C15. Todos los besos del mundo.

—¡Corte!—grito furioso.—¡Joder! ¿qué es lo que le pasa a todo el mundo el día de hoy que no pueden hacer nada bien?—reclamo frotando mis sienes con ambas manos.—¿Saben qué? Tomen el resto del jodido día libre, ni yo puedo seguir aguantándolos y ustedes no están dando su cien por ciento, cuándo lo hagan, regresan.

—¿Puedes parar un segundo?—pregunta la voz de Matt a mi lado.—¿qué es lