♡parte dos
Al final, aquella historia de amor juvenil no logró prosperar, pues la tragedia llegó a sus cortas vidas, dándoles un giro sin retorno.
Yoongi perdió a Jimin, y a su familia no le importó en lo más mínimo. ¿Lo que pasó?, los Min volvieron a reunirse con los Jung, acordando un nuevo noviazgo con su hija, ésta vez, sin cambios ni contratiempos.
SunHee regresó con el peli negro, no por ganas, sino por la misma conveniencia de siempre.
Y tan sólo un año después de lo ocurrido, Yoongi fue obligado a contraer matrimonio con Hee, debido a su temor de que el chico nuevamente se descarrilara.
Pero, él ya no quería saber nada de nadie, no volvió a reclamar ni a fijarse en otra persona. Aceptó todo sin revelarse otra vez, y siguió al pie de la letra cada instrucción de sus padres, aunque no le gustara en lo más mínimo aquella chica.
Pues sin Park Jimin, ya no existían motivos para vivir realmente, y Yoongi se quedó sólo respirando, teniendo que seguir una vida que nunca deseó.
Casi daban las doce del día, Yoongi se encontraba en su habitación dando los últimos arreglos a su apariencia; le gustaba verse bien frente a sus hijos y nietos, ya que no podían reunirse tan a menudo como quisiera, y prefería aprovechar de la mejor forma su tiempo juntos.
Llevaba sus ya clásicos pantalones sueltos, con un cinturón de hebilla grande, camisa blanca y un suéter tejido por encima —ésta vez de color café—, junto a sus zapatos de vestir más cómodos.
Ya se había puesto perfume, arreglado su cabello y colocado sus lentes colgando del cuello de su ropa, solamente creyó que le faltaba un detalle más: quería verse formal, por lo que una corbata iría bien, pensó.
—¡Sun, ¿dónde están mis corbatas?!—gritó Yoongi desde la puerta.
—¡Por enésima vez, las guardé en una caja en el armario!—contestó la mujer a lo lejos.
—¡Con ese genio mejor no me ayudes!—bufó el peli negro, girando sus pasos a dicho mueble.
Sabía que aquel último grito que dio no tenía sentido de ser, pues su esposa poseía una razón para haberle respondido de ese modo; Yoongi cada vez olvidaba más las cosas, y Sun no mentía cuando decía "enésima vez", en verdad, le había dicho un sin fin de ocasiones donde se encontraban sus corbatas. Yoongi, aunque quisiera hacerlo, no lograba recordarlo la mayoría del tiempo.
Aún así, no dijo nada más, y caminó al clóset que compartía con su pareja.
Éste tenía una repisa por dentro, justo arriba del tubo para colgar la ropa; allí estaban varias cajas, entre ellas, una marrón y una blanca.
Se preguntó mentalmente en cual de ambas estaría lo que buscaba, pues se rehusaba a llamarle nuevamente a Hee y recibir un regaño más. Ya estaba muy grande como para seguir soportando gritos por hacer preguntas tontas.
Bajó ambas cajas con cuidado de no tirar su contenido, y las colocó en su cama; antes de abrirlas, se puso sus lentes para evitar que su vista se cansara, ya que después de un rato despierto, los ojos comenzaban a pesarle y requería de sus anteojos.
—¡Yoongi, deprisa, Hoon llamó y dijo que vienen en camino!—gritó su esposa desde las escaleras, sin tomarse la molestia de subir hasta la habitación.
—¡Ya voy mujer!—contestó sin despegar la vista de ambas cajas.
Abrió rápidamente la marrón, encontrando sus corbatas al primer intento. Agradeció por su suerte, y escogió una color negro, la cual combinaría sin problemas con todo su atuendo del día.
Sin embargo, en lugar de simplemente guardar todo y bajar a la sala de estar, se dejó llevar por una pequeña curiosidad.
"¿Qué guardará Sun en la caja blanca?", se preguntó.
Y decidió abrirla también.
Lo que encontró dentro, le hizo sentir un hueco en el estómago y una punzada en el centro de su pecho; una oleada de recuerdos lo invadió, y por unos segundos, se creyó incapaz de siquiera respirar correctamente.
Pues había olvidado que él era el dueño de esas cosas, y que él mismo las había guardado ahí mucho tiempo atrás.
Ya ni siquiera lo recordaba, hasta que abrió la caja.
Eran las pocas pertenencias que había logrado juntar y conservar, de su ex novio Jimin.
—Dios... ¿Minnie?...—articuló con dificultad, sentándose al borde de la cama y tomando el contenedor entre sus manos.
Había fotografías Polaroid donde estaban juntos, con algunas letras escritas en el marco.
Un papel pequeño, claramente doblado en varias partes, que no recordaba lo que decía.
Encontró un par de pulseras y un par de anillos, eran accesorios de pareja, y de ellos sí tenía la memoria de haberlos usado.
También había varias hojas dobladas en cuatro, y post-its de colores regados entre las cosas.
Finalmente, en el fondo de la caja, halló un sobre, con una cinta adhesiva ya gastada; en el momento, Yoongi no pudo acordarse de lo que era aquello, ni mucho menos del contenido de la supuesta carta.
La curiosidad lo hizo levantarse e ir a cerrar la puerta de la habitación, con la intención de quedarse en privado, leyendo y revisando todo lo que había encontrado. Claro que le importaba la visita de su familia, pero por ahora, también tenía otra prioridad: Recordar por completo a Jimin.
Odiaba que su mente estuviera borrando poco a poco cada cosa que había vivido, por más relevante que fuera; sabía que pronto ya no recordaría nada más, y tan sólo se quedaría con una mente en blanco.
