EPILOGO
Ya no tenía pretextos, ya no tenía por qué haber otro pretexto. Me dirigí muy cabal y decidida para acabar con todo esto de una vez, para dar fin a algo que no debió empezar.
Pedí a John y Cynthia que me acompañaran, pues sabía que era muy cobarde, y necesitaba un poco de valentía para lograrlo.
Entramos a la desmantelada y vacía bodega que hasta hace unos meses era una tienda muy importante, y a la que había sido la residencia más importante y grande de aquella avenida. Y la que contempló una gran y devastadora tragedia.
Ingresamos sin ningún problema, y entre todo ese espacio negro y escaso de luz, pudimos contemplar a aquel fantasma que llevaba casi 15 años sin poder ir al descanso eterno.
—P...Paul—dije alterada.
—Jane.
A pesar de que me había tardado mucho en volverlo a ver, él me recibió cálida y comprensivamente.
—¡Oh!
No pude evitar ir a abrazarlo con todas mis fuerzas. Sonaba estúpido y absurdo, pero pude sentirlo como nunca. Fue el abrazo más puro y real que alguna vez di en mi vida. Veía como los rayos del sol caían sobre él, y hasta llegó un momento en donde sentía sus pómulos sobre los míos.
Me separé en cuanto dejé de sentirlo y me cayó el veinte de que era un fantasma, alguien no vivo.
—Lo siento—quiso tomar mis manos—, no debí arriesgarte a algo así. Sé que sufriste mucho por esto.
—No me importa, porque al final, cumplí la promesa. Todos saben que fuiste asesinado, y la perpetradora ya está pagando su crimen.
—Te lo agradezco, de verdad. No sé cómo podré pagarte todo lo que has hecho por mí.
Seguíamos emocionados y muy felices. John Lennon permaneció con la boca abierta, al comprobar que los fantasmas existen.
—Oh, lo olvidé. Paul, él es John Lennon, John, él es Paul McCartney.
Paul lo examinó de pies a cabeza, miraba cada uno de sus rasgos verdaderos y lucía muy entretenido en su figura.
—¿John Lennon?
—Así es... Un, un... Un pla-placer—dijo aterrado.
—¿No tenías una banda llamada "The Quarrymen" en Liverpool?
—Sí, ¿cómo lo supiste?
—Es que una vez, hace muchísimo tiempo, fui al festival de la iglesia de St. Woolton, y recuerdo ver a tu banda actuar.
"Un amigo, llamado Ivan Vaughan fue conmigo, y me dijo:
—Impresionante, ¿no?
—Ciertamente, pero le hace falta afinar la guitarra—respondí.
—¿Quieres ir a conocerlo?
—Mmm... No, ya casi comienza el show de perros policías, además no traje mi guitarra—alcé los hombros"
¡Wow! Paul y John estuvieron a casi nada de conocerse. ¿Qué cosas hubieran hecho?
—Vaya, que casualidad—dijo John un poco molesto.
—Sí, yo también toco... Tocaba.
—Yo también, pero lo dejé hace mucho tiempo.
—¿Crees que tú y yo...?
—Bueno chicos—Cynthia interrumpió—, tenemos que apurarnos. Nos pueden regañar si estamos aquí por mucho tiempo.
—Cierto, yo pensé que si capturábamos a Linda y sus tranzas podríamos hacer a Paul libre. Pero ya vi que no—dije con sutileza.
—¿Qué podríamos hacer?—preguntó Cyn confundida.
Todos hicimos un marco de silencio y pensamos en alguna posibilidad. Pero no se nos ocurría nada, hasta que John rompió el silencio.
—Bueno, siempre me he mantenido como una persona escéptica en todo aspecto. Pero es imposible seguir con esa postura si estoy viendo a un fantasma en este momento. Así que lo diré.
—¿Qué es?—cuestioné.
—Conozco a un párroco que también es santero, siempre me ha dichobt y hablado de sus supuestos poderes. Pero si le pedimos que libere tu alma, podría comprobarlo.
—¿Por qué no me habías dicho de esto antes?—reclamó Cynthia ofendida.
—Porque nunca creí que tus palabras fueran ciertas.
—Bueno, ¿cuándo podría llegar ese párroco?
—Podría llamarlo para la tarde.
—¡Vamos!—dijo Cynthia.
Mientras ellos se fueron a ver al párroco, yo me quedé platicando con Paul. Le dije todo lo malo que había pasado, toda la tristeza y presión que viví. De cómo la sociedad me había creído loca, y sus intentos fúnebres por querer eliminarlo de mi mente. Él me escuchó, y sus ojos no dejaban de verme.
