Three.
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Al día siguiente, después de despertar con un dolor de cabeza insoportable llamado Sunoo, dejó su habitación para comenzar con su misión. No estaba orgulloso y mucho menos tenía ganas de comenzar el día siendo alumno y tutor en una clase la cual su padre se encargaba de impartir.
Se dirigió sin ganas al enorme elevador que lo llevaría al piso de los salones. En el camino la gente lo saludaba, y él por cortesía saludaba de vuelta. Al llegar se bajó y notó como la atención que antes estaba en él, había pasado al ya famoso chico de pelos platinados. Sintió su rostro hervir de... ¿enojo? ¿Celos? Nadie sabe, ni él mismo.
Observó como el curioso chico ignoraba completamente la atención y entraba al salón el cual descubrió iba a ser en donde también iba a entrar. Suspiró pesado antes de empujar la puerta, sólo para encontrarse con la mirada sorprendida de muchos alumnos, pero no la de su señor padre, quien le miró enarcando una ceja.
– ¿A qué debo su magnífica presencia, Señor Kim?– mantenía una expresión firme.
Soobin vaciló un momento antes de contestarle, intentando no sonar nervioso, siempre le dio algo miedo su padre. – ¿No le avisaron? Alguien solicitó un puesto de tutor en esta clase, soy yo.
El mayor tomó su libreta y la leyó con el ceño fruncido, como esperando encontrar una manera de regañarlo. Para su desgracia, encontró el nombre de su hijo quien, efectivamente, ahora debía ser su ayudante con los de grado menor.
– Así es... bueno, bienvenido a la clase de pociones I, sólo y cuando algún alumno solicite tu ayuda podrás acercarte a ellos, mientras tanto, tendrás que realizar las misma actividades que ellos. ¿Queda claro?
– Sí, señor– hizo una breve reverencia y se dirigió a su lugar, afortunadamente para su plan, quedó sentado justo a un lado del famoso Choi Beomgyu, sonrió para si mismo y lo saludó con la mano. Este lo volteó a ver apenas, e inmediatamente, regresó su vista al frente.
Una vez más su ego fue golpeado con intensidad. ¿Y este quien se creía? Siempre era un honor para todos el poder convivir siquiera un rato con él, pero este chico parecía ni inmutarse en su presencia. No fue el único en notarlo, pues algunos murmullos se llegaron a oír... desgraciadamente parecían solo hablar de que tam increíble era el menor como para ignorar al único e inigualable Kim Soobin.
La clase transcurrió con normalidad, al parecer los alumnos eran más inútiles de lo que pensaba. Hasta con el ingrediente más sencillo en la poción más fácil, la cagaban. Suspiró pesado y caminó desganado al decimoctavo alumno que pedía ayuda. No pudo evitar pensar que el joven al cual estaba espiando debía estar en un grado mucho mayor, pues no solo completaba todo sin ayuda, sino que también hacía las pociones más complejas. Era una pena que Pociones I sea requisito para pasar a un grado mayor en la materia.
Después de resolver dudas absurdas, paseó por la fila de Beomgyu, rogando por que este tuviera algún percance que requiriera su ayuda, y entonces lograr acercarse un poco más. Conforme los minutos pasaban, sintió el enojo crecer.
Es tan innecesariamente bueno pensaba.
Su padre parecía encantado con las habilidades del niño y pensaba que no había cosa que pudiera enojarle más, hasta que notó que las alumnas sólo lo miraban a él, embobados por su belleza.
Es decir, la belleza que ellos consideraban tenía, lo cual era mentira, definitivamente él era mucho más atractivo.
Cegado un poco por la desesperación, susurró un pequeño hechizo que hizo que un ingrediente de más cayera dentro de su caldero cuando este estaba distraído, provocando un efecto adverso. Pensó en acercarse para preguntarle que había ocurrido pero entonces..
– Interesante– se sobresaltó un poco, no esperaba que la voz del menor fuera... así, levemente profunda pero dulce, eso sí que era interesante. – ¿En qué momento metí ese ingrediente?
Parecía hablar consigo mismo. Pero no se veía preocupado, al contrario de lo que pensó, ni siquiera pidió ayuda. Tomó un frasco y vertió algo de la poción en este, llevándolo luego a un pequeño bolso bajo su capa. Soobin lo miró extrañado, debía regañarlo porque llevarse las pociones sin autorización estaba prohibido, pero no lo hizo. Ni siquiera lo reportó, algo en el chico le generaba muccha curiosidad, quería saber qué es lo que haría, y estaba dispuesto a descubrirlo.
El timbre sonó y lo sacó de sus pensamientos, volteó a ver a los alumnos que salían y cuando regresó su vista, el chico ya no estaba. Este niño era muy difícil de seguir.
Unas horas pasaron y ahora se encontraba "comiendo" con sus amigos, aunque en realidad se la pasó pensando en el chico.
O sea en formas de seguirlo, claro está.
– Yo creo que su papá le tiró una poción espacial o algo, porque parece estar en la luna.
– Cállate Yeonjun, el único espacial eres tú, ¿cómo le vas a decir a la profesora de repostería que tus brownies eran espaciales?– Soobin ignoraba completamente la conversación, pero al parecer Taehyun peleaba con Yeonjun.
– ¡Porque eran de colores galácticos! No es mi culpa que tengan el cerebro tan retorcido para pensar esas cosas. – el mayor se cruzó de brazos, completamente ofendido.
– ¿Galácticos? Esas madres parecían cagadas por un unicornio.
– Pero sabían maravilloso. – le sacó la lengua, a lo que el peli-negro rodó los ojos.
– Ya cállense – dijo Heeseung, hoy venía muy estresado – Soobin, ya espantas, ni siquiera tocaste tu comida, ¿tan mal te dejó tomar clase con tu señor padre?
De repente Soobin salió de su burbuja y los miró, aún pensativo.
– ¿Creen que sea mala idea seguirlo todo el día?
Los demás lo miraron entre confundidos y preocupados.
– Está bien admitir que te gustó el tipo, pero no creo que sea necesario volverte su stalker.
– ¿Qué? – Soobin parpadeó varias veces ante el comentario de Yeonjun, luego le dio un golpe no tan suave. – No seas idiota, no me gusta. Simplemente es muy... misterioso, y me molesta mucho.
– Uff, menos mal, no soportaría ver como te haces pendejo por el enemigo.
– Shh – Taehyun le cubrió la boca.
– Eres bien imprudente, hablas demasiado fuerte. Imagínate que sus miles de fans nos escuchen, ¡nos exilian! – habló otra vez Heeseung.
Soobin suspiró por quien sabe cuanta vez en el día – Ustedes son imposibles de tratar.
Dicho esto se levantó de su lugar, las clases ya habían terminado por lo que probablemente tomaría un paseo para pensar que más hacer.
Después de unas cuantas horas aceptando encargos a lo tonto con tal de mantenerse distraído un rato, los pasillos oscurecían, indicando que ya era tiempo de retirarse a sus habitaciones. Sin embargo, justo cuando pensó en ir a su habitación, una cabellera conocida llamó su atención.
¿Qué hace él fuera a estas horas? se preguntó a sí mismo y, sin pensarlo, decidió ver hacia donde se dirigía.
Caminó tras el un rato y...
¿Para qué va a la biblioteca a estas horas?
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