22. Sentimientos

Anne no volvió a ser la misma. Su mirada se apagó y su voz solo se oía cuando era necesario y nada más. Pasaba su tiempo suspirando y se quedaba pensativa durante largos ratos. Dave y Cezare decidieron dejarla en paz los primeros días, creyendo que eran asuntos suyos personales y que se le pasaría. Pero al ver que empezaba a tener mala cara y que ya no veía ni por donde caminaba, Dave y Cezare decidieron ir a hablar con ella.

- Anne.

Ella ni se inmutó.

- ¡Anne!

No hubo reacción.

- ¡¡Aaaaanne!!!

Cezare le tocó el hombro y Anne se sobresaltó, agitando las manos y dándole en la cara a Cezare sin darse cuenta.

- Perdón... No era mi intención- se disculpó ella en tono triste.

- Anne, llevas un tiempo deprimida, ¿qué te ocurre?

- Yo... Tengo el corazón roto...

Cezare miró a Dave, que fruncía el ceño, probablemente odiando a Edward en su interior.

- Mira, solo queda una hora y es la de mates. De eso vamos todos sobrados así que nos vamos fuera y me cuentas qué ocurre.

A Anne lo que menos le apetecía en ese momento era la clase de mates, por lo que decidió saltársela e irse con Cezare. Dave estaba inseguro sobre si ir o quedarse, bastante clase había perdido mientras estaba en América y le enorgullecía mantener su récord de sobresalientes. A Cezare solo le importaba aprobar y apenas estudiaba, pero tenía buena memoria y no le hacía falta. En cambio, Anne estudiaba pero le costaba mantener sus notas a flote. Según ella, eso significaba no bajar del 8. Sí, los tres eran alumnos con potencial. Probablemente eso estaba relacionado con la razón por la que fueron elegidos por el mundo de los sueños.

Anne tenía inteligencia, sabía organizarse y le gustaba superarse a sí misma. Solía estudiar y hacer la tarea diariamente. Cezare era astuto y tenía picardía, por lo que sabía desenvolverse y arreglárselas en cualquier situación, además de su buena memoria que le servía para aprender solo asistiendo a clase, aunque no ponía interés en la tarea. Dave tenía aun mejor memoria y con solo asistir a clases le bastaba para sacar un notable, pero lo que quería era sobresaliente, por lo que se preparaba los días anteriores a los exámenes y siempre presentaba sus tareas.

La diferencia entre ellos era que Anne se organizaba, Dave lo dejaba para el final y Cezare ni se molestaba, ya que ponía toda su confianza en que ya se las arreglaría. Muchas veces, Cezare suspendía los exámenes para hacer los de recuperación, que eran más fáciles. Eran diferentes, pero a la vez parecidos. Lo que tenían en común era que no se detenían hasta alcanzar su objetivo. Cezare y Dave sabían esto, por lo que no podían comprender que Anne estuviera rindiéndose. Algo debió de suceder para que estuviera tan desmotivada.

- El príncipe... me dijo que solo había jugado conmigo.

Y echó a llorar.

Dave la miró apretando los puños, con rabia. Sentía rabia por la actitud de Edward, pero sobre todo porque él había esperado ese momento en que ella se daría cuenta de que una relación con un príncipe de sueño era imposible y pudiera estar ahí para ella. Pero por otro lado, no quería verla así, y mucho menos esperaba que Edward fuera cruel con ella. Se dio cuenta de que esa era la única forma en que ella podía olvidarse de él, ya que si Edward la correspondía, ella jamás se rendiría, y si no la correspondía, ella hubiera seguido intentándolo. Eso no significaba que pensaba perdonar a su hermano.

Por otra parte, Cezare empezaba a enrojecer de rabia. No esperaba que Edward pudiera hacerle tanto daño a alguien por quien era capaz de hacer tanto solo por ser su cumpleaños. Era obvio que no había sido sincero con Anne. Llegó a la misma conclusión que Dave: Edward quería alejarla de él porque su relación no era posible. Pero hacerlo el día de su cumpleaños era imperdonable. Miró a Dave y vio que se sentía como él. Asintieron compartiendo el mismo pensamiento: no se quedarían de brazos cruzados.

- Lo siento pero tengo que irme a un sitio- dijo Cezare mientras ponía su mano en la cabeza de Anne, tranquilizándola-. No te merece, olvídale. Además se va a casar pronto, ¿no?

