Los dos podían ser adorables juntos, pero también peligrosos.

Por el lado de Alastor era más que obvio, podía transformarse en el peor de los espectros y acabar o asustar a quien sea, y las razones variaban entre si hacían algo contra Charlie, si lo fastidiaban o porque se le daba la gana. Pero Charlie era diferente, ella era lo más cercano que había a un ángel en el infierno, uno realmente bueno. Siempre tenía una sonrisa y un optimismo para mostrarle al mundo, creía que todos eran capaces de cambiar y mejorarse a sí mismo, por lo que hacerla enojar no era tan sencillo.

Las únicas cosas que podrían hacerlo eran las críticas o burlas que le hacían por su idea del hotel, que hicieran daño a sus seres queridos o se hiciera alguna injusticia. Solo en esas situaciones era cuando sacaba su lado furioso a reducir y podía llegar a dar tanto miedo como el mismo Lucifer en persona.

Alastor sabía que Charlie era muy poderosa, no solo por ser hija del monarca del infierno, sino porque sabía que tenía una gran fuerza interior que estaba dispuesta a liberar en caso de ser necesario. Y él amaba esa parte de ella, por eso estaba dispuesto a liberar la suya para acompañarla en lo que sea que enfrentara, además de que había prometido apoyarla y protegerla de lo que sea.

Incluso se podría pensar que en algún momento alguno de los dos se sintió en peligro con el otro, pero para nada. Sabían que se protegerían el uno al otro ante todo y con quien sea.

Por lo que hacer enojar a esta pareja no sería la idea más brillante que hasta el más tonto de los demonios tendría.