Realmente tenía miedo de eso, pero no podía hacer mucho para resolverlo.
Así que, al menos se esforzaría por traer de vuelta sus memorias, y teniendo objetos, sería más fácil, pensó.
Sacó con cuidado cada cosa, poniéndolas en el colchón, y separándolas entre sí para verlas mejor.
Creyó que tardaría en comenzar a recordar de dónde o cómo habían llegado ahí esos objetos... Sin embargo, desde la primer fotografía, su mente empezó a trabajar en ordenar rápidamente el torbellino de información que le llegó.
—Ésta foto... Es de nuestra primera cita, fuimos a una cafetería... ¿Cierto?—hablaba consigo mismo, mientras sostenía el puñado de Polaroids en sus manos—Aún tenía su cabello naranja... Creo que poco después se quitó el tinte...
Sintió como su pecho se oprimía con el pasar de los segundos, sin poder procesar bien todo al mismo tiempo.
—Él tomaba fotos con su pequeña cámara siempre que salíamos... Recuerdo que yo conservaba algunas y él otras... Vaya, no me acordaba que tenía tantas.—las veía una por una.
Cada escena se reproducía en su cabeza, con una nitidez poco usual en él, contándole la historia detrás de las fotografías.
Su primera cita, cuando Jimin se había teñido el cabello de un naranja vibrante; salieron a una cafetería cercana a su escuela, justo después de clases, y fue la primer foto que se tomaron juntos. Incluso Park le había sugerido a Yoongi que se pintara el cabello de algún color fantasía, ya que era divertido cambiar de look.
"Un menta combinaría con mi tono naranja", dijo.
Por desgracia, los padres de Min jamás lo dejaron hacerlo, y Jimin acabó regresando a su color natural al poco tiempo.
Había también una fotografía en un parque, junto a un árbol de Cerezo.
Aquella vez habían ido a visitar el Corredor del Renacimiento, en el centro de Seúl, en donde se habían plantado decenas de árboles rosados, junto a un camino blanco y varios postes de luz dorada. Era muy romántico, y Jimin había tomado aquella foto, escribiendo en el marco de ésta:
"espero que nuestro amor sea tan bello y duradero como las flores de Cerezo".
Y así, al menos cinco fotos más estaban allí, cada una con una cita y ocasión diferente. Yoongi sentía que lloraría en cualquier momento de seguir viendo aquello, pero simplemente no podía ni quería parar.
Llegó a la última Polaroid, la cual le trajo una oleada más fuerte de emociones y recuerdos. Incluso sintió una punzada en su pecho al verla.
En ella estaban afuera de la Universidad, quizá algunas semanas antes de vacaciones de invierno; en el marco tenía escrita la fecha "3 de diciembre", y al reverso decía "al fin una nevada en Seúl". Lo recordó entonces, aquel día habían tenido un espacio del horario libre, y salieron de la escuela para dar una vuelta y descansar.
La fotografía era de Taehyung, Jungkook, Jimin y Yoongi, todos juntos y sonriendo, bajo la nieve que se coló en la imagen. Él y Jimin se fueron a una pastelería cercana a desayunar, mientras Tae y Kook cruzaron la calle hasta el parque frente a la Universidad.
Se sabe lo que sucedió después.
—Claro... Minnie me contó que ese día Tae se declararía a Jungkook... Sé que no resultó bien...—suspiró con la amenaza del llanto muy presente.
Al terminar de verlas, las dejó nuevamente dentro de la caja, para así seguir revisando todo lo demás.
Tomó el pequeño papel y lo desdobló, viendo que era una lista corta; fue cuando recordó vagamente que un día, mientras ambos estaban en casa de Jimin, decidieron escuchar música.
Él sugirió guardar sus canciones favoritas en una playlist, para tenerla allí cada vez que quisieran oírla.
Park aceptó, pero anotó cada canción en un papel, para poder buscarlas en su celular y guardarlas correctamente; no era muy bueno recordando nombres y esa fue su forma más fácil de hacer su propia lista de reproducción.
En ese pedazo de hoja, habían al menos 20 canciones escritas, y Yoongi sabía que cada una tenía un significado especial.
Algunas se las dedicaron entre sí, otras marcaron momentos específicos de su relación, y varias más sólo eran gustos que compartían.
Y aunque Min no podía recordar a la perfección la letra de cada canción, el hecho de leer los nombres le provocó un hueco en el estómago; era extraño, porque eran cosas románticas y lindas, pero a él lo hacían sentir terrible.
Lo siguiente que abrió fueron las notas dobladas y tomó todos los post-its.
Jimin solía dárselas en cualquier momento, sin ser una fecha importante ni nada parecido; le gustaba regalarle pequeños detalles a Yoongi, pues sabía que a él le encantaban.
"Eres el mejor del universo, sabes que te amo"
"Hoy el sol está más brillante, quizá quiere opacar tu belleza. ¿Pero sabes?, él jamás podría hacerte competencia, mi amor"
"Tu mirada es el único lugar en donde quiero permanecer"
"Eres el amor de mi vida, espero ser lo mismo para ti Yoonie. Porque sólo hay dos opciones...
O me caso contigo, o me vas a doler toda la eternidad"
—Tú sabías perfectamente que eras el amor de mi vida... Y ya puedo recordarte por completo...—susurró Min, sin poder contener más sus lágrimas.
Después de varios minutos, por fin su memoria estaba totalmente clara, y sintió como su corazón se estrujó con tantas cosas que empezó a recordar. Esa última nota le había afectado demasiado, porque sí, una de esas dos opciones se había cumplido sin querer.
No se habían podido casar... Y aquel chico rubio le estaba doliendo toda su eternidad.
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