Cezare se marchó y Dave se sentó en el banco junto a Anne. Trató de calmarse para poder hablarle a Anne de tal forma que pudiera tranquilizarla y no conseguir el efecto contrario.

- Anne, sabías que no era posible. ¿Por qué no te olvidas de él?

Anne le miró con los ojos llenos de lágrimas. Dave se acercó a ella y la abrazó.

- Una vez yo lloré y tú hiciste lo mismo por mí.

- Gracias- susurró ella-. No puedo más... Y ojalá pudiera olvidarle, pero cada noche vuelvo al palacio y le veo pero cuando me acerco, él me da la espalda.

- Vamos a encontrar ya a la prometida esa y no le veremos nunca más. Si acabamos antes del verano, tendrás tres meses por delante para desconectar y si quieres... podemos empezar de nuevo.

Anne se quedó sorprendida. Se secó las lágrimas y se apartó un poco para mirarle a los ojos. Pudo ver que hablaba en serio. Se dio cuenta de que estaba considerando su propuesta. Eso significaba que ella no le había superado completamente. Después de todo, Dave fue su primer amor. Aunque su relación oficial no durara mucho, en ese momento se daba cuenta de que la llama no se había apagado por completo. Pero su corazón seguía dando prioridad a Edward.

- Sí, encontremos a la prometida y acabemos con esto. No podré pasar página hasta entonces. Si ya no le veo un tiempo, me olvidaré de él.

Dave sonrió. Anne parecía empezar a recuperarse y ser la chica decidida que era. Se levantó del banco, cogió aire y lo soltó lentamente. Se volvió hacia Dave y le miró con ojos de agradecimiento. Sonrió por primera vez en varios días. Se sentía más motivada. Le cogió de la mano y le dijo:

- Vamos, te invito a comer a mi casa.

Hacía mucho tiempo que eso no ocurría. A Dave se le iluminó la cara. Por la tarde irían juntos a teatro.

Volvía a ser como antes.

Cuando llegaron, la madre de Anne se alegró de ver a Dave de nuevo. Lo daba por desaparecido desde que se fue a América y su hija estaba más con Cezare. Mientras se hacía la comida, Dave dijo que quería ir a la habitación de Anne a ver si seguía como antes.

- No hay nada nuevo- dijo Anne sin pensarlo cuando de pronto recordó el gran retrato que colgaba de la pared en su habitación-. Bueno son cosas de mi cumple que no necesitas ver.

Le llevó al salón, tratando de evitar que viera el cuadro. Entonces la madre se asomó y propuso a Dave que fuera a mirar la pintura de la habitación de Anne.

Como un rayo, Dave se levantó y fue a la habitación. Anne se interpuso en su camino, impidiendo que pasara. Entonces Dave sacó a la superficie una sonrisa pícara y llevó su mano a la mejilla de Anne, mientras acercaba su rostro, lo que hizo que se pusiera nerviosa y roja.

- Dime, ¿qué me escondes?

- Yo... No vayas... No deberías...

- ¿Por qué?- se acercó un centímetro más.

- P...porque... No te gustará...

- Quiero verlo.

Le acarició la mejilla y Anne se quedó en blanco por los nervios.

- Ajá...

- Muy bien, pues iré.

La rodeó con los brazos y la apartó de su camino. Sintió un escalofrío al estar en contacto con ella de esa forma. Tenía su cuerpo pegado al de Anne y eso le empujaba a no conformarse solo con eso. Sintió fuertes impulsos de besarla, pero se resistió, ya que no era momento para ello. Entró a la habitación antes de que Anne reaccionara y al abrir la puerta lo primero que vio fue el retrato de Anne junto a Edward sentados uno al lado del otro en una especie de sofá.

- ¿Cómo es posible...? Sabía que en el mundo de los sueños te lo regaló pero... ¿Qué hace aquí?

- A la mañana siguiente de mi cumple estaba ahí- dijo Anne.

Dave leyó las palabras que acompañaban al retrato. Frunció el ceño, no pudiendo evitar que los celos penetraran en su conciencia. Apretó los dientes y su mirada se volvió fría mientras su mente empezaba a poner en marcha los engranajes. Entonces recordó que él tenía el anillo que le había acompañado a la salida del mundo de los sueños. Al parecer, eran solo los objetos clave los que podían traspasar las dimensiones. Pero ese cuadro... No podía explicárselo. Comieron y fueron a teatro, mientras Dave seguía comiéndose la cabeza con el cuadro.

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