──── 002.
Apoyé mi cuerpo en la pared mientras veía como Baji, ex miembro de Toman, se encontraba golpeando fuertemente el rostro del segundo al mando del primer escuadrón de la Toman como una prueba de lealtad.
—¿Qué dices? —preguntó Baji mirando en nuestra dirección—. ¿Lo apruebas, Hanma – kun? ¿Apruebas mi entrada a Valhalla?
—¡Kazutora! —exclamó Hanma—. ¿Está todo listo?
—Sí. Este chico es —respondió Kazutora mientras miraba a su acompañante—. Hanagaki Takemichi, el nuevo miembro de Toman.
Noté que el rostro de Takemichi se tensaba e imaginaba que era porque pensó que le sucedería lo mismo que al chico del primer escuadrón. Hanma lo miró con una sonrisa siniestra para luego tocar mi hombro y así avisara a lo siguiente que haríamos.
—¡Vamos a empezar con el "testimonio del testigo"! —exclamé fuertemente a lo cual Takemichi me miró fijamente—. ¡Miembro fundador de Toman y el líder del primer escuadrón! ¡Baji Keisuke! ¡Di "me gustaría dejar Toman y unirme a Valhalla"!
En ese instante unos murmullos de los miembros de Valhalla comenzaron a escucharse ante lo que habían oído. Algunos se preguntaban si esto era una buena idea, mientras que otros mencionaban que era lo mejor para Valhalla.
—El reclutamiento de Baji nos dará un gran impulso en nuestro poder de aplastar a la Toman, pero antes de eso, tengo una duda —mencionó Hanma para luego mirar a Baji—. Él podría ser un espía de Toman. Es por eso por lo que le pedí a Kazutora que nos trajera un testigo.
—Hanagaki Takemichi —le llamé captando por completo su atención—. ¿Podrías decirnos que fue lo que dijo Baji en la reunión de Toman?
—"Me voy a Valhalla". "Toman es mi enemigo" —respondió sinceramente—. Eso es lo que dijo.
—Kazutora, ¿Qué opinas? —preguntó Hanma.
—Con la prueba de lealtad y el testimonio del testigo... Yo digo que está bien, ¿no creen? —dijo tranquilamente mientras nos miraba—. Baji puede ser una gran ventaja. Él conoce todos los pros y contras de Toman del tiempo en que yo estaba en el reformatorio y ya no está más con ellos. Incluso si Baji es un espía, vale la pena dejar que esté en Valhalla.
Las cosas se pusieron algo tensas cuando Kazutora mencionó que quería matar a Mikey por lo que desde ahí preferí mantenerme al margen de la situación, así que comencé a alejarme con la excusa de que quería tomar aire fresco y como yo era parte de la capitanía de Valhalla, nadie se opuso.
Caminé por un rato y al estar tan concentrada sobre lo que quería hacer cuando cumpliera la mayoría de edad, no me percaté de que me alejé demasiado de la guarida de Valhalla. Seguí caminando hasta que me topé con una tienda que vendía unos bonitos accesorios e incluso maquillaje. Me quedé mirando fuera de la tienda y me imaginé como me vería con eso en mí, pero al ver reflejado mi rostro en la vitrina me decepcioné demasiado, ya que pensé que con un aspecto como el mío nunca se me vería bien.
—Oh... —oí una voz femenina y al mirar hacia allí me encontré con la mirada de una chica de cabellera larga y rubia. La forma como andaba vestida esa chica me hizo tenerle un poco de envidia, ya que se veía muy hermosa.
Retrocedí un paso con la intención de irme, pero me detuve cuando le oí mencionar si aquello me gustaba.
—Eh... Sí... —respondí algo intranquila y al ver una sonrisa en su rostro pensé que estaría burlándose. Sin embargo, esa sonrisa no era de burla, sino de amabilidad.
—Esto quedaría muy bien en ti —mencionó mientras se me acercaba y colocaba unas hebillas en la parte de mi flequillo—. Tienes unos bonitos ojos. No deberías ocultarlos.
No sabía cómo sentirme ante su repentina amabilidad, ya que nadie me había tratado de esa forma. Las personas que se me acercaban simplemente querían pelear conmigo.
—Ya debo irme —dije algo intranquila mientras me quitaba las hebillas del cabello para regresárselas—. Son muy bonitas, pero no puedo usarlas.
—¿Por qué?
—Porque soy un chico.
Ella se me quedó mirando fijamente por unos segundos y luego decir:
—¿Acaso los chicos tienen prohibido usar lo que les gusta?
—Eh...
—Yo no veo el problema en que lo uses —dijo formando una sonrisa.
—Aun así... Esto no es mío, así que debo de regresarlo.
—No es necesario. Te los regalo.
—¿Eh?
—Se ven muy bien en ti —dijo formando una sonrisa mientras volvía a colocarme las hebillas en el cabello—. Por cierto. Mi nombre es Emma.
—Gracias —agradecí mientras realizaba una pequeña reverencia y dudaba sobre mencionarle mi nombre—. Soy Matsuno... ¡Ah! Ya debo de irme.
—Espero que nos volvamos a ver, Matsuno - kun.
Me despedí de Emma para así dirigirme de regreso a la guarida de Valhalla, pero cuando estaba por llegar recibí un mensaje de Hanma donde me indicaba que mañana me daría las indicaciones para la pelea que tendremos contra la Tokyo Manji por lo que no era necesario que regresara.
Como ya no tenía nada que hacer decidí regresar a casa y así prepararme mentalmente para la pelea. Caminé unos cuantos minutos hasta que llegué a mi hogar donde pude percatarme de que mi padre ya se encontraba en casa por lo que rápidamente me quité las hebillas del cabello y las oculté en mi bolsillo derecho.
—Estoy en casa —indiqué mientras me quitaba los zapatos.
—Bienvenido, hijo —oí su voz desde el comedor—. ¿Tienes algún cigarrillo?
—Ah, sí —dije mientras caminaba hacia él y buscaba el cigarrillo—. Aquí tienes.
Mi padre quitó la vista de su periódico para tomar el cigarrillo, pero antes de quitármelo por completo se quedó mirando algo fijamente en el suelo por lo que al dirigir mi mirada hacia dicho lugar sentí como mi corazón se aceleraba.
Una de las hebillas que me había regalado Emma se había caído frente a él.
—¿Qué es eso?
—Papá... Puedo explicar...
No obtuve la oportunidad de hablar, ya que un puñetazo se plantó en mi rostro por lo que terminé cayendo al suelo y golpeándome fuertemente contra la mesa del lugar, ocasionando que lo que tenía oculto en mis bolsillos salieran a la luz.
—¡¿Cuántas veces debo decirte que esto no es para hombres?! —exclamó enfurecido mientras aplastaba el regalo de Emma—. ¡¿Acaso nunca vas a comprenderlo?!
En ese instante una patada llegó a mi estómago cuando intenté tomar de regreso el regalo de la chica por lo que terminé escupiendo mucha saliva. Sabía que una cosa así desataría su ira, pero aun así acepté el regalo de Emma porque ella había sido muy amable en dármelo.
Realmente no me dolía para nada los golpes que estaba recibiendo en este momento, pero si me dolía el hecho de que no pude proteger el regalo de Emma.
—Ah... —musité cuando las últimas golpizas de mi padre terminaron.
En ese instante, mientras me encontraba en el suelo cubierta de heridas y sangre, el rostro de Mikey cruzó por mi cabeza y no comprendía muy bien la razón.
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