EXTRA ┆ 002.


LINEA DE TIEMPO ORIGINAL


Akira, la pequeña niña de cabello rubio y brillantes ojos verdes, llegó a la vida de los Sano cuando solo tenía 10 años. Shinichiro, el mayor de los hermanos Sano, la ayudó cuando ella, con valentía, se enfrentaba a personas mucho más mayores para así proteger la vida de una pequeña ave. Desde ese día, el destino de Akira y los hermanos Sano se entrelazó de una manera que ninguno pudo llegar a imaginar.

A medida que el tiempo pasaba, Akira fue creando un gran vínculo con la familia Sano. Pasaba horas junto a ellos, compartiendo risas, secretos y sueños. Ella adoraba y admiraba a la familia Sano, pero especialmente a Mikey, con quien llegó a tener sentimientos más allá de la amistad.

—Akira, mira —dijo Mikey cuando vio a su amiga llegar a la casa Sano—. Shinichiro me ha regalado un avión.

—¡Eso es genial, Mikey! —exclamó Akira.

—¿Te gustaría ayudarme a armarlo? Entre los dos puede que sea más rápido armarlo.

—Me encantaría.

Akira sonrió y se acercó a Mikey para así ayudarle con el avión. Fue entonces que, Emma, la hermana menor de los Sano, se acercó a ellos y observó a los dos amigos con un puchero.

—No es justo, Mikey —dijo Emma—. Yo iba a pedirle a Akira que jugara conmigo.

—Lo siento, Emma. Te he ganado —dijo Mikey con orgullo, ocasionando que Emma se molestara—. ¿Por qué no vas a jugar con Senju?

—No quiero jugar con Senju. Yo quiero jugar con Akira.

—Es una pena, pero ahora ella está conmigo.

—¿Por qué no vas tú a jugar con Senju? Ustedes dos tienen mucho en común.

—Tal vez tengamos cosas en común, pero...

Mikey no pudo terminar su frase, pues Emma le lanzó un peluche que hizo que él se quejara por haberle golpeado directamente en el rostro. Mikey frunció el entrecejo y le devolvió el golpe con el peluche. Akira soltó una pequeña risa al verlos pelearse por ella, y aunque le agradaba esa parte de ellos, debía de detenerlos antes de que esa pelea se volviera peligrosa, pues hubo una vez en que Mikey y Emma terminaron rompiendo un vidrio por lanzarse cosas.

—Vamos, chicos. No peleen —dijo Akira mientras se ponía entre medio de ellos para que así ninguno se lastimara—. Puedo jugar con ambos —dijo con una sonrisa al momento en que miraba a Emma—. Primero ayudaré a Mikey con su avión y luego iré contigo a jugar, ¿bien?

—Está bien —dijo Emma con una sonrisa—. Estaré abajo preparando todo.

Akira sintió un alivio al haber resulto el pequeño conflicto entre los hermanos Sano, pero también sintió una pequeña inquietud cuando volvió a escuchar el nombre de Senju.

—¿Quién es Senju? —preguntó Akira mientras observaba fijamente a Mikey.

—Senju es la hermana menor de uno de los amigos de Shinichiro. La conocimos cuando fuimos a su casa —respondió Mikey con total tranquilidad—. Tal vez la presente algún día. Es una agradable chica que le gustan las motocicletas y... —Mikey calló sus palabras cuando notó que Akira tenía una expresión ambigua. Él soltó una pequeña risa y se acercó a tomar la mano de Akira con delicadeza—. No necesitas estar preocupada. Tú siempre serás mi número uno.

—¿Lo dices en serio?

—Por supuesto. Eres mi mejor amiga y también la personal con la cual me casaré.

Akira sintió que su corazón latía con tanta fuerza que pensaba que en cualquier momento se le escaparía del pecho. Ella observó a Mikey con nerviosismo, pero a su vez con emoción.

—¿Casarnos? ¿Sabes realmente lo que eso significa?

—Por supuesto que lo sé —dijo Mikey con un leve puchero al notar que Akira no estaba del todo convencida—. Casarnos significa que estaremos juntos para toda la vida, ¿no?

—Sí, tienes razón.

—Para mí no hay otra persona con la cual quisiera estar por el resto de mi vida —dijo Mikey mientras observaba a Akira con una pequeña sonrisa.

—Pienso igual que tú, Mikey —dijo Akira mientras entrelazaba sus dedos con los de él—. Yo también quisiera pasar el resto de mi vida contigo.

—Entonces hay que casarnos.

—Para casarnos tendríamos que esperar, pues todavía somos unos niños.

—¿Uh? ¿Cuánto exactamente debo esperar?

—Tengo entendido que podemos casarnos cuando cumplamos 17 años.

—Eso sería en 5 años.

—En 5 años muchas cosas pueden cambiar —dijo Akira—. ¿Todavía pensarías en casarte conmigo?

—Por supuesto que sí. Yo no cambiaré de opinión sin importar lo que suceda —dijo Mikey con orgullo—. ¿Qué hay de ti? ¿Te casarías conmigo en 5 años?

Akira sonrió con ternura y se acercó a Mikey para depositar un tierno beso en su mejilla.

—Sí. Me casaré contigo.

Mikey soltó un grito de la emoción y abrazó con ternura a Akira. Aunque todavía eran solo unos niños, la idea de estar juntos para siempre le parecía emocionante y encantadora.

Ambos continuaron felices mientras armaban el avión que Shinichiro le había regalado a Mikey. Sin embargo, esa felicidad se congeló por un momento, pues habían logrado oír gritos desde la planta baja de donde ellos se encontraban.

Confundidos y curiosos por lo que sucedía abajo, se acercaron a la escalera y observaron lo que sucedía. Fue entonces que Akira sintió un terror inmenso y se paralizó cuando vio a su padre discutir con el abuelo de los hermanos Sano.

—¡Akira! —exclamó su padre cuando la vio—. ¡¿Qué demonios estás haciendo aquí?!

Ella no respondió, pues todavía estaba paralizaba del miedo que sentía. Akira sabía que la presencia de su padre en la casa de los Sano era un mal augurio, por lo que debía de alejarlo de allí, sin embargo, el cuerpo de Akira no se movía y eso la hacía sentirse ansiosa.

—Señor Kisaki, por favor, cálmese. Está asustando a los niños —dijo el abuelo de Mikey, quien resguardaba a la asustada de Emma—. Akira solo es una niña que está jugando con sus amigos.

—¿Una niña? —preguntó incrédulo, pero a su vez con asco—. ¿Les has dicho a estas personas que eres una niña?

Pero Akira no respondió y eso alteraba completamente a su padre.

—Señor Kisaki. ¿Por qué no hablamos con tranquilidad? —volvió a intervenir el abuelo de Mikey—. Estoy seguro de que Akira responderá todas sus dudas una vez se tranquilice.

—Cierra la boca. No se meta en esto —exigió el padre de Akira mientras comenzaba a subir por las escaleras—. Nos vamos, Akira. En casa te enseñaré a entender tu situación.

Akira comenzó a temblar, pues sabía que eso significaba que él la golpearía y que tal vez ya no podría volver a ver a Mikey.

—No quiero... —susurró Akira.

—¿Cómo has dicho? —preguntó su padre con desdén—. ¿Estás negándote?

El padre de Akira iba a tomarla del brazo y arrastrarla fuera de la casa de los Sano, pero Mikey se había interpuesto en sus planes y debido a ello lo hizo molestar más de lo que ya se encontraba.

—Akira no quiere ir con usted —dijo Mikey con tono serio mientras lo observaba fijamente—. No permitiré que se la lleve si ella no quiere.

—No te metas en estos asuntos, mocoso —dijo con seriedad—. Muévete.

—No lo haré.

La furia había consumido por completo al padre de Akira y debido a ello no midió su fuerza cuando apartó al chico. Mikey resbaló y cayó por las escaleras del segundo piso, golpeándose fuertemente la cabeza.

