Kokuhaku

Advertencias: Universo alterno ll Mundo moderno ll Día 7:  Kokuhaku . ll Están en preparatoria ll Ambos tienen la misma edad ll K+ ll Romance-vida diaria.

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Se deshizo de los zapatos que traía, inclinándose para tomarlos y depositarlos en su casillero, al mismo tiempo que se colocaba los zapatos correspondientes. Bostezó, se había desvelado por adelantar lo más que podía del proyecto de Historia.

La risa de unas chicas lo sobresaltó al sonar detrás de él, giró para ver a un grupo de chicas pasar y como una de ellas depositaba un sobre rosado en un casillero más adelante. Eso mismo llamó su atención sobre una chica que le ofrecía una caja blanca a un chico que reconocía como Kaminari de unos cursos más debajo del suyo. Y tal atmósfera que los rodeaba, la carta en el casillero y las risas de las chicas le hicieron entrar en cuenta de que día era.

San Valentin era un día del cual jamás estaba consciente hasta que llegaba a la escuela y la tensión lo golpeaba en la cara como en ese día. Las chicas moviéndose con secretismo ese día y las bolsas de chocolates siendo entregadas en confesiones. Jamás había sido un problema para él. Eran días normales para él y en varias ocasiones lo recordaba cuando veía a su amigo Mirio con cajas y cajas de chocolates. Algunas de las cuales le daba un par, no sabía si porque sentía algún tipo de pena por él al no recibir nada.

Aunque en repetidas ocasiones le había dicho que no le importaba el no recibir nada.

Su único amigo era Mirio y su poca, por no decir inexistente, capacidad de socializar se resumía a hablar con algunos chicos de su salón por cuestiones de tareas o trabajos en equipo. Contrario a lo que podría pensar Mirio no le molestaba el no recibir nada. Era algo esperado para él porque ¿cómo podría recibir algo si no hablaba con nadie? Era algo bastante lógico de esperar, además que al hacerlo él se vería comprometido a entregarle algo en el día blanco. No le gustaba verse forzado a dar cosas por los estándares sociales. Por lo que ese anonimato social le gustaba.

Bueno...aunque había una persona, la chica con la que solía hablar en la biblioteca cuando la había encontrado. Aunque lo más indicado era decir que ella le había hablado la primera vez. Preguntándole sobre unos libros y prontamente ella se sentaba a su lado cuando se encontraban ahí, sea por la compañía. Sin embargo, en varias ocasiones estudiaban juntos y hablaban entre ellos. Ella quejándose de sus profesores que no enseñaban adecuadamente y que él debería ser su profesor. Cada uno de sus comentarios Tamaki se los tomaba a juego, porque su personalidad era bastante abrasadora y luminosa.

A pesar de que no lo decía en voz alta, disfrutaba mucho estar a su lado. La había conocido por casualidad pero resultaba tan fácil hablar con ella. Además que ella siempre estaba tocando un mechón de su cabello o la punta de sus orejas y de vez en cuando le pedía acompañarla a comprar alguna cosa en el centro comercial. Alguna golosina nueva, cosas para el cabello o a probar el menú de una tienda nueva. En algunas ocasiones iba Mirio con ellos, en otras él estaba lo suficiente ocupado. Pero los tres se habían hecho buenos amigos.

Podría resumirse su vida sociable a eso y con eso tenía más que suficiente.

Sin embargo, no sabía si Nejire entraría en el sector de amiga, considerando que después de tanto pensarlo y que del mismo Mirio molestándolo, él terminó aceptando que sentía mucho más que una simple amistad. Le gustaba, lo suficiente para quedarse mirándola sin que ella se diera cuenta en la biblioteca antes de encontrarse o en que su corazón se emocionara al recibir un mensaje suyo. La realidad es que el Amajiki se conformaba con la relación que tenía con ella, con esa amistad.

Ese día las chicas debían entregar chocolates a sus amigos por compromiso y si tenías a una persona que te gustaba, muchas aprovechaban para confesar sus sentimientos. Aunque la gran mayoría se iba por esta ultima opción, muy pocas conservaban el regalarles a sus amigos. Y por eso mismo él no esperaba ningún tipo de chocolate de compromiso.

Sin dar más vueltas al asunto se dirigió al salón de clases donde llegó a tiempo a su asiento de la última fila y tiempo después vio a un Mirio entrar con una caja de chocolates en la mano y antes de que la puerta se cerrara vio a una chica alejarse riendo al unirse con sus amigas. Mirio se sentó a su lado y observó curioso la caja de chocolates en su mano, mientras le ofrecía uno. Tamaki se negó, era demasiado temprano.

La campana sonó marcando el inicio de aquel día largo de San Valentin, de demasiadas demostraciones de afecto por las parejas y sobre todo de muchos chocolates los cuales no comerían ni él ni Mirio.

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Tamaki parpadeó un par de veces al contemplar a su amigo sentarse debajo del árbol donde solían comer, con varias cajas de chocolates, pero de alguna manera una llamó su atención. Una con un listón de mariposas que él recordaba perfectamente y que por lo mismo le había preguntado a Mirio mientras caminaban quien se la había dado.

—¿Quién? —Volvió a preguntar.

Mirio dejó de escoger entre que pan se iba a comer o tal vez empezar con un onirigi.

—Nejire.—Habló antes de dar una mordida grande a uno de los panes que había elegido de la cafetería.

El Amajiki se quedó observándolo, era una simple bolsa transparente donde podían apreciarse unos chocolates en una especie de capestrillo rosado, con pedazos de almendras encima. Y cerrado con un listón azul con una mariposa como broche. Él recordó aquella vez, días atrás, donde ambos fueron por unas cosas al centro comercial y la Hadō se enamoró de aquella cinta.

Había considerado que Nejire no era del tipo de personas que regalaría chocolates de compromiso, por lo que el ver a Mirio con esos chocolates había sido una pequeña espina en su seguridad. Ellos dos se habían hecho amigos antes en la biblioteca hasta que Mirio fue incluido en ese circulo. Y aquel día no la había visto en todo el día, considerando que si quería dar chocolates por compromiso podría haberlos interceptado juntos. Lo cual su mente lo comprendió como si ella no quisiera darle nada a él. Y se preguntó si quizá había hecho algo malo para enojarla.

Los pensamientos negativos alimentados por su inseguridad lo invadieron mientras comía un pan con lentitud. Se suponía que no debería esperar nada, algo como eso no definía su amistad. Además que aún no terminaba el día, por lo que intentó deshacerse de ese pensamiento y centrarse en sus siguientes clases.

Y de esa manera transcurrió el día, sin señales de la fémina y con un sabor amargo en la boca.

Tal vez debería disculparse pero ¿de qué? Un día antes habían ido a comprar al centro comercial a una nueva cafetería y ella le había mandado un corazón antes de dormir, como siempre solía hacer. Todo parecía tan normal, pero la idea de que aquella amistad se hubiera acabado lo atacó.

—¿Sucede algo? Pareces pensativo. —Mirio le habló con una bolsa grande colgando del hombro que tenía varias bolsas de chocolates en ella.

Era evidente que por su personalidad luminosa y físico, muchas de las chicas de la escuela, de diferentes cursos, ubicarán a Mirio Togata, uno de los mejores del equipo de beisbol y que era amigo de todos. Su carisma era imposible de ignorar.

Y aquello lo hizo considerar si tal vez...Nejire se había fijado en su amigo, en el rubio y por eso le había dado los chocolates. Tal idea le incomodó tanto, al verse a la idea de tener que apoyar aquella relación si su amigo la terminaba aceptando. No quería eso, estar en esa situación.

—Yo....

Justo cuando iba a decir algo, una chica llamó a Mirio quien le sonrió y se alejaron de la entrada principal. Tamaki se refugió en un árbol cercano del sol. La idea de Nejire y Mirio saliendo le dieron nauseas, solo quería salir de ahí. No quería ni preguntarle al Togata que era lo que ella le había dicho al dárselos. Solo dejaría pasar el tema, a menos de que fuera bastante evidente. Con las manos en los bolsillos observó las aves que jugueteaban encima del árbol donde estaba. Levantó una mano para que la luz filtrándose entre el follaje dibujara extraños dibujos en la palma de su mano.

Bajó la mirada observando a Mirio regresar mientras levantaba una mano en forma de disculpa, con una nueva caja de chocolates en la mano. Le sorprendía como las rechazaba y aún así parecía que todo estaba bien. Dio un par de pasos para acercarse a su amigo cuando una fuerza impactante chocó contra su cuerpo, cayendo al suelo sin poder hacer nada al respecto.

—¡Tamaki! —Fue lo ultimo que escuchó antes de caer al suelo.

