Antes no era muy común que se tomaran un momento para descansar, al menos antes de ser pareja. Charlie trabajaba sin parar y a Alastor simplemente no le importaba descansar.

Ahora, por otro lado, a Alastor sigue importándole poco el descanso, pero con Charlie es otro caso. Solo bastaba mirar el tiempo que ella le dedicaba al hotel, al punto de no dormir ni comer y acabar completamente estresada, para que él supiera que tenía que intervenir.

Al principio no fue sencillo convencerla de que se tomara un descanso con tanto trabajo pendiente, pero Alastor la conocía tan bien que sabía exactamente a qué puntos apelar para que aceptara y descansara.

Normalmente, comenzaba llevándole una taza de café para que se relajara. Luego le daba un pequeño masaje en sus hombros mientras la guiaba al sofá más cercano para que se sentara. Y si ella insistía en seguir trabajando, Alastor le dejaba claro que él se encargaría del resto mientras ella descansaba. Aunque ya solía encargarse del trabajo para que al despertar ella no se estresara más.

Disfrutaba ver la sonrisa de agradecimiento que Charlie le dedicaba. Solo para que, al final, ella lo convenciera de acompañarla a descansar también, porque sabía que él lo necesitaba tanto como ella.