𝗳𝗼𝘂𝗿. surprise at the Greene refuge

004. ┊໒ 𝗖𝗛𝗔𝗣𝗧𝗘𝗥 𝗙𝗢𝗨𝗥 ──

❛ 𝗌𝗎𝗋𝗉𝗋𝗂𝗌𝖾 𝖺𝗍 𝗍𝗁𝖾 𝖦𝗋𝖾𝖾𝗇𝖾 𝗋𝖾𝖿𝗎𝗀𝖾 ❜

En los siguientes días, Alaska no había hablado. En realidad sí lo había hecho, pero no tanto a como los demás estaban acostumbrados. De hecho, las cosas tampoco estaban siendo fáciles para la familia Miller en general.

Leo seguía con una herida en la pierna que no sanaba porque no tenía tiempo de descansar, pues se había convertido en el hombre de familia, porque aunque Derek había intentado aportar para la seguridad de su familia, sus hijos no parecían tomarlo en serio. Incluso Brooke, que aún no se llevaba bien con Leonard, prefería hacerle caso a él que escuchar a su padre.

Nirvana seguía aceptando todo lo que decía Brooke, y Alaska se limitaba a dibujar en sus vaqueros con un marcador.

La rutina diaria era sencilla. Quizá Derek Miller en este momento no servía para proteger a Alaska. Ya lo había demostrado los días anteriores cuando fue hábil con una pistola para salvar a su hija más pequeña de un caminante, así que podía vigilarla mientras Leonard y Brooke iban a buscar comida, pero, ¿donde quedaba Nirvana en todo esto?

Bueno, la chica no quería ser notada. Prefería que fuera de esa manera, así que se limitaba a estar con Alaska y su papá, porque sabía que, si iba con sus hermanos mayores, terminaría con una arma en mano, y no quería eso.

─ ¿Puedes subir?

Brooklyn no dijo nada, solo asintió. Era la única que podía treparse ahí arriba para coger las cajas que podrían tener comestibles, porque su hermano estaba con una pierna lastimada, y aunque ya lo había visto intentar subir solo, no pudo. Terminó cayendose.

─ Subete a mis hombros ─ofrece ─. No vas a llegar.

Era cierto, ella no era una chica muy alta, así que tenía que tener un apoyo, uno que ahora no tenía, porque el almacén donde estaban había sido prácticamente vaciado, a excepción de aquellas cajas, que estaban arriba de la parte destruida del techo; por eso debía subir.

─ No.

─ Oh, vaya, aprendiste a volar. ─ironizó el chico, colocándose justo de bajo de donde su hermana debía subir.

─ No me hago responsable.

─ He estado caminando con esta lesión desde hace unas semanas, que te subas en...

Antes que pueda terminar, Brooke se había sujetado de una columna mientras se subía los hombros de Leo de un salto, haciendo hacer una mueca de dolor por lo repentino que había sido la acción de la chica.

─ ¡Sube! ─le gritó desde arriba, así que él se enderezo.

Brooke pudo subir a esa parte. Abrió las cajas y se dio cuenta de que una solo estaba repleta de paquetes de sal. La otra había sido ya rota, pero tenía galletas saladas en su interior. Soltó un suspiro, porque Nirvana y su padre eran alérgicos a esas galletas. Así que solo serviría para alimentar a Leo, Alaska, y claro, a ella misma. Eso significaba que aún no podía volver a su campamento improvisado. Debían buscar más comida, y con suerte, encontrar agua.

─ ¿Y? ─preguntó Leonard desde abajo.

─ No mucho. ¿Quieres sal?

─ Mejor baja y revisemos el sotano.

Él comenzó a caminar, mientras su hermana se colgaba de arriba para bajar sin lastimarse. Ambos estuvieron recorriendo el lugar, y claro que encontraban cosas, pero nada comestible. La mayoría de suministros que encontraban eran cosas como aceites, velas, cosas que en realidad no les servían. Lo que rescataron fueron baterías para las linternas, pero fuera de eso, nada.