El impacto de la caída de Mikey dejó a todos en silencio por un momento. Akira sintió una mezcla de miedo, desesperación y tristeza mientras corría hacia Mikey, quien yacía inmóvil en el suelo.

—¡Mikey! ¡Mikey, despierta! —exclamó Akira, temblando mientras sus manos se teñían de un rojo intenso que salía de la cabeza de Mikey—. ¡Mikey, por favor! ¡Por favor, resiste!

El abuelo de los hermanos Sano llamó una ambulancia mientras Akira continuaba intentando que Manjiro despertara. La ambulancia llegó rápidamente, y los paramédicos se apresuraron a atender a Mikey mientras escuchaban los sollozos y suplicas que Emma y Akira les daban.

El padre de Akira, quien había estado en shock por la situación que causó, recobró la compostura cuando vio que su hija se iba a ir con los Sano. Él sostuvo firmemente el brazo de su hija para evitar que ella se fuera, pero Akira, quien todavía se encontraba atemorizada, logró liberarse e irse con el abuelo de Emma.

Akira ni siquiera escuchó los gritos de su padre que le exigían que regresara. Ella solo se fue en la ambulancia para acompañar a Mikey y así hacerle ver que se encontraba allí para él.

Una vez en el hospital, Akira, Emma y el abuelo de Mikey esperaban ansiosamente por noticias. Pasaron varios minutos, y entre esos minutos, Shinichiro había llegado, pues su abuelo lo había llamado e informado lo que sucedió.

Shinichiro se encontraba agitado y atemorizado. Él preguntó por lo que sucedió, pero antes de que alguien le respondiera, un doctor salió de la sala de cuidados intensivos y les indicó la situación en la cual se encontraba Mikey.

—Lo sentimos mucho —dijo el doctor, ocasionando que la familia Sano y Akira se sintieran devastados—. Hicimos todo lo que estuvo en nuestro alcance, pero Manjiro se encuentra en estado vegetativo.

—¿Estad vegetativo? —preguntó Shinichiro—. ¿A qué se refiere?

—El cuerpo de Manjiro continua con vida. Sin embargo, debido al golpe en su cabeza, su cerebro dejó de funcionar.

—Su cuerpo sigue con vida —dijo Shinichiro con un ligero tono de esperanza—. Esto se puede curar, ¿verdad?

—Lo lamento, pero no hay cura para esto.

La familia Sano y Akira estaban en shock, incapaces de asimilar la magnitud de la tragedia que acababan de enfrentar. Mikey, el chico que hace apenas unos momentos hablaba emocionado sobre casarse con Akira, estaba ahora en un estado vegetativo, atrapado en un cuerpo que no respondía.

—¿Cómo es posible que esto haya sucedido? —preguntó Shinichiro con lágrimas en los ojos—. Mikey... Mi hermano no puede estar... No... No puedo aceptarlo...

—Lo siento mucho —dijo Akira, quien no paraba de llorar—. Todo esto es mi culpa. Lo siento...

—No. Esto es mi culpa —dijo Shinichiro—. Si aquella vez no te hubiera ayudado... Si solo me hubiera ido directo a casa... Mikey y tú nunca se hubieran conocido y nada de esto habría sucedido.

Las palabras de Shinichiro resonaron en la cabeza de la niña. Akira se sintió culpable y devastada. Si no hubiera estado allí, si nunca hubiera conocido a la familia Sano, Mikey no habría terminado de esta forma.

La tristeza, el arrepentimiento y la angustia se apoderaron de su corazón. Aquella tragedia la perseguiría para toda la vida.

El tiempo pasó, pero para Shinichiro y Akira no. Ambos seguían estancados en aquel día donde perdieron a Mikey.

Shinichiro se hundió en un profundo abismo de culpa. Se culpaba a sí mismo por haber permitido que Akira y Mikey se acercaran. Cada vez que veía a Akira sentía un dolor agudo en su pecho y un odio inmenso hacia sí mismo, por lo que le prohibió a la chica volver a acercarse a Manjiro.

