Único

HEARTBEAT
A Princess_Lalice story

❝Quiero cada latido de tu corazón...❞

(...)

Hospital de Seúl, Corea del sur, 22:35 p.m.

Vidrios rotos, frenos fallando, dos cuerpos en diferentes situaciones, un auto cayendo del alto acantilado...

Un accidente, una muerte y un grave herido.

Los cristales incrustados en su piel, partes descubiertas de ésta misma, mostrando su carne y la sangre corriendo; solo indican su mal estado.

Su cráneo partido por la mitad y su cuerpo impregnado en alcohol no hacen más que hacer a su corazón crujir cuando se mira en el espejo del baño, su labio inferior empieza a temblar, siendo amenaza de que pronto, seguramente, llorará.

No porque le duela, no, sino porque ni atentando contra su vida se le borran los recuerdos de aquella maldita noche de Halloween.

Lágrimas ácidas descienden de sus ojos hasta sus mejillas, empapando así su rostro mientras ve la sangre saliendo de su cabeza aún mojando su ropa, pero no le importa.

Hace tan solo horas estuvo al borde de la muerte y solo esperaba no tener que visitar aquel horrible lugar; pero allí se encontraba.

Salió del baño, esperando poder soportar el panorama que se encontraba frente a él.

Miró a su alrededor, todo era exactamente como lo recordaba.

La última habitación del enorme edificio, las blancas paredes, el desesperante silencio e incluso la camilla en la que debía guardar reposo, al lado de otra que no se atrevía a mirar.

No había nada que no le recordara a ella y su terrible error.

—¡Mierda! —gritó, buscando una forma de distraerse de su entorno, hasta que recordó que traía su móvil en el bolsillo de su pantalón y que desde ahí podría llamar a su novia, su actual novia.

Hwang Eunbi.

Una hermosa y tierna joven que conoció en una fiesta a la que Namjoon, su mejor amigo lo había invitado hace tres años atrás.

—¡Jackson!, mi amor, ¿qué pasó? —respondió poco después de que él le marcara, agradeciendo al cielo que su celular funcionara con la pantalla trizada.

—Hermosa... —murmuró, esperando cualquier respuesta de su parte. Gritos, insultos, maldiciones e incluso un castigo por llamarla a estas horas cuando sabía que en estas fechas daba una larga siesta desde las siete de la tarde hasta las doce de la noche para que los mocosos no fueran a pedir dulces a su casa, sabiendo que no tenía más que para ella y su novio.

Nada de lo que esperaba llegó.

Ella estaba sollozando, sollozando muy fuerte.

—¿T-te encuentras b-bien? Una niña del vecindario me dijo q-que tuviste un accidente.

Qué rápido corren las noticias.

—Estoy en el hospital, en el último piso, lo siento por...

—Voy para allá.

Colgó sin dejarlo terminar su oración, el rubio suspiró con un poco de alivio dentro de sí.

(...)

—Lamento que tengas que pasar Halloween aquí por mi culpa... —se tendió en la camilla, siendo tapado por una manta que le trajo su chica—, se supone que en la madrugada iríamos a una fiesta de disfraces juntos y...-

Detuvo su hablar cuando se dio cuenta de la mirada que mantenía la castaña sobre él, sus ojitos brillaban como si estuviera a punto de derramar lágrimas y una mano se posaba en su mejilla, acariciando esta misma.

Ella en serio estaba preocupada.

—No te esfuerces en disculparte ni explicarme nada... no te encuentras bien ahora. Descansa, mi amor, por favor descansa.

Wang simplemente asintió, cerrando lentamente sus ojos, disfrutando del silencio. Parecía que al fin algo de paz comenzaba a inundarlo, mientras su mano y mejilla eran acariciadas por las manos de su novia, su toque era dulce, delicado, tan cálido...

—¿El paciente Jackson Wang se encuentra aquí?

Pero aquello en un segundo se acabó.

Una suave voz fue la que inundó los oídos de la pareja, visualizando en la puerta de la blanquecina habitación a una rubia enfermera que el chico conocía muy bien...

Lalisa Manoban.

—Sí, aquí está.

La castaña la recibió con una pequeña pero dulce sonrisa sin llegar a mostrar los dientes, agradeciendo a Dios que alguien por fin viniera a atender a su novio.

—Vamos a tomarle la temperatura, ¿sí?