Cuando creyeron que no encontrarían nada, llegaron a un pequeño pueblo, y aunque también estaba en parte destruido, parecía tener más cosas. Ambos se separaron, Brooke se fue a una farmacia, y Leo avanzó hacia una tienda de comestibles.

El mayor de los hermanos comenzó a poner todo lo que encontraba en su mochila y en una caja que había encontrado en el suelo. Galletas, latas de sopa, algunos dulces, incluso leche que parecía aún no haber caducado. Le estaba yendo bien. Incluso al ver que había cosas que cargar, se sentó a descansar un poco.

Brooke, por su parte, estaba metiendo medicamentos. Sabía que Alaska era alérgica a muchas cosas y Nirvana podría necesitar algo para la gripe o dolor de cabeza; suele tenerlos seguido. Además, claro, de antibióticos generales, vendas, etc. Estaba metiendo todas esas cosas en su mochila, sin embargo, luego de unos segundos, giró rápidamente al escuchar un ruido. Así que levantó su revolver, apuntando al frente, justo detrás de la repisa de donde escuchó que algo se cayó.

Por breves segundos, creyó que era un caminante, pero vio a una persona, una chica de más o menos su edad. Ella estaba asustada. Tenía una pequeña canasta en manos. No parecía tener armas, parecía indefensa.

─ Puedes llevarte todo lo que quieras, pero déjame ir. ─soltó, levantando las manos en señal de rendición.

─ ¿Estas sola?

Estaba tan asustada que no tuvo la oportunidad de mentir, así que negó repetidas veces.

Brooke también estaba asustada; nunca había amenazado a alguien que no fueran sus hermanos. Además, ver a la chica así, tan vulnerable y asustada como un cervatillo herido, la hizo bajar el arma... Claro, la idea de un grupo que los pueda ayudar también ayudó en su decisión.

─ Brooklyn Miller. ─dijo, extendiendo su mano para saludarla.

─ Maggie Greene. ─se presentó, estrechando su mano.

El apellido hizo que la chica Miller frunciera el ceño, pero no comentó nada. No había posibilidad que su mejor amigo fuera familiar de Maggie, porque el Greene era un apellido que le dieron luego que fue adoptada por esa anciana.

─ Mi papá tiene una granja a un...

─ ¡Leonard, no! ─Brooke hizo que su hermano bajase el arma.

El chico se las había arreglado para entrar sin ser escuchado, llegando a estar detrás de Maggie.

─ ¿Puedes darnos refugio?

─ ¿De qué hablas? ─inquirió Leo.

─ Se llama Maggie, tiene un grupo.

─ Si ─asintió ─. Los puedo llevar.

Ambos hermanos se alejaron de la chica y se fueron a una esquina a conversar sobre el futuro de su familia con esta nueva posibilidad.

─ ¿Si es peligroso?

─ Usar latas como alarmas es más peligroso, Leo.

─ ¿Cómo sabemos que es una trampa?

─ Se supone que la aguafiesta aquí soy yo.

─ No se trata de quien es aguafiestas o no, Brooke, se trata de nuestra seguridad.

─ Nisiquiera sabe usar un arma.

─ Sigo aquí. ─la voz de Maggie hizo que ambos giraran a verla.

─ ¿Qué tan lejos está?

─ Es la granja que está a menos de dos kilómetros de aquí en aquella dirección ─señala la chica ─. No tiene que ir conmigo; si no quieren, pueden venir después. Mi papá no se va a oponer, pero debo saber cuantos son.

─ Veinte ─responde Leo ─. Sesenta, tres, dos, cinco. ¿Importa el número?

─ Tu novio no confía en las personas, ¿no?

Ambos hicieron cara de asco.

─ Es mi hermana.
─ Es mi hermano.

