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CAPÍTULO CINCUENTA Y TRES
pov's baek narae
—¿Saliste? —me pregunta, dejé el lindo bolso blanco sobre el perchero de la entrada. Supongo que debe haberlo sabido por la ropa que utilizo, así que asentí— Hum. —se limitó a responder, y no entendí a qué juega, qué es lo que quiere decir con ese ruido gutural, si es que no le agrada que haya salido, o le incomoda algo sobre mí.
—¿Y tú?
—Estuve todo el día en casa, debía limpiar.
De camino a las escaleras para el segundo piso, vi la escoba apoyada a un costado del mueble donde deja los objetos valiosos de sus padres, no pensé que él se tomara la responsabilidad de hacerlo, creí que tenía una persona contratada como cualquier riquillo. Bueno, siempre ha sido diferente al resto. Entramos a su cuarto en silencio, como la última vez, pude asombrarme de la increíble y pulcra limpieza. Me senté en la cama, liberándome de las pantuflas, el corazón me late rápido a medida que lo veo caminar por las esquinas buscando un mínimo desorden.
Carraspee.
—Ven. —di palmaditas a mi costado. Se acercó viendo la piel expuesta de mis piernas, gracias a la falda que pocas veces me atrevo a utilizar, una vez que estuvo con el trasero en la colcha, y su mano sobre la mía, lo vi directo a los ojos— Te extrañe. —fui honesta.
—Yo también a tí, tesoro. —me mostró una expresión más liviana, como si mis palabras le hubieran quitado la preocupación que venía carcomiendolo. Entre nuestro ambiente conflictivo, ambos rostros se acercan en busca de algo, y lo consiguieron fácil.
TaeHyung me besó suave, suele dar ese tipo de besos, no sé si son exclusivos para mi o ya lo ha hecho de la misma forma con otras chicas antes, pero quiero imaginar que es un beso único y exclusivo para mi. En un punto, donde no había más que un suave movimiento, comencé a repasar los dichos de Yui en mi cabeza, entonces me aceleré. Puse las manos sobre su cuello, y mi boca se abrió para adentrarse al extraño sabor de nuestra intimidad, sorprendido al principio le costó llevar el ritmo. Poco tiempo después, su lengua tocó la mía.
Es extraño porque nunca antes dimos un beso igual, mi vientre bajo cosquillea, y me hace querer ir a un mundo nuevo. Mis manos bajaron hasta el borde de su playera, fueron adentrándose allí y sintiendo el tacto de su piel morena.
Fueron nuevamente bajando, esta vez al borde de su pantalón. Entre caricias trate de tomar el elástico y apartarlo de su piel…
—Espera.
—¿Qué pasa? —fruncí el ceño.
—Narae, no creo que sea el momento.
—No te gusto. —afirmé, ¿soy yo el problema aquí? ¿no soy tan linda como ella? ¿por qué mi novio no quiere hacerlo conmigo?
—Sí que me gustas. —suspiró.
—Debe ser por ella…
—Narae, no. No es por nadie, entiende. —me tomó entre sus brazos y caímos juntos en posición lateral sobre la cama, con su barbilla puesta en mi hombro, no le veía la cara— Has estado temblando desde que iniciaste a tocarme. —y por primera vez, bajé la vista a mis manos para comprobar lo que decía, lo cual, es verdad. Avergonzada mis mejillas se volvieron rojas— ¿Por qué quieres hacerlo?
—Quería… experimentar. —mentí.
—Bueno, tranquila. Podemos seguir esperando hasta que tengas confianza.
Es lo que siempre dice. ¿Pero cuando tendré aquella confianza en mí misma? ¿Cuando sabré que es el momento, y que de verdad quiero hacerlo?
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