𝗳𝗶𝗳𝘁𝗲𝗲𝗻. the ghost
❪ pre season 3 the walking dead show❫
015. ┊໒ ⸼ | 𝗖𝗛𝗔𝗣𝗧𝗘𝗥 𝗙𝗜𝗙𝗧𝗘𝗘𝗡 | 🐝•˖*
❛ 𝗍𝗁𝖾 𝗀𝗁𝗈𝗌𝗍 ❜
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Nirvana siempre se consideró una persona muy sociable. En la escuela siempre tenía amigos, e incluso era tan activa que había formado su banda de rock, dando pequeños conciertos en varias fiestas del pueblo. Sin embargo, ahora, que había pasado con Travis casi unas tres horas de viaje en auto, se sentía la persona más introvertida y asocial del universo.
Es decir, la edad no es un problema. Había tratado con gente mayor y de igual manera seguía siendo ella, pero por alguna razón con Travis era distinto.
Aparte de la charla que tuvieron en la noche, antes del escape, no había salido nada nuevo con el paso de las horas. Cosa que los traía intranquilos a ambos, que querían al menos tener un tiempo agradable, porque estaba claro que las cosas pronto se pondrán feas. No por nada en específico, pero si Glenn, Brooke y Alaska siguen vivos, no deben estar viviendo felices por siempre por ahí. Deben estar en problemas.
─ Si tienes hambre, tengo...nada en mi maleta.
─ Gracias por recordarme el hambre. ─ella rueda los ojos, apoyando su cabeza en la ventana del auto, mirando la carretera.
─ Quería vengarme de ti por cómo manejaste el tramo anterior.
Nirvana soltó una risilla. Ella tenía permiso de conducir, pero nunca lo hacía en el pasado. Brooke no le prestaba su auto, y Leo no estaba en casa como para robarle la camioneta. Tenía una moto antigua, pero eso no cuenta cómo manejar.
Lo que resume en que fue una odisea para Travis la hora que ella manejó. Las curvas, sobre todo.
─ ¿ Adónde iremos? ¿O seguiremos manejando por esta carretera?
─ Podemos empezar a buscar desde la próxima parada. O hasta donde la gasolina nos dé...
Antes de que pueda terminar de hablar, el auto se detuvo por falta de combustible. Travis se dejó caer sobre el timón, soltando un largo suspiro. Sabía que no era su culpa ni la de su bocotá. El panel del vehículo estaba destruido, y la parte donde se supone que está la alarma que te avisa el porcentaje del tanque, no era visible.
Creyeron que tenían más tiempo, pero sus reservas se habían agotado.
─ No voy a caminar.
─ No voy a caminar.
Nirvana se bajó del auto, tomó su mochila y comenzó a caminar cuando se dio cuenta que no podía rendirse ahora.
─ Si ya fuimos capaces de irnos del grupo para buscar a nuestra familia, podemos ser capaces de caminar hasta encontrar otro auto antes de que llegue la noche.
No tuvo objeción alguna. Él también tomó sus cosas y aceleró el paso para llegar junto a Nirvana.
─ El reto es seguir con vida.
─ El reto es la vida misma.
Ahora ambos estaban sin rumbo fijo, pero con una idea clara en su cabeza: encontrar a su familia.
Alaska tenía las manos lastimadas. Antes no le molestaban ni nada de eso, pero ahora le ardían tanto que pequeñas lágrimas corrían por sus mejillas.
─ Tal vez se deba a la adrenalina.
Dijo ella, mirando a la pequeña mariquita que tenía desde hacía un rato parada en su antebrazo.
─ No sé qué es la adrenalina, pero escuché a mi hermana decir que a veces los pacientes no sienten dolor en el instante. Aunque ─hizo una muequita ─, no me importaría que me doliera si me picas, tal vez me convierto en Ladybug. Si esta es una prueba de humildad y buen corazón, te juro que la pasaré, conviértete en mi kwami.
Resignada a que la mariquita no le contestara ni la convertiría en un superhéroe, ella siguió caminando. No tenía idea de cuándo había avanzado, pero desde que salió de esa cabaña, no había dejado de correr. Solo se detuvo cuando un pajarito con su canto la detuvo, y le hizo recordar que ya era de mañana.
