──── 004.
Cuando llegué a la guarida de Valhalla me encontré con Hanma, quien no dejaba de mirarme fijamente.
—Lo sé. He tardado —dije mientras me le acercaba—. ¿Qué era aquello que querías mencionarme?
—Tenía pensado presentarte a alguien, pero por ahora no será así —dijo sin dejar de mirarme—. ¿Qué sucedió contigo?
—Recibí una paliza.
—Eso puedo verlo —decía sacando un cigarrillo—, pero ¿Quién te ha dado esa paliza?
—No lo sé —mentí—. Estaba demasiado oscuro para saberlo.
—Ya veo —Hanma se me acercó y me entregó su cigarrillo para luego mirar detrás de mí—. El 31 de octubre nos enfrentaremos a la Toman... Ese día si las cosas se vuelven una mierda, saldrás de ahí inmediatamente, ¿Entendido?
—Sí... —dije algo inquieta—. ¿Qué estás tramando?
—Ya lo sabrás —dijo sonriendo de una manera que sabía exactamente que algo malo sucedería, pero como siempre preferí no tomarle demasiada atención porque no quería involucrarme directamente.
—Si no necesitas nada de mí me iré.
—De hecho, si necesito algo —dijo tranquilamente—. Vigila a Baji por mí. No le creo sus palabras.
—Está bien —asentí—. De todos modos, yo tampoco creo en que traicionó a la Toman.
Hanma sonrió de manera orgullosa para luego alejarse de mí y ante ello comencé a salir de la guarida de Valhalla, pero no sin antes apagar el cigarrillo que mi compañero me había entregado y así tirarlo en un basurero cercano.
Como todavía no podía volver a casa empecé a deambular por los alrededores esperando a que se hiciera de noche para así poder regresar tranquilamente a casa y poder descansar de mis heridas, las cuales ahora no dolían demasiado gracias a la ayuda que me brindó Emma.
Mientras deambulaba por el lugar he podido ver no muy lejos de mí a Baji junto a dos personas donde al verlas pude reconocer de inmediato que se trataban de unos integrantes de la Toman. Ellos conversaron un momento, pero luego se alejaron por completo y cuando Baji se dio media vuelta se percató de mi presencia por lo que no tardó en acercarse.
—No estaba haciendo nada.
—No dije nada.
—De todos modos, quería aclararlo —dijo tranquilamente sin dejar de mirarme y aquello comenzaba a incomodarme—. ¿Qué sucedió contigo?
—Eso no importa.
Un silencio se formó entre nosotros y como ambos no teníamos ningún tipo de relación había querido irme, pero como debía de vigilarlo me quedé ahí parada frente a él.
—Si alguien te molesta puedes contar conmigo para darle una paliza.
—Muy amable de tu parte —dije apartando mi mirada de la suya debido a la incomodidad que sentía al tener su mirada en mí y en eso sentí como tocaban mi cabeza por lo que me alteré a tal punto que le di un golpe que él bloqueó rápidamente.
—No era mi intención asustarte.
—No vuelvas a tocarme con tanta confianza —dije seriamente—. ¿Tengo que recordarte que no tenemos ningún tipo de relación?
—Error mío —dijo alzando sus manos y sonriendo.
Aquel gesto que parecía tan normal por alguna razón se me hacía conocido, pero antes de que pudiera pensar sobre ello he escuchado el rugido de mi estómago.
—¿Tienes algo que hacer ahora mismo?
—No...
—¿Por qué no vamos por algo de comer? —preguntó a lo cual lo quedé mirando fijamente—. Como ahora somos compañeros, será como un método para llevarnos bien.
Seguí mirándolo fijamente y al no ver algún rastro de falsedad en su expresión pensé que sería una buena idea aceptar su propuesta.
—Solo si tú pagas.
—Si no te importa comer Peyoung Yakisoba.
—No hay problema mientras sea comestible.
Baji volvió a formar una sonrisa algo que llamó mi atención, ya que desde que lo conocí no ha dejado de sonreírme a pesar de que anteriormente intenté algo en contra de su antiguo líder. Tal vez él si estaba traicionándolos como mencionó abiertamente en la prueba de lealtad ante los miembros de Valhalla.
Seguí a Baji por un rato hasta que se detuvo en una tienda donde compró el Yakisoba que mencionó anteriormente. Los dos nos dirigimos a un pequeño santuario que parecía abandonado y al verlo he sentido como si ya hubiera estado en este lugar.
