C16. Haz lo que quieras con eso, Hazel.
Cuando había ido a vivir a Londres, jamás se ME había podido si quiera pensar todo lo que podría pasar durante mi ausencia; si bien la parte de la historia que más me dolía era dónde tenía que alejarme de Bel –en ese momento- pues siempre la había considerado el amor de mi vida; lidiar con la ausencia de mis padres, de mis amigos y de mi novia, tener que lidiar con la ausencia de Belenn una vez más no estaba en mis planes, pero viendo la sonrisa que ella había tenido aquel día en el que me contó con ojos iluminados que su sueño estaba comenzando a cumplirse, sólo pude atinar a devolverle aquel pequeño gesto y apoyarla. ¿De eso se trataba el amor, no? De apoyarse el uno al otro para cumplir sus metas. ¡Y ahora ella era parte del management de una artista de talla mundial! La sola idea me hacía volverse loco de la emoción.
A Belenn parecía gustarle y hacerla feliz; y al final del día, si ella era feliz; yo también lo era.
Solo que extrañarla cada día había estado pesando más. Y más. Y más. A diario ansiaba poder verla, hablar con ella en persona –no las videollamadas esporádicas que solíamos tener cada dos o tres días cuando ella conseguía algo de tiempo libre-, envolverla entre mis brazos –que era precisamente eso lo que más extrañaba, el olor de su cabello y la suavidad de su piel- y besarla. ¡Joder! Todo aquello en conjunción cada día era peor. Jodidamente horrible.
Soltó un largo suspiro volviendo –o por lo menos tratando- a poner su atención en el folder que tenía entre las manos. No sabía dónde había tenido la cabeza en los últimos días –o tal vez sí pero admitirlo en voz alta no era una buena opción para su salud mental, todo, absolutamente todo lo conducía a Belenn Crusoe- y como consecuencia ahora tenía mucho trabajo acumulado. Su padre le había dicho que esa mañana tendría algunas entrevistas de trabajo para algunos vacantes que estaban disponibles dentro de su bufete de abogados y ya de por si si a eso le sumaba que la noche anterior casi no había dormido, sí. Su día en serio pintaba para ser uno malo. Muy malo.
Le doy un pequeño sorbo al café caliente que tenía en mi mano libre y sigo avanzando sin mirar por dónde; después de todo, FOLGER DELOITTE era mío, todo el mundo me conocía y absolutamente nadie –aunque por más que había estado analizando el asunto no entendía por qué- se atrevía a cruzarse en mi camino. Era como si hubiese esa línea de respeto entre ellos y yo. No era malo, al menos yo no se consideraba un sujeto malo pero también muy consciente de la imagen de proyectaba para todo el mundo. Imponente, podría ser la palabra correcta sin entrar en muchos detalles. Y aun así, los tipos imponentes como yo podíamos tener días malos.
Pero cuando supe con total certeza que nada podía ir peor, fue en el mismo momento en el que mi cuerpo choca con uno más pequeño, un pequeño grito femenino de sorpresa se hace presente y un segundo después poso mi mirada en el folder esperando que los papeles que estoy analizando a medias no estuviesen en mal estado luego de ese desafortunado encuentro. Después de todo, un testamento no era algo que una persona con sentido común como yo pudiese presentar con manchas de café ante sus receptores.
—Joder, ¿porqué no te fijas por dónde vas?—suelto sin más.
—¿Disculpa?—chilla ella.—quién no se fija por dónde camina eres tú.—bajo la mirada ante la enana frente a mí y inclino un poco mi cabeza para analizarla más de cerca. Sus ojos avellanados entre verde y miel me contemplan fijamente y sino estuviese tan enfadado por lo que acaba de pasar, podría decir que son lindos.
—Tú y tu metro-cincuenta de torpeza han derramado mi café sobre mi corbata favorita...—me quejo.—agradecida deberías estar de que yo...
