Capítulo 14

Cynthia Lennon's POV.

Jane me contó de su proyecto, sé que es un poco raro, y que pocas personas podrían creerlo. Entonces me pidió que redactara lo que había pasado luego de que a ella la encarcelaron.

Primero, recuerdo muy bien cuando ella me llamó. Cuando alguien es arrestado, tiene derecho a hacer una llamada para notificar su situación, fue muy extraño para mí oír su voz, y más pensando que tal vez pudo haber llamado a su madre, o a Peter, pero no, me llamó a mí.

—Cyn... Cynthia—dijo en un tono delirante.

—¿Jane?, ¿qué pasa?—pregunté confundida.

—Necesito que llames a un abogado.

—No entiendo, ¿qué ocurrió?

—Estoy en el ministerio.

—¿Por qué?, ¿qué hiciste?

—Según la viuda de McCartney, la "heredera del imperio Eastman-Kodak", yo la chantajeé, atenté contra su dignidad, y un montón de cosas más.

—Dios mío, ¿Linda te contra demandó?

—Tal parece que sí. Me procesarán después de está llamada.

—No puedes permitirlo—dije impresionada— ¿Qué dijiste en tu defensa?

—Que el fantasma de Paul McCartney me dijo que fue asesinado por su mujer.

Me quedé en shock, ¿de verdad Jane había sido capaz de decir eso? Parecía absurdo en cualquier punto que miraras.

—Espera... ¿Qué? Supongo que no te creyeron.

—Supones bien.

—Contactaré a nuestro abogado de confianza, vamos para allá—dije para finalizar.

Fue todo muy extraño, hasta parecía una vil y repugnante jugada del destino. Se supone que habían arrestado a Linda, y, sin embargo, ¡estamos en un juicio donde Jane está sentada en el banquillo de los acusados! Parece un chiste cruel, y de muy bajo nivel.

—Jane Asher me obligó a decir todo eso, me humilló, ella y sus secuaces me sujetaron con firmeza, y ella me ordenaba que dijera eso, ¡es verdad!—dijo Linda al borde del llanto.

Jane era una de las chicas más tiernas y hermosas que había conocido. Era mi estudiante, yo daba historia del arte moderno, ella era una de mis alumnas más destacadas. Parecía muñeca de cristal con una piel preciosa, pero fue muy difícil para mí verla con ese traje naranja y esposas sobre sus manos.

—¿Dijo la demandada por qué lo hizo?—preguntó su abogado.

—Sí, que según, mi difunto marido Paul McCartney contactó con ella, ¡Ja!—río nerviosa— Hágame el bendito favor, ¿cómo un muerto va a poder hablar con ella?

Cuando esa sesión acabó, el abogado de Jane aprovechó para hablar conmigo después de que a ella la encerraron de nuevo. Se veía ligeramente molesto, y hasta frustrado.

—Cynthia, desde que escuché este caso, solamente lo acepté por ti, no porque tuviera alguna esperanza en defender a alguien como Jane Asher.

—Oh... Noah, por favor, no digas eso—exasperé—, no sé porque hablas así.

—¿Bromeas? Primero, ninguno de sus familiares sabe, porque ella no le ha querido decir a nadie. Segundo, ¿crees que yo voy a querer decir ante el frustrado que el fantasma de Paul McCartney vive en esa casa? Es una idiotez, puedo perder el título, no tengo ni idea de como defenderla.

—Vamos... la cinta es todo lo que necesitas.

—No es tan fácil, además, ¿ya la viste? Está loca, tiene una grave enfermedad. No me pone atención cuando hablamos, y en el reclusorio en donde está, tiene que estar en una celda sola, pues las guardias dicen que habla sola, y nadie lo entiende. Dice tonterías como: "Te amo Paul", o pide que venga por ella. ¡Qué estupidez!

—Escucha, Noah, no te permito que dudes de la estabilidad mental de mi amiga. Ella sabe porque hace las cosas, ¡ya deja esas patrañas! Y te pago por algo, no para que ofendas sin ningún sentido.

—Sí, lo sé.