Descanso un poco y grito el nombre de Brooklyn y Glenn, pero ninguno le contestó. Así que sin perder el rumbo que iba siguiendo, avanzó todo lo que pudo. Siguiendo el plan original de llegar hacia aquellos pueblos.
─ Deben estar cerca, ¿no?
Por supuesto que la mariquita no le respondió, pero hubiera sido gracioso que dijera "Soy una mariquita, no me preguntes a mí".
Pero bueno, la niña siguió con su rumbo. Caminó un buen rato por un camino de tierra que había encontrado, porque a palabras de ella, todos los caminos llevan a algún lugar. Esperaba que fuera aquel pueblo que buscaba.
Para su suerte, lo fue.n
Un vecindario muy parecido a donde ella vivía antes de huir el día en que los muertos vivientes decidieron volver a la vida. Había muchas casas, pero una en particular llamó su atención. Es decir, no era muy grande como las demás, pero tenía una pintoresca casita en el árbol.
Así que al ver que no podía entrar por la puerta principal (que estaba cerrada con candado), decidió trepar.
Estaba a punto de colocar sus manos sobre la cerca, pero recordó que las tenía heridas. Así que pensó en otra opción para entrar antes de que los caminantes que había al final de la calle decidieran cazarla para su almuerzo.
Así que no mucho después, terminó empujando una roca con sus pies. Fue un trabajo difícil, estaba pesada, pero lo suficientemente alta como para usarla a modo de banquillo. Y antes de apoyar sus codos sobre la cerca, se aseguró de cubrir las palmas de su mano con el borde de su chaqueta.
(En su mente, si hacía eso evitaría el dolor si se llegaba a golpear).
Tomo un poco de impulso y subió una de sus piernas, para luego caer por el otro lado.
─ Vaya, no fue tan difícil... ¡Señora mariquita! ─soltó, mirando hacia todos lados, dándose cuenta de que no había pensado en la pobre, y que ahora estaba aplastada, o había salido volando hacia cualquier lado ─. Que en paz descanse.
Como primera decisión madura, Alaska no decidió ir en contra de sus instintos y dejó la divertida y magnífica casa del árbol para después. Primero se dirigió a la puerta de la casa, la abrió con mucho cuidado de no hacer ruido para no alertar a ningún caminante, y luego dio los primeros pasos. Casi al instante, la niña pega un brinco al ver el cadáver en putrefacción de un caminante, que antes por lo visto solía ser una mujer, pues tenía falda y tacones (o era un hombre con tendencias extrañas).
Ella se dio cuenta de que el cadáver era muy viejo como para revivir una vez más, y finalmente tomó el valor para seguir con su camino, que daba hacia la cocina. Se subió a las alacenas, usando banquillos y mesas, buscando cosas útiles, pero no encontró nada comestible.
Es decir, encontré aceitunas en frasco, pero no las tomé. Ella era alérgica a ellas. Lo sabe porque una vez, Nirvana (cuidando a Alaska de cinco años), le dio aquellas malvadas bolitas verdes...y terminaron en el hospital.
De todas formas, pronto encontraría algo. Así que salió de la cocina y se metió en las tres habitaciones de la casa, y lo único que encontró fueron cosas muy normales. Ningún arma ni nada por el estilo.
Algo rescatable de todo era que encontró una mochila donde metió cosas que le parecían útiles, como camisetas, lápices, libretas, y algunos juguetes. Se colocó una camiseta celeste (que al parecer era de un equipo de fútbol), a esto le agregó una chaqueta verde que encontró, lo que confirmó que esta habitación le perteneció a una niña de una edad similar a la de ella. De todas formas, no pensaba que una diadema con dos abejitas pertenecieran a un adulto.
Pero bueno, luego de investigar cada rincón de esta casa, toda su travesía terminó con ella llenando una botella vacía con agua del caño.
Ahora sí. Podía ir a la casa del árbol. Con suerte dormiría un poco, y también lograría ver desde ahí arriba si Glenn...y su hermana llegaban al pueblo.
─ Nirvana. ─llamó Travis, colocando sus manos sobre la chica y sacudiéndola una y otra vez, pero parecía que en vez de dormir había quedado en un coma profundo ─. ¡Nirvana!
Luego de prácticamente gritarle en el oído, ella se levantó. Y si no fuera porque el asiático colocó su mano sobre su boca, hubiera gritado.
Ambos chicos, luego de caminar por carretera en busca de un nuevo vehículo, terminaron cansándose, llevando sus cuerpos más allá de lo que podían resistir. Así que apenas vieron un auto (desafortunadamente sin gasolina), terminaron poniendo los seguros y metiéndose dentro para poder dormir ahí. Seguros, con las ventanas arriba.
O eso pensaron.
Al despertarse, se encontraron con qué caminantes los rodeaban, rasgando las ventanas con sus uñas muertas y haciendo un ruido molesto que dañaba sus oídos, a esto sumado los gruñidos. Así que Travis no entendía cómo Nirvana pudo dormir con aquel ruido, porque él apenas se dio cuenta, se despertó, pero no podía hacer nada. Ya estaban rodeados.
─ ¿Si te saco la mano de la boca, prometes no gritar como loca? ─dijo Travis en voz bajita.
Nirvana solo asintió.
─ Qué mierda.
─ Lo sé.
─ Debemos pasarnos para los asientos de atrás, la ventana de adelante es muy grande. ─murmuró Nirvana, y fue la primera en hacerlo.
Ambos tenían armas para poder disparar, pero la distancia era tan corta hacia las ventanas que corrían el riesgo de que los caminantes de atrás se abalanzaran contra ellos y los comieran. De hecho, todos los planes que pasaban por sus cabezas terminaban en muerte, y más cuando el vidrio de sus alrededores estaba crujiendo, amenazando con romperse.
─ Nirvana, fuiste una gran amiga.
─ No vamos a morir.
─ ¿Tú crees?
La chica Miller se convenció a sí misma de que el apellido Miller le daba poder, incluso después de ver el desastre que tenía de padre. Ella tomó un arma, y por primera vez no se sentía rara al tener el dedo en el gatillo, así que apuntó hacia la ventana que veía más quebrada. Sin embargo, no estaba sola en esto, Travis imito su acción, y ambos jóvenes quedaron espalda con espalda, cuidando ambos lados del vehículo.
─ Una.
─ Dos.
─ ¡ABAJO!
Una tercera voz se escuchó. Fue como una orden muy directa y fuerte.
Travis escuchó el primer balazo (que no pertenecía a ninguno de los dos), y tomó a Nirvana, empujándola hacia abajo de los asientos, colocándose sobre ella de modo protector. Él ni siquiera sabía por qué lo hacía, nunca fue un héroe, ni pretendía serlo.
Miles de balazos se escucharon a los lados y poco a poco los caminantes iban cayendo como pinos de bowling, hasta que al final, no quedó ni uno de ellos en pie, revelando la cara de su salvador...o salvadores, al parecer.
Los dos jóvenes levantaron las miradas, encontrándose con un hombre alto y de cabello rubio, que tenía los ojos claros. Estaba vestido con pantalones y botas militares, sin embargo arriba solo tenía una camiseta blanca. Al costado de aquel imponente sujeto estaba una mujer. Tenía una falda larga, botines de tacón y una blusa blanca percudida.
─ Pueden salir, no les mordemos... Tal vez él sí, pero yo no.
Nirvana fue la primera en salir del auto, siendo ayudada por aquella misteriosa mujer que había dicho eso último.
─ Me llamo Carley. Ese de ahí atrás es Jack.
─ Mi nombre es Nirvana, y ese de ahí atrás es Travis. ─responde ella de la misma manera.
─ Andén, nuestro auto está cerca de aquí. Estamos buscando un lugar para establecer un campamento y gente a la cual llevar.
─ ¿Y qué nos asegura que no nos matarán?
─ Niña, si hubiera querido matarte, ya lo hubiera hecho.
─ Yo también puedo matar. ─dice Nirvana, tomando su arma y apuntando.
─ Sí, claro, con el seguro puesto, yo también puedo matar.
Nirvana no tuvo más remedio que bajar de arma y colocársela en el hombro. Regresó al vehículo por su mochila y la cargó en brazos, pero antes de llegar hasta Jack, Travis tomó su mano y evitó que siga caminando.
─ ¿Confías en ellos? ─pregunta en voz baja.
