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Mi padre siempre había querido tener un varón para que siguiera con el negocio familiar y por ello estaba demasiado emocionado cuando su primera mujer estaba por dar a luz. Sin embargo, cuando le mencionaron que nació una niña se quedó completamente decepcionado.

Desde ese día comenzó el infierno para la persona que sería mi madre, la cual no soportó sus tratos y lo abandonó cuando yo apenas cumplía 1 año.

El abandono de su mujer y la decepción de no poder volver a tener un hijo debido a los problemas que presentó su cuerpo, lo llevaron a la locura, por lo que desde entonces me empezó a tratar como un varón. En ese momento no le tomaba demasiada importancia, ya que me trataba de una manera amable y me daba absolutamente todo lo que quería si se encontraba feliz. No obstante, el día en que quise vestirme de una manera femenina como las demás niñas, él me golpeó diciendo que los chicos no deberían de vestir de esa forma.

Desde entonces supe que las cosas no serían igual.

Quemó las ropas que me había comprado con el dinero que me tomó tiempo ahorrar y cortó mi cabello que comenzaba a crecer e incluso me obligó a ocultar mis pechos con una venda para que así nadie dudara de que yo era un varón. Como no quería ser golpeada empecé a actuar como él tanto deseaba por lo que poco a poco dejé de actuar de manera femenina y empecé a meterme en peleas donde siempre ganaba debido a la gran resistencia y fuerza que había adquirido con arduo entrenamiento, aunque, eso fue hasta que perdí con una sola persona que me sugirió a unirme a su pandilla donde me aseguraba que yo era perfectamente apta para estar con ellos por la gran resistencia y fuerza que tenía.

Odiaba por completo esta vida que se me había impuesto mi padre, pero mientras viviera con él no podría hacer nada. Así que, hasta que no cumpliera la mayoría de edad no podría actuar como yo quisiera.

—Ah... Lluvia —mencioné mientras sentía las gotas de lluvia caer poco a poco sobre mi cabeza.

Hoy se celebraba un festival por lo que había ido un rato a divertirme, pero lo abandoné cuando no pude soportar ver a las chicas vistiendo sus hermosos kimonos. Realmente me gustaría vestir uno, pero con el aspecto que tenía en este momento no se me vería para nada bien.

—Finalmente apareciste —oí la voz de Hanma. Él se encontraba fumando un cigarrillo mientras estaba siendo cubierto por un paraguas que sostenía un miembro de Moebius—. ¿Pensabas perderte la diversión?

—¿Diversión? —pregunté mientras veía como él me extendía uno de sus cigarrillos. No me gustaba el olor de esa cosa, pero ante él no podía negarme por lo que lo sostuve y Hanma lo encendió por mí a lo cual el miembro de Moebius se acercó un poco para refugiarme con su paraguas—. ¿Qué estás tramando?

—Ahora mismo la Toman y Moebius están enfrentándose en ese estacionamiento —informó mientras señalaba en dirección al estacionamiento—. Hay un trabajo que quiero que hagas.

—¿Qué quieres que haga? —pregunté llevando el cigarrillo a mis labios—. Ya sabes el trato que tenemos ¿no?

—Tranquilo. Eso ya está resuelto —dijo formando una sonrisa siniestra—. Solo deberás entretener al famoso Mikey.

Había oído mucho del chico llamado Mikey. Un chico al cual era imposible de vencer por su grandiosa fuerza.

—¿Por qué yo?

—Siempre eres muy preguntón —suspiró—. Tienes buenos reflejos y una buena fuerza. Solo quiero ver que tan bueno es ese "grandioso Mikey".

—Está bien.

Hanma sonrió con arrogancia para luego lanzar el cigarrillo al suelo y comenzar a caminar en dirección al estacionamiento donde se encontraba la Toman y Moebius enfrentándose. Comencé a seguirlo cuando pisé el cigarrillo que él lanzó y lo guardaba en mi bolsillo para luego tirarlo en un basurero.

Cuando llegué junto a Hanma al lugar, pude ver al famoso Mikey intentando convencer a uno de los suyos de que le dijera quien lo obligó a actuar de tal forma contra ellos.