—¿No tienes nada que decir? Dudé de ti en masa de una ocasión, por eso también temí volver a verte—dije al verlo tan callado
—No, no quiero que mis palabras interrumpan este único momento.
—Pero Paul...
—No quiero irme, pero debo aceptar las cosas. Tú y yo no podremos este juntos, o demostrar el amor que creció entre nosotros. Una gran barrera se interpone y no podemos hacer nada para destruirla. Lo siento.
—Es exacto lo que pienso. Tal vez... Si te hubiera conocido antes...
—Jane, él hubiera no existe.
Justo cuando dijo esa última frase, se abrió la puerta de la bodega. Y vimos a los Lennon entrando junto con un párroco.
—Hola, hemos vuelto—dijo John.
El padre se sorprendió al instante en que entró en la casa, pero fue muy obvio saber la razón de su impacto.
—Se lo dije, señor Lennon.
—Oh, Ricky, no seas orgulloso. Yo tampoco creía, hasta el día de hoy.
—¿Puede liberar su alma y darle el descanso eterno?
—Claro, ¿cómo te llamas?—preguntó el obispo al ente.
—Paul—dijo con pena.
—Bien, iré preparando todo.
Yo sólo miraba a Paul, pensando que el gran momento de despedida llegaría finalmente.
—¿Eres feliz?—susurré.
—Lo sería si estuviera contigo.
—Vamos, siempre te recordaré.
El padre preparó una especie de ofrenda con un montón de objetos extraños alrededor de Paul. Él permanecía quieto, y el atardecer se hizo presente.
El párroco dijo también una especie de conjuro o, quien sabe, no me dejó poner sus palabras aquí.
Lo único que pueden saber, es que daba efecto y resultado. Una varita de incienso se iba consumiendo, al igual que el alma de Paul, que iba deshaciéndose poco a poco, de arriba a bajo, y él lo sabía y aceptaba.
Un rayo de sol le apuntó directamente en todo el cuerpo, y se iba iluminando toda la bodega. Él se marchaba con lentitud.
—Adiós Jane, gracias por todo—sonrió y fue lo último que me dijo.
Y cuando se consumió la varita, todo ese fantasma que había visto se fue marchando. Se convirtió en polvo, que salió por la ventana, en medio de un gran aire que azotó por instantes.
Y así, él se fue de casa.
(...)
Con la indemnización que me dieron por los años que pasé en la clínica, pude adquirir la bodega vieja y antigua. Volvió a ser aquella casa que Jenny Boyd me vendió hace mucho tiempo. Y no sólo eso, le hice una especie de museo, donde hablaba sobre su vida, infancia, y hacía todo para mantenerlo en la memoria de las personas.
También se hablaba sobre la injusticia que le hicieron alrededor de su muerte, y la que me hicieron a mí. Eso no lo olvidarán jamás.
Ya han pasado 10 años de eso, y he escrito esta pieza para recordarlo más.
Wednesday morning at five o'clock as the day begins
Silently closing him bedroom door
Leaving the note that he hoped would say more
He goes downstairs to the kitchen clutching her handkerchief
Quietly turning the backdoor key
Stepping outside she is free
He (We gave her most of our lives)
Is leaving (Sacrificed most of our lives)
Home (We gave her everything money could buy)
He's leaving home after living alone
For so many years
Friday morning at nine o'clock he is far away
Waiting to keep the appointment he made
Meeting a man from the motor trade
He (What did we do that was wrong)
Is having (We didn't know it was wrong)
Rest (Rest is the one thing that money can't buy)
Something inside that was always denied
For so many years (Bye bye)
He's leaving home
Bye bye
Me encuentro en la banca de un parque con mi hermano Peter, y a pesar de que ya ha pasado mucho tiempo, lo recordamos todo perfectamente.
—No es algo fácil de digerir, a pesar de que haya pasado una década, Jane. Así que... ¿Te sientes bien?
—Claro, no estoy triste. Pues sé que algún día volveré a ver a Paul, y esta vez, estaremos juntos para siempre.
Algún día...
FIN
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Muchas gracias a todos por leer, si quieren más fanfics, pueden leer Wings On The Run, les encantará.
Y tambièn pasen a darle una leìda a "Razones para amar a Cynthia Lennon"
¡Gracias! Y nos vemos en la próxima.
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