058: San Valentín²
"Alastor caminaba por los pasillos del hotel buscando algo, o más bien a alguien, cuando una figura de araña subió las escaleras. En cuanto lo vio, se acercó para saludarlo.
— Hey, ¿qué tal estás, sonrisas? Mañana es el gran día, ¿eh?—se recargó en él, colando los otros dos de sus cuatro brazos en su cintura.
— ¿A qué te refieres, mi afeminado amigo? Es un viernes común y corriente. —respondió, apareciendo adelante de él para que dejara de usarlo de mueble.
— ¿Acaso lo olvidaste? Mañana es San Valentín.
— ¿Lo es?—preguntó, volteando a verlo con los ojos bien abiertos. — Oh, vaya, parece que no me percaté de ese detalle.
— Tenía curiosidad por saber qué harían Charlie y tú, porque con su papasito viviendo aquí, les será imposible pasar tiempo juntos. Siendo San Valentín, él no lo permitirá.
Alastor entrecerró los ojos mientras sonreía forzadamente y miraba hacia otro lado, sabiendo que eso era verdad.
Bastaba con recordar cómo, esa misma mañana, Lucifer separó a la pareja cuando Alastor recibió a su novia tomándola de la mano para ofrecerle el asiento a su lado, luego de que llegara tarde a desayunar. Solo para que el monarca del infierno le dijera a Charlie que podía tomar su lugar, con la única intención de que no estuviera junto al demonio rojo.
Ella le dio la vuelta a la situación, viéndole el lado positivo, y pensó que su papá quería sentirse cerca de su novio. Así que tomó su lugar con gusto para desayunar unos deliciosos hot cakes, mientras Alastor y Lucifer desayunaban juntos, dedicándose miradas asesinas.
Angel Dust se rió al recordar la escena y le dio un codazo a Alastor.
— ¡Eso estuvo de lujo! Nunca había visto a alguien sonreír tanto mientras quería asesinar a su suegro.
Alastor rió con su característica carcajada, aunque su ojo tembló levemente.
— La clave está en la paciencia. Como una buena jambalaya, la venganza debe cocinarse a fuego lento...
— Claro, claro, pero mientras tanto, ¿quieres tener tu cita con Charlie o no?
Alastor suspiró y prestó atención.
— Es un pequeño inconveniente, lo admito. Pero no veo por qué debería preocuparme. No necesito un día especial para pasar tiempo con mi querida Charlie.
Angel bufó y rodó los ojos.
— Sí, claro. Dilo más fuerte para que te lo creas.
— ¿Disculpa?
— Alastor, sabemos que te importa. ¡Si no, no estaríamos hablando de esto! Pero tranqui, tengo la solución: ¡Llevemos a todos a Lu Lu World!
Alastor se quedó inmóvil por un segundo. Su sonrisa no cambió, pero su energía oscura se sintió en el ambiente.
— ¿Lu Lu World?
— El parque de diversiones del papasito mayor. Hay descuento especial por San Valentín. Además, todos se distraerán con las atracciones y tú podrás estar a solas con Charlie sin que su papá los interrumpa.
Alastor apretó los puños detrás de su espalda. No sabía que Lucifer tenía un parque de diversiones de sí mismo para celebrar su mera existencia. Cada vez le parecía más ególatra.
— No me gustan esos lugares.
— Lo imagino, porque son demasiado "ruidosos y caóticos”, pero dime, ¿qué prefieres? ¿Un día con Charlie o un día con Lucifer separándolos con su poder de suegro nivel dios? Ja, ¿eso fue un eufemismo...?—se preguntó.
Alastor abrió la boca, pero no encontró una respuesta. Luego de un instante, suspiró con resignación.
— Está bien, mi afeminado amigo, me has convencido.
Angel sonrió victorioso, pero antes de decir algo, de repente, el techo crujió y una pequeña figura cayó de golpe entre ellos.
— ¡Hola!
Angel Dust saltó del susto y casi trepa la pared.
— ¿¡QUÉ DEMONIOS, NIFFTY!?
— ¡Llevo dos horas escondida en el techo! ¡Es mi nuevo récord!