Ninguno de los dos entendió qué hizo Maggie; solo la observaron. La chica había avanzado hacia la bolsa que tenía antes y se la ofreció.

─ Planeaba quedarme más tiempo aquí y traje comida. Es un sandwich, pero tal vez les sirva a ustedes.

Ambos la vieron partir.

─ No pienso comer eso.

─ Ni yo.

─ Porque eres alérgico a la fresa y esa es mermelada de fresa.

─ Y tú eres alérgica al mani, por eso tampoco lo comes.

─ Nirvana lo amará.
─ Nirvana lo amará.





















Nirvana estaba comiendo el sándwich que le habían dado sus hermanos, aunque aún no entendía porque primero hicieron que su padre mordiera un pedazo y luego se esperaron una hora a que... ¿haga efecto? Ella no sabía; era confuso, pero estaba feliz de comer algo; últimamente eso era un privilegio.

Tampoco entendía porque estaban caminando lejos de un pueblo; bien podían quedarse ahí, pero en su lugar, sus dos hermanos mayores estaban liderando el camino, dirigiendolos por el bosque.

Alaska estaba en lo suyo, había encontrado un caracol y lo había adoptado como suyo; al menos hablaba con el pequeño insecto, lo cual era bueno para ella. A Leo le parecía bien que se olvidara rápido de Rosita; no era bueno que estuviera triste por ella; solo él podía permitirse la tristeza, porque él era mayor, era más fuerte; podía con eso. Una niña no debería lidiar con eso, no cuando tiene muchas otras cosas para tener batallas internas.

─ Ya me cansé, ¿a dónde vamos? ─murmuró Alaska.

─ Ven, sube...

─ Ven, hija, yo te llevo. ─Derek interrumpió a su hijo, acercándose a la niña y poniéndola de cuclillas para que así ella pudiera subir a su cuello.

Ella estaba más que encantada, así que enganchó sus manos alrededor del cuello de su padre y no dijo nada más.

─ Estaba rico. ─comentó Nirvana, quien acaba de terminar el último trozo de su bocadillo.

─ ¿Llena?

─ Sí, Leo, gracias. ─mintió, porque aún tenía hambre, pero podía sobrevivir.

El camino fue normal, al menos hasta que vieron aquel letrero que decía "Bienvenidos a la granja Greene". Leo sacó su arma, pero Brooke lo detuvo al ver a Maggie, quien estaba sentada en una silla de la entrada, como si los estuviera esperando todo este tiempo. Sin embargo, cuando pensaron que estaría sola, un hombre viejo y de cabellos blancos salió de atrás, apuntandolos con una escopeta.

─ Papá, ellos me salvaron.

Brooke frunció el ceño, porque eso era mentira.

─ ¿Lo mordieron? ─preguntó, señalando la pierna de Leo.

─ Un accidente. Solo una herida. ─confiesa, sin bajar su arma.

Alaska se había bajado de la espalda de su padre y se colocó detrás de él. Tenía miedo.

─ Pueden quedarse, pero tendrán que ganarse su puesto ─les dijo el hombre, bajando el arma cuando vio que estaba asustando a la más pequeña ─. Mi nombre es Hershell Greene.

Somos la familia Miller.





















Exactamente habían pasado cinco semanas desde que los Miller llegaron a la granja Greene, un lugar donde pudieron regresar a la normalidad... Bueno, no del todo, pero estaban seguros y hacían cosas tan simples que parecía que el apocalipsis no pasó por aquí. Así que resultó ser un buen lugar donde quedarse, además, que Hershell está satisfecho con cada miembro de la familia, incluso de Derek, lo cual es decir mucho.

Alaska era la que hacía más cosas por decirlo así; ella se encargaba de básicamente meterse en un poco de todo; tenía tanta energía que tenía que desgastarla de alguna forma. Así que iba de un lado al otro ayudando en todo lo que podía. Así que se daba cuenta de muchas cosas. Lo que incluía lo raro que le parecía ver a Hershell intentar sintonizar con una radio algún canal del gobierno o algo donde informen noticias sobre esto y cuando acabará, o donde están entregando suministros para los sobrevivientes de esta enfermedad.

