosas?— exclama molesto —¡Erica! Estás bien, lánzate del muro, tenemos un colchón para atraparte.
Erica titubea, aferrándose a la pared indecisa, aunque poco a poco se desprende y baja con mucho cuidado.
—Eso es, estás en el suelo, estás bien— le tranquiliza el entrenador —Tranquila.
Erica sale del gimnasio y no estoy segura pero la escucho sollozar. La clase termina así que todos tenemos que salir para darnos una ducha e ir a nuestras siguientes clases.
—¿Entonces no hay cola?— añado a Scott y él niega —¿Y orejas?
—Tampoco, creo ¡No, espera! Sí, las hay.
—¡Fitz, espera!— me grita el entrenador y me paralizó de inmediato.
Miro a Scott —Dime que no reprobé su clase.
—Es imposible, tu no repruebas.
—Si yo decía «imposible» a los hombres lobos y míranos ahora— respondo sarcástica —Bueno, deseame suerte.
Scott me da un coco con su puño en la cabeza, haciéndome soltar un quejido.
—¡Auch!— le golpeó el hombro.
—¿Qué? Tu dijiste que te deseara suerte.
—Sí, pero ya no tenemos cinco, tenemos que cambiar esas costumbres o me dejarás sin cerebro— formo una mueca, alejándome poco a poco de Scott para ir hasta el entrenador, quién me espera con ambas manos en su cintura —¿Pasa algo, entrenador?
—¿Sabes algo sobre Isaac Lahey?— inquiere.
—¿Por qué?
—Si sabes algo de el comunicalo a un superior, es peligroso, solo comunicalo— sentencia así que asiento una y otra vez.
Después de nuestras siguientes clases estoy sentada frente a Scott en el comedor en la hora del almuerzo, pues aún tengo muchísimas preguntas y algo más que añadir ahora.
—Dijo que era peligroso, ¿Crees que sea peligroso?— inquiero, meneando mi cóctel de frutas de un lado a otro con el palillo de madera.
—Tal vez, si está en una manada es lo más probable.
—Espera, ¿Manada? ¿Hay manadas? ¿Estás en una?
Niega —No, el tipo que me convirtió quería que me uniera a su manada pero nunca acepté.
—¿Y hay más especies?
—Sí, hasta ahora solo conozco a los cazadores.
Mi ceño se aligera —¿Cazadores? ¿Quiénes?
—La familia de Allison.
—¿Qué?— exclamo, aunque luego me quedo callada al darme cuenta que grite —¿Es por eso que no pueden estar juntos? ¿Como Romeo y Julieta?
—Sí— se inclina sobre la mesa —Escucha, Dáire, ¿Si sabes que no puedes decirle esto a nadie, verdad? Los únicos que saben son Stiles y Allison, fuera del resto.
—Sí, lo entiendo y tú secreto está a salvo conmigo— le sonrió un poco —Es solo que es tan raro, no puedo creer que me enterará de este modo y además, no he visto a Isaac desde anoche, ¿Tu lo has visto?
Scott niega —Creí que creías que era peligroso.
—No lo creo— recargo mi mejilla sobre la palma de mi mano —Dijo que no quería lastimarme, es muy confuso.
—Debe andar por ahí, si sé algo te avisaré de todos modos, lo prometo— me dice para motivarme y lo sé, así que dejo el tema un poco de lado.
Stiles se sienta junto a mi de pronto, haciéndome mirarlo —Las tengo, te recogeré después del trabajo y nos vemos en la pista, ¿Sí?
Frunzo mi ceño cuando el chico se da cuenta de mi presencia —¿Van a una super misión?— pregunto emocionada.
Stiles niega —No, es más bien una cita doble.
—¿Qué? ¿Y con quién irás?
—Con Lydia, bueno, ella no sabe pero iré con ella, Allison y Scott.
—¿Entonces irá Lydia y Allison? ¿Cómo es que nunca me invitan a estás cosas?— miro a Scott y luego a Stiles.
Stiles se da cuenta de su cometido y entonces se arrepiente totalmente de haber hablado.
