Shiki Fuujin liberado
P.O.V. Laura
Mientras Itachi y Sasuke hablaban más adelante, Obito y yo saltábamos por las ramas metros más atrás. Notaba a Obito un poco reacio a hablarme, pero aun así estaba a mi lado. No quería hablar sobre el tema del sello. Sin poder evitarlo, miré mi mano con sangre seca y separé la mirada mientras apretaba mi puño, seria.
—No pasa nada...—habló Obito sin mirarme.
—¿Qué?—pregunté al no saber de qué hablaba, o a lo mejor yo quería evitarlo.
—Que no me importa que me hayas atravesado el pecho para quitarme el sello de Madara...
—No quiero hablar de eso, Obito. No ha sido agradable... y mucho menos hacértelo a ti. Así que déjalo para otro momento. Solo quiero saber... si estás bien.
—Sí. Al menos no estoy muerto.
—Con el sí me bastaba—le reproché mirándolo mal, pero luego suspiré con los ojos llorosos.
Él me miró serio y luego volvió a centrarse en el camino. Sin decir una palabra, yo también lo hice. Hasta que los hermanos pararon. Al mirar al suelo, pudimos observar que estaban Suigetsu y Jugo debajo de nosotros. Bajé hasta el suelo, junto los demás y vi cómo Sasuke se acercaba hasta ellos.
—¡Al fin te encontramos!
—¿Qué queréis de mí ahora?
—Los malditos samurái nos capturaron cuando irrumpimos en la reunión de los 5 kages.
Sasuke no dijo nada, sólo evitó la mirada enfadada de Itachi, aunque el mayor sabía que lo hecho, hecho estaba. Suigetsu, sin embargo, siguió hablando.
—Encontramos un pergamino en una de las guaridas de Orochimaru. Puede que te interese...
Le tendió ahora el rollo y Sasuke lo cogió antes de leerlo. Yo ya sabía de qué iba y noté que Obito me miraba de reojo.
—Habrá que resucitar a Orochimaru...—dijo el pequeño, alertando a los demás.
—Para eso necesitamos a Anko—dije seria—. Orochimaru se encuentra en su sello maldito.
—¿Y dónde está?—preguntó.
—En el Cuartel Médico—contestó Obito—. La llevé allí antes de que luchárais contra Kabuto.
—Eres muy diferente de como te imaginaba, Madara—comentó Itachi serio.
—No soy Madara. Me llamo Obito.
—Bueno, dejemos los nombres de lado y vayamos a por Anko. Aunque sepa que donde tenemos que ir, Orochimaru es el que sabe cómo crear el Edo Tensei.
—¿Edo Tensei?—preguntó Itachi mirándome mal.
—Sí... En teoría, el plan de ese pergamino es revivir a los cuatro primeros Hokages, que fueron sellados por el Shiki Fuujin.
—¿Cómo lo sabes si no lo has leído?—me preguntó Suigetsu recriminándome.
—Cosas que pasan, Suigetsu. ¿Sabes? Tu querido hermano mayor está luchando en el campo de batalla, ¿no quieres ir a verle?
—No, gracias. Puede volver a morirse si le dan la oportunidad.
Todos se quedaron callados y yo me dirigí a Konoha. Sorprendentemente, me sabía el camino. Los demás me siguieron. Tenía un mal presentimiento, como si algo sucediera y...
¿Rin? ¿Puedes oírme?, habló una voz en mi cabeza.
¿Kakashi?
Menos mal, tenéis que venir. Madara ha revivido al Juubi. Al parecer...
Ha robado la botella y la tinaja del País del Rayo que contenían a los hermanos que tenían chakra del Kyubi...
Sí, exactamente eso...
Está bien, gracias por informarme. Pero ahora estoy ocupada con Sasuke Uchiha, no puedo ir... Por favor, Kakashi. Vigila tanto a Naruto como a Neji y Hinata. Espero llegar antes de que ocurra algo peor...
¿A qué te refieres?
No puedo decir nada, Kakashi. Lo siento... Tengo que despedirme.
Ya no volví a escuchar nada más y vi que todos me miraban. Sin hacerles caso, miré a la dirección donde se situaba la batalla y noté que el cielo estaba oscureciendo. Miré a la luna y cerré con fuerza mis puños.
—Tenemos que hacerlo rápido. No hay tiempo para explicaciones. Obito, ¿podrías llevarnos al santuario de máscaras Uzumaki que hay a las afueras de la aldea? No sé si tienes suficiente chakra.
—Sí, tranquila—me dijo serio.
No me gustaba la forma que tenía de comportarse, pero en ese momento no tenía momento para eso. En cuestión de minutos, ya estábamos allí. Luego, mi compañero fue a por Anko y la dejó allí junto a Kabuto. Finalmente, sacamos a Orochimaru.
—Vaya, no creí que fueras tú el que me revivieras, Sasuke-kun—dijo al salir.
—Orochimaru—interrumpí—. No podemos perder más el tiempo. Tienes que coger la máscara del shinigami que sea. Puede que no te interese esta guerra, pero si no quieres que el mundo se vaya a la mierda y tú con él, deberías empezar de inmediato.
—¿Y tú quién eres?—preguntó molesto.
—La que sabe todo. Sin embargo, no es mi trabajo decirle al pequeño Uchiha lo que quiere escuchar.
—¿Acaso me odias?—me preguntó Sasuke con el ceño fruncido.
—No, simplemente pienso que eres demasiado inmaduro como para que las palabras de tu hermano aumenten el odio que tienes a Konoha en vez de ser al contrario.
—Qué chica más interesante...
—No me vas a tener como experimento, Orochimaru. Ahora haz lo que tengas que hacer.
Así pasó todo muy rápidamente. No quería que llegáramos tarde a la batalla principal y los hice correr hasta el templo Uchiha. Noté entonces que Obito estaba algo cansado y, en parte era culpa mía. Bajé la mirada y me concentré de nuevo en Sasuke y Orochimaru.
Del pequeño salían seis cuerpos de zetsu por lo que escuché a Itachi maldecir en un murmullo. Así, utilizándolos como sacrificio, Orochimaru revivió a los Cuatro Hokages. Al querer mirar a Obito, me di cuenta de que se había ido.
Antes de que me vieran, salí del templo, buscándolo.
—¿Obito?—lo llamé, pero no lo encontraba—. ¡Obito!
Sin embargo, no apareció. Probablemente se hubiese ido con su kamui a otro lugar lejos de allí. En uno de los muros destruidos, apoyé mi espalda, descansando un rato. Volví a mirar mi mano derecha, aún con esa sangre seca y comencé a llorar.
Últimamente, había notado que me preocupaba demasiado Obito. En todo lo que hacía, siempre esperaba que volviera con vida. Sabía que era poderoso, pero una nunca sabía lo que podía pasar. Ya había cambiado demasiadas cosas pero aun así, todo parecía seguir el transcurso del tiempo.
Si esto no cambiaba... podría haber empeorado el resultado de la guerra... Y Kaguya destruiría el mundo. Todos morirían... Sin darme cuenta, mi cuerpo tenía pequeñas convulsiones por llorar con fuerza. Sentí cómo la lluvia empezaba a caer, mojándome. Todo lo que había pensado no sirvió para nada...
—Mierda... mierda... mierda... ¡Joder!—grité.
—¿Por qué gritas?—escuché y levanté la cabeza rápidamente, viendo a Obito delante de mí.
Me levanté lentamente y me acerqué a él. No hizo nada, sólo se quedó parado. Y, esperando que no se desmaterializara, lo abracé. Sentí su torso y su espalda ancha. Enterré mi cabeza en su pecho y comencé a llorar. Él, tardó un momento, pero finalmente me rodeó con sus brazos y me correspondió con fuerza, sin decir nada.
—Lo siento... Lo siento, Obito. Si yo no hubiera hecho lo que hice, nada de esto estaría pasando. Te prometí que siempre te observaría pero no te vi cuando viniste a rescatarme de los ninjas de Kirigakure. ¡Lo siento! Yo quería verte entrenar con esfuerzo, ver tu progreso. Quería... observar cómo subías a nivel jounin y te convertías en Hokage... Pero me limité a suicidarme... Manché las manos de Kakashi y las tuyas de sangre... por mi culpa. No sé... ¡no sé cómo pude ser tan idiota!—dije desahogándome.
—Tú no tienes la culpa de nada... La culpa es de Madara. Si él no te hubiera utilizado, tú no te habrías obligado a elegir ese camino. No vuelvas... a culparte... nunca más...
—Obito...—murmuré mientras comenzaba a llorar de nuevo.
—No sigas llorando, por favor. Me duele el pecho cuando lo haces...
Miré sorprendida hacia Obito y lo vi algo sonrojado apartando la mirada, causando que yo también me sonrojara. Entonces vi sus labios. Sinceramente, nunca me había fijado en ellos, pero fue automático. Al comprender lo que me estaba pasando, decidí echarme a un lado, intentando evitarlo.
Él amaba a la Rin de antes, no a mí. Yo había crecido en un mundo diferente, con una religión y culturas diferentes... con unos pensamientos diferentes... Era una completa desconocida. Él sólo me decía esas cosas porque mi cuerpo seguía siendo el de ella.
Carraspeé y miré hacia el templo Uchiha. Si íbamos los dos, Minato reconocería a Obito tanto por su alumno como por Madara, y se complicaría todo, y además no quería dejarlo sólo.
Noté cómo él se sentaba a mi lado y dejaba que yo me apoyara en su hombro. Volví a sonrojarme.
—Obito...
—¿Hmm?
—Me debes un ramo de flores, ¿Sabes?
Miré hacia su cara y noté que estaba pensativo y con un leve sonrojo. Él me devolvió la mirada y bufó.
—Supongo...
—No me debes nada, en verdad... Yo ya no soy la Rin de antes, así que todo eso ya quedó en el pasado. Sólo quería ver de nuevo tu sonrojo. Estás muy mono cuando lo haces.
—Soy un villano, yo no me sonrojo...—rechistó, a pesar de que sus mejillas decían lo contrario—. Además, por mucho que hayas cambiado y aunque aún me cueste creerlo, sigues siendo ella.
—Eso no es verdad. Incluso tú mismo me conociste como Laura y nunca me llamas Rin.
—No te llamo Rin porque sé que no te gusta. Se lo dijiste a tu amiga en la otra dimensión.
Con sus palabras, me sorprendí y ahora era yo la que parecía sonrojarse de nuevo. ¿No me llamaba Rin por eso? En parte se lo agradecía...
—Pero sigues siendo ella, aunque te hayas cambiado el nombre.
—He cambiado mucho, he crecido con otras costumbres y, sinceramente, pienso que mi antigua yo fue una inútil. Darme cuenta de muchas cosas excepto de tus sentimientos...
—Eso ya es pasado, como has dicho. No importa que no me correspondieras, sólo quería verte... viva. Con tu sonrisa... y... bueno... todo eso.
—Obito, yo...
Iba a decir que sí lo correspondía, pero Sasuke, Itachi y los demás,junto a los cuatro hokages salieron del templo Uchiha.
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