Cuarta Guerra Mundial Shinobi

P.O.V. Narrador

A la mañana siguiente, Laura se despertó por los cuidados de Hikari. Nada más despejarse y ver a Yamato y a la médico allí, recordó todo lo que había pasado el día anterior.

No podía evitar pensar que ahora Obito no querría saber nada de ella, sin embargo, el azabache intentaba por todos los medios conseguir que Zetsu sospechara lo menos posible o nada.

Los zetsus blancos ya comenzaban a salir a los campos de batalla. Y tanto el enmascarado como la planta carnívora esperaban a que Kabuto llegara, dispuesto a empezar el Edo Tensei. Según lo que había escuchado de Laura, lo mejor sería que metiera a Kabuto en un genjutsu para que los ninjas revividos pudieran luchar junto a la Alianza para derrotar a Zetsu.

—Últimamente estás muy distante y extraño. ¿Quieres contarme algo?

—No. Supongo que la guerra pone nervioso a cualquiera.

Él me miró sin mucha confianza y, segundos después, desapareció en el suelo. Aquel chico le estaba mintiendo y no sabía qué pasaba por su cabeza. Pero se había dado cuenta de algo. Ni siquiera había metido en una celda al prisionero de Kabuto. ¿Dónde estaría? ¿Lo habría dejado escapar?

Decidió ir a investigar, cuando descubrió la habitación donde se encontraban el prisionero y dos chicas más, a juzgar por sus voces. Al ser una cueva, no había tanta iluminación, por lo que no veía sus caras muy bien.

Una de ellas estaba aplicando ninjutsu médico en la otra, que parecía bastante débil. ¿Por qué estaban aquellos tres en aquella habitación? Iba a quedarse para escucharlos hablar, pero Yamato se levantó para beber algo de agua que Obito les había llevado el día anterior junto a un poco de comida.

Así que Zetsu se fue, esperando tener otra oportunidad para espiarlos y saber qué hacían ahí.

Mientras tanto, Obito se encaminaba a la habitación, indeciso en si entrar o no. Sabiendo lo que sabía, no era capaz de entrar en ella. Finalmente, se decidió. Abrió la puerta poco a poco y entró. Los dos ninjas lo miraron sin saber que decir, mientras el azabache observaba a Laura. Al parecer, estaba dormida.

—¿Cómo está?—preguntó preocupado.

—Parece que se recupera rápido—comentó Hikari sin mirarlo—... Hace un rato que se volvió a quedar dormida.

—Entiendo. Será mejor que descanse.

—También le ha bajado la fiebre—añadió Yamato para que estuviera más tranquilo.

Obito sólo asintió. Echó una leve mirada hacia la castaña y respiró hondo. Yamato y Hikari se miraron de reojo, sin saber qué haría el enmascarado. Sabiendo que había sido él el que había declarado la guerra, no confiaban lo suficiente como para bajar la guardia en su presencia.

—Cuando despierte... Decidle que la Cuarta Guerra Ninja acaba de empezar. Los zetsus ya están en movimiento. Y que meteré a Kabuto en un genjutsu.

Los dos ninjas se sorprendieron ante la noticia. La guerra había comenzado y ellos estaban allí secuestrados sin poder ayudar a sus compañeros de la alianza shinobi.

—Déjame marchar, Madara. Si es cierto que quiere acabar con la guerra, permíteme ayudar a mis compañeros.

—No. Te quedarás aquí. Cuando Zetsu y yo vayamos al campo de batalla, te cedo el control de la guarida. Mantendrás bajo vigilancia a Kabuto con tu Estilo Madera. Así los ninjas del Edo Tensei podrán actuar a voluntad. Mientras que Hikari seguirá aplicando su ninjutsu médico a Laura. Pienso... que desde aquí también podréis ayudar. Lo único que pido es que estéis atentos si veis a Zetsu, no os recomiendo que os vea si llega a aparecer por aquí.

Yamato y Hikari asintieron de acuerdo antes de que Obito echara un último vistazo a Laura y saliera de la habitación.

—¿Te crees que sea verdad eso de que quiera acabar con la guerra? Yo no estoy tan segura...

—No lo sé. Parece estar muy enamorado de esta chica. Y si ella le está diciendo que no lo haga, probablemente le haga caso. Así que... tendremos que darle un voto de confianza. A mí por lo menos ya me ha salvado la vida.

—Ya veo...—dijo mientras se concentraba en curar a Laura—. Si queremos que esto acabe, creo que la solución la tenemos delante de nosotros. Si muere... volverá a las andadas.

—Eso está claro. Ella es una pieza importante de este juego. Quizás la que más.

Los dos, sin decir una palabra más, se quedaron allí, cada uno con su trabajo.

***

En el País del Rayo, los escuadrones se dirigían a sus puestos. Por las noticias del Escuadrón de Inteligencia que se hallaba en la base, los zetsus blancos habían empezado a emerger del suelo, directo hacia ellos desde distintas partes del mapa. Por lo tanto, la batalla había comenzado.

El último susto fue cuando Kabuto por poco no secuestra a Naruto si los kages y el Hachibi no hubiesen intervenido.

—La Cuarta Guerra Mundial Shinobi acaba de empezar—anunció Inoichi Yamanaka—. Suerte a todos.

Todos los shinobi agradecieron en su interior y se prepararon para la batalla. Una guerra no era para tomárselo a broma, aunque el ejército enemigo parecieran muñecos blancos mecanizados.

Todos tenían miedo de lo que pudieran hacer aquellos muñecos. No se fiaban de Madara y su plan, por lo tanto no se fiaban de todo lo que él enviara al campo de batalla.

—Bien—habló Kakashi a su división—. Revisad cada uno vuestras armas, estar en guardia en constante momento. En cuanto veamos a los zetsus, manteneros en calma y luchad con cabeza, ¿Entendido?

—¡Sí!—gritaron todos.

—Bien—murmuró él mientras hacía lo dicho.

***

Kabuto ya había llegado hasta la guarida, donde, con miedo, ya estaba preparando su tablero para colocar a los revividos bajo la supervisión de Obito. El pelilila formó con sus manos los sellos necesarios y los ataúdes con los ninjas revividos aparecieron por todo el lugar, creando un leve temblor en la cueva.

Éstos comenzaron a abrirse, dejando ver los cadáveres en cada un de ellos. Kabuto sonreía con malicia mientras informaba de quiénes habían sido resucitados.

—Los primeros, los miembros de Akatsuki. Después, los Jinchuriki. Y finalmente, que sigan los anteriores kages.

Pero allí había muchísimos más ninjas importantes, llenando por completo la cueva.

—¿Esto es todo?—preguntó Obito.

—Sí, son demasiados para poder controlarlos, pero lo conseguiré—habló el chico serpiente algo molesto por la pregunta del enmascarado.

Obito miró a Kabuto y, sin que lo percatara, lo metió en un genjutsu. Tenía la suerte de que Zetsu había desaparecido, pero tenía que estar en constante alerta. Así, ordenó que despertara a todos los ninjas, excepto a Madara.

Todos los revividos miraron hacia Obito y Kabuto-totalmente controlado-, y se extrañaron por estar ahí.

—Bien—habló Obito—. Acabáis de ser revividos con el Edo Tensei, pero eso no significa que...

Los pasos irregulares lo alertaron, mirando hacia atrás. Yamato, junto a Hikari y una dolorida Laura se acercaban a ellos con lentitud.

—Laura... ¿Qué haces levantada? Deberías reposar.

—¿Reposar?—le preguntó la castaña molesta—. ¿Y hacer lo que se te venga en gana sin decirme nada? ¡Eso no era lo que habíamos acordado!

—No es momento para discutir ahora.

—No, no lo es—concordó mirando a todos los revividos que los observaban curiosos—. ¿Estos son todos los revividos del Edo Tensei? Son bastantes...

—Lo sé, y el que los controla es Kabuto, no yo.

