Orgullo por los suelos


—Te queda bien—oí detrás en un susurro.

Me asusté un poco y vi que Obito ya estaba despierto, aunque un poco dolorido. Rápidamente, me acerqué a él, quitándome la capa y la dejé en el respaldo de la silla, para ayudarlo a sentarse. Él se quejó un poco por la contusión del costado, pero intentó no demostrarlo.

—¿Qué pasó? No sentí ningún chakra poderoso antes de que me noqueara....

—Te atropelló un coche.

—¿Un qué?—preguntó desconcertado.

—Es un medio de transporte... Es como un carro de madera pero más rápido. Si quieres, te lo puedo enseñar en otra ocasión, claro. La cuestión es que... se suponía que no ibas a volver a esta dimensión, ¿no? ¿Qué ha pasado para que cambiaras de opinión?

Él pasó la mano por su cara, intentando despejarse del todo. Respiró con fuerza y me miró con reproche.

—No dejaba de recordar las palabras que me dijiste... En cada momento, en cada cosa que hacía... y ya no podía aguantar más.

—Tienes ganas de matarme, ¿verdad? Pero no puedes porque me parezco a Rin...

—Supongo... Pero no he venido precisamente a matarte.

—Oh, qué suerte para mí. El gran Obito Uchiha me ha perdonado la vida—sonreí, haciendo que él gruñera con fastidio.

—No bromees, no estoy para eso. He venido porque quiero que me digas lo que pasará. Me dijiste que cuando muriera me arrepentiría... ¿En qué momento lo haré?

¿Acaso pretendía que le contara todo de punto a punto? Él no confiaba en mí, por poco y no me parte el cuello la última vez, cosa que de cierto modo y punto de vista me merecía. Me crucé de brazos en señal de molestia y enfado, mirándolo fijamente.

—Si me hicieras caso.... dejarías de ser tan tozudo y cabezota, y te darías cuenta de que todo lo que has hecho no ha servido para nada, sólo para que los planes de Zetsu se lleven a cabo. Sin embargo, como no quisiste escucharme y no tendiste a razones, no tengo por qué creer que ahora sí lo harás.

—Ya veo...

—Sé que con un genjutsu podrías mirar lo que quisieras de mí.

—Sí, podría.

—Pero no lo vas a hacer.

—¿Por qué crees eso? No me conoces...

—Oh... Sí que lo hago. Conozco toda tu vida, literalmente. O al menos lo más importante y que te ha marcado. Así que, déjate de cuentos. Te contaré con una condición.

Él me miró con una ceja alzada. Nuestro debate de miradas no parecía terminar. Noté que se estaba desesperando, así que alcé la comisura de mis labios en una sonrisa de superioridad y él se molestó por ello.

—¿Me vas a decir ya cuál es la condición?

—Que me lleves a tu dimensión.

Su rostro de desconcierto y sorpresa me hizo darme cuenta de que no se lo esperaba.

—No. En poco tiempo empezará la guerra. ¿Pretendes que te maten?

—Oh, vaya. Gracias por preocuparte... ¡Pues por eso mismo quiero ir, baka! ¡Para evitarla!

—¿Y por qué te piensas que voy a dejar que la evites después de todo lo que he hecho para llegar aquí?—preguntó enfadado.

De un momento a otro, escuché las llaves de la puerta. Suspiré, sabiendo que tenía que darle explicaciones a mi madre. Obito miró hacia la puerta, extrañado.

—No te preocupes, es mi madre. Si me voy contigo, tendré que decírselo, ¿no?

—Todavía no he accedido a que vayas.

—Créeme que sí.

Mi madre apareció en el marco de la puerta de la habitación y nos miró a ambos.

—Parece que ya has despertado. ¿Cómo estás?

—Mejor.

—Me alegro. Ahora quiero que me digan lo que está pasando aquí y no quiero que se salten nada—habló con rudeza.

Suspiré intentando pensar en cómo decirle lo que pasaba cuando se acercó a nosotros.

—¿Cómo te llamas?—le preguntó.

—Obito Uchiha.

—¿Uchiha? Como en los dibujitos que ve mi hija de los ninjas esos...

—Sí, mamá. Justamente eso. Pero no son dibujitos. Es manga japonés y no desprecies a los ninjas de esa manera...

—Bien, lo siento hija. Recuérdame que le tenga respeto a esos dibujitos.

—Pues uno de esos dibujitos... lo tienes delante, así que más te vale hacerlo.

Ella me miró con una ceja alzada para luego mirarlo a él. Así repetidas veces hasta que comenzó a reírse a carcajadas.

—Esa es la excusa más rara que me has dicho en tu vida.

Bufé molesta y miré a Obito para que me ayudara, pero no tenía pinta de que fuera a hacerlo.

—Sólo míralo a los ojos. ¿Te crees que eso es normal?—le pregunté.

Cogí mi móvil y busqué una foto de Obito para enseñársela a mi madre. Puse el móvil al lado de la cara de Obito y los fui señalando para que mi madre lo viera.

—Vale, admito que se parecen mucho, Laura. ¿Pero quién dice que no es un tipo que se ha hecho cirugía para parecerse? Hoy en día la gente está muy mal de la cabeza.

Sentí que Obito me quitaba el móvil para ver la foto que le había enseñado a mi madre y me miró extrañado.

—¿Y tú por qué tienes un dibujo de mí?

—Hay millones de fotos tuyas aquí. Ya te he dicho que en esta dimensión eres solo un personaje de un libro, baka.

—Me da igual. Quiero que las borres.

—No puedo hacer eso. Si no entiendes lo que hacemos aquí, no te metas.

—Bien—interrumpió mi madre—. Esta broma está pasando de castaño a oscuro. Decidme la verdad ahora.

—La verdad, mamá, es que Obito no es de esta dimensión, y a llegado con ese maravilloso ojo llamado Rinnegan que en un principio no es suyo. La primera vez que nos vimos no hablamos porque se pensaba que era su compañera de equipo la cual en su dimensión, está muerta, y yo me parezco muchísimo al parecer.

—Sois idénticas, desgraciadamente.

—Cállate, estoy hablando. La cuestión es que él en su dimensión está en guerra y yo, tan fan de Naruto que soy y a sabiendas de lo que va a pasar, le advertí que iba por mal camino. Él no me hizo caso, pero le llegaron remordimientos de conciencia y aquí está, herido porque no sabe lo que es un coche y le atropelló uno por no mirar a la carretera.

—Sigo sin creerlo—habló mi madre.

—¿Sabes hacer el Kage Bunshin no Jutsu? O algún jutsu que no gaste mucho chakra...

—Puedo meterla en un genjutsu...

—Es que no quiero que dejes inconsciente a mi madre.

—Está bien... Pero la técnica de Naruto no es de mis favoritas.

—Hazlo. No he pedido tu opinión.

Noté que mi madre nos miraba sin saber si fiarse o no. Vi que Obito, a regañadientes, hacia la técnica de clones de sombras y apareció otro Obito en la habitación. Mi madre quedó de piedra al verlo, y se sentó en otra silla que había.

—Entonces...

—Lo que te estoy diciendo es cierto. Este chico... bueno... hombre, es mi personaje de manga favorito. Así que tenle respeto.

—¿Soy tu favorito? ¿Por qué? Deberías tenerme miedo.

—Has pasado por muchas cosas. No sé qué hubiera hecho yo en tu lugar, sinceramente. Pero quiero ayudarte a que dejes esa vida del malo de la peli...

—Si no has pasado por lo que yo, dudo mucho que lo entiendas. Perder a la persona más importante de tu vida es como ir al infierno.

—Yo perdí a mi padre, que era la persona más importante de mi vida, por una enfermedad. Te repito, que quiero ayudarte.

—Gracias por la parte que me toca, hija—dijo mi madre.

—Sabes que también eres una persona importante para mí. Lo que quiero decir es... que reflexiones sobre lo que has hecho para acabar en una mentira del Tsuki no me, y otra es entender que te están manipulando.

—En cuanto mi chakra se complete, me iré. Y no te llevaré conmigo.

—Haz lo que quieras, yo ya no voy a insistir. Sigue con el transcurso de la historia, sigue matando gente... que para cuando te des cuenta, ya estarás muerto.

Enfadada y harta de que no me escuchara, salí en dirección a la cocina para beber un poco de agua. Mi madre apareció mirándome con reproche.

—¿Has metido a un asesino en casa?

—No hará nada en este mundo. Todo lo que no sea un problema para él y su plan está a salvo, así que...

—Aun así...

—Mamá. No tengo la culpa de esto, ¿vale? Ni sabía que de verdad existían otras dimensiones... Cuando supe que era él de verdad, me quedé igual que tú. Aun así, yo sé por lo que ha pasado y entiendo su forma de actuar. Por eso le he dicho que, si decide hacerme caso, le ayudaré a cambiar el futuro con la condición de que me lleve con él.

—No vas a ir.

—Mamá, tengo 22 años. ¿No crees que ya soy mayorcita para saber lo que me conviene o no? Sé que me pongo en riesgo, pero de verdad quiero ayudarlos.

—¿Lo dices en serio?—preguntó triste.

—Sí, mamá... Siento, que tengo que hacerlo...

—Entonces... no puedo detenerte. Siempre fuiste muy cabezota...

Sonreí triste y nos abrazamos con fuerza. Si Obito aceptaba...probablemente no la volvería a ver nunca más.    

****

Buenas, quinto capítulo. A partir de aquí, pausaré hasta que muestren un poco de interés. Más que nada, porque esto ha gastado gran parte de mi tiempo...

Comentad si os gusta, si no os gusta... pero hacedme saber que lo leéis... onegai!!

Aquí se despide Luthien. Ciao!

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top