Capítulo 12

Debo de admitir que fue uno de los momentos más extraños y relativamente raros de toda mi vida. No creo que ninguna obra de teatro en la que alguna vez pueda participar pueda asemejarse a lo surrealista que parecía todo esto. Incluso me llegué a marear, Linda quedó congelada cuando Paul estuvo frente a ella, pero él parecía muy seguro de sí.

—¿No me vas a saludar? —preguntó con ironía.

—Esto no... no es posible—dijo con los ojos empañados.

—Aquí, todo lo imposible es posible.

Linda tardó varios minutos en darse cuenta de lo que estaba pasando, lo hizo hasta que vio sus brazos sostenidos por Pattie y Maureen, intentó escapar, pero su fuerza era casi nula.

—Con que... ¿Sobredosis de heroína? Linda Eastman, tú sabes que nunca sería capaz de drogarme, ¡No lo hice! —dijo Paul como primer argumento.

—Eso... eso lo dijo el médico, no yo.

—¡Claro que no! Tú me asesinaste mientras escucha la voz de Judith Durham.

—Eso no es verdad, Paul... no puedo creer que hayas aprovechado esto para engañar a una pobre inocente, ¡No tienes nada a tu favor! Eras un drogadicto, un golpeador, un mal esposo. ¡Pero te amé a pesar de todo! —dijo bastante dolida.

De verdad, desde que conocí a Linda, nunca creí que ella fuera capaz de haber hecho algo malo. Se veía demasiado triste cuando hablaba sobre Paul, pero... ¿A quién de los dos debía creerle? Paul ya está muerto, Linda se ve como una maravillosa mujer, ¿Quién miente?, ¿QUIÉN?

—Claro que no, si me hubieras amado, ¡Jamás me hubieras ahogado!—gritó Paul.

—Por favor, señorita Asher, usted—me señaló— ¡Vio que aún tenía fotografías de nosotros! De mi familia, sabe lo mucho que amé a Paul, ¡Dígale que aún lo amo!

—Ella dice eso—dije en voz baja.

—Pues te está engañando, te atormenté día tras noche que preferiste escapar para no tener que verme más.

—Paul—ella lloraba y daba pequeños pasos, para que quedaran frente a frente—, ¿Cómo puedes hacer todo esto? Debo de imaginar que sientes algún tipo de atracción por la señorita Asher, una atracción que te obliga y te orilla a mentir de esa significativa y terrible manera, ¿Por qué lo haces? Respétala, dile la verdad.

—¡Esa es la única verdad!—exclamó enfurecido e hizo que las tres dieran pasos hacia atrás—, ¡Eso es! No puedo creerlo, ¡Dile la verdad! Te obligo a que mires a esa cámara y admitas que me asesinaste.

—No... ¡Paul! Eres un fantasma, ni siquiera estoy completamente segura de que esto sea real. No puedes recordar la manera en que moriste. Señoras, por favor, les pido que me acompañen con el doctor Robert Sullivan, él fue quien rectificó todo esto—dijo disponible.

—Ya fuimos, señora McCartney—respondí—, y sí... él nos mostró las fotografías, y el dopaje mostró positivo. Paul—lo miré—, dime la verdad, tenías grandes cantidades de heroína en todo tu cuerpo. No me hagas esto, no me merezco mentiras.

—Paul, creo que esto lo haces por el amor que sientes por Jane, pero entiende. Mientas o no... ¡No puede pasar nada entre ustedes! Eres un fantasma, ella está viva, y aunque hayas dicho la verdad, vamos a salir inmediatamente de aquí—dijo Pattie y ya no apretaba tan fuerte a Linda.

Paul se alejó brevemente de nosotras hasta llegar a la pared, pude ver como inclinaba y bajaba su cara al mismo tiempo. Verlo era algo que me acostumbré, pero a la vez, me aterré. Ya era muy común para mí ver a un fantasma, aunque no dejara de tener miedo.

—No, yo no tuve la culpa.

—Admítelo, ¿Qué más pruebas quieres? Señorita Asher, ¿Qué más puedo mostrarle para que entienda que fue sobredosis?—pidió Linda.

—Nada, lo creo.