La miraba de frente, pero mis ojos desvíaron su atención hasta la entrada del juzgado. Un hombre delgado y muy alto se dirigía a nosotros, usaba unos lentes circulares, y tenía el cabello un poco largo. Pensé que se trataba de un extranjero, pero casi me muero al ver que era...

—John...—susurré.

—Ah, sí, me preguntó si sabía en donde estabas, y ya le dije toda está situación—expuso.

—¿Me estaba buscando?

Casi no podía reconocerlo, era imposible, saludó a lo lejos y se acercó a paso veloz hasta nosotros. Yo quedé estática, sin saber que decir.

—Hola Cyn...—dijo con una sonrisa.

—Me retiro—dijo Noah y se fue.

—John...—titubeé.

—Oye—se acercó lentamente a mí— ¿Cómo estás?

—Confundida, desde que me dejaste.

—Lo he pensado... lo he pensado, de verdad, y fue un terrible error todo lo que te hice, sabes que te amo con locura, y nunca te dejaría.

Me tomó por las caderas y me obligó a darle un gran beso. Yo no entendía nada, ¿¡qué diablos le pasaba!?

—No... ¿Qué te ocurre?

—Soy tu esposo.

—Dijiste que nos divorciaríamos, y no entiendo el porqué.

—Oh... vamos Cyn, a veces los hombres hacemos tonterías, pero... lo importante es... darse cuenta de sus errores.

Diciendo lo último, volvió a abrazarme con locura y firmeza. Mis manos sintieron toda su columna vertebral y mis uñas se aferraron a su espalda. Él tocaba mi cintura y hacía el beso más intenso que jamás había sentido, todo era muy extraño, pero hermoso.

—Vamos a casa, te tengo una sorpresa.

¡Finalmente! Lo que John me dio sí que fue una gran y reverenda sorpresa. Durante años, habíamos intentado tener relaciones sexuales como nunca, iniciar bien y acabar bien, pero nunca habíamos podido por los problemas de impotencia de John. ¡Pero lo logramos! Fue lo único bueno de todo esto.

Cuando acabamos la escena sublime, le confesé todo lo que había pasado. Y era cierto, él tampoco me creyó.

—¿Paul McCartney dices?

—Sí, él también es de Liverpool.

—Creo que alguna vez oí hablar de él... pero ya no me acuerdo—pensó—, ¡Ah, sí!

—El punto es—lo interrumpí—, que volvió, y en forma de fantasma. A Jane, una inocente, la hacen ver como loca, y a Linda, una asesina, la hacen ver como una víctima. Bendito y jodido sistema judicial.

—Pues... no me quiero inmiscuir, creo que serviré mejor si sólo te escucho.

—Gracias, querido, aunque todavía no entiendo porque me dejaste—besé su cuello.

—Yo tampoco... yo tampoco...

¿Qué me habrá querido decir?

(...)

—Maureen Cox y Pattie Boyd, ellas fueron complices—dijo Linda.

El juicio se prolongó mucho, por más absurdo que pudiera sonar el tema. John me acompañó al jurado, pero no dijo nada, sólo miraba todo con escepticismo y aburrimiento.

—Señora McCartney, ¿cómo puede señalarlas? Ellas no se ven en la grabación.

—Pero las recuerdo perfectamente, sé que ellas fueron. Ellas me sostenían de los brazos, mientras Jane Asher me grababa y amenazaba.

Un momento, ¿por qué Linda no me mencionó a mí? Ella recordaba mi nombre, se lo dije el día del atraco, ¿por qué no me dijo nada? ¡Quiero que me involucren!

—Damas y caballeros, solicitaré la presencia de tres personas del jurado, pues mi clienta, la señorita Jane Asher, quiere que vayan al número 7 de la Cavendish Avenue, para que puedan ver al señor Paul—dijo Noah.

—Absurdo, respeten la memoria del marido de mi cliente—dijo John Eastman, abogado y hermano de Linda.

—Se calendizará en unas semanas, la sesión de hoy ha terminado.

Antes de que se llevaran a Jane nuevamente a la carcel, aproveché para hablar con ella. No le habían permitido a nadie hacerlo.

—Jane, ¿cómo estás?

—No puede hablarle—dijo la guardia mientras la esposaba.

—Dile a Paul que se prepare, es todo—susurró y se la llevaron. Caminó al paso marcado con las policías.

Dios... pobre chica, sabía que era mala idea, ¡pero yo no le dije que confesara lo de Paul!

(...)

John y yo fuimos a comer a un restaurante de hamburguesas, me daba mucha hambre. Siempre regulaba mis comidas y momentos para comer, pero ahora, no sé porque siempre quiero tener alimentos en mí boca. Es algo que no puedo explicar, tal vez, sea el estrés de todo esto.

—Asher realmente está loca—dijo John mientras bebía de su refresco.

—No le hables así, no te lo permito.

—Es la verdad.

—John, yo también vi a Paul. Fue real, iré a decir que yo también lo vi.

—Cyn... no—me detuvo la mano— ¡No lo hagas! Por favor, no me dejes, pueden encarcelarlas a las cuatro.

—No me importa, todas fuimos parte de esto—expuse enojada.

—P-pero... Cyn...

—¡Nada de eso! Si encarcelan a Jane, ¡a mí también!

Diciendo lo último, me levanté indignamente de mí asiento y di la media vuelta. Pero, de pronto, mi pie sintió un calambre que me hizo caer, y me desmayé sin previo aviso.

(...)

Desperté en la cama de un hospital y miré a John a mí lado, estaba enojada, pero podía comprenderlo muy bien. Él sólo quería preservarme, y esto podía ser demasiado para él.

—No me detendrás—musité.

—Estoy feliz—dijo sonriendo de oreja a oreja.

—¿Por qué?

—Cyn...—puso su mano sobre mi vientre— ¡Estás embarazada! Me has hecho el hombre más feliz del mundo. ¡Al fin seremos padres!

—¿Qué?—dije exaltada de emoción.

—Así es, ¡el doctor lo confirmó!—besó mi mano— Después de tantos intentos fallidos, ¡seremos padres! Te amo—me besó en los labios—, al fin. Lograste mi sueño, seremos una familia, ¿verdad que seremos todos una familia? Mamá Cyn, papá Johnny... y futuro hijo.

John me miró con los ojos más tiernos que pudo haber emulado, yo estaba derritiéndome de alegría y amor, pero... recordé...

—John... d-debo decir lo de Paul y ayudar a Jane.

—Cyn...—su felicidad cayó abruptamente— N-no... no me digas eso.

—Debo hacerlo.

—¡No! No puedes traer a un niño en medio de un juicio, o en un hospital psiquiátrico. ¡Linda Eastman no ha dicho nada contra ti! Por favor... ¡por favor!—lloró sobre mi hombro, pero sus lágrimas se veían desquiciadas—¡No me niegues la oportunidad de tener una familia! Sabes que tener un hijo es lo que más añoro... ¡No me quites ese derecho!, ¡¡Cyn!!

—Yo siempre quise darte un hijo, John, ser una completa familia. P-pero... debo decir que también veo a Paul.

—Cyn, soy capaz de encadenarte para que no vayas, ¡Por favor!—sollozaba con histeria, jamás lo vi así— ¡Quédate conmigo!

Oh... Johnny Boy...

(...)

Jane Asher's POV

"Espero que entiendas que una vida está creándose dentro de mí, de verdad, lo siento tanto. No quería hacer esto, pero confío en que saldrás adelante. Cuídate, por favor.

-Cynthia Lennon."

Esa pequeña nota me la dio mi celadora, y no podía creerlo. Debía estar feliz, John y ella habían intentando por todos los medios tener un hijo, y que llegara en este momento pleno, debió haber sido una de las más grandes bendiciones para ella.

Y yo no debo de interferir en su felicidad.

—Obligué a Pattie Boyd y a Maureen Cox a sostener a Linda Eastman, viuda de McCartney, ellas no querían hacerlo.

Ellas se quedaron estupefactas, y podía ver que querían decir lo contrario. Pero moví mis dedos en forma de silencio, y ellas entendieron todo.

—Y los planes de ir a la Cavendish Avenue siguen en pie, quiero que vaya gente del jurado y vea a Paul, él es un fantasma, puedo asegurarlo—dicté.

—Señor juez, esto ya es bastante absurdo—habló el abogado de Linda—, no tiene nada de sentido. Es obvio que la acusada está inventando todo.

—Puede haber alguien que se hace pasar por el fallecido, así que sí, mañana mismo, la acusada, policía, y tres personas del jurado irán para rectificar si es cierto, o no.

¡Bien!

(...)

Y ahí estábamos, frente a frente de nuevo, esa vieja casa que provocó nuevas heridas. Dos guardias me sostenían, estaba esposada de pies y manos, Paul se daría cuenta de lo que pasaba, así que debía engañar a Paul y hacerle creer que estaba bien.

—Por favor, quítenme esto. No voy a huir, y quiero esa chamarra—señalé la que cargaba una del jurado.

Increíblemente, me hicieron caso, me quitaron las esposas, me puse esa chamarra, y volví a la normalidad de mi movimiento, era tan anormal como fabuloso.

—Bien, esperen aquí, y abriré la puerta, señalando cuando puedan entrar. Y ustedes lo verán, ¡juro que lo verán!

No se veían emocionados, ni siquiera parecía que me iban a creer. Pero su morbo y falta de interés propio, fue suficiente como para que aceptaran mis terminos.

Entré a la casa, el patio estaba como siempre, era momento... ¡Él debía aparecer! Y demostrar que los fantasmas también habitaban en la tierra.

—Paul... Paul...—dije en un tono un poco delirante— Mí amor... sal, sal querido... quiero v-erte...

Pero no hubo respuesta.

—¡QUIERO VERTE!—ordené alterada y muy enojada.

Y él apareció, pero se veía muy diferente, ya no era aquel... ¿Hombre?, ¿fantasma?, ¿ente interdimensional?, ¿cómo debía llamarlo?

—Jane...

—Cariño, dulce cariño—dije emotiva—, por favor...—di unos pasos hacia atrás— Q-quédate aquí... quédate justamente aquí.

—¿Por qué?

—Simplemente, no te muevas.

Lo veía, pero mis manos por detrás querían abrir la puerta con prontitud, así lo logré. Volteé y exclamé fuertemente:

—¡PASEN!, ¡AHÍ ESTÁ!—señalé.

Todos entraron a paso firme y sin retroceder. Yo volteé al final y...

Nada, no había nada.

—Estaba... es-taba... ahí—titubeé con la piel de gallina.

—Vayan a buscar en toda la casa—ordenó alguien del jurado.

Las dos policías hicieron una inspección minuciosa por todo mi hogar, se tardaron mucho tiempo, y llegaron sin noticias nuevas.

—Nada, no hay absolutamente nada, ni nadie.

—En las yerbas de atrás, ¿lo encontraron?

—No, nada—dijo la otra.

—¿Son de marihuana?

—No señora, es sólo pasto gigante, nada importante.

—Bien... no hemos visto nada, señorita Asher.

—Estaba... estaba... ahí—señalé el lugar con firmeza.

¡Qué mala suerte!

(...)

Y el veredicto final...

—Ciudadana Jane Asher Eliot, por los crímenes de maltrato, extorsión, atentados a la autoridad, tortura, y secuestro, ¿cómo la declara el jurado?

—Culpable—no tardaron en decir—, además de ser mentalmente inestable.

—Ciudadana Jane Asher Eliot, la condeno a 80 años en el hospital psiquiátrico "Mary Jones", debido a los problemas que representa para usted misma y para la sociedad. Si su doctor ve progreso, podría tener 2 años de libertad condicional hasta que pasen los primeros 30 años. Por el grado de gravedad que representa, las visitas serán muy limitadas y exclusivas. He dicho—golpeó con su mazo—, termina la sesión.

Volvieron a esposarme, mientras caminaba a la salida, mis ojos contemplaron y se fijaron directamente a los de Linda, quién me miró con señas de victoria y egocentrismo total. Sonrió maléficamente, pero yo no me iba a dar por vencida. Mis ojos no mostraron clemencia ni pedido de compasión, ellos le decían:

"Sólo serás nadie."

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