Aunque Alaska creía que no se trataba de una enfermedad como le vienen diciendo todos, tal vez era algo más, porque no cree que exista una enfermedad capaz de hacer que los muertos revivan y ataquen a otros.

¿O sí?

No lo sabía, pero seguía siendo confuso.

Pero no todo se trata de Alaska. Sus demás hermanos se habían adecuado muy bien al lugar. Por primera vez en su vida, Brooke había tenido una amiga. Se trataba de Maggie, la hija mayor de los Greene. Junto a ella paseaban al rebaño, se iban al pueblo cercano por cosas que hacían falta y básicamente eran exploradoras de los alrededores.

Nirvana y Beth se habían hecho muy cercanas. Aunque no parezca, la menor de los Greene también era fanática de varias bandas de rock, las cuales Nirvana amaba. Eso las convirtió en amigas cercanas. Incluso, un día durmieron juntas, pues se quedaron hasta tarde escuchando música. Ellos se encargan de los caballos, y muchas veces cocinan la cena para todos.

Leo por su lado, junto con Otis, se encargaba de ir a cazar. Ambos iban más lejos que Brooke y Maggie, así que estaban bien. Además, el mayor de los hermanos Miller también se encargaba de cuidar los alrededores, claro, luego de tener su buena semana de descanso para cuidar de su pierna.

Derek Miller... Es extraño. A sus hijos les parecía raro que se hiciera amigo de Hershell, aunque quizá esa amistad tenía sentido. Ambos habían perdido a su esposa y se habían quedado a cargo de sus hijos; claro, ambos en situaciones diferentes, pero hasta cierto punto, habían pasado por lo mismo. ¿Amigos de trauma?

Puede ser.

─ Ya no quiero, suena muy fuerte y pesa.

Reclamo a Alaska, quien estaba aprendiendo a usar un arma. Claro, a escondidas de todos y lejos de la granja para que no se escuchen los balazos.

─ No puedo hacer que pese menos, peque. ─dice Leo en un tono comprensivo. Sabía que no era correcto que ella tuviera un arma en manos, pero prefería que sea así.

─ Mis oídos se romperán.

─ Te acostumbrarás, ya verás. ─anima, colocando el arma en las manos de la menor.

─ ¿Por qué no le enseñas a Nirvana?

─ Porque...

No sabía qué decirle, porque sí lo había intentado, pero los resultados no fueron muy buenos: Se había asustado al primer disparo; incluso sus ojos se volvieron acuosos, así que Leo tuvo que detener la práctica.

─ Porque ella seguro aprenderá más rápido.

─ ¿Me estás diciendo lenta?

─ Estoy diciendo que eres una niña pequeña y te tengo que enseñar con calma para que entiendas.

─ ¿Me estás diciendo tonta?

─ Estoy diciendo...

─ No lo intentes, seguro se me ocurrirá otra respuesta ─sonríe divertida, colocando su pequeño dedo en el gatillo ─. Supongo que me puedo acostumbrar.

─ Lo harás.

Ella asintió, disparando a las latas que su hermano había puesto en una torre al frente; sin embargo, ningún tiro llegó a dichos objetos, así que se desanimó.

─ ¿Llevaré esto encima? ─inquirió, haciendo una mueca.

─ No, porque si tus hermanas o padre se enteran, me asesinarás. Por ahora solo necesito que aprendas a tomarla y a armarla y desarmarla en menos de un minuto.

Abrió los ojos de par en par, pensando en que eso no era posible.

─ ¿Eso es posible?

─ Claro, yo fuí el mejor tiempo de mi escuadrón.

─ Siento que no es posible.

─ Pues debes de esforzarte, Allie ─mencionó, levantándose a la vez en que le quitaba de las manos el revólver ─. Anda, debemos volver antes que sospechen de algo.