Me parecía una locura pero... ¡Paul lloraba! Sus lágrimas se deslizaron desde su rostro fantasmal y caían al suelo, ¡Pero eran reales! Ha sido, hasta el momento, lo más traumático que he visto en mi vida.

—No... ¡No puedes creerle!

Paul se tornó cada vez más violento, apareció repentinamente frente a Linda. Ella lo miró con mucho terror y con una especie de crisis. Yo me paré a lado de Paul y la cámara solamente grabó a Linda, su expresión se hacía cada vez más espantosa, era el miedo por ver a un muerto frente a tus ojos.

—Escucha, no te voy a permitir que me humilles ante una mujer tan hermosa como Jane Asher, ¡Así que di la verdad! Te obligo en este mismo instante a que digas la verdad, ¡Tú me asesinaste, Linda Eastman! Dilo, ¡Dilo!

—No... ¡No!

Paul era un fantasma de mi estatura, podía verlo así. Pero cuando ocurrió esto, se empezó a hacer cada vez más grande, hasta llegar al techo. Pattie, Maureen y Cynthia querían huir corriendo, pero el horror las paralizó por completo, no pudieron decir nada. Linda temblaba sin parar, y no podía creer lo que estaba viendo.

—Ahora... ¡Dilo!, ¡Dilo! Di que me ahogaste.

—P...Paul...—hasta su voz sonaba diferente.

Era una especie de demonio que había encarnado desde el infierno, ya no era ese chico hermoso que vi por primera vez. Tenía una apariencia espectral y una aura negra recorría toda su cabeza, hasta su cabeza se deformaba... ¡Era horrible!

—Yo...—Linda dijo con un nudo en la garganta.

—DILO, ¡DI QUE ME PUSISTE UNA TRAMPA PARA QUE TODOS CREYERAN QUE FUE SOBREDOSIS!

—Yo...

No podía oírlo, la cámara grababa, pero nunca apuntó lo espantoso que veíamos. Paul era peor que un fantasma, por momentos pensé que era el diablo en vivo y directo.

—Sí...—sollozó— Paul tiene razón, yo lo asesiné.

— ¿Q-qué? —apunté la cámara directamente.

—Yo... yo... maté a mi esposo Paul McCartney, ¡Pero juro que no quería hacerlo!

—¿Cómo lo hiciste? —interrogué.

—Lo ahogué en la ducha, e hice creer a todos que había sido sobredosis porque le inyecté una pequeña dosis después de su muerte. Pero le pagué al doctor para que dijera todo eso, y tuviera pruebas reales. Pero no, la verdadera causa de la muerte de Paul McCartney fue ahogamiento—no para de llorar—, yo... yo lo maté.

Ese monstruo que presenció nuestros ojos se hizo un normal fantasma de nuevo. Paul volvió a ser ese ente sobrenatural que alguna vez conocí, ahora parecía más feliz y tranquilo.

—Suéltenla—dijo a Pattie y Maureen.

Ellas y Cynthia estaban en un terrible shock, pero soltaron sus ambos brazos y Linda corrió hasta la puerta.

—Ni creas que has ganado, James Paul McCartney, puedes creer que tienes lo necesario para condenarme, pero... ¡Te equivocas! De verdad que te equivocas, y tú—me señaló—, "señorita Asher", me voy a vengar de ti. ¡Vas a arrepentirte por siempre! Desearás jamás haber adquirido está casa, ¡Te prometo que vas a pagar!

Linda tomó su bolso, se acomodó su abrigo, su boina, y salió corriendo de la sala. También escuché como cerraba de violentamente la puerta principal. Tenía miedo, pues me amenazó directamente. Pero vamos, ¡Nosotros tenemos las pruebas suficientes para condenarla!

—Eso fue extraño—dijo Cynthia con pesadez.

—Sí, así de extremista es ella—respondió Paul.

—No, yo hablo de tu transformación a espectro de Satán en la tierra—afirmó.

—Ah... lo siento, son cosas que no puedo controlar. Uno piensa que un fantasmita sólo se puede quedar así nada más, pero hasta para eso, se pueden hacer otra especie de cosas.

—No nos queda duda, casi me orino en los pantalones—aclaró Maureen.

