♡parte seis
La puerta resonó repetidas veces, Yoongi no se levantó a abrir hasta que terminó su cometido; dobló la carta en cuatro, dejándola acomodada en su buro de noche junto a una lámpara; guardó la pluma en su bolsillo, y recogió todas las cosas que había dejado sobre el colchón, regresándolas a la caja.
Finalmente, caminó hasta el armario, donde puso nuevamente aquel objeto blanco, y respiró profundo al cerrar el mueble.
—Ya voy...—dijo a un volumen alto, para de ese modo frenar los golpes en su puerta.
Caminó hasta dicho lugar, deteniéndose un momento para limpiar los rastros de lágrimas en su rostro, y respirar profundo antes de abrir.
—Papá, ¿estás bien?—habló Hoon cuando el mayor abrió. Todos los "invitados" venían con él—Mamá dijo que no tenías muchos ánimos, así que subimos a verte.
—S-sí... Estoy bien, sólo que tuve un pequeño bajón emocional... No es nada grave hijo.—explicó Yoongi, tratando de mostrar una sonrisa.
—¿Estás seguro papi?, parece que has estado llorando... No me gusta que llores...—añadió Soojin, sintiendo como sus ojos se cristalizaban; quizá estaba sentimental por el embarazo.
—Enserio corazón mío, no sucede nada malo, hace un rato... Ciertamente no me sentía bien, pero ya estoy mejor ahora que vinieron conmigo.—suspiró con pesar.
Sus hijos lo miraron por unos segundos, intentando adivinar si su padre decía la verdad, o si quizá había algo que no quería decirles.
Yoongi, por su parte, decidió internamente no contarles nada de su historia a su familia, pues era más que suficiente con que su esposa la supiera de memoria; no quería cambiar la vida de ninguno con su confesión, y prefería callar.
Que sus recuerdos hubieran regresado, no significaba que fuera correcto externarlos, pensó.
Así que guardó sus anteojos en su bolsillo, terminó de limpiar su rostro con las mangas de su ropa, y decidió bajar con su familia a la estancia.
Sus nietas ya le llamaban desde el piso de abajo, queriendo jugar con él mientras los demás cocinaban; no pensaba perderse esa visita, aunque por dentro, su corazón aún doliera.
Daban casi las 11 de la noche, el matrimonio se encontraba hablando en su recámara antes de dormir; todos se habían ido tarde, por lo que ahora se sentían bastante cansados.
Yoongi más que Sun.
—¿Escribiste la carta?—preguntó la mujer, llevando la ropa usada al cesto correspondiente.
—Sí... Fue difícil en realidad, no sabía por donde comenzar...—explicó el mayor, preparándose para acomodarse en su cama.
—Bueno, espero que te haya ayudado, y también espero que mañana ya no tengas esa cara amargada, ¿está bien?, supéralo...—lo miró con algo de seriedad. No quería sonar mala, pero eso era lo mejor.
—Claro... No te preocupes por eso.—respondió Yoongi desviando la mirada, diciendo aquello de forma vacía.
Ella no podía pedirle cosas así a esas alturas, pues realmente, jamás se había interesado en ayudarlo o al menos en dejarlo ir a terapia. Así que, ahora ya no le correspondía decírselo, o exigirle que superara todo de la noche a la mañana.
—Dormiré en el sofá, me duele mucho la espalda y el colchón lo va a empeorar...—suspiró pesado Sun, pasando sus manos por su espalda baja—Buenas noches.
—Está bien, buenas noches Sun.—contestó Min sin demasiado interés, ya estaba acostumbrado a dormir solo algunas veces.
Su esposa le dio una breve sonrisa forzada, se colocó un suéter delgado, y finalmente salió de la habitación; Yoongi respiró profundo, y se acomodó de mejor forma en su cama.
Tomó sus habituales pastillas para la migraña nocturna que lo aquejaba, y se cubrió hasta los hombros con sus cobijas.
Sin embargo, aunque se sentía cansado, después de un rato, aún no lograba conciliar el sueño, lo cual lo desesperó; no era común en él no poder dormir, menos cuando tomaba su medicamento o luego de un día agotador.
Aquel fue motivo suficiente para levantarse, ir hasta su baño, y buscar su "plan de emergencia" para esos casos: un pequeño frasco de pastillas para dormir.