─ Sip, además debo esconderme antes que Brooke me encuentre y me enseñe ecuaciones, feas y malas ecuaciones. ─refunfuño, subiendo al auto.





















Tal y como Hershell le había dicho a Alaska esa misma mañana, ahora estaba lloviendo, incluso cuando el cielo hace una hora estaba despejado y sin ningún indicio de lluvia. Para la niña esto está totalmente interesante y confuso a la vez, es decir, como el anciano podía predecir el clima solo por el movimiento de su rodilla, quizá era algo así como Pinkie Pie con su Pinkie sentido. No estaba segura, pero era asombroso.

Ahora mismo, tanto ella como sus hermanas estaban dentro de la casa de los Greene, porque Hershell les había invitado a refugiarse de la lluvia, incluso cuando ellos tenían dos cuartos detrás de la casa principal, lugar donde podía refugiarse de este clima. Sin embargo, los Greene y los Miller ya tenían cierta amistad y era bueno pasar un momento agradable de vez en cuando.

Los únicos que por el momento no estaban dentro eran Leo y Otis. Ambos habían ido a cazar y probablemente regresarán muy pronto antes de obtener un resfriado.

Las chicas Greene y Miller estaban preparando la cena, porque aunque aún es muy temprano, querían dejar todo listo para después ponerse a jugar y pasar un tiempo ameno. Alaska, por otro lado, estaba en la sala, sentada en el escritorio que estaba junto a la ventana, resolviendo las malvadas ecuaciones que Brooke le había colocado.

─ ¡¿Cómo vas, Alaska?! ─preguntó B desde la cocina.

─ ¡Muy bien, me falta poco!

Contestó Alaska de inmediato, mintiendo, porque apenas había podido resolver dos de ellos. Luego se había dicho a sí misma que necesitaba un descanso, y se puso a dibujar flores, todas las que había visto antes en un libro de botánica que encontró en la biblioteca. En definitiva, eso era más divertido que los ejercicios.

La niña estaba haciendole sombras a los petalos con la punta del lápiz, cuando una vocecilla muy débil pasó por su lado.

─ La tres sale veinticuatro. ─murmuró Maggie, pasando otra vez hacia la cocina.

Alaska sonrió, colocando la respuesta de aquel ejercicio antes de volver con su dibujo, rogándole a un ser superior que Brooke se olvidara de la tarea. Sin embargo, como una señal divina para ella algo más interesante robo su atención.

─ Leo. ─murmuró con una sonrisa en rostro.

Bajo de la silla y pego su cara contra la ventana, y de inmediato se dio cuenta de que no era su hermano, era otro hombre, al parecer tenía un niño en brazos, o eso creí. Detrás de él habían dos hombres más, y gracias a que reconoció aquella camiseta azul, supo que era su hermano uno de esos tres.

─ ¡Alguien viene! ─chillo rápidamente, y las personas que estaban en la casa se apuraron a ir hacia la ventana.

Hershell, de inmediato y de modo protector, fue hacia afuera, seguido de los demás. El primero en llegar era un hombre, aquel que tenía a un niño en brazos.

─ ¡¿Lo mordieron?! ─preguntó el señor Greene en un grito, para que así fuera escuchado bajo la lluvia.

─ ¡No, pero uno de tus hombres le disparó! ─informó el hombre con traje de Sheriff.

El señor Greene lo pensó un poco y luego los invitó a pasar adentro.

─ ¡Chicas, preparen todo! ─grito el anciano, mientras se arremangaba la camisa y guiaba al hombre a la habitación ─ ¡Alaska, ¿puedes traer cubetas de agua y trapos limpios?!

La niña salió bajo la lluvia, pero antes de ir hacia la parte de atrás donde estaba lo que le pedían, se encontró con su hermano mayor.

─ No lo vimos.