El rostro del chico se tornó pálido, sus manos, heladas a la vez que su cuerpo empezó a temblar, la enfermera notó aquello al entrelazar su mano con la que el chico tenía libre.

—Cariño, ¿tienes frío? —le preguntó, ganándose una mirada de odio de parte de Hwang, y un completo silencio junto a una perdida mirada como respuesta de parte del rubio—. Oh, lo siento, creo que no debí preguntar algo tan obvio. Encenderé la calefacción para ti, cielo.

Hizo lo que dijo, regalándole una petrificante sonrisa a Wang, para después reír para sus adentros.

—Y... cuénteme, ¿desde hace cuánto se conocen? —le preguntó directamente a Eunbi, sin importarle qué fuera a pensar de ella por sonar tan entrometida y con tanta confianza de repente.

—Tres años —respondió la castaña, restándole importancia mientras la enfermera se mantenía colocándole distintos aparatos al herido.

—¿Tres años? Interesante. Yo conocí a mi novio hace cinco.

Una desesperante mirada se posó en ella, viendo la forma en la que esos marrones ojos empezaban a cristalizarse, sonrió.

—Llevabas el cabello desordenado y un largo vestido celeste con flores amarillas, una sonrisa adornaba tus labios, tu rostro estaba cubierto de pintura...

—Y mi retrato eras tú.

Otra sonrisa fue regalada, pero esta vez, a diferencia de las otras, no solo a Jackson, sino, también a su novia, quien no comprendía nada de lo que estaba pasando.

—¿S-se conocen?

—Oh, sí, lamento no habernos presentado antes. Yo soy Lalisa, Lalisa Manoban y él es mi novio; Jackson Wang.

—¡Él es mi novio, maldita perra ofrecida! —se levantó bruscamente de la silla en la que estaba sentada, con los ojos aguados—. Jackson, mi amor, ¿tú no tienes nada que ver con esta estúpida buena para nada, verdad?

El absoluto silencio en toda la habitación fue su única respuesta, con el rubio comenzando a llorar, sintiendo la desesperación de estar atrapado en una situación que no era lo que parecía.

—¡Respóndeme, maldita sea!

—¡Ella está muerta! —confesó, llorando aún más fuerte que en un principio, sintiendo que su corazón en cualquier momento iba a salírsele por la garganta—. Y-yo la maté...

—¡Mierda, Jackson! ¿Cómo pretendes que te crea? La estoy viendo, ¡está frente a nosotros!

—¡Yo la maté en esa noche de Halloween! —comenzó a contar, tratando de calmar su llanto.— Discutimos por algo estúpido como era de costumbre en nosotros, nos estábamos volviendo una pareja muy tóxica en ese tiempo. Salí de la casa que compartíamos y me fui en el auto a una fiesta a la que me invitó Namjoon, llegando allí besé a más de una chica por despecho, entre ellas estabas tú...

—Jackson...

—...me embriagué, y me mantuve en aquella fiesta hasta las cinco de la mañana, charlando contigo, fue allí donde conseguí tu número y luego simplemente manejé ebrio de vuelta a casa. La música que puse estaba tan fuerte que podían sangrarme los oídos, cantaba como si me encontrara en un concierto, pensando en lo mucho que perjudicarían mis acciones a mi relación, un estruendoso ruido me sacó de mis pensamientos, y fue allí en donde volví a mis cinco sentidos. Había atropellado a mi novia, e instantáneamente le arrebaté la vida. Bajé del auto, y vi su cuerpo inmóvil en la carretera, la sangre corría de su cabeza y ya no respiraba, pude comprobarlo al acercarme e intentar escucharla. El aire dejó de pasar por sus pulmones, y su corazón dejó de latir por mi culpa. Huí, como un cobarde huí, jamás supieron que yo provoqué su muerte y todo lo que supe de ella es que la tuvieron en este hospital, en esta habitación y en la camilla que está a mi lado para intentar reanimarla, pero no lo lograron.

No aguantó más, todo lo que pudo hacer fue llorar, llorar tan fuerte y sentir lástima por aquella enfermera rubia aún después de haberla tratado de la forma en la que lo hizo hace solo segundos atrás.