Akira, quien había aceptado no volver a acercarse a Mikey, no podía olvidarse de él y continuar con su vida. Así que, a escondidas, continuó visitándolo en el hospital, llevándole flores y hablándole como si él pudiera escucharla.

—Lamento llegar tarde, Mikey —dijo Akira cuando lo vio recostado en aquella camilla de hospital—. Hoy mi padre me ha retenido por más tiempo de lo que pensé y cuando llegué he visto a Shinichiro en el vestíbulo del hospital. Así que he tenido que esperar a que se fuera para poder venir a verte —dijo soltando una pequeña risa para luego acercarse a la ventana y abrir las cortinas—. Hoy hace un bonito día. Tal vez si le pido ayuda a una enfermera me dejen llevarte afuera. Sin embargo, deberemos de mantenerlo en secreto para que tu hermano no se entere. Ya sabes, como la última vez.

Akira sonrió con tristeza al no tener una respuesta de Manjiro. Luego fue con una enfermera, la cual no tuvo problemas en ayudarla porque había visto a Akira muchas veces en el hospital y pensaba que la chica era alguien de la familia.

La única hija de los Kisaki arrastró la silla de ruedas de Mikey hacia el jardín del hospital para así mostrarle al chico lo cálido y acogedor que estaba el día.

—¿Puedes verlo? Hoy hace un día espectacular —dijo Akira mientras se detenía en un bonito paisaje—. ¿Y sabes por qué es eso? ¡Es porque hoy es tu cumpleaños! —exclamó con felicidad al momento en que buscaba algo entre su ropa y observaba a Mikey fijamente. Akira se agachó a la altura del chico y con suavidad colocó un anillo en su mano—. Felices 17 años, Mikey. Hoy es el día en que prometimos que nos casaríamos y estaríamos juntos para siempre —dijo mientras intentaba contener las lágrimas—. Sé que has soportado bastante para este día. Así que, ya no necesitas seguir haciéndolo... Mikey, si quieres irte puedes hacerlo... Te prometo que nos volveremos a encontrar y que esta vez todo será diferente.

Akira, con lágrimas en los ojos, se despidió de Manjiro con un beso en la frente y un suave susurro que se lo llevó el viento. Aquel día el corazón de Mikey dejó de latir y con su perdida atrajo la desesperanza en la vida de Shinichiro y Akira. Sin embargo, su muerte también hizo que sus caminos volvieran a unirse.

Shinichiro, quien intentó tranquilizar su pena en el local de Waka, escuchó por parte de unos clientes que habían conocido a un tipo que decía ser capaz de viajar en el tiempo. Aquello atrajo la atención del hijo mayor de los Sano e inmediatamente les exigió a esos clientes que le contaran más sobre ese supuesto viajero. Por supuesto, los clientes se negaron a darle la información, así que, Shinichiro no tuvo otra opción que hacerlos hablar con fuerza bruta.

Los clientes de Waka hablaron ante el miedo de que él pudiera matarlos a los golpes, así que, luego de obtener la información, Shinichiro se dirigió hacia el callejón donde se encontraba el viajero del tiempo.

Cuando llegó al lugar, se encontró con un hombre de aspecto desaliñado, cabello largo y barba muy descuidada, sentado en una esquina, con una mirada de cansancio mientras observaba una lata de comida.

—¿Tú eres el viajero en el tiempo? —preguntó Shinichiro cuando se paró frente a él—. Dime. ¿Cómo puedo viajar en el tiempo?

—¿Por qué querrías viajar en el tiempo?

—Quiero salvar a mi hermano.

El hombre al oírlo soltó una risa amarga mientras lo observaba fijamente.

—Puedo darte este poder si quieres, pero... —dijo el hombre—. ¿Estarías dispuesto a tomarlo como yo lo hice?

—¿A qué te refieres?

—¿Sabes? Yo deseaba tener estos poderes tanto que no medí mis acciones —dijo el hombre, ocasionando que la paciencia de Shinichiro comenzara a desbordarse—. Así como tú, quería salvar a alguien. El anterior viajero no me quería ayudar, así que, no me quedó de otra que asesinarlo —confesó—. Al final obtuve lo que quería, pero había otra forma...

El viajero no pudo terminar de hablar, pues Shinichiro había tomado un fierro y golpeado fuertemente la cabeza de este. La desesperación de salvar a su hermano menor lo había consumido tanto que, al igual que el viajero, Shinichiro no midió sus acciones y terminó matando al poseedor de aquellos poderes sin siquiera saber las consecuencias que esto traería.

Al final, Shinichiro no logró viajar en el tiempo y eso lo volvió todavía más desolado de lo que ya se encontraba. Parecía que el clima sabía de la tristeza de Shinichiro, pues mientras se alejaba del callejón comenzó a llover fuertemente, y mientras caminaba sin rumbo fijo, Shinichiro llegó a un puente que cruzaba al otro lado de la ciudad.

Él observó fijamente el agua, pero luego observó a una persona que se encontraba sobre las barandas del puente. Al principio, Shinichiro no reconoció a la persona, pero luego de acercarse se percató de que se trataba de Akira.

Akira, quien había estado sufriendo sola, no pudo más con la tristeza y culpa de haber arruinado todo lo que le traía felicidad. Así que, luego de recibir una golpiza por su padre al llegar tarde a casa, se escapó y decidió acabar con todo ese sufrimiento que llevaba consigo.

Shinichiro, con el corazón en la garganta y la lluvia empapándolo, corrió hacia Akira y le gritó que se detuviera.

—¡Akira! ¡No lo hagas! —gritó Shinichiro, acercándose a toda prisa para detenerla.

—No te acerques, Shinichiro —dijo Akira cuando lo vio—. No intentes detenerme.

—Akira. No tienes que hacer esto —dijo Shinichiro mientras la observaba fijamente con dolor—. Todavía tienes cosas por vivir.

—Arruiné todo lo que amé y lo que me daba felicidad —confesó Akira—. Lo único que me espera en esta vida es sufrimiento. Yo ya no quiero seguir viviendo así... Ya no puedo soportarlo.

—Akira...

—Lo lamento mucho, Shinichiro —dijo Akira, observando por un momento al muchacho—. Si esa vez no nos hubiéramos conocido... Si esa vez no me hubiera ido contigo... Todo hubiera sido tan diferente —dijo mientras formaba una pequeña sonrisa—. Lamento arruinar vuestras vidas.

Akira, todavía con una sonrisa en su rostro, se lanzó al arroyo que se encontraba bajo de ella, por lo que Shinichiro no dudó en lanzarse con ella y así poder salvarla.

«Si tan solo pudiera salvarlos. Si solo pudiera salvar a Mikey y Akira». Pensó fuertemente mientras se acercaba a tomar la mano de Akira. Shinichiro sintió una descarga al tomar la mano de Akira y todo a su alrededor se tornó negro.

Fue entonces que, Shinichiro regresó en el tiempo y ahora se encontraba en su lugar de trabajo. Exactamente, una hora antes de la llamada que su abuelo le daba para anunciarle la trágica noticia.

La sorpresa y la esperanza inundó a Shinichiro al percatarse de que había logrado viajar en el tiempo. Así que, sin siquiera pensárselo, comenzó a correr a casa y así evitar la tragedia que arruinó la vida de todos.

Shinichiro solo tardó unos minutos en llegar a casa, donde fue recibido por Emma y su abuelo. Él los saludó con una sonrisa para luego preguntarles donde se encontraba Mikey, fue entonces que, cuando le dijeron que Mikey estaba con Akira en el segundo piso, corrió hacia allí y abrazó fuertemente a los niños que estaban por comenzar a armar el avión que él le había regalado a su hermano pequeño.

—¿Shinichiro? —preguntó Mikey, confuso por la actitud de su hermano mayor—. ¿Está todo bien?

—Sí. Ahora que los veo está todo bien —dijo Shinichiro mientras limpiaba las lágrimas que habían salido debido a la emoción del momento—. Me alegra mucho verlos tan bien y contentos.

—Hoy estás extraño —dijo Mikey—. Bueno. Como sea, seguiré con Akira armando el avión que me has regalado.

