Epilogo
Caminaba a paso lento, a trancos cortos, como si un potente cansancio se hubiera apoderado del azabache que, mantenía su cabeza agachada, observando el gris pavimento. El pequeño no pudo evitar soltar un fuerte suspiro, mientras pasaba por una de las calles de su vecindario que lo llevaría hasta su hogar.
—¿Te sucede algo Kazu? —preguntó la pelinegra de cabellos largos al notar desde la mañana a su pequeño hermano muy triste, demasiado callado algo que no era normal en él.
—No es nada Yui-nee. —habló afligido el menor quien desvió la mirada para no molestarla más.
Ya era demasiado agotador caminar bajo el fuerte sol, como para que él se pusiera a llorar y arruinara su caminata. La idea de no utilizar el transporte publico era debido a que querían pasar un poco más de tiempo juntos, ya que muy pronto serian los exámenes finales por lo que ambos aprovecharían el tiempo para estudiar.
—Sabes que puedes confiar en mi Kazumi, no me gusta verte triste. —insistió la mayor al percibir lo extraño que actuaba.
—Es que... —le miró a los ojos dudando si contarle que es lo que le molestaba. No sabía ni como reaccionaria si le comentaba aquello que provocaba que su pecho le doliera.
—No tengas miedo, confía en mí. —le susurró con una enorme sonrisa que hizo que el pequeño dejara esas dudas y decidiera contarle lo que estaba pensando.
—Mamá y papá se olvidaron de mi cumpleaños. —soltó tales palabras haciendo sorprender a la mayor.
—No puede ser cierto Kazu, de seguro no escuchaste bien. Mamá y papá no son esa clase de personas, ten ánimo—respondió. Esperando que éste recuperara su usual sonrisa inocente.
—Esta mañana, la única que me felicitó fuiste tú Onee-chan. —dijo haciendo que sus orbes plata empezaran a humedecerse.
—No llores, de seguro no lo hicieron a propósito. —le dio un fuerte abrazo para calmarlo y evitar que lagrimas se derramaran a caudales.
—No es cierto, esta mañana estaban muy emocionados porque irían a ver si iba a tener un hermanito o hermanita, ellos ya no me quieren. —el llanto se apoderó del azabache.
—Ellos nunca dejarán de amarte Kazumi, no digas cosas como esas. —le regañó al momento que soltaba una tierna sonrisa al recordarse a sí misma en las mismas circunstancias que su pequeño y querido hermano.
—Pero... pero ahora ellos sólo se preocupan por mi hermanito y no se acordaron que día es hoy. —siguió sacando esos pensamientos que lo atormentaban.
—Sabes... —habló con voz suave para llamar su atención. —Yo también pensaba lo mismo cuando papá me contó que ibas a nacer, Kazumi.
El menor la miró sorprendido al escucharla, su hermana siempre estuvo ahí para él, desde que tenía uso de razón jugaba con ella —Entonces Yui-nee...
Asintió, mientras sus miradas se encontraban —Yo tenía miedo de que papá ya no me quisiera cuando se enteró que tú ibas a nacer. Al principio la idea me emocionó, pero luego, me di cuenta que papá se casaría y se iría de casa para cuidar de su hijo, quien no sería como yo, que solo soy su prima/hermana.
—Yui-nee siempre será mi amada hermana mayor —exclamó interrumpiendo su relato.
—Lo sé pero en ese tiempo sentí que limitaría la felicidad de papá y el me haría a un lado para cuidar de su familia. —sonrió recordando lo infantil que actúo, era más pequeña que Kazumi pero lo comprendía —No quería perderlo, pero tampoco podría estar estorbando en su vida, me sentía realmente triste y actué de una forma muy grosera hacia él.
—¿Tu etapa rebelde? —agregó el azabache haciéndola reír, de seguro su papá le había contado esa anécdota.