—¡Maldición, Jackson Wang, eres un grandísimo hijo de puta! —lloró aún más fuerte que antes, girando la perilla de la puerta para retirarse de la blanquecina habitación—. Creo que le debes más de una disculpa a esta chica. En cuanto a mí... —suspiró con pesadez—, olvídate de que alguna vez tuvimos algo que ver el uno con el otro. No me busques nunca más.

Un fuerte portazo sonó, y junto con ello, todas las luces del gran hospital se apagaron.

Quedando en la última habitación la enfermera y el herido.

—No terminaste de contarle la historia —soltó de repente, riendo suavemente después, dando pasos lentos hasta él—. No le dijiste que nunca viniste a verme después de haberme matado, que no asististe a mi funeral y que durante todos estos años a ella también le fuiste infiel con las otras chicas que conociste en esa misma fiesta, en la noche en donde fallecí.

—¡Cállate!

—¡No me callaré! Desgarraste mi corazón durante todo este tiempo y no te importó, Jackson, nunca te despediste de mí y por ello no he podido descansar en paz. ¡No me he marchado de este podrido mundo por tu culpa!

—¡Estoy viéndote ahora, Lisa, estás aquí! Tu jodido recuerdo me ha perseguido por mucho tiempo y no he dejado de pensarte...

Bajó su mirada, su garganta ardía en exceso y no podía pensar con claridad. Su ex novia, o novia... no lo tenía muy claro aún, estaba frente a él, afirmando estar muerta aún él pudiendo verla.

—No he descansado hace mucho, Wang, s-sabes que no lo he hecho, y que todo s-sería mucho más fácil s-si me dejaras ir... —lágrimas traicioneras rodaron por sus mejillas, preocupando así al rubio, quien se guardaba las ganas que tenía de abrazarla y consolarla en sus brazos a pesar de todo. ¡Mierda! ¿Por qué después de tanto aún la quería?

Tuvo tantas noches de insomnio por su culpa, escuchando su voz llamándolo en susurros por las madrugadas, viendo su rostro a través del espejo cuando sonreía, sintiendo cómo unas frías manos lo acariciaban cada noche.

¿Acaso había perdido la cordura?

—¿C-cómo quieres que te deje ir? —volvió su mirada a ella, quien estaba sentada frente a él con los ojos rojos—, todavía te amo...

Ambos se encontraban llorando ahora, y no tardaron en abrazarse fuertemente, como si nunca más quisieran dejarse ir, como si nunca más quisieran volver a hacerse daño.

Una escandalosa carcajada resonó en la habitación, y el rubio quedó completamente confundido, aún abrazando a Lalisa.

¿Qué estaba pasando?

—Gracias por haber venido a verme esta vez al hospital, Jackie.

¿Qué...?

—Gracias por hacerme sentir el impacto justo como ese día y hacer rodar mi cabeza con las ruedas de tu maldito auto, fue tan divertido verte haciéndolo mientras simplemente pensabas en mí, y luego te encontraste desesperado en este hospital, pensando en qué explicación le darías a tu estúpida novia.

Rió de nuevo, y el chico no tardó en separarse de ella, empujándola.

—Fue lindo verla ahogada en su llanto, preocupada por ti... colgándose de una soga por no soportar saber que su novio y mi novio siempre fue un verdadero imbécil.

Sonrió, abriendo la puerta que daba a los pasillos del gran hospital, encontrándose allí con Eunbi y una cuerda en su cuello, sin vida...

—¡¿Qué le hiciste?! —su corazón palpitó lleno de fuerza e inmerso en el miedo, el chico se paró rápidamente, corriendo hacia la castaña, siendo detenido en el camino por Lalisa.

—¡Lo hiciste tú, Jackson! ¡Tú la mataste! ¡Tú nos mataste! —las lágrimas volvieron a sus ojos, desesperando de esa forma aún más al chico, quien jalaba sus cabellos sin saber qué hacer—, pero nadie se va de esta vida sin pagar...

Comenzó a caminar hacia él, haciéndolo retroceder y sentir unas manos tocando sus hombros, volteó poco a poco, encontrándose con la misma chica rubia, quien salió de la camilla de al lado, empapada de sangre, una cicatriz en el pecho y una bonita sonrisa adornando sus labios.

Un grito escapó de los labios del chico, corriendo hacia el oscuro y vacío pasillo, intentando encontrar una salida o al menos ayuda.

