30. Se acaba el tiempo

En cuanto se despertó, Dave saltó de la cama y fue a desatar a Anne. Ella abrió los ojos y sonrió.

- Gracias.

Dave la abrazó y le pidió perdón una y otra vez.

- Creo que hay unas cuantas cosas que necesitas saber- dijo Dave sentándose en el borde de la cama, delante de ella-. No te voy a dar explicaciones sobre por qué me he dedicado a destruir sueños, lo siento. Pero te contaré por qué en mi habitación estás viendo esta colección de armas únicas. Son de mi padre. Teme que él sea el principal sospechoso y que ciertas personas se quieran apoderar de las armas, lo que sería terrible, como podrás suponer. Hasta ahora han estado a salvo, pero es cuestión de tiempo de que me encuentren y las busquen.

- ¿Y no es posible deshacerse de ellas?- preguntó Anne.

- Yo también lo he pensado, pero necesito la aprobación de mi padre. Tengo que hablar con él de que ya no quiero tenerlas aquí porque no vivo tranquilo y mucho menos ahora que tú también estás involucrada en el secreto.

- ¿Y si es demasiado tarde?

- En caso de urgencia, tomaré las medidas necesarias según considere.

- Bueno, si pudiste salirte con la tuya en el mundo de los sueños, donde todo es posible, aquí seguro que también.

Anne se dio cuenta de que Dave empezaba a sudar. Y estaba pálido. Le había visto como un chico de sangre fría que siempre sabía qué hacer en cada momento y que no necesitaba a nadie para nada. Era cierto que aveces mostraba sus sentimientos, pero desde luego no tantas veces como para que pudiera acostumbrarse. Nunca le había visto tan estresado por una situación. Ni siquiera en el peor de los exámenes. Tenía miedo. Si él tenía miedo, ella tenía muchas más  razones para asustarse.

- Anne, yo... Confío en que no digas nada, pero entonces te podrían torturar... No quiero tenerte prisionera en mi casa ya que no es justo, pero tengo miedo de que un día te secuestren cuando estás lejos de mí y no sepa adónde te han llevado ni qué han hecho contigo... No sé qué hacer para protegerte, Anne, no lo sé.

Anne sintió como se le encogía el corazón al ver a Dave tan desamparado. Se levantó de la cama y empezó a dar vueltas. Entonces se acordó de que tenía un dispositivo que podría ser muy útil en ese tipo de casos. Fue al escritorio y abrió uno de los cajones, cogiendo algo que parecía un botón con llavero. Se lo entregó a Anne.

- Pulsa este botón si alguna vez te encuentras en peligro. Automáticamente llegará a mi móvil un mensaje con tu ubicación. Con esto, los dos estaremos más tranquilos.

- Gracias- sonrió ella.

Dave la miró con deseo y se mordió el labio inferior, sintiendo muchas ganas de besarla. Anne captó el mensaje por su expresión y se sonrojó, devolviéndole la mirada. Ambos recordaron el momento del sueño en que ella le dijo que sentía algo por él. Dave se arrodilló delante de ella, que estaba sentada en el sillón.

- Nos conocimos en teatro, nos unió el mundo de los sueños, te dejé por celos, pero volví a ti porque da igual lo que haga, vuelvo a encontrarme a mí mismo mirándote enamorado. No tengo remedio. Quizá no hubieras pasado por todo eso y te hubieras acercado al príncipe inútilmente para luego sufrir si yo no te hubiera dejado. Perdóname. Creí que era lo mejor, pero ahora veo que lo mejor es dejar de engañarme a mí mismo pensando que era por tu bien cuando lo único que es bueno para ti es que te sea sincero, te diga lo que desea mi corazón y tú puedas decidir sin que tome yo la decisión por ti. Te amo, Anne, siempre fue así. ¿Me concederías el honor de volver a ser mi novia?

Anne le miró con temor. Cierto era que ella sentía algo por él, pero jamás comparable a una décima parte de lo enamorada que aún estaba del príncipe.

- Dave, yo... Aún no estoy preparada para pasar página... ¿Podemos esperar hasta el baile real en el que el príncipe y Rosalie anuncien su boda? Pienso que después de eso, podré asimilar que ya tiene a alguien y seguir adelante con mi vida. Te prometo que me tomaré en serio tu propuesta y te daré una respuesta clara.

- Está bien, mañana por la noche será el baile. Puedo esperar hasta entonces.

Dave decidió mantenerse optimista, ya que en unos días toda la locura de los sueños acabaría y desaparecería la competencia. Aunque no fue fácil oír que ella seguía pensando en Edward.

- Por favor, Dave, deja los crímenes para después del baile, ¿sí? Mañana no hagas nada.

- Está bien.

Desayunaron y fueron a clase. Esa tarde en teatro volvieron a encontrarse con Rosalie. Al verlos llegar juntos, hizo una mueca.

- No os olvidéis de asistir a mi compromiso con el príncipe mañana.

Dave y Anne la miraron con desprecio
- Cásate ya para que no tenga que volver a verte la cara- soltó Anne.

- Pero si de día seguiremos viéndonos, no te preocupes.

- Me arrepentiré de avisarte, ya que no te debo nada, pero casarte con el príncipe significa que estarás en el mundo de los sueños para siempre. Así que ve despidiéndote.