Alastor aplaudió, completamente impresionado.
— ¡Excelente trabajo, Niffty! Ahora es mi turno de esconderme.
Dicho esto, desapareció en una ráfaga de estática, dejando a Angel Dust con una expresión de absoluto desconcierto.
— … ¿Qué acaba de pasar?
Niffty sonrió con emoción.
— ¡Estamos jugando a las escondidas! —con una sonrisa escalofriante sacó un hacha que tenía guardada quién sabe dónde y se la puso entre los dientes antes de comenzar a correr.
Angel suspiró y se pasó una mano por la cara.
— Nota mental: nunca jugar ningún tipo de juego con esos dos.
[...]
Al día siguiente, al amanecer, el hotel estaba lleno de alboroto. Charlie, al enterarse de la noticia, no pudo ocultar su entusiasmo. Entró al comedor con una sonrisa tan amplia que parecía iluminar el lugar.
— ¡Alastor! ¿¡De verdad vamos a Lu Lu World!? ¡Hace siglos que no voy ahí!—dijo, saltando hacia él y abrazándolo con fuerza.
Alastor sonrió con ternura y le acarició el cabello.
— Claro que sí, querida. ¿Quién podría negarse a ir a un parque de diversiones en un día tan especial?
Lucifer observaba la escena con una mirada penetrante. Su rostro no mostraba emoción, pero sus ojos no dejaban de evaluar a Alastor. Algo en la actitud del demonio de la radio le parecía extraño.
— Finalmente tienes una buena idea. Nada mejor que pasar este día con MI hija en MI parque de diversiones —comentó Lucifer, alejando a la rubia del demonio. — Seguro estás muy emocionado de ir, ¿no es así?—sonrió de manera engreída.
Alastor mantuvo la calma, sonriendo suavemente, como si nada de lo que se dijera pudiera afectarlo.
— Oh, en absoluto. En realidad no tenía idea de que poseías un proyecto tan elaborado. Ese tipo de cosas banales no son de mi interés y, por lo que investigué, tampoco son de tu interés, ya que hace años que no te involucras en la administración del parque. —respondió, mirándolo con un destello de desafío en los ojos.
Lucifer frunció el ceño por un momento. Su mirada asesina se disparó de inmediato hacia el demonio de la radio, sintiendo su sangre hervir.
— ¿Qué fue lo que dijiste...?
Charlie, al ver la pequeña discusión que se estaba formando, se apresuró a interponerse entre ambos antes de que escalara a un pleito.
— ¡Okey, vamos a relajarnos! Es un día muy especial, así que tratemos de mantener buenas vibras y llevarnos bien todos. —intervino, tratando de aliviar la tensión. Aunque con "todos" se refería más bien a ellos dos.
Lucifer dudó, pero al ver a Charlie sonriendo tan alegremente, no pudo evitar relajar un poco su guardia. La felicidad de su hija siempre lo vencía, incluso si el asunto implicaba a ese demonio.
— Si Charlie está feliz, entonces adelante.
— ¡Aww, gracias, papá!—lo abrazó feliz, haciendo que el ex ángel sonriera… solo para después dirigirle a Alastor una mirada de advertencia.
Alastor mantuvo su sonrisa, sin dejar de mirar a Charlie.
— No te preocupes, querida. Será un magnífico día.
Finalmente, todos se subieron al transporte que los llevaría a Lu Lu World, el cual había sido invocado por Alastor. Husk, que había sido obligado a venir, estaba visiblemente molesto, bebiendo directamente de una botella de alcohol.
— ¿Por qué diablos estoy aquí?—gruñó, mientras se recostaba en el asiento con los ojos semicerrados.
— Porque te obligamos con mucha amabilidad. —respondió Angel Dust desde el asiento de enfrente, guiñándole un ojo.
Husk soltó un gruñido, pero no dijo nada más. No quería arruinar el día de todos, aunque tampoco le gustaba estar fuera de su bar.
— Además, con esos dos, la diversión está asegurada donde sea —señaló a Lucifer y Alastor, quienes se empujaban mutuamente en un intento de sentarse junto a Charlie, solo para que Lucifer soltara un grito asustado al ver que Niffty intentaba treparle encima.
