〖DOS〗
Mabel estaba detrás de la puerta de la habitación de su hermano. A pesar de aquella despedida al ya fallecido rubio, Dipper no ha salido de su cuarto.
Suspiró un par de veces antes de tocar la puerta.
—¿Dipper? Dipper, abreme. Soy Mabel. —dijo la castaña al tratar de girar la perilla del cuarto.
—Vete, no quiero hablar. —murmuró el castaño abrazando a la almohada de una manera posesiva.
Mabel golpeó su frente contra la puerta y suspiró. —Sé que es un momento difícil, uno que va a ser muy difícil de superar, pero no puedes encerrarte en el dolor y la pérdida, debes ser fuerte.
—¿¡Acaso estas sorda, Mabel?! ¡Te dije que te fueras! —explotó Dipper gritándole a la puerta, mientras las lágrimas le picaban los ojos.
Mabel suspiro, apretando sus puños con fuerza.
—Bien. —dicho esto se dio media vuelta y se alejó del cuarto de Dipper.
El castaño trago seco, jamás le había gritado de una manera tan grosera a la castaña.
Se levantó de la cama y abrió la puerta para disculparse con su hermana, quien ya no estaba por cierto.
Suspiró frustrado y revolvió su cabello inflando sus mejillas, no por eso debía comportarse como un imbécil con la gente que quería ayudarle.
—¿Escuchaste lo que sucedió con Bill Cipher?
—Si, dicen que se disparó en la cabeza ¿Sabes porqué?
—Creo que fue porque se hartó de ser un maricón.
—¿Viste a Pines? Esta hecho un asco.
—¿Cómo te sentirías tú al saber que tu novio se suicido?
Dipper tomó su mochila y salió de la clase, a pesar de que ésta sólo iba a la mitad. Mabel suspiró pesadamente y salió detrás de su hermano, sin importarle las peticiones del profesor, exigiendo que volvieran a su asiento.
—¿Así es cómo vas a evadir los problemas? —preguntó su hermana apresurando su paso. —¿Huir como un cobarde?
—¡Déjame en paz, Mabel! ¡Tú no entiendes nada! —bufó comenzando a correr para así evitar a su gemela.
—¡Dipper, detente! —gritó su hermana, pero ya era tarde, Dipper se había ido corriendo.
Peinó su cabello hacia atrás, bufando por lo bajo recibiendo miradas de las demás personas.
—¿¡Qué?! ¿¡Acaso jamás vieron a unos hermanos pelear?! ¡El show terminó señores! —golpeó el suelo con su botín y se giró yendo a la cafetería.
—Chicos, Dipper no está bien. —suspira
—Nah ¿En serio? —viró los ojos el pelirrojo y recibió un golpe por parte del latino.
Mabel frunció sus labios al escuchar el sarcástico comentario de Tom. —Estoy hablando en serio, Tomás. Está destruido.
—Si te enteraras que la persona más importante en tu vida se suicido ¿Cómo reaccionarias? Es algo obvio Mabel, sólo hay que darle tiempo. —se encogió de hombros la rubia mientras comía de su flan.
—¿Pero no crees que 1 semana ya ha sido suficiente? —intervino Marco. —Nos necesita.
Mabel jugó con sus dedos mordiendo su labio. —A mi no me gusta verlo así, sé que le duele, pero tiene que aceptar que Bill se fue.
—Conociendolo completamente, él no lo hará, no lo superará muy fácil. —relamió sus labios la Northwest. —Cuando una idea se mete en su cabeza, será muy difícil sacarla de sí.
—¿Y entonces qué es lo que haremos? —la castaña miró a todos en la mesa.
—¡Bill! —el castaño rió mientras trataba de quitar al rubio de sí. —Vamos... Levantate, estás pesado.
Bill negó, aferrándose más a Dipper, quien estaba dejabo de él.
—No~, eres muy cómodo PineTree. —murmura con una sonrisa.
—¿Ah si? —rie y vira los ojos. —Bueno, esa no es excusa, levantate teñido.
Bill frunció sus labios y obedeció a lo dicho por parte del menor. —Tonto. —viró los ojos mientras se cruzaba de brazos.
—Claro, claro. —se acercó al rubio y besó su mejilla. —Tú eres el tonto.
Bill le sonrió. —No...
—... Tú eres el tonto. —Dipper completó la frase que el rubio le había dicho hace años.
Dejó la foto en su buró y miró hacia el techo. No era como que le gustara seguir escuchando los malos comentarios de Bill y de él.
Miró a la pared, repleta de imágenes y carteles enrollados en una esquina de la habitación. Suspiró pesadamente, revolviendo su cabello.
Escasos segundos después, el timbre de la casa sonó, bien podía no ir y que la persona se cansara de esperar, pero esta vez no fue así.
Dipper bajó las escaleras de dos en dos, abrió la puerta y estaba la persona que menos quería ver en estos momentos.
—¿Qué haces aquí? —preguntó frío mirando de arriba a abajo al peliazul.
Will suspiró y dejo la caja en el suelo. —Sé que me odias.
—¿En serio? —enarcó una ceja cínico virando los ojos.
—Vamos Dipper, dejame exp-.
—Yo no necesito que me expliques nada, William. —dijo frío y miró la caja. —¿Esto es acaso un regalo de disculpa? No lo aceptare ¿Sabes?
Las mejillas de Will se encendieron. —No es eso, es...
—Entonces no quiero nada, gracias. —le cerró la puerta en la cara.
Will suspiró.
—Quizas te interese, era de Bill. —se dio media vuelta y se fue de la casa de Dipper
Éste, al escuchar el auto arrancar del peliazul, entre abrió un poco la puerta, lo suficiente para poder ver aquella caja de color blanco.
Se alejó un poco de la puerta y mordió sus labios, no podía dejar eso afuera, en especial si era de Bill, de su Bill.
Abrió la puerta por completo y jaló la caja al interior de la casa, la miró con detenimiento y pudo ver una inscripción en la parte de arriba.
Por cada momento que estuve con él, era especial para mí.
Sin dudarlo, tomó la caja y subió corriendo a su cuarto. Esto sólo era una prueba, una prueba de lo que él creía ser cierto.
Que Bill no se suicidó.
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