—¡Ja, pues tú y tu metro con noventa; y tu corbata favorita se pueden ir bien al carajo!—reclama alzando una ceja.
Frunzo mis cejas tratando de entender como alguien con tan poca estatura puede tener un temperamento más alto que el Empire State. –¿Disculpa?
—Mira guapito, no sé quién te crees que eres para hablarle así a los demás, pero fue un accidente ¿ok?—rezonga.—No quería derramara nada sobre ti, no es que lo haya planeado o algo parecido, simplemente fue un accidente, así que... ¿discúlpame?
—Yo no...—comienzo pero ella me interrumpe.
—Te he pedido disculpas ahora.—anuncia.—Así que eso es todo.
—Bien.—respondo entre dientes. Después de todo, mis padres no criaron a un idiota que va por la vida faltándole el respeto a las mujeres. Menos a las mujeres de tan baja estatura.
Cuando creas que no puedes tener un peor día, recuerda que siempre podría haber una enana con temperamento alto por ahí dispuesta a empeorarlo.
(...)
—¿Y esa cara?—pregunta papá y aunque no estoy viéndolo directamente, soy capaz de sentir su poderosa mirada sobre él.—¿Todo bien?
—Mi día no está yendo como esperaba.—anuncio encogiéndome de hombros de manera despreocupada.
—Malos días tenemos todos. Manchas de café sobre una corbata de corte italiano, solo tú—agrega él a modo de broma. Porque mi padre puede ser uno de los tipos más serios del planeta Tierra, pero no cuando se trata de hacerme la vida imposible por pequeños lapsos de tiempo, justo como ahora mismo.
—Ja. Que gracioso eres, papá.—me quejo.
—Así que ahora, Folgers, quita esa cara y concéntrate porque tenemos cinco aspirantes para las cinco vacantes disponibles.—añade en medio de un pequeño suspiro como si realmente estuviese cansado de toda esta situación.
Asiento lentamente un segundo antes de llevar mis manos a mis cienes. El dolor de cabeza insoportable que ha decidido acompañarme el día de hoy, literalmente, me está matando lentamente. Aun así, me quedo sentado en mi lugar escuchando las cien razones por las cuales debería mi padre de contratar a cuatro personas que a mí parecer no tienen tanto que ofrecer a la empresa. Para cuando la mujer rubia de caderas exuberantes atraviesa la puerta cerrándola detrás de sí misma una vez que se marcha, ruego mentalmente a Dios para que me lleve a su lado o por lo menos, me de un poco de paz. Pero como era de esperarse, eso no pasa. Porque yo soy el tipo con la peor suerte del mundo y los rayos de paz solo pasan en las películas.
—Buenos días.—saluda la voz de una chica.—Mi nombre es Grethel Josseline Adams...
Dejo escapar un largo suspiro y cuando levanto la mirada, mi corazón da un vuelco. Es ella. Es la enana. La misma mujer de tamaño escaso con temperamento gigante que botó sobre mí mi propio café hace un par de horas. Sus ojos avellanados me miran un pequeño segundo pero eso es suficiente para poder notar el nerviosismo en todo su semblante.
—Así que la enana tiene nombre...
Un sueño.
Esto realmente tiene que ser un jodido sueño.
—Entra.—murmuro abriendo la puerta para dejarla entrar. Bel me lanza una pequeña mirada y yo asiento.—Confía en mí.
—¿No es esto ilegal?—pregunta alzando una de sus cejas.—Créeme, no creo que irrumpir en una casa ajena sea algo correcto...
—¿Niña con buena educación? ¿Dime dónde está tu espíritu aventurero?—bromeo. Ella suelta una risita que hace que mi cuerpo entero se estremezca.—Entra, se me está congelando el trasero y te juro que esta casa no es ajena y que nadie va a pisar prisión si es lo que estás pensando, mamá y papá la compraron para vacacionar de vez en cuando pero los hoteles funcionan mejor para mi hermana porque no queremos visita no deseada.—explico encogiéndome de hombros.—Ven, encendamos la chimenea y preparemos algo caliente.