─ No ─responde Nirvana de inmediato ─. ¿Pero acaso tenemos otra opción?
─ No.
Nirvana soltó un suspiro. ─ Mira esto como una oportunidad, están buscando gente y un lugar donde establecer un campamento. Podemos usar eso para encontrar a nuestros hermanos.
Como aún era temprano, Alaska decidió que era buena idea pasear por ahí para poder buscar algo que comer. Así que sacó todo de su mochila con las esperanzas de traerla llena más tarde en la noche.
De hecho, debajo del escritorio de una de las casas que ya había visitado, se encontraba una cajetilla de balas. (Desgraciadamente no tenía un arma que usar) También se encontró con otras cosas, como licor y libros con nombres extraños que no podía ni pronunciar.
De todas maneras, se las arregló para poder pasar por medio de los caminantes que estaban deambulando en las calles, y muy ágilmente pasó gateando hasta un lugar pintoresco, que tenía una estatua de águila en la entrada. Así que, con curiosidad, entro.
Por un momento de verdad creyó que pasaría un momento divertido en aquel lugar. Los museos eran su cosa favorita (a parte de las tortugas). Su papá una vez le llevó a uno muy bueno, tenía de tema la evolución y contaba con obras que se movían. Sin embargo, a diferencia de esa bonita experiencia, esto parecía una escena sacada de una película de terror. Todo estaba lleno de telarañas, polvo, además de que parecía que alguna de las paredes tenía manchas de sangre, y a todo esto sumarle que la luz apenas se filtra por las ventanas...
Lugar tétrico.
Fue caminando con cautela por los bordes, escondiéndose detrás de cada columna para evitar sorprenderse con algunos caminantes o personas. Así que va muy despacio, terminando al final del pasillo donde se encontró con una boletería, la cual era un pequeño cuartito. Al entrar, comenzó a buscar un arma entre todos los papeles y cajones, pero no había nada. Solo unos sellos en forma de agila que claramente tomo y los guardo en su mochila.
─ ¿Qué fue eso?
Murmuró, levantando la mirada de inmediato para ver si se trataba de algún caminante...pero le pareció raro, porque en su llegada aquí, no había un solo errante en la primera planta. Así que primero pensó en que debería hacer, porque su plan era sobrevivir hasta encontrarse con su hermana y el coreano.
Así que ella con cuidado subió al segundo piso. Pensaba que el ruido que escucho era el del aire contra una ventana.
Ahí arriba no había mucho que ver, el segundo puso era un lugar muy aburrido, no había muchas cosas que ver: mapas viejos, libros con palabras muy largas para recordar y mantos que quien sabe quién los hizo. Cosa que puso triste a Alaska, que pensó que esto sería un momento recreativo en el que estaría leyendo con emoción los cartelitos de dinosaurios y demás...
Otro ruido.
Esta vez la niña vio cómo uno de los mapas viejos que se encontraba colgado en la pared se cayó. Eso podría ser obra del viento...pero no hay ventanas. Así que la única opción era que fuera un fantasma.
─ No. Los fantasmas no existen ─murmura para sí misma ─. Los caminantes tampoco, pero aparecieron.
"Bien, mi cerebro no está de mi parte"
Pero por alguna razón, la idea de un fantasma o caminante no la asustaba. Así que se acercó con cautela al lugar donde se cayó el mapa, al lado había una habitación, así que es muy seguro que dentro hubiera una ventana.
Sin embargo, su valentía no duró mucho tiempo. Porque cuando tomó la perilla, se encontró con una figura muy alta frente a ella, se veía claramente que era alguien muy grande que movía las cortinas.
Los fantasmas sí existen.
Tomo la diadema de abejitas que tenía en la cabeza y la tiro como si esa fuera una especie de granada que explotaría y acabaría con aquel espíritu. De todas formas, sin fijarse en cuanto daño le hizo, ni en si era Gasparin el fantasma amigable, se dio la vuelta y corrió sin mirar atrás. Ahora mismo no quería amigos de otras direcciones.
Ahora se considera antisocial.
Bajó en menos de dos segundos a la primera planta, incluso parece que saltó algunos escalones para llegar más rápido. Así que una vez abajo, fue directamente hacia la puerta, buscando irse de inmediato de este lugar.