Lo único malo, es que no recordaba cuantas debía tomar. La última vez había tomado dos, pero no le habían sido de mucha ayuda... ¿Ahora cuántas debían ser?, Yoongi no sabía.
Decidió tomar cuatro, quizá eso le serviría.
Regresó a su cama, con el frasco en mano, y con ganas de simplemente dormir; estaba cansado, y esa noche se sentía bastante decaído, gracias a todo lo que vió, leyó y escribió por la tarde. No se encontraba bien, y además, físicamente se sentía extraño.
Sin energías, con un ritmo cardíaco más lento de lo normal, y algo adormecido, como si las pastillas hubieran actuado de inmediato en su sistema.
Tal vez nada más habría sucedido, de no ser por su mala memoria del momento.
Olvidó que había tomado ya sus pastillas para dormir en dos ocasiones mientras seguía mirando a la nada, sintiéndose mal de todas las formas posibles; repitió su consumo de cuatro, dando un total de doce pastillas en su cuerpo en cuestión de minutos.
Sin saber en qué momento, Yoongi se recostó sobre las cobijas desordenadas, cerrando sus ojos de repente, y entrando un sueño demasiado profundo; no escuchaba nada, no sentía su cuerpo ni el dolor que ocasionalmente le provocaba la edad, y tampoco percibía su tristeza ya.
Quizá no estaba sólo durmiendo.
*Última consciencia de Yoongi*
Él se vió en un espacio tranquilo, sin ruidos ni colores fuertes, rodeado de luz, estando aparentemente solo.
Se sentía liviano, sin dolores ni cansancio, tal como cuando era joven; de hecho, lo era ahora. Su cabello negro había regresado, su piel dejó ir todas aquellas marcas de la edad, y ya no percibía la pesadez en su cuerpo. Era extraño, pero agradable a la vez.
Y justo cuando intentó pronunciar palabras para verificar si su voz adolescente había vuelto, alguien lo detuvo. Una mano se posó en su hombro, indicándole que debía darse la vuelta, y el silencio sólo se cortó cuando Yoongi miró a su acompañante.
Jimin estaba ahí, con sus facciones tan lindas como siempre, y una sonrisa creciendo en su rostro.
Se veía tan feliz y en paz, que en ese momento, Yoongi lo entendió después de tantos años: su novio sí había encontrado su alivio, aunque no hubiera sido la mejor manera de conseguirlo.
—¡Jimin!—su respiración se hizo rápida, y su sonrisa amenazaba con aparecer, más pura que nunca—¡Estás aquí, de verdad lo estás!
—Siempre me quedé contigo, y por fin puedes verme.—respondió el rubio con una voz dulce, que envolvió por completo al contrario.
De inmediato, el peli negro se abalanzó hacia él, dándole un fuerte abrazo, sintiendo su pecho explotar al sentir de nuevo sus detalles favoritos, aquellos que había extraño durante tantos años. La cintura que había soñado con abrazar.
La risa nerviosa que amaba escuchar en su oído.
El aroma primaveral que había deseado sentir impregnado en el ambiente una vez más.
Estaba ahí, y entendía porqué. Ningún sueño podría ser tan vívido... Más bien, era real.
Jimin quizá había bajado por su amado, cuando pensó que era un momento más adecuado.
Quizá la tristeza había consumido a Yoongi al final de todo.
Tal vez las pastillas en exceso le causaron el sueño eterno debido a su desgastado cuerpo.
O tal vez, la carta lo conectó con el lugar a donde pertenecía ahora. Él mismo lo escribió, y probablemente, se volvió realidad como un deseo mágico.
De cualquier modo, al chico no le importaba tanto la razón de su muerte, al menos no ahora que se había reunido con el amor de su vida.
¿Y quién sabe?, quizás sus amigos Jungkook y Taehyung también lo habían esperado ansiosos allí.
❛❛ Y al final... Los cuatro corazones rotos en el pasado, lograron juntar sus piezas, y reencontrarse una vez más. ❜❜
Se acabó muy rápido, pero esque sólo eran pequeños capítulos para cerrar con broche de oro la historia completa.
Espero les haya gustado, agradezco inmensamente el apoyo dado a Heather, Hold on y Hearts break, realmente no creí que llegarían a tanto.
Los amo, espero finalizar más libros pronto 💗
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