—Se podría decir que sí, aunque era más un berrinche, papá me dijo que siempre sería su amada hija y que por nada del mundo me olvidaría, el juró que nunca se alejaría de mí y estaría siempre para apoyarme, hasta el día de hoy lo ha hecho. Y si él ha cumplido su promesa conmigo, que no soy su hija biológica, como dejará de amarte si tú eres su viva imagen —le acarició sus cabellos reconociendo el gran parecido que tenían.
—¿Pero que pasará si lo hace...? —insistió preocupado, el miedo en sus iris plata hacía que le temblaran ante la idea.
—Tener un hermano menor es lo mejor que te puede pasar en la vida, cuando nazca veras de lo que estoy hablando, el sentimiento de protegerlo, amarlo y estar en todo momento para apoyarlo es único. Como hermano mayor es normal sentir miedo pero con el tiempo veraz lo hermoso que es tenerlo a tu lado.
—¿Y si no puedo ser un buen hermano como lo es Onee-chan? —agachó la cabeza al no saber como sentirse ante la llegada de su hermano.
—Desde el momento que te vi, toda duda se esfumó de mi mente, eras tan pequeño e indefenso y tan hermoso que, justo ahora que estoy recordando ese momento no puedo evitar sonreír. Eres el mejor regalo que mi papá me ha dado y no te pienso cambiar por nada, no quiero que termines solo, así que debemos de alegrarnos porque tendremos un nuevo hermanito al cual debemos de proteger y amar.
—Si Yui-nee está conmigo de seguro lo lograré —dijo animado mientras se limpiaba las pequeñas lágrimas de sus ojos.
—¿Y a donde me iría? No pienso irme a ningún lado —lo tomó de la mano para así seguir su camino hacia su hogar que estaba a unas calles de donde se encontraban. Por respuesta sintió como le devolvía el apretón y le regalaba una tierna sonrisa.
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¡Sorpresa!
Escucharon el grito alegre de todos los presentes que se acercaron para felicitar al cumpleañero en ese día. Yui sonrió cómplice al ver la cara sorprendida de su pequeño hermano quien veía todo con gran felicidad.
—¡Feliz cumpleaños Kazumi..! –—lo felicitó antes de soltarlo para que corriera hacia los brazos de sus padres quienes lo esperaban en el centro de la multitud.
—Creí que lo habían olvidado —sollozó el pequeño cuando estuvo bajo el resguardo de su madre.
—Nunca lo haríamos —le aseguró su progenitora dándole un beso en su frente, para luego alborotarle el cabello.
—No seriamos capaces de olvidar al pequeño ser que nos unió más como familia y trajo felicidad a nuestras vidas —se unió Kazuto al momento que los atrapó en un fuerte abrazo.
Yui presenció la tierna escena alejada de ellos, al menos debería de dejar que ellos disfrutaban su vida, como una familia normal. Sus ojos divagaron por el lugar, hasta notar que su papá le hizo una señal para que se acercara y ella también formara parte del abrazo que estaban compartiendo, algo que no dudó en hacer.
A pesar de los años, su papá seguía siendo la persona que más amaba y cabe destacar que él no había cambiado en nada, no obviando que era más adulto y que Asuna-nee; su mamá, se corrigió al recordar que hace mucho tiempo dejó de llamarla así, siempre estaba pendiente de él para apartar a todas esas mujeres que babeaban por Kazuto, ciertamente su padre era un hombre muy atractivo y en cualquier lugar que se encontraba, las mujeres caían rendidas por su encanto o eso era lo que había escuchado de su tía Liz, quien no paraba de regañarlo y poner el tema sobre la mesa.
—¿Mamá te sientes bien? —habló preocupada al verla hacer una mueca de dolor.
—No te preocupes Yui-chan es solo que esta niña es inquieta igual que su padre y no ha dejado de darme pequeñas pataditas en toda la mañana —informó la amable y cariñosa voz de la ojimiel quien, con ayuda de su padre, se sentó en una de las sillas más cercanas y acarició con gran amor su vientre.
—¿Entonces tendré una hermanita? —exclamó el pequeño azabache quien se acercó a tocar el abultado vientre de su madre para sentir los movimientos de la bebé.