—Que aburrido —mencionó Hanma atrayendo la atención de los demás.

—¿Y tú quién eres? —preguntó Mikey.

—No importa quién soy, pero, por el momento estoy a cargo de Moebius —dijo tranquilamente—. Mi nombre es Hanma.

—Así que tú eres el asqueroso rarito detrás de todo esto, ¿no?

—Eres un dolor en el trasero, Mikey – chan.

En ese instante Mikey lanzó una patada contra Hanma, pero antes de que le diera he interferido y la detuve sin problema a lo cual los demás se quedaron sorprendidos.

—¡¿Bloqueó la patada de Mikey?! —exclamó uno de Toman—. ¡¿Quién demonios es él?!

—No actúes tan apresurado, Mikey —dijo Hanma—. ¿Qué no ves que mi compañero no podrá seguirte el paso?

Mikey se me quedó mirando fijamente por un momento, pero luego comenzó a alejarse para así acercarse a sus compañeros.

—Una batalla real en el día del festival —mencionó el chico aun lado de Mikey, donde al ver su tatuaje de un dragón en la cabeza pude saber que se trataba de Draken—. En verdad me hace la sangre bombear.

Los gritos de Moebius y la Toman no se hicieron esperar cuando la batalla comenzó. Golpes iban y venían de un lado a otro por lo que estuve esquivando cada uno de ellos para así poder acercarme a Mikey.

Caminé unos cuantos pasos hasta que oí un fuerte grito. Un muchacho no muy alejado de mí estaba en el suelo mientras gritaba que Draken había sido apuñalado y ante aquello Mikey comenzó a abrirse paso entre los demás para poder llegar a ellos. Sin embargo, antes de que pudiera llegar lo detuve colocándome frente a él.

—Lo lamento por ti, pero no puedo permitir que vayas con él.

—¡Takemichi! —exclamó Mikey atrayendo la atención del chico que le mencionaba que Draken todavía continuaba con vida—. ¡Cuida de Ken – chin!

Empecé a lanzarles unos golpes a Mikey a lo cual él los esquivaba con rapidez. Pensé que me atacaría cuando detuvo uno de mis puñetazos, pero él simplemente me alejó y prosiguió defendiéndose por lo que me dejaba algo confundida.

¿Por qué no contraatacaba?

Mikey era alguien que no dudaría en golpear en situaciones como estas, pero conmigo no estaba haciendo absolutamente nada. Este chico al cual todos temían por su gran fuerza estaba evitando hasta tocarme por lo que eso me estaba haciendo dudar sobre si reconocía quien era yo en verdad.

Quería detener mis golpes y preguntarle directamente, pero Hanma se encontraba mirando muy atentamente cada movimiento que hacía por lo que no podía detenerme. Hanma Shuji había sido la única persona que me había vencido en una pelea, así que desde entonces me volví como su mano derecha donde debía de hacer cada cosa que él estimara divertido, claro, con la única condición de que no me ensuciaría las manos.

Con su fuerza y la mía éramos totalmente invencibles por lo que la mayoría evitaba completamente tener otro encuentro con nosotros por miedo a salir nuevamente malheridos o incluso hasta perder la vida. Realmente este tipo de situaciones no me gustaban para nada y quería solo evitarlas y vivir una vida tranquila, pero lamentablemente las cosas no son como uno quiere.

—Es suficiente —mencioné mientras detenía mi puño cerca del rostro de Mikey—. Es muy agotador que solamente yo esté atacando.

Mikey se me quedó mirando fijamente sin decir una palabra. Pensé en mencionarle algo, pero el repentino ruido de una motocicleta captó mi atención.

—Hanma – san, Matsuno – kun —nos llamó el tipo de la motocicleta—. Es hora.

—Entiendo —dijo Hanma mientras me indicaba que me acercara—. ¡Mikey! ¡Pronto vamos a formar la pandilla más ruda en todo Kanto! ¡Valhalla! Recuérdalo porque desde ahora la Toman no sabrá lo que es la paz.

Hanma se subió a la motocicleta para luego indicarme que subiera detrás de él. Entonces, cuando comenzó a conducir miré hacia atrás pudiendo notar que Mikey continuaba mirando en nuestra dirección. 

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