Colocó sus manos sobre las manijas, pero esta parecía no ceder. Como si se hubiera atorado. La movió una y otra vez, necesitaba que se abriera.
Y no sabía si era su mente jugándole una mala pasada, o si en verdad era real el fantasma...
Pero se escucharon pasos arriba.
─ Lindo y bonito fantasma ─murmuro, girando para buscar una forma de huir, ya que por la puerta principal no podía hacerlo ─. Nirvana era quien jugaba a la ouija, no yo. Ella molestaba a tus hermanos fantasmas intentando hacerle de médium. Yo solo veía My Little Pony.
Metros a su derecha se encontró con una ventana abierta con salida al exterior. Así que, haciendo lo que sabe hacer mejor: huyo de aquel lugar.
Nirvana no era buena hablando con adultos. Cada vez que en el pasado quería algo de algún vecino, o quería convencer a un mayor de hacer algo, tomaba a Alaska y la mandaba al frente. La niña, con los ojos claros y cabello rubio, se encargaba de reclutar gente.
Funcionaba para cualquier cosa.
El punto de todo esto es que este vehículo sería una completa tortura si no existieran Travis y Carley. Ambos chicos se habían puesto a conversar sobre una entrevista en el campo militar que había hecho esta última. Donde investigaba un pequeño problema que involucraba al gobierno y a la milicia. Algo así como que ellos ya sabían que todo esto sucedería (no era así, a palabras de Jack).
─ Perseguí a ese hombre por casi un mes, pero por mi mala suerte, el día que aceptó mi entrevista, un muerto saltó a la cara de mi camarógrafo.
─ Era aceptar tu entrevista o denunciarte.
─ Por eso llevé mi falda cara y sexy ese día.
─ Hay menores aquí. ─suelta Nirvana, haciendo una cara de asco.
─ Bah, mujer, tú debes tener unos veintiuno.
─ Diecisiete.
Jack miró por el espejo retrovisor a la chica. Era cierto, era muy joven. Incluso era muy ingenua en el momento de tener un arma, es decir, él no la había visto usarla, pero después de tantos años de servicio, era capaz de saber quiénes tenían esa chispa.
─ ¿ Adónde estamos yendo?
─ Bueno, Nirvana, estamos yendo en dirección a Macon, solo pasaremos por ahí, creo que vamos bien. Buscaremos sobrevivientes y otros vehículos, y un lugar donde poner un campamento.
─ Ya que todos los campamentos que había puesto el gobierno se vinieron abajo en el primer mes. ─terminó de contar Carley.
─ ¿Estuvieron en uno? ─preguntó Travis.
─ Sí. Pero no era el jefe. Se vino a la mierda en un segundo por gente que no se preocupaba por la gente. ─dice Jack con molestia, recordando cómo por la ambición de su superior el campamento terminó siendo un completo cementerio...carajo.
Él detuvo el auto de golpe cuando vio cómo de cada esquina del lugar comenzaban a aparecer caminantes. De inmediato, supo que si se quedaban dentro no podrían salir, y las balas que tenían no eran muchas. Corrían el riesgo de morir, y no iba a dejar que aquellos jóvenes terminaran sin un futuro.
─ ¡Afuera! ─ordenó.
Nirvana, Travis y Carley no cuestionaron nada. Salieron del auto con sus cosas y siguieron a Jack, que empezó a ver dónde podían meterse (lo cual cada vez era menos esperanzador). La mayoría de las puertas estaban cerradas con cadenas.
─ ¡Aquí! ─gritó Nirvana, quien había llegado a una farmacia que estaba con la puerta sin seguro.
Los cuatro entraron y cerraron la puerta detrás de ellos. Todo estaba completamente oscuro. Jack tomó el brazo de los más jóvenes y los mandó atrás de él, de tal manera que él era el escudo protector de ambos. Pero por eso se había metido en el ejército a la edad de diecisiete años: proteger a las personas.
Además de hacer un mejor mundo para todos.
─ Se ve como un refugio. ─murmuró la chica Miller, que había encontrado una palanca y la había bajado, afortunadamente, el local aún contaba con electricidad.
─ Revisaré lo demás. Tengan cuidado.
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