—Oh, bueno, ¿Quieres venir conmigo?
Le miró obvia —Todos sabemos que irás con Lydia.
—¡No! Pero iré contigo si quieres y si Scott está de acuerdo, claro.
Scott niega —Ya tuvimos está conversación.
—Claro, me partes las piernas si me meto con Dáire— señala a Scott, haciéndome fruncir el ceño con una sonrisa.
—¿Él dijo eso?
Stiles asiente —Sí, se lo dijo a toda la escuela cuando estábamos en primero, era tierno pero daba miedo.
Rió un poco, negando con la cabeza y comiendo mi fruta cuando casi me atraganto con un pedazo de naranja.
—¿Es...?— mi pregunta se queda en el aire cuando la reconozco.
En efecto, Erica está entrando al comedor con una mini falda, tacones de leopardo y una linda chaqueta con un maquillaje irreconocible.
—¿Qué diablos es eso?— cuestiona Lydia al llegar hasta nuestra mesa.
—Es Erica— responde un Scott asombrado.
Alzó ambas cejas —¿Están seguros?
Antes de que puedan responder, él y Stiles corren fuera del comedor, dejándome con mil preguntas más.
Scott tuvo la honorable intención de invitarme a la pista de patinaje después de clases, ya por la noche, aunque presiento que lo hizo más que nada por lástima, termino aceptando ya que en casa no hay mucho que hacer de todas maneras.
Así que, en cuanto llegamos a la sala vacía me coloco los patines para el hielo con rapidez y me meto a la fría pista con los chicos siguiéndome el paso, dejo que Scott y Allison pasen tiempo juntos, así como Lydia y Stiles, por lo que doy un par de vueltas sola hasta que Allison viene hasta mi para patinar juntas.
Tomo a mi amiga de los brazos para no caer, tratando de evitar su mirada, pues aún intento procesar todo lo sucedido desde ayer.
—Scott ya me dijo que sabes— suelta de pronto y eso me tranquiliza.
—Gracias a Dios, porque no estaba segura si debía decírtelo porque todo esto es nuevo para mí y probablemente para ti no lo sea, ¿Lo es? Dime qué lo es— pido, respirando profundo.
Allison ríe un poco —Un poco, pero te acostumbrarás.
Ambas escuchamos un fuerte golpe y nos volvemos a Scott, quién se levanta del suelo como si nada hubiera pasado.
—No paso nada— nos dice avergonzado —¡Miren, ya lo tengo controla-!— se estrella contra el vidrio y cae al suelo una vez más.
Cubro mi rostro con mi mano para no echarme a reír.
—Sí, bastante controlado— aclaro mi garganta, mientras Allison se agacha a revisarlo.
—Lo que tienes es un golpe en la cabeza— le dice la chica.
Asiento —Seguro no puede morir por un golpe en la cabeza, ¿Puedes morir por un golpe en la cabeza?
Scott niega un poco atolondrado —¿Qué dijo, entrenador?
Mi ceño se aligera —Definitivamente se puede morir por un golpe en la cabeza.
Allison le extiende ambos brazos —Vamos, levántate, quiero que tengamos un box de fotos para nosotros.
Scott me mira como si no supiera qué hacer conmigo para no dejarme ahí sola, así que niego con la cabeza a ambos.
—No se preocupen por mi, iré a patinar y a reírme de tu caída— le señaló a Scott, riéndome mientras me voy patinando.
Ellos salen y una vez más patino en la esquina, procurando no patinar en medio para no caerme, aunque termino bastante cansada y me dedico a mirar como Lydia patina tal una profesional por toda la pista junto a Stiles. Tan solo bajo la mirada un segundo, distrayendome al atar mis agujetas cuando Lydia grita y Stiles es el primero en correr a su auxilio, siendo seguido por mi.
La chica no para de gritar, asustada mientras Stiles busca una manera de calmarla pero parece no haberla, ni siquiera Scott o Allison saben qué hacer, ni yo, porque este nuevo mundo me ha tomado por sorpresa y no sé si me llevará para bien o para mal.
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