──── 018.
La fiesta de navidad de Emma había finalizado, por lo que era hora de volver a nuestros respectivos hogares. Cuando he salido a la calle me he encontrado con Chifuyu a punto de subir a su motocicleta y al verlo he recordado momentáneamente el encuentro que tuve con nuestra respectiva madre.
—¿Tienes con quien irte? —preguntó en cuanto me vio, sonriéndome amablemente—. Si lo deseas puedo llevarte. No tengo problema con ello.
—Mikey va a llevarme.
—Oh, entiendo —dijo, y la sonrisa que tenía se esfumó por unos segundos—. Cierto... Tengo algo para ti.
—¿Algo para mí?
Chifuyu tomó con ambas manos la bolsa que colgaba del manubrio de su motocicleta para luego comenzar a buscar algo dentro de ella; segundos más tarde sacó una caja de regalo y me la extendió con delicadeza.
—Espero que te guste —dijo con un tono de voz nervioso—. La verdad no sabía que regalarte, pero cuando he visto esto no pude evitar pensar en que te gustaría. Además, la mujer de la tienda dijo que esto sin duda alguna le gustaría a mi hermana.
La confusión y la sorpresa no tardaron en reflejarse en mi rostro al oírlo.
—¿Cómo has dicho?
Chifuyu iba a repetirme sus palabras, pero al percatarse de lo que ha dicho se ha vuelto inquieto y debido a ello terminó por soltar la caja de regalo. La caja cayó al pavimento y un ligero sonido de algo rompiéndose llegó a mis oídos.
—Yo... Yo... —decía Chifuyu totalmente nervioso, sin saber cómo explicarse.
En ese instante pensaba preguntarle algo, pero el sonido de la voz de Mikey llamándome ocasionaron que no lo hiciera, por lo que solté un suspiro y me acerqué a tomar la caja de regalo que Chifuyu había dejado caer para luego decir:
—Gracias por el regalo, Chifuyu.
Comencé a alejarme del chico para así acercarme hasta donde Mikey se encontraba esperándome para llevarme de regreso a casa. Una vez allí, Mikey me colocó su casco, luego me ayudó a subir a su motocicleta y finalmente, él se subió para dar marcha. Mientras íbamos avanzando me quedé pensando sobre lo que había dicho Chifuyu. El chico sabía que éramos hermanos y me preguntaba cómo se había enterado. ¿Acaso su madre le había dicho algo? Pero, aunque así fuera, su madre no sabía cómo soy porque ni siquiera pudo reconocerme al estar frente a ella. Tampoco era posible que me reconociera por el apellido, ya que había muchas otras personas que también lo poseían porque era un apellido común, por lo que no creía que solamente por ello lo supiera.
—Mikey —mencioné su nombre, mientras aferraba mis manos a su ropa—. ¿Le has dicho a alguien quién verdaderamente soy?
—¿Por qué la pregunta?
—Es que Chifuyu... —mencioné, pero callé mis palabras por un segundo—. Nada. Olvídalo.
Mikey no dijo nada. El chico continuó conduciendo hasta que doblamos en una esquina y se ha detenido cerca del parque que quedaba cerca de mi casa.
—¿Qué sucedió con Chifuyu? —preguntó, mientras se bajaba de su motocicleta y me miraba fijamente—. ¿Te ha dicho algo?
Su pregunta me causó una duda, por lo que no tardé en bajar de su motocicleta y quitarme el casco.
—Mikey. ¿Tú sabías que Chifuyu y yo tenemos un parentesco?
—Lo sabía.
—¿Cómo lo has sabido? —pregunté confusa—. ¿Chifuyu te lo ha dicho?
—Realmente quería que él estuviera despierto para cuando esto sucediera —dijo, adentrándose en el parque para así subirse a las barras donde siempre jugábamos cuando niños—. Ha sido Baji quien me contó acerca de que ustedes son hermanos. Un día Chifuyu encontró una antigua fotografía entre las cosas de su madre y Baji al verla pudo reconocer a tu padre, por lo que inmediatamente intuyó que ustedes son hermanos.
—Pero ¿Cómo pudo Baji reconocerme? Digo, estoy actuando como un chico. Y no creo que Chifuyu y yo nos parezcamos.
—Aunque no lo creas, Chifuyu y tú si tienen un parecido —respondió mirándome momentáneamente para luego dirigir su mirada hacia el cielo estrellado que se encontraba sobre nosotros—. En nuestro primer enfrentamiento Baji te vio y escuchó el apellido que estás utilizando, así que le entró la duda de si tú eras la misma persona a la cual él tanto ha estado buscando. Primeramente, vino hasta a mí para preguntarme si su suposición era cierta o no, pero como no le di una respuesta clara, él decidió averiguar por su cuenta y terminó uniéndose a Valhalla —suspiró—. Tal vez si hubiera sido claro desde el principio, él no hubiera terminado de aquella forma.
