──── 003.
Normalmente cuando Hanma me llamaba salía rápidamente de casa para ir a su encuentro, sin embargo, esta vez fue distinto.
Mi cuerpo se sentía demasiado cansado al esforzarme en mantener el dolor de los golpes que me había propinado mi padre la noche anterior. Lo único que quería era quedarme en casa y recuperarme, pero eso era algo que no podía hacer y se debía a que si mi padre se enteraba de que me quedé tanto tiempo en casa se enfadaría porque según él las personas que se quedaban en casa eran unos débiles y vagos por lo que él no había criado a un hijo así.
Me había acostumbrado a sus golpizas que ya no sentía tanto dolor, pero si recibía otra golpiza en mi estado actual mi cuerpo no lo resistiría y por ello no me quedó de otra que salir de casa. Cuando salí de casa pude ver a la señora que siempre se encargaba de avisar a mi padre de sí me vio salir o si yo hacía algo que no debía. Ella me sonrió y su sonrisa me causaba repulsión debido a que ella sabía lo que mi padre hacía, pero le daba exactamente igual lo que me sucediera. Gracias a esa mujer he ganado unas cuantas palizas.
Comencé a caminar hacia la guarida de Valhalla a un paso lento. No quería apresurarme porque mis heridas dolían al caminar, así que me tomaría mi tiempo en llegar. Caminé lentamente evitando por completo las miradas de las personas que caminaban alrededor, ya que no quería ver sus expresiones de repulsión hacia mi persona. Tal vez aquello fue una mala idea, porque si no hubiera evitado el contacto visual no hubiera chocado luego con una persona que hizo que un líquido cayera sobre mi ropa. Pensé ignorarlo y continuar con mi camino, pero esa persona me detuvo y al mirarle pude percatarme que aquella persona era Emma.
—Lo siento mucho.
Emma se disculpó mientras de su pequeño bolso sacaba un pañuelo para así intentar secar aquel contenido que cayó sobre mí, un batido de lo que sería de fresa. La vi desesperada en intentar arreglar aquel error, un error que ella no cometió porque fue totalmente mi culpa al no estar prestando atención.
—Está bien. Déjalo así —dije calmadamente, pero con algo de dolor debido a que tenía el labio partido y me dolía al hablar.
Ella me miró y pensé que aceptaría el hecho que lo dejara así, pero repentinamente me tomó de la mano para así comenzar a arrastrarme por el lugar y no sabía si fue porque todavía me sentía atontada por la golpiza de mi padre u otra cosa, pero me dejé llevar sin siquiera protestar. Con Emma caminamos un rato hasta llegar a una casa donde me hizo ingresar a una habitación y por lo que veía a mi alrededor podía saber que se trataba de la habitación de Emma. Ver su habitación me hizo sonreír, pero también sentir envidia porque ella tenía aquello que yo tanto estaba deseando.
Me quedé mirando su habitación y en eso logré ver una fotografía que llamó mi atención. En aquella foto aparecía Emma junto a cuatro personas y al ver al chico alto de cabello negro se me hacía por alguna razón conocido, pero no lograba recordar muy bien.
—He traído un cambio de ropa —oí la voz de Emma. Ella había ingresado a su habitación con un cambio de ropa que dejó sobre su cama—. No sé si te quedará bien. He tomado lo más pequeño que tiene mi hermano.
—No era necesario —dije mirándola fijamente—. Podías dejarlo así.
—No podía simplemente dejarlo así —dijo soltando un suspiro para luego mirarme con una sonrisa—. Estaré esperando aquí afuera.
Emma abandonó un momento su cuarto mientras que yo me quedé un momento pensando en cómo ella podía ser así tan confiada. Eso me preocupó porque aquello puede traerle problemas con otras personas que tuvieran malas intenciones.
Suspiré para luego comenzar a cambiarme con la ropa que la chica me había traído. Aquella ropa que se veía completamente limpia tenía una pequeña fragancia que por alguna razón me hacía sentirme relajada.
—¿Ya está? —oí la voz de Emma detrás de la puerta.
—Sí.
—Voy a entrar —dijo con tranquilidad mientras ingresaba a su cuarto y en eso logré ver que traía consigo un kit de emergencia—. Traje esto para curar tus heridas.
Ella se acercó nuevamente a la cama donde me encontraba sentada para luego agacharse a mi altura y comenzar a curar aquellas heridas que tenía en mi rostro, ya que las demás las tenía oculta por la ropa que traía puesta que me quedaba un poco ancha.
—No era necesario que hicieras todo esto —dije cuando ella terminó de curar mi rostro—. Ni siquiera me conoces.
—Claro que nos conocemos —dijo tranquilamente a lo cual la miré confundida—. ¿Olvidaste ese día en la tienda? Ahí nos conocimos.
—Ah... Es cierto...
El recordar como su regalo fue completamente destruido me hacía sentir mal.
—Ya he curado tus heridas. Si lo deseas puedes descansar un momento.
—No es necesario —dije mientras me levantaba—. Ya has hecho mucho por mí a pesar de que no era necesario.
—Claro que lo era.
—Emma. Eres alguien muy amable, pero deberías de tener cuidado —dije mirándola fijamente—. No siempre las personas tienen buenas intenciones.
—Eso lo sé —dijo mirándome con una sonrisa—. Por eso no hago esto con cualquier persona.
—¿Qué quieres decir? —pregunté confusa.
—Hago este tipo de cosas solo por mi hermano y sus amigos.
—Pero yo no soy nada de ellos. Ni siquiera los conozco —dije sin dejar de mirarla—. ¿Por qué me ayudarías?
Emma se me quedó mirando e iba a mencionarme algo, pero en ese mismo instante la puerta de su habitación fue golpeada y una voz masculina se escuchó detrás de ello.
—¡Ah! ¡Espera...!
Repentinamente ella se acercó a la puerta como un intento de evitar que la persona detrás de ella ingresara, pero su acción fue demasiado tardada porque la persona ya había ingresado y al verla me quedé completamente inmóvil.
Se trataba de Mikey y Draken, los grandes de la Toman.
—¿Por qué está él aquí? —preguntó Draken mirándome fijamente—. ¿Y por qué está usando la ropa de Mikey?
Cuando mencionó aquello me quedé pasmada al saber que Emma era la hermana del líder de la Toman.
—Le queda ancha —dijo Mikey mirándome y su mirada comenzaba a incomodarme—. ¿Todo bien?
—Le lancé un batido en su ropa y lo he traído para que se cambiara. También aproveché de curar algunas de sus heridas... —explicaba Emma, quien en un momento adaptó una posición de seriedad—. No lo habrán golpeado ustedes, ¿no?
—Yo no lo golpearía —dijo Mikey mientras soltaba un bostezo.
—No lo toqué —dijo Draken ante la mirada seria de Emma para luego mirar a su compañero—. Eh, no te duermas Mikey que tenemos que ir con los demás.
—Yo ya debo irme —dije rápidamente mientras tomaba mis cosas—. Gracias por todo, Emma. Ha sido muy amable de tu parte.
—No hay problema —dijo con una sonrisa—. Espero que nos veamos otro día.
—Eh... Sí... —dije algo incómoda ante las miradas de los líderes de la Toman—. Adiós...
Cuando pasé por un lado de Mikey he sentido aquella fragancia que me hacía relajarme, pero decidí no prestarle demasiada atención y abandoné la casa con rapidez.
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