El demonio gato sonrió y rió levemente.
— En eso tienes razón. Pero qué par de idiotas.
(...)
Al llegar al parque, la energía cambió por completo. Angel Dust arrastró a todos al primer juego que vio, permitiéndole a Alastor quedarse a solas con su novia.
Charlie no podía ocultar su emoción; iba de un lado a otro señalando las atracciones y buscando algo divertido que hacer. Alastor la observaba con cariño, aunque el bullicio del parque le resultaba un poco incómodo. Sin embargo, como había prometido, se acercó con una sonrisa encantadora.
— ¿Qué te gustaría hacer primero, querida?—preguntó con tono suave.
Charlie se detuvo frente a la rueda de la fortuna y, con los ojos brillando, le tomó la mano.
— ¡Vamos ahí! ¡Debe ser hermoso ver todo desde arriba!
Alastor aceptó tomando su mano. Ambos se subieron a la rueda, y por un breve instante, el demonio de la radio pudo relajarse, disfrutando la vista y la compañía.
— ¿Sabías que siempre soñé con ver el mundo desde lo alto?—comentó con emoción en su voz.
— En ese caso me alegra ser parte de ese sueño, cariño —respondió, sonriendo con sinceridad mientras sus ojos brillaban con algo más que una simple sonrisa forzada.
Más tarde, mientras recorrían el parque, Charlie lo jaló hacia una cabina de fotos.
— ¡Vamos, Alastor! ¡Será divertido! Necesitamos un recuerdo de este día.
Alastor, no muy aficionado a las fotografías, miró la cabina con leve incomodidad, pero su sonrisa no flaqueó.
— Oh, Charlie, sabes que no suelo disfrutar este tipo de cosas.
Ella le dedicó una mirada de cachorrito y tiró de él con entusiasmo.
— ¡Por favor! ¡Será especial!
Alastor no pudo resistirse, así que cedió. Justo cuando estaban a punto de presionar el botón, una sombra se proyectó sobre ellos. Lucifer apareció de la nada, con su expresión serena pero su presencia imponente.
— Con que aquí estaban, creí que se habían perdido. —dijo con una sonrisa falsa.
La princesa lo miró sorprendida.
— Papá, ¿qué haces aquí?
Sin responder, Lucifer se metió en la cabina sin pudor y se acomodó entre los dos.
— Como tu padre, me parece que también debería estar en la foto. No quiero que olvides que este día existe gracias a mí, es mi parque después de todo.
Alastor, que intentaba mantener la compostura, ahora estaba visiblemente molesto. Su rostro no lo demostraba, pero su mirada sí.
— Eh, claro, podemos salir todos juntos —dijo Charlie, riendo nerviosa. — Uh… será nuestra primera foto familiar.
Ambos demonios se quedaron inmóviles, con sonrisas torcidas. Pero antes de que pudieran decir algo, el flash los cegó. La imagen quedó impresa con Lucifer y Alastor sonriendo de manera forzada, mientras Charlie tenía una sonrisa radiante.
— ¡Qué buen recuerdo!—exclamó la princesa, sosteniendo la foto, mirándola con ojos brillosos.
Alastor la miró con resignación, aunque una pizca de humor se reflejó en su expresión.
— Claro… inolvidable.
El día transcurrió entre más juegos, pero Lucifer parecía empeñado en intervenir cada vez que podía. Cuando Charlie y Alastor intentaron subirse a la montaña rusa, el monarca apareció justo antes de que la fila cerrara.
— Oh, ¿qué tenemos aquí? ¿Qué tal si me uno a la diversión?—sugirió, acomodándose en el vagón entre los dos.
El viaje fue una combinación de risas forzadas y miradas rápidas entre Alastor y Charlie, mientras Lucifer disfrutaba con absoluta calma. Cuando terminó, la rubia se giró hacia su novio, divertida.
— ¡Eso fue genial! Hay que venir aquí más seguido.
Alastor suspiró, con una sonrisa torcida.
— Genial es una palabra generosa...