Sentí una gran opresión en mi pecho cuando he visto nuevamente en Mikey aquella soledad reflejada en su rostro.
—Mikey...
Susurré su nombre con suavidad, me acerqué a él cuando se ha bajado de las barras y acerqué lentamente mi mano derecha a su rostro para así finalmente posarla suavemente en su mejilla.
—Lo que ha sucedido con Baji no es culpa tuya. Así que por favor no te sientas culpable —mencioné con suavidad—. Estoy segura de que a él no le gustaría verte de esta forma.
Mikey me miró fijamente por unos segundos, pero luego cerró sus ojos y formó una diminuta sonrisa mientras posaba su mano sobre la mía.
—Gracias.
Una agradable e inquietante emoción se plantaba en mi pecho cuando lo he visto. Incluso me habían dado ganas de quedarme más tiempo junto a él, pero desafortunadamente nuestro tiempo juntos debía de terminar debido a que yo debía de regresar a casa antes de que esa persona regresara y se diera cuenta de que no me encontraba allí.
—Me gustaría quedarme un poco más, pero se está haciendo demasiado tarde —dije con un tono de voz algo decepcionante—. Gracias por llevarme a la fiesta de Navidad. Me he divertido.
—Me alegro. Yo también me he divertido.
Mikey cortó la pequeña cercanía que manteníamos para así comenzar a acercarse a su motocicleta y en el momento en que tomó su casco he vuelto a notar aquella soledad en su rostro.
—Mikey... Cada fin de año se celebra un festival donde la gente va a rezar y a divertirse. Normalmente, voy solo a rezar y luego me regreso a casa, pero quisiera que esta vez fuera diferente —hablé con tal rapidez que dudaba de que él me estuviera entendiendo—. Lo que quiero decir, es que me gustaría ir contigo.
Un silencio se formó entre nosotros y eso me hizo sentir bastante inquieta.
—Me gustaría —respondió con tranquilidad, haciendo que la inquietud en mi pecho se esfumara en segundos.
—Te enviaré un mensaje para ver la hora en la que nos encontraremos.
—Estaré esperando por ello.
Nuevamente, volví a sentir una agradable sensación cuando una pequeña sonrisa se formaba en el rostro de Mikey, pero esa sensación fue remplazada por completo cuando lo he visto alejarse en su motocicleta y ahora mismo sentía una pequeña soledad debido a que caí en la realidad de que debía regresar al lugar del que tanto quería escapar.
Cuando llegué a casa me encontré con las luces apagadas. Sentí una gran sensación de alivio al ver que mi padre y mi hermanastro todavía no habían regresado, ya que así ninguno me preguntaría la razón por la cual estaba llegando a estas horas y mi padre no me quitaría los regalos que estaba intentando ocultar torpemente entre mi ropa.
Sin esperar un solo segundo, subí rápidamente a mi habitación para así ver con mucha tranquilidad los regalos que me habían entregado; Primeramente, tomé el regalo que Emma me había entregado, donde al abrirlo me encontré con una bufanda junto con unos guantes que traían una pequeña nota que decía: "Para que mi encantador amigo no se enferme en estos días de frío". Sonreí al leer aquella nota.
Luego tomé el regalo que Chifuyu me había dado, donde al abrirlo me encontré con una taza en forma de gato, algo destrozada debido a que él lo dejó caer por accidente cuando me ha llamado hermana. Una incómoda sensación se plantó en mi pecho cuando recordé la expresión agobiante que había puesto al chico ante su equivocación, por lo que rápidamente dejé el regalo a un lado y tomé la pequeña cajita que Mikey me había dado.
Al abrir el regalo de Manjiro me encontré con un llavero, donde al tomarlo y verlo más detalladamente me hizo obtener un pequeño recuerdo. Un sentimiento de nostalgia, pero a la vez de felicidad se ha plantado en mi pecho al recordar cómo Mikey me decía ilusionadamente que algún día tendría el dinero suficiente para comprarme algo bonito que me hiciera feliz.
Llevé el llavero hacia mi pecho y sonreí con dulzura antes de regresarlo a su lugar para así ocultarlo en un lugar donde mi padre no lo viera, ya que no quería arriesgarme a que me lo quitara y lo destruyera como lo hacía con todo lo que no le pareciera adecuado para un "chico".
—Gracias, Manjiro —susurré mientras cerraba la puerta de mi armario y me acercaba a mi cama para así poder dormir con un poco de tranquilidad.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top