Abrió los ojos cuando la cabeza dejó de darle vueltas y los entrecerró al ver el sol directamente encima suyo. Hasta que algo se interpuso entre el sol y su vista. Un sonrisa brillante, unos ojos azules intensos y las mejillas sonrosadas. El verla ahí, en esa posición le bastaron unos segundos para entender que lo que logró tirarlo al suelo era ella, Nejire Hadō .

Lo había tacleado sin él darse cuenta de donde había salido.

—¿Nejire? — Y que en ese momento estaba encima suyo.

Su rostro enrojeció al sentir el cuerpo femenino sobre él y el nerviosismo se apoderó de su interior, desatando unos latidos desenfrenados en su pecho al ver a varios al alumnos fijándose en la escena. Nejire se levantó hasta sentarse en sus piernas y Tamaki se apoyó en sus codos para recuperar la compostura y entender que es lo que estaba pasando.

Mirio parpadeó expectante, se había quedado a un par de metros cuando vio como su amigo fue tacleado cual trapo de tela sin ningún aviso. Dio la vuelta sobre sus pasos decidido a dar un poco de espacio, con la imagen mental haciéndolo reír mientras se alejaba.

Pero nadie ni nada lo hubiera preparado para lo que saldría de los labios sonrientes de la Hadō .

—¡Amajiki-kun, sal conmigo! —Y su voz resonó por todo el sitio.

Tamaki se quedó estático hasta que el entendimiento lo golpeó de frente y su rostro se tornó de un color carmesí estridente. Podía escuchar los latidos hasta en sus orejas y se sentía mareado, como si flotara. La Hadō se movió en su sitio buscando a su alrededor hasta que se estiró tomando lo que había perdido en la caída. Una bolsa con chocolates dentro y con un listón con corazones.

—¡Amajiki-kun, sal conmigo! —Repitió ofreciéndole la bolsa de chocolates.

Se había comportado como una cobarde todo el día, al verlo de lejos y siendo incapaz de entregarle los chocolates que le había hecho especialmente. Y aprovechando la soledad de Mirio para dar los de compromiso que le había dado. Y por que sabía que esos chocolates no eran ni cerca nada por compromiso. Considerando desde que vio a Tamaki por los pasillos en su primer día, no pudo sacarlo de su cabeza. Siendo consciente de su presencia a donde fuera y descubriendo que iba a la biblioteca a estudiar y ella misma enfrascarse en esa costumbre solo para estar con él. Logrando formalizar una amistad pero ella no quería una amistad con el Amajiki, quería más. Quería besarlo cuando quisiera y sujetarlo de la mano cuando fueran al centro comercial como tantas veces había querido desde que aquella amistad inició.

Había llegado demasiado lejos, no podía seguir huyendo de esa forma. Por lo que decidió tomar el problema de frente y terminó tacleandolo.

—¿Qué dices? —Habló tartamudeando, incapaz de creer lo que había escuchado.

—Me gustas, sal conmigo. —Se inclinó para que pudiera leer sus labios.

Quería que el entendiera de una vez por todas que era lo que quería decir y por fin dejar de controlarse para entrelazar su mano con la suya al salir o contener esos juegos con su cabello cuando todo este tiempo quería tocar su rostro o sus propios labios. O escuchar los latidos de su corazón que podía intuir por la coloración de su rostro que eran intensos.

Él se dejó caer en el suelo, cubriendo su rostro con sus manos que ardía intensamente en el fuego de la vergüenza. Él era correspondido y le habían confesado sus sentimientos de una manera que casi toda la escuela lo había escuchado. Y si aquello no era peor, la Hadō estaba encima suyo. Quería desaparecer, porque todo eso parecía un sueño pero la pena absoluta lo gobernaba.

Nejire tomó ambas manos del chico, apartándolas de su rostro y pegó su frente contra la de él, obligándolo a mirar.

—¿Eso es un si?

Tamaki abrió los labios incapaz de decir nada, su rostro no podía estar más rojo y su corazón estaba a punto de salirse. Pero él simplemente asintió y ella se abalanzó sobre él, abrazándolo con fuerza.

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Esta idea salió de la nada pero me ha encantado imaginar la escena de Tamaki siendo tacleado por el gran amor que Nejire le tiene jajajaja pero algo lindo para terminar el día. Como solo esos dos pueden ser.

Disfruté tanto participar en esta emisión y espero que les haya gustado tanto como a mi.

¿Votos o comentarios finales?

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