—Tendré a mi segunda princesa después de todo —agregó con gran orgullo el pelinegro que no paraba de sonreír junto a su esposa. Después de tanto tiempo tendrían a la ansiada niña de papá, que tanto los amigos de sus padres se burlaban del azabache.
—Pero miren quien habla... la persona que solo terminando la universidad empieza a tener hijos de a montón y deja a mi amiga sin opciones, obligándola a convertirse en ama de casa de por vida —acusó burlona la pecosa a un costado de Asuna.
—Para empezar ¿Quien fue la persona que planeó dejarnos encerrados en esa habitación para que nosotros hiciéramos lo nuestro? —aventuró con picardía el pelinegro haciendo sonrojar a su esposa y avergonzar a la pecosa.
—No lo hice con esa intención —bufó molesta —Además yo no tengo la culpa de que seas un irresponsable pervertido y no hayas usado protección —añadió histérica.
—No te estoy culpando de nada, más bien te lo agradezco y quisiera pagarte el favor de la misma forma ¿Qué te parece la idea Klein? —habló dirigiéndose a su amigo de cabello rojo.
—Estoy de acuerdo —gritó presuroso ante tal propuesta del azabache.
—Dejen de hablar tonterías malditos pervertidos —gruñó molesta al momento de acertarles un golpe en el estomago a ambos hombres, dejándolos quejándose del dolor antes de marcharse.
—Klein —miró a su amigo quien intentaba reprimir el dolor en su cara y parecer sereno ante la acción de su novia —¿Qué fue lo que le viste para enamorarte de ella? —se incorporó aun sosteniendo su estomago.
—Lo mismo que tú encontraste en Asuna-san. —respondió algo avergonzado.
—No te confundas, Asuna no es así de violenta...
—Kazu debes de cuidar lo que dices, si no quiere que Liz te noquee uno de estos días —agregó Sinon haciendo reír a todos los presentes.
—Lo tendré en cuenta...—se limitó a contestar la sugerencia de su amiga de gafas.
—Dejando de lado la imprudencia de mi hijo, ¿Dónde está mi nieto?... —todos voltearon al escuchar la fuerte, pero amable voz de la madre de Kazuto quien estaba acompañada de Suguha.
—¡Abuela...! —corrió el pequeño Kirigaya a los brazos de la amable señora.
—¿Y no hay abrazo para mí? —resonó la dura voz del patriarca Kirigaya. Quien a pesar de su expresión ruda mantenía una serena sonrisa en su rostro.
—Nunca olvidaría a mi Abuelo Mine —cantó con alegría al saltar a los brazos del mayor.
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—¿Yui está lista la sorpresa? —preguntó su padre, aprovechando la distracción de Kazumi.
—Sí papá, mamá me ayudó a prepararlo —habló cómplice mientras se acercaba al azabache.
—Bien... lo haremos en los próximos cinco minutos, así que no quiero que te separes de mi.
—Estaré a tu lado como cuando Mine-chan venia de visita —su padre soltó una pequeña risa al recordar esos tiempos.
—¿Crees que si le dices ese apodo en estos momentos estalle en ira?—dudó unos segundos ante la loca idea de su padre, le gustaría verlo enojarse pero no era el momento.
—Si lo hacemos, la sorpresa de Kazumi se arruinará y en lugar de una fiesta de cumpleaños tendríamos un ambiente deprimente y explosivo. —dijo preocupada, pues estaba segura que eso pasaría.
—Entiendo, pero prométeme que lo harás cuando todos se marchen. —pidió a lo que ella solo pudo asentir no tan convencida.
—Es una promesa papá —ambos sonrieron ante lo divertido que sería.
—Bien entonces te daré la señal dentro de cinco minutos, no lo olvides —le recordó antes de regresar al centro de la fiesta.
—Yui-chan espera... —escucho la voz de uno de sus compañeros de clases, que asistió junto a otros amigos a la fiesta de su hermano.
—¿Que es lo que sucede? —lo observó con cuidado, no quería imaginarse terceras intenciones. Ya hace tan solo unos días uno de sus compañeros se le declaró y ella fue todo un manojo de nervios en rechazar tal propuesta, y eso que su padre no se había enterado de tal hecho ya que si eso llegara a sus oídos estaba segura que se enfadaría y crearía un caos aún mayor.