—Bueno, ya... mucho humor. Pero les recuerdo que la viuda de McCartney me acaba de amenazar, ¿Cómo puedo lidiar con eso? —interrumpí.

—No te preocupes, de verdad que no. ¿Se puede ver el vídeo? —preguntó Pattie.

—Claro, se ve perfecto y bien.

—Entonces, ¿Cuál es el problema de su amenaza? Linda ya no tiene nada, ella y ese médico serán arrestados.

—Dudamos mucho de ti, Paul—dijo Cynthia más amena—, pero entiéndenos. Nosotras estábamos confundidas.

—Las entiendo, pero me hubiera gustado que confiaran en mí—dijo más débilmente.

—Es que era muy singular todo esto, lo siento, Paul—hablé con incomodidad.

—Bueno, creo que es momento de irnos—finalizó Maureen al ver mi estado.

—Sí, genial. Mañana iré a dar esto a la policía, sería grato que ustedes pudieran acompañarme—pedí.

—Claro, Jane.

Se despidieron de mí y nos dejaron a solas. ¿Cómo podía volverle a pedir a Paul que no se apareciera hasta que arrestaran a Linda finalmente?

—Lo siento si te espanté—dijo y lo sentí muy cerca de mi oído.

Di unos pasos atrás, no quería verlo para nada.

—Paul, no. Esto no está bien.

—¿Qué?, ¿A qué te refieres?

—No quiero que estés a mí lado, por favor, desaparece hasta que tengamos el método perfecto y puedas ir al reino de los cielos.

Fue un vómito verbal de confesiones pensadas pero no admitidas, Paul me miró con una infinita tristeza, y yo también.

—P-pero... ¿Por qué?

—Esto... es suficiente, no quería decírtelo. ¡Pero vamos! Entiende, entiende por favor. Esto es absurdo, ¿Crees que podrá surgir algo entre nosotros?

—Nada es imposible.

—Esto es lo más loco que he vivido jamás, no creo que cualquier otra experiencia pueda semejarse a esto. Y más que nada, es porque te deseo, te quiero con todas mis ganas.

—Yo también, Jane. Ha pasado el tiempo, y eres la primera persona que he visto desde hace más de una década. No he podido salir, todo parecía un bucle infinito que parecía no tener fin, pensé que estaría por la eternidad, encerrado entre estás cuatro paredes, que estaría en la tierra hasta el fin de los tiempos. Pero—intentó tomar mi mano—, quiero hacerlo, quiero quedarme contigo... para siempre, y por siempre.

Nos acercamos, ¿Qué tan volado podría sonar lo que voy a relatar en estos mismos instantes? Pues demasiado fumado, si me lo preguntan. Pero pasó, nos dimos un gran beso, no es como si hubiera besado al aire. ¡Realmente sentí los suaves labios de Paul sobre los míos! Cerré los ojos y me dejé llevar por el momento, nada más pasó por mi cabeza. Creo que admitir era el primer paso, era algo que no podía negar: amaba mucho a Paul, y pensaba que el hecho de que él estuviera muerto no era un obstáculo para la fuerza de nuestro amor.

—Paul...

—Fue absurdo, lo sé. Pero si esto te duele a ti, más me duele a mí. ¡Imagínate saber que el amor de mi vida llegaría justo cuando estoy muerto! Es horroroso.

—Lo sé, pero... ¿Me creerías si te dijera que lo sentí?

—¿Sentiste?

—Sentí tus labios, sentí la magia de nuestro beso. Fue hermoso, es como si hubiera estado en las estrellas y el gran paraíso humano.

—Oh, Janie—pasó sus fantasmales dedos sobre mi cabello—, juro que esto no será en vano. De alguna u otra manera, estaremos juntos, ante las leyes humanas a los de Dios.

—Oh... realmente quiero ver eso. Ya verás, te prometí que se lograríamos justicia, y lo voy a cumplir.

—Te agradezco tanto por eso—me dio otro beso.

Realmente, creo que mis pensamientos de paranoia y drama fueron los que me hicieron pensar que no podía pasar nada entre Paul y yo, pero... ¿Cuál podía ser el problema? Nos amamos, y no creo que importe nada más.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top