—Este lugar casi nadie lo conoce por lo que podemos comer tranquilamente —mencionó mientras se sentaba a disfrutar de su platillo.
Ambos comenzamos a comer en silencio y al encontrarme cerca de él podía ver claramente la expresión de felicidad que realizaba al comer su comida.
—¿Es tu favorito? —pregunté captando su atención.
—Lo es —dijo felizmente sin dejar de comer—. Usualmente comía este platillo cada día, pero Chifuyu me ha dicho que debería de intercalar mis comidas o me haría mal.
—Esa persona llamada "Chifuyu" tiene mucha razón —dije con tranquilidad—. No es bueno comer lo mismo todos los días. Además, si comieras siempre tu comida preferida podría llegar a cansarte por lo que mejor sería disfrutarla de vez en cuando.
—Ustedes dos tienen una mentalidad casi igual —decía sin dejar de mirarme—, y digo casi igual, porque estoy seguro de que tú eres más inteligente que él.
—Si Chifuyu te escuchara en este momento estoy seguro de que estaría enfadado.
—Por ahora estamos alejados, así que no creo que llegara a enterarse.
Baji mencionó aquello con una sonrisa, pero podía ver claramente en su rostro una tristeza; la misma que vi cuando él estaba golpeando al chico segundo al mando de la primera división de la Toman.
Decidí que lo mejor era no continuar con el tema por lo que no volví a hablar y continué comiendo el Yakisoba, aunque, lo dejé por la mitad porque ya se me había quitado el hambre y aquello captó la atención de mi acompañante quien no tardó en mirar mi platillo con emoción.
—¿Quieres? —pregunté un tanto incómoda mientras le extendía la mitad de mi platillo. Él no tardó en sostenerlo y agradecerme por estar dándole la mitad de mi comida.
—Realmente se parecen —mencionó en voz baja, pero aun así logre oírlo; sin embargo, antes de que pudiera mencionarle a que se estaba refiriendo ha recibido una llamada.
Baji no tardó en contestar. Entonces, a través de la línea se escuchó fuertemente la voz de una mujer que parecía enfadada y por lo que oí (gracias a su gran tono de voz) le estaba exigiendo al chico que regresara inmediatamente a casa.
El chico cortó la comunicación unos minutos después. Suspiró para luego mirarme con aquella sonrisa que siempre me dedicaba.
—Los hermanos menores son a veces exigentes, ¿no crees?
—No lo sé —dije tranquilamente mientras me levantaba del lugar donde me encontraba sentada—. Yo no tengo hermanos, así que, no sabría responder a ello.
—¿Te gustaría tener uno?
En ese instante el rostro de mi padre se me vino a la mente y con ello todas las golpizas que me daba por el simple hecho de nacer mujer.
—No —dije firmemente.
Realmente no me gustaría tener un hermano y que pudiera sufrir lo mismo que yo estaba sintiendo en un momento como este.
—Entiendo —dijo tranquilamente, pero aun así logré detectar un poco de decepción en aquella palabra.
—Será mejor que te apresures a volver a casa —mencioné—. Yo también volveré a la mía.
—Sí. Será lo mejor —asintió para luego extenderme su mano—. No me había presentado formalmente ante ti... Soy Keisuke Baji.
—Ya sabía tu nombre, pero agradezco tu presentación —suspiré mientras sostenía su mano—. Soy Matsuno... Solo Matsuno.
—¿No me dirás tu nombre?
—Nadie lo sabe y también no es importante por lo que no veo razón para mencionarlo.
—Es algo injusto que sepas mi nombre y yo no el tuyo.
—Puedo mencionártelo si logras darme un golpe.
—No te golpearé.
—¿Por qué?
Baji se mantuvo callado, pero luego sonrió ampliamente y dijo:
—Tengo una razón, pero eso es algo que no te diré.
Confundida lo miré, y entonces él comenzó a alejarse mientras me mencionaba un suave "adiós".
Miré a Baji irse y mientras veía su espalda alejarse, he tenido un pequeño recuerdo de alguien en este mismo lugar acariciando mi cabeza cuando era una niña pequeña.
¿Quién era esa persona? No lo sabía con claridad porque su rostro no logré recordarlo y si no lograba recordarlo pensé que no sería importante por lo que no le tomé demasiada importancia.
N.A: No salió Mikey, pero necesitaba escribir este capítulo dedicado al hermoso de Baji... (cry).
En el siguiente aparecerá Mikey y también se revelará algo tal vez importante (Será publicado en la tarde/noche).
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