- Eso es mentira- acusó Rosalie a Anne.

- No lo es- dijo Cezare, que estaba ahí con Luisa-. Yo quedé atrapado ahí y sé de lo que hablo. Estoy libre gracias a que Anne hizo un trato con el príncipe. Su misión era encontrar a la reina y ya lo ha hecho.

- Además- añadió Dave-, Edward era un chico más de este mundo, pero desde que empezó a ser príncipe en el mundo de los sueños, no se volvió a saber nada de él en la realidad.

Rosalie retrocedió, algo intimidada por sus palabras. Pero su orgullo le impidió creerles.

- Os divertís mucho tomándoos en serio las fantasías. Bueno pues yo no soy tan inmadura, sé que solo son sueños.

- No digas que no te hemos advertido- replicó Dave.

Dicho aquello, fueron a sus posiciones y comenzaron a ensayar. Rosalie no dejaba de cometer errores, por lo que el director la corregía continuamente. Su mente estaba en otro sitio.

Esa noche, mientras se ultimaban los preparativos para el baile, Rosalie fue a hablar con el príncipe. Este le confirmó que ella no volvería a su mundo y que fuera despidiéndose de todo y todos. Disponía de dos meses para ello. Tras su graduación, se casaría. Salió del palacio y se sentó en las escaleras.

- ¿No podré ir a la universidad? ¿No encontraré allí al amor de mi vida, me casaré y tendré gemelos? ¿No cumpliré mi sueño de ser actriz profesional? ¿Es que no puedo ya decidir mi propia vida?

Edward la escuchaba desde la ventana abierta de la entrada. "Me pregunto cuántas veces me hice yo esas preguntas...", pensó, "Ni ella ni yo queremos esto, entonces, ¿por qué?".

Anne y Dave estaban en el sueño del lago de los cisnes.  Odette y el príncipe estaban bailando cuando empezó a amanecer y ella se transformó en cisne. Dave se llevó una mano a la frente, frotándosela con las yemas de los dedos.

- Esta historia es tan penosa que me da dolor de cabeza. Ya sé lo que sigue, el príncipe la invita al baile, luego le jura amor eterno a otra y luego todos se mueren.

- Pues vamos a impedir que se mueran- propuso Anne.

- ¿Qué quieres, eliminar al brujo? ¿No dijiste que dejara los crímenes por hoy?

- Seguro que hay alguna forma.

Ambos asistieron al baile del palacio de esa tarde. En cuanto la hija del brujo fue a bailar con el príncipe, Anne se metió de por medio y empezó a bailar con él.

- Esa no es Odette. ¿No ves que aún no es de noche? Ella sigue siendo un cisne.

El príncipe se dio cuenta de su error y se odió a sí mismo por haber sido tan crédulo y no haber pensado las cosas antes.

- ¡Estaba a punto de declarar mi amor a alguien que no era ella!- se horrorizó el príncipe.

En ese momento, un cisne llegó volando por la ventana y a la puesta del sol se convirtió en Odette. El príncipe fue a bailar con ella y le juró amor eterno. Anne y Dave chocaron las manos en señal de misión cumplida. Pero en ese momento, Odette se transformó en la hija del brujo mientras un cisne caía desde la ventana transformándose en Odette.

- Ese brujo no se rinde, ¿eh? ¿Qué pasa que esta historia no puede tener final feliz?- se molestó Anne.

- Vámonos, ya no hay nada que hacer aquí.

- Sí que hay- insistió ella.

Se abalanzó sobre el brujo y le quitó la varita con la que realizaba sus hechizos. Rompió la varita y todos los hechizos quedaron rotos. Odette no murió y al final se casó con el príncipe, mientras que el brujo quedó indefenso y fue llevado a la cárcel junto con su hija.

- ¿Ya estás contenta?- preguntó Dave.

-Sí.

A Dave le dio la impresión de que el comportamiento de Anne era extraño, como si le diera igual lo que hacía.

- Como si quisiera vivir al máximo antes de que ya no pueda hacer nada- murmuró Dave para sus adentros.

- ¡Vamos a arreglar más historias tristes!- se ilusionó Anne- La próxima, Titanic.

- Ya está, has hecho suficiente por hoy- dijo Dave cogiéndola de las manos y llevándola al palacio.

- ¿Por qué me traes aquí?- se extrañó ella.

- Me dio la impresión de que había cosas que querías hacer antes de que se acabe esta aventura en el mundo de los sueños.

Anne caminó decidida hacia el palacio, pero se detuvo al escuchar los lamentos de Rosalie. Sus fuerzas flaquearon y ya no tuvo ganas de llevar a cabo su plan. Tuvo que quedarse con las ganas de ir a desahogarse con Edward. No estaba segura de si darle un beso o no, pero le apetecía decirle todo lo que pensaba y sentía.

Retrocedió y al girarse, vio a Dave enarcar las cejas, como si lo supiera todo y le preguntara que si volvían ya. Aquello hizo que Anne se relajara y dejara sus ideas revolucionarias a un lado para centrarse en lo que realmente importaba y era el gran evento que estaba por llegar.

- No eres la única que piensa que se le está acabando el tiempo para estar en un mundo- le recordó Dave antes de que volvieran a despertar.

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