Pero nadie más que él, Lalisa y Eunbi se encontraban allí, y todas las puertas que hallaba se mantenían cerradas, sin encontrar a nadie a su paso.

Hasta tropezar y darse un fuerte golpe contra el suelo, escuchando los quejidos y el llanto de una pequeña niña después.

—¡Pequeña! Lo siento, lo siento tanto, ¿estás bien?

—E-eso creo —la infante sobó su rodilla con la atenta mirada de Jackson sobre ella, hasta alzar la mirada y sonreír.

—¡Tú! —y empezó a correr de nuevo, tambaleando del miedo por ver nuevamente el rostro de Lalisa en la que parecía una tierna e inocente niña.

La pequeña no pudo hacer más que reír a la vez que su cara se deformaba, mostrándose un demonio en ella.

—Jackie, ¿dónde estás? —la rubia vestida de enfermera lo llamaba, y a su lado se encontraban la rubia herida y la más pequeña, todas con el rostro de Lalisa.

Su corazón no podía calmarse, y mucho menos en esta situación.

Nada de esto estaría ocurriendo ahora de haberse quedado en casa, esperando hasta las doce de la madrugada para ir a una fiesta de disfraces junto a Eunbi, sin embriagarse desde antes como un desesperado por los recuerdos que lo atormentan y ahora mismo lo persiguen.

Lo persiguen y no lo dejan en paz... ¿qué quieren?

—¡Basta! —se detuvo de golpe, y fue aquel grito el que les avisó a las tres rubias con forma de una sola, dónde se encontraba el chico—. ¡¿Q-qué quieres de mí?!

Las chicas llegaron hasta donde él estaba, uniéndose en un solo cuerpo y dando así una escalofriante imagen.

—Quiero recuperar nuestro tiempo perdido, Jackie... —respondió, acercándose con lentos pasos hacia él, con su ojo derecho parpadeando y una enorme sonrisa pintando sus labios, atrapando finalmente al chico entre sus brazos, dándole un necesitado beso el cual Jackson no correspondió, la chica se separó y sus ojos rápidamente se aguaron—. Quiero volver a hacer latir tu corazón, p-perdóname por hacerte pasar este infierno, amor, pero no sabes cuánto te he extrañado... ¿podrías amarme de nuevo?

Había soñado más de una vez con este momento, con volver a encontrar a la chica que tanto amó en un pasado, y ahora hacer las cosas bien. Pero el temor le calaba los huesos, y ahora que estaba junto a ella y las lágrimas acumuladas le nublaban la vista, no podía pensar con claridad.

¿Debería entregarse otra vez ahora que podía tenerla?

Su cabeza moviéndose en forma de “sí” por las manos de ella dieron la respuesta por él, recibiendo una frívola sonrisa por parte de la rubia, dejando finalmente que ella lo tenga entre sus brazos, acaricie sus cabellos y lo consuele por haberlo hecho llorar.

—Te cuidaré por toda la eternidad, Jackie. Quiero volver a amarte como antes, quiero cada latido de tu corazón...

Ahora que al fin se tenían nuevamente el uno al otro, la chica solo podía querer más.

—Quiero tu corazón, solo para mí... —aquella risa que inquietó tanto al chico de nuevo se escuchaba, y esta vez por todo el hospital. Sacando ella de su bolsillo un cuchillo y ágilmente enterrándolo en el pecho de su amado, una y otra y otra vez.

—¡Ah!

La sangre salpicaba en todo el pasillo, tiñéndolo de rojo a la vez que desgarradores gritos y gemidos de dolor eran soltados por su amado y una bonita sonrisa se dibujaba en los labios de la chica.

—El día de nuestro reencuentro, llevo una bata blanca que combina con mis pantalones, el cabello desordenado, una bonita sonrisa dibujada en mis labios, mi rostro manchado de sangre...

—Y t-tu retrato soy yo...

Su respiración se detuvo junto a los latidos de su corazón. Encontrándose ahora en el cementerio, junto a la rubia que le arrebató la vida, ambos en forma de espíritus.

Ésta le regaló una sonrisa y simplemente lo abrazó, para susurrar en su oído finalmente:

—Te amo... Jackie, estaré por siempre junto a ti.

Fin.

(...)

Especial de Halloween (un poquito tarde, ya sé) que también se encuentra en heaven__girls. Espero que lo hayan disfrutado. ;)🫀

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