—Quería hacerte una pregunta... el hombre de gafas que se encuentra abrazando a tu hermano es tu padre ¿cierto? —preguntó nervioso, no estando segura de a que venía todo eso.
—Por supuesto —afirmó al notar que señalaba a su padre Minetaka Kirigaya.
—¿Entonces porque le llamas papá a él? —esta vez señaló a donde se encontraba el joven azabache, que sostenía con obvio cariño la mano de su esposa.
A pesar que en realidad era su hermano mayor, todos sus compañeros de clases sabían que ella lo consideraba su padre, ya que desde que tenía uso de razón lo trató de esa forma y muchos de sus actuales compañeros lo conocían desde el jardín de niños. Hace mucho no le hacían esa pregunta, pero al recordar que su compañero no tenía mucho tiempo asistiendo a esa escuela, era obvio que no conocía los detalles.
Lo pensó unos minutos antes de sonreírle y darle la misma respuesta que había dado durante toda su vida...
—Él... es mi padre.
Gritó alegre mientras corría y lo dejaba aún más confundido, se paró junto a la persona que la cuidó desde que poseía uso de razón.... Y nunca le dejaría de amar como si fuera su propia hija, esperando con ansias que le diera la señal para sorprender a su hermano con tan escandaloso regalo.
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Esa calidez que lo embriagaba le hizo embozar una alegre sonrisa, mientras miraba el oscuro cielo sobre ellos, las pocas estrellas que alumbraban y no dejaban vencerse, adornaban el manto nocturno de la noche. El sonido de los grillos cantando en coro, era otro condimento que hacía de esa vista algo impresionante.
El leve peso que cayó en su hombro derecho le hizo bajar su atención y posarla en su mujer de cabellos naranja, quien se había recostado en él. Con su mano recogió algunos mechones que de manera rebelde se habían escapado de su peinado, los colocó atrás de su oído, para posteriormente acariciar la mejilla femenina.
—¿Estas cansada? ¿Quieres que entremos ya? —preguntó suave al escuchar un pequeño bostezo por parte de su amada esposa.
—Estoy bien Kazu... —le aseguró mientras se aferraba del brazo masculino.
—No quiero que pesques un resfrío —le miró preocupado, no quería que enfermara y también afectara a su hija que llevaba en su vientre.
—El doctor dijo que estoy bien, no te preocupes tanto, quiero estar otro momento a solas contigo —sonrió cómplice.
Volteó hacia atrás y trató de ver por la ventana que daba a dentro de su hogar, sentía inquietud al ya no escuchar desde hace varios minutos la risa de Yui y Kazumi que se encontraban jugando con Sugu. ¿Quizás su hermana decidió llevarlos a dormir al notar lo tarde que era? Pero incluso tampoco se oían los ladridos de la nueva mascota de la familia, fue una locura comprarle un cachorro como regalo a su hijo.
Últimamente a causa de su trabajo y la espera de su segundo bebé no habían encontrado el tiempo para ellos, eran pocas y reducidas las ocasiones donde podían disfrutar de la compañía del otro, así que aprovechar esta oportunidad para olvidar un poco sus responsabilidades como adultos no le pareció tan mala idea, pero siempre se preocupaba por la salud de Asuna quien ya llevaba los siete meses de gestación.
—Kazu... —volvió su atención a su esposa quien descansaba sobre él.
—¿Pasa algo? —tomó una de sus manos y la besó con suavidad logrando que esta riera alegre por la acción de su esposo.
—Tenias razón —exclamó cuando sus iris miel atraparon los plata del azabache quien no comprendió lo dicho por la joven esposa.
—¿Entonces deberíamos entrar? —la pequeña risa de la de cabello largo, lo desconcertó.
—Quiero decir... —se acomodó de mejor manera antes de continuar —A pesar que aun éramos muy jóvenes e inexpertos con la llegada de Kazumi juntos lo superamos.