—¿Por qué mejor no van afuera a jugar? —preguntó Shinichiro, quien comenzaba a sentirse intranquilo por lo que estaría por suceder—. Hoy hace un bonito día. Pueden armar el avión otro día.

—Pero queremos armarlo ahora, ¿verdad, Akira?

—Mikey está muy emocionado —dijo Akira con una sonrisa.

—Solo vayan a afuera a jugar —insistió Shinichiro con una sonrisa—. Cuando regresen los llevaré a pasear en mi motocicleta.

—¿Lo dices en serio? —preguntó Mikey.

—Por supuesto.

—¡Genial! —exclamó Mikey al momento en que sostenía la mano de Akira—. Vamos, Akira. Vayamos al parque a jugar y luego volvemos.

Akira soltó una pequeña risa al ver a Mikey tan emocionado.

—Espera, Akira —dijo Shinichiro cuando ella estaba a punto de irse—. Por favor, cuídense.

—Lo haremos.

—¿Me lo prometes?

—Lo prometo, Shinichiro.

Akira se sintió un poco confusa por la mirada desesperante que estaba demostrando Shinichiro, pero no pudo indagar mucho en ello porque Mikey se la llevó lejos de allí.

Ella y Mikey abandonaron la casa de los Sano para dirigirse al parque. Una vez allí, Mikey y Akira comenzaron a conversar sobre distintas cosas, pero el tema principal fue la promesa de casarse cuando tuvieran 17 años. Akira se sintió nerviosa ante la propuesta de Manjiro, pero la aceptó con alegría y esperanza de que ese día llegara.

Ambos estuvieron inmersos en su pequeña burbuja de felicidad ante la promesa que hicieron. No fue hasta que Baji llegó, les ofreció unos postres que su madre había preparado y los hizo pensar en otras cosas mientras jugaban en aquel parque.

Akira comenzó a pensar sobre Shinichiro y su extraña actitud de esta tarde, pero dejó de pensar en ello cuando notó que Baji y Mikey habían comenzado a pelearse. Ella no tardó en regañarlos y hacer que hicieran las paces.

Entonces, luego de ese pequeño altercado, iban a continuar jugando. Sin embargo, su juego se vio frustrado cuando una intensa lluvia comenzó a caer sobre ellos. Akira se sintió triste de tener que separarse de sus amigos, pues los momentos junto a ellos y la familia Sano eran los únicos en los cuales podía ser verdaderamente feliz.

—¿Por qué colocas esa expresión? —preguntó Mikey al verla entristecida—. Puedes venir a mi casa cada vez que quieras. Nosotros siempre te aceptaremos.

Al oírlo, Akira no pudo evitar sentirse conmovida, por lo que no tardó en abrazarlo fuertemente. Mikey, quien se sorprendió por su acción, correspondió a su abrazo mientras sentía esa bonita sensación en su pecho que había estado sintiendo desde que comenzó a compartir con Akira.

Ambos permanecieron abrazos hasta que Baji se burló de ellos y les preguntó si se gustaban. Akira se avergonzó ante la pregunta y no tardó en golpearlo.

—Tus golpes cada vez se vuelven más fuertes —dijo Baji, quien se levantaba del suelo y se percataba de que un hombre los observaba desde lejos—. ¿Y esa persona por qué nos está viendo?

Mikey y Akira no tardaron en mirar hacia donde indicaba su amigo. Fue entonces que, el cuerpo de Akira se paralizó al ver a su padre comenzar a acercarse a ellos.

—¿Qué acabo de oír? —preguntó el padre de Akira mientras los observaba fijamente—. Explícame esto, hijo.

—Es un malentendido, padre.

El padre de Akira no tardó en llevarse a su hija de allí, por lo que Baji y Mikey se quedaron confundidos ante la actitud del hombre. Ellos solo la observaron irse para luego cada uno regresar a su hogar y así esperar al día de mañana para volver a ver a Akira. Sin embargo, ella no volvió a aparecer.

Ese día, Shinichiro había cambiado por completo el destino de Mikey y Akira.

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