EJEMPLO 2

—¡Menuda payasa!

La voz de María se me clava en los oídos, pues se ha agachado para gritarme en la cara. Cuatro chicas están a su alrededor y no paran de reírse mientras me miran. Pongo la mano sobre mis ojos para conseguir enfocar la vista, ya que el sol me está dando directamente en la cara y, entre eso y el golpe, estoy un poco desorientada.

—¿Qué estás haciendo, María? —pregunto mientras me incorporo.

—¿Qué estás haciendo, María? —repite con burla y aspavientos.

—No tiene ninguna gracia.

—Sí que la tiene, idiota. ¿No ves cómo nos reímos?

Todas vuelven a carcajearse, siguiendo las palabras de su líder. Estoy muy enfadada y, por primera vez en mi vida, tengo unas ganas tremendas de agarrarle del pelo hasta que suplique para que le suelte. Me contengo, siendo consciente de mi posición de adulto responsable en este lugar y temiendo las represalias. Pero me lo está poniendo muy difícil.

Palabras: 187

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