Después, intentaron subirse al carrusel. Apenas se acomodaron, Lucifer apareció nuevamente para tomar a Charlie y que paseara con él.
— ¡Mírame, Char-Char! ¡Justo como cuando tenías seis años!—exclamó alzando los brazos mientras sujetaba a su hija. — ¡Seguimos siendo los reyes del mundo, mi pequeña!
El ojo de Alastor tembló, pero Charlie estalló en carcajadas. Sin poder hacer nada, vio cómo su novia y su suegro paseaban juntos mientras Lucifer lo miraba con un aire triunfal.
El demonio de la radio suspiró profundamente.
— Odio tanto a ese maldito y pomposo rey. —murmuró irritado.
Cuando bajaron del juego, continuaron recorriendo el parque hasta que Charlie se detuvo y miró a su padre, que seguía observándolos desde lejos, listo para intervenir otra vez. Con una sonrisa decidida, se volvió hacia Alastor.
— ¿Crees que podríamos tomar un respiro? —preguntó, señalando el "Túnel del Amor".
Alastor la miró con una sonrisa suave, entendiendo lo que quería.
— Claro, cariño. Pero antes…—desvió la mirada hacia Lucifer. — Tal vez deberíamos asegurarnos de que nuestro querido amigo no decida unirse.
Charlie se acercó a su padre con una sonrisa dulce.
— Papá, ¿Podrías dejarnos estar a solas un momento? Solo por un rato, por favor. Puedes volver con los demás y divertirte.
Lucifer iba a responder para negarse, sin embargo, al ver el brillo en los ojos de su hija, cedió a regañadientes.
— Está bien, Charlie. Pero si algo sucede, no dudes en llamarme. —Su tono era serio, pero la mirada que le dirigió a Alastor fue más que una advertencia.
La rubia le dio un beso en la mejilla y, con una sonrisa satisfecha, se alejó con su novio. Lucifer los observó irse, incómodo, pero confiando en que su hija sabría manejarse.
Dentro del túnel del amor, la atmósfera cambió. Luces suaves y el balanceo tranquilo de la góndola creaban un ambiente acogedor. Charlie se recostó contra el borde y miró a Alastor con gratitud.
— Alastor… no sé cómo agradecerte por esto. —dijo con voz sincera. — A pesar de las intromisiones de mi papá, este ha sido un gran San Valentín. Pasar el día con mis amigos, mi familia… y contigo.
Alastor sonrió con ternura.
— Sabes que este tipo de festividades no son lo mío, querida. —su tono era suave pero firme. — Pero por ti, estoy dispuesto a aceptarlas. Aunque debo decir que no necesito un día especial para recordarte cuánto te amo.
Charlie parpadeó, sorprendida.
— Mi amor por ti no se limita a una fecha en el calendario. —continuó Alastor. — Cada día es un recordatorio de lo afortunado que soy de tenerte en mi vida. Contigo, el amor lo vivo todos los días.
Las lágrimas comenzaron a brillar en los ojos de Charlie. Sin pensarlo, se inclinó y lo besó. Fue un beso profundo, lleno de emoción. Cuando se separaron, ella lo miró con amor.
— Yo también te amo, Alastor... muchísimo.
Él le acarició la mejilla con ternura.
— Lo sé, querida. Lo sé. —beso su frente.
Al salir del túnel, la noche había caído sobre el parque. Charlie se estremeció un poco por el frío, y Alastor, sin decir nada, le puso su abrigo sobre los hombros.
Ella se sonrojó, mirándolo con una mezcla de ternura y picardía.
— ¿Sabes que papá se volverá loco cuando me vea así?
Alastor soltó una carcajada.
— Y esa es precisamente la razón por la que debes usarlo. Será una pequeña recompensa para ti… y una gran diversión para mí.
Charlie no pudo contener la risa.
— Vamos, cariño. —dijo Alastor, tomándola de la mano. — Es hora de buscar a los demás y ver qué desastre han hecho.
Juntos, salieron del túnel riendo. Aunque Lucifer había hecho de las suyas, aquel día sería un recuerdo inolvidable. Porque para ellos, el amor no se celebraba solo una vez al año… sino siempre."
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