─ Lo sé, Leo, lo sé. ─murmuró Alaska, antes de salir corriendo a buscar aquellos trapos.





















Alaska estaba tan triste que pensaba que su hermano se había ido a la guerra, lo cual no era cierto. Solo se había ido con Otis y Shane a buscar medicamentos para ayudar a Carl, y aunque la niña sabía eso, le seguía pareciendo muy terrible todo esto. No quería perder a su hermano por un niño que no conocía.

Brooke no era ajena al sufrimiento de su hermana, así que la invito a ir a buscar a la madre del niño. Alaska, por supuesto, aceptó esto de inmediato, tomó su caballo y fue junto a su hermana mayor a buscar a aquella mujer y al resto del grupo.

Ambas Miller estaban totalmente empapadas, recorriendo el espeso bosque mientras buscaban su objetivo. Sin embargo, por la lluvia, no lograban escuchar nada... bueno, al menos hasta que estuvieron lo suficientemente cerca para escuchar aquel grito.

La mayor de las hermanas tomó su bate y avanzó con su caballo para darle al caminante un gran golpe en la cabeza, salvando a la mujer rubia que estaba a punto de ser atacada.

─ ¡¿Lori, Lori Grimes?! ─preguntó Brooke de bajo de la lluvia, mirando a todas las personas que se acercaban.

─ ¡Yo soy Lori Grimes! ─exclamó una mujer.

─ Rick nos envía. Debes venir conmigo ahora.

─ Hubo un accidente, hirieron a Carl ─continuó ella, pero al ver el rostro de la mujer, supo que debía decir más ─. Sigue vivo, pero debes venir ahora, tu esposo te necesita.

La señora Grimes dejó su mochila y se subió al caballo de Brooke de inmediato, mientras un hombre de aspecto rudo decía:

─ ¡Hey, no la conocemos! ¡¡No puedes ir con ella!

─ Lleva al resto ─le dijo Brooke a Maggie, cuando esta apareció con propio caballo ─. ¡Me adelanto!

─ Él señor Grimes dijo que había más personas en el embotellamiento; un grupo venga con nosotros y el otro vaya a buscar a sus amigos. ─informó Alaska, mirando a quién podía subir con ella.

─ Sí, solo deben retroceder tres kilómetros, ahí está nuestra granja ─siguió Maggie ─. Con un buzón que dice "Greene".

─ Sí, ¿ahora quién viene conmigo? ─preguntó ella muy animada, pero al ver a las personas mirándola así, con aquella expresión de "era niña nos matara", frunció el ceño.

─ Iremos por el resto, pero llévense a Aleen, es el hijo de Rick y Lori. ─habló un chico, que parecía ser de descendencia asiática.

Detrás de él, un niño de ojos azules y rizos salió. Maggie le dio a Alaska un gesto de aprobación, así que ella acarició el lomo del caballo y el animal se agachó un poco. En ese momento la niña extendió su mano hacia Aleen y este la tomó, ayudándolo a subir. Él parecía estar en shock, y era normal. Su hermano estaba herido.

─ ¡No se demoren, la lluvia será más fuerte en un rato! ─informó Maggie, para luego girar hacia mí ─ ¡Vámonos, Alaska!

¿Cómo pasé de hacer aburridas ecuaciones a tener una misión bajo la lluvia?, pensó ella, pero prefería eso mis veces a hacer tarea.































𝙣𝙚𝙬 𝙘𝙝𝙖𝙧𝙖𝙘𝙩𝙚𝙧𝙨!

Levi Miller as . . . ✦ Aleen Grimes — twelve years old
Chandler Riggs as  . . . ✧ Carl Grimes — eleven years old

Steven Yeun as . . . ✦ Glenn Rhee — twenty-two years old
Christopher Larkin as . . . ✧ Travis "Rhee" — nineteen years old

and rest of cast . . .

▬ With love, Lucy Rhee (Miller)
palabras; 3187.

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