Asintió sintiéndose afortunado de haberse casado con esa hermosa mujer que no paraba de sorprenderlo cada día. Desde que se convirtieron en padres a tan temprana edad les fue difícil adaptarse a la vida de adultos, nunca renegaron el estilo de vida que habían escogido y, a pesar que en muchas ocasiones se asustaron mucho y se sintieron agobiados por las responsabilidades que cayeron sobre ellos, la crianza de un bebé les resultó un caos, uno que nunca cambiarían por nada del mundo.
—Haber pasado todo esto contigo Asuna, ha sido lo mejor —acercó su rostro al femenino, que no se notaba cansado a causa de su abultado vientre y la gran festividad por el cumpleaños de su hijo que les dejo un desorden total en su hogar y ya mañana verían como solucionarlo.
—Ahora ya tenemos un poco más de experiencia, ¿Seguirás acompañándome en esto? —una de las manos de su esposa se posó sobre su vientre donde una nueva vida crecía y dentro de poco llegaría a sumar más sonrisas.
—Primero muerto, antes de que decida perderme esta aventura que decidimos transitar juntos —colocó su mano junto a la de su mujer para sentir los leves movimientos de su hija.
—¿Aunque te toque cambiar pañales de nuevo? —expuso entre sonrisas recordando que en ese tema fue todo un desastre en el pasado.
—Tú misma lo dijiste, ya tengo experiencia, ya no soy más un chiquillo de diecisiete años a quien también debiste cuidar y ayudar a madurar —sonrió al recordar todos los apuros en los que se vio metido durante el pasado.
—Me siento dichosa y afortunada de tener un esposo tan ejemplar —levantó su rostro para quedar a pocos centímetros del masculino. —Eres un gran padre Kazu...
—Fue a mí quien el destino sonrió al conocerte Asuna, eres la madre de mis hijos y la dueña de mis sueños, mi vida es tuya. Estaré a tu lado en todo momento... porque te amo y así será, nada cambiara.
Cortó la distancia que los separaba para unir sus labios en un tierno y amoroso beso, las palabras ya no eran necesarias cuando se demostraban con ellos sus sentimientos. Apresuraron todas sus responsabilidades y tuvieron que aprender todo lo de una vida en tan poco tiempo, pero nunca se arrepentirían de las decisiones que tomaron; si era con ella, con Asuna, todo estaría bien. Su familia viviría en armonía mientras esa hermosa mujer de cabello tan ardiente como el fuego nunca lo soltara, caminarían juntos el resto de camino que les espera.
Siguió disfrutando de esa dulce caricia, llena de amor y de promesas silenciosas... que sin duda superarían y vivirían juntos... pues fue el destino quien los unió y los guiaría hasta cada día en sus vidas.
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Y fin... xD luego de creo 1 año y 8 meses doy por terminado este que es mi primer logfic.
La idea de esto surgió hace años cuando yo era más amante de mangas y no conocía nada de escribir (ni se me pasaba por la mente) Fue una idea que estuvo retumbando en mi cabeza y cuando quede maravillada SAO y mi pareja OTP... dije "Esto debe hacerse KiriAsu"
En esencia este fic, fue el primer paso que me llevo hasta donde estoy ahora, aun me considero novata y tengo mucho que aprender pero me motiva y alegra saber que a muchos les gusto y siempre estaban atento a mis actualizaciones (aunque tardaran miles de años) y a todos que siguieron y se pasaron a leer este fic, desde muy en el fondo de mi kokoro gracias!! Sin ustedes esto nunca habría llegado hasta este punto. No puedo nombrar a todos pero gracias por leer, comentar, reírse y amar este fic.
Un agradecimiento especial para mi Diosa: Sumi ♥♥ quien ayudo a betear varios capítulos de He is... incluido este, como siempre maravilloso trabajo. Sabes que te admiro y no merezco tanto.
Bueno aquí termina todo pero seguiré escribiendo, tengo ideas volando por donde quiera... asi que Gracias de nuevo y nos leemos en otro fic...
Kim AgustinK65 bye...
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