—¿Por qué haces esto?—su voz sale temblorosa pero no soy capaz de distinguir si es por el frío o porque está nerviosa. Detengo mis pasos en la mitad de la sala y la miro un largo segundo. Las respuestas han decidido salir corriendo de mí y la lógica me ha abandonado también.
Pero ¿Cómo decirle a una persona que estás enamorado de ella sin decírselo directamente y asustarla en el proceso?
—Ya te lo dije.—respondo en voz baja.
—Aarón...
—Te amo ¿ok?—suelto sin más.—Desde el jodido día que te vi no he parado de pensar en ti un solo instante, Belenn. Desde el primer jodido momento en el que me miraste pusiste mi estúpido mundo de cabeza y fue una mierda...—sus ojos se abren—pero no una mala, fue...extraño. No me lo esperaba y tampoco lo estaba buscando, simplemente pasó y ya no pude hacer nada para frenarlo o para cambiarlo ¿y qué mierda? ¿Por qué querría frenarlo o dejarlo de sentir? ¡Me gusta!
—No me puedes decir eso.—replica.
—¿Por qué no?
—No puedes decirme eso y después no besarme—se queja.
Una amplia sonrisa se extiende por mi rostro casi automáticamente. En dos pasos estoy a su lado, la atraigo hacia mí y luego simplemente la beso. ¡El jodido beso más jodidamente perfecto del jodido mundo! Otro.—Te amo y no me importa sino lo haces, eso no me detiene para amarte.—decido. Los ojos de Bel se encuentran con los míos por largos segundos, sus manos heladas acarician mis mejillas y vuelvo a estremecerme. Esta vez, estoy seguro que es por el contacto de su piel con la mía.
—Estoy enamorada de ti.—suelta finalmente. Mi corazón late con fuerza y niego lentamente.—No puedo seguir ocultándolo o tratando de engañarme a mí misma, de verdad estoy jodidamente enamorada de ti a pesar de saber que no debería...
—¿Por qué no?—me atrevo a preguntar.
—Porque somos completamente diferentes, Aarón...—susurra sin apartar sus preciosos ojos hazel de los míos.
—Somos iguales.—respondo de inmediato.—Todos.
—No lo somos y lo sabes.—musita pasando la yema de sus dedos por mis cejas.
—Escúchame, Hazel...—comienzo en voz baja.—somos iguales. Somos completamente iguales, por dios, mírame...estoy aquí. Contigo. Soy real, Belenn. Soy tan real como el amor que siento por ti y no me importa si no quieres aceptarlo, yo ya lo acepté y eso es suficiente.—niego un poco.—Belenn...
Entonces sus labios cubren los míos. Sus manos acarician la parte trasera de mi cabeza y me dejo llevar por ella.
Mi corazón tiembla más que mi cuerpo y las ganas de quedarme en sus labios para siempre son grandes. Besar a Belenn es sin duda alguna mi actividad favorita –y no es que lo haya hecho demasiadas veces para considerarlo como tal pero con lo poco que lo he hecho ha sido más que suficiente para mí-. No sé cuanto tiempo pasa pero es lo de menos para mí, me obligo a aguantar todo lo que puedo hasta que la tarea se me hace imposible. Me aparto lentamente de Bel y nuestros ojos vuelven a encontrarse, solo que esta vez no hay más miedo en ellos, no hay rechazo o cualquier cosa negativa que me indique que esa chica no siente lo mismo que yo. Vuelvo a besarla lentamente y ella corresponde a mi beso.
—Te amo...—murmura sin aliento.—joder, Aarón Silvetti, ¡te amo!
—Te amo—repito.
—Estoy jodidamente enamorada de ti y te amo con todo mi jodido corazón.—inquiere sin dejar de mirarme a los ojos.
—Haz lo que quieras con eso, Hazel...
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top