—Da igual quién los controle, tienen su propia conciencia y voluntad. Ahora déjame que les diga algo.

—Está bien... Tú sabrás lo que haces.

Laura lo miró molesta y, con ayuda de Hikari, se dirigió al frente de los ninjas.

—La Cuarta Guerra Mundial Shinobi ha empezado ya, según la última información. En un principio, vosotros ayudaríais a Madara para luchar contra la Alianza Shinobi, pero ha habido un ligero cambio de planes. Nuestro verdadero enemigo...—dijo antes de toser con fuerza, pero siguió—, es Zetsu. Todos aquellos que halláis oído hablar de Akatsuki, es la organización a la que pertenecía.

>El objetivo de esta guerra era capturar al Hachibi y al Kyubi para revivir al Juubi y mantener a todo el mundo en un genjutsu, llamado Tsukiyomi Infinito. Sin embargo, a raíz de esto, Zetsu pretende revivir a Kaguya, la diosa conejo, para absorber todo el chakra de este mundo y destruirlo.

>Vamos a evitar que eso suceda. Tanto el plan de Kaguya como el plan Tsuki no me se retirarán de nuestros objetivos. Yo misma, y espero que todos vosotros, ayudaré a la Alianza Shinobi a eliminar el... el ejército de Zetsu negro. Los que no quieran ayudar por sus propias ideas, que lo diga ahora.

Todos los revividos comenzaron a mirarse entre ellos, otros cuchicheaban y algunos pensaban por si mismos cuál era la mejor opción. Entonces, Itachi y Nagato dieron un paso adelante, mirando a Laura. Obito, sin fiarse mucho de ellos, se colocó en medio, impidiéndoles el paso.

—No vamos a hacerle nada, Madara. Nos unimos para ayudar a la Alianza Shinobi.

—Gracias—sonrió Laura, un poco dolorida.

Los dos akatsuki se colocaron al lado de Yamato, que sujetaba a Laura. Así, comenzaron a pasar los revividos de uno a otro bando, quedando los asesinos y akatsukis indecisos sin moverse de su sitio.

Laura estaba contenta de que tantos de ellos estuvieran a favor de ella, pero aún faltaban muchos que no querían seguirles. Algunos los reconocía, como a los gemelos con el chakra del Kyubi, aunque no recordaba cómo se llamaban, o a los Espadachines de la Niebla. Deidara, Sasori y Kakuzu no sabían qué hacer.

—Deidara, Sasori... ¿Qué vais a hacer?—preguntó la castaña.

—No tenemos por qué ayudar. Estamos muertos, así que no nos beneficia—habló Sasori.

—Eso, eso, hmm.

—¿Ni aunque sea para enseñar vuestro arte a los demás? Ya sabéis, uno explota a los zetsus, enseñando su arte explosivo... y el otro los hace marionetas con su arte eterno... Yo que vosotros me lo pensaba. Pueden crearse verdaderos fans de vuestros artes en las generaciones futuras—dijo.

Obito miró a Laura con una ceja alzada. De verdad parecía una maestra de la manipulación. Mientras, los dos akatsuki, se miraban de reojo, molestos.

—Seguro que yo ganaría, hmm. Mi arte explosivo es el verdadero arte.

—Eso no es verdad. Algo que dura tan poco tiempo no es arte, no se puede apreciar. Mientras que el arte eterno pueden verlo generaciones.

—¿Sí? ¿Eso crees? Pues veamos quién tiene más seguidores, tu arte o el mío.

—Hecho—habló Sasori.

¿En serio? ¿Tan fácil? El enmascarado miró de nuevo a Laura que, a pesar de que aún estaba bastante mal, sonreía por su éxito. Los dos renegados se colocaron con los demás y sólo faltaban unos cuantos, que parecían estar completamente en desacuerdo con el objetivo.

—Kabuto. A los demás, devuélvelos a las tumbas—le ordenó.    

***

Buenas, aquí el capítulo número 11, espero que os guste, el miércoles subiré el próximo capítulo.

Eso es todo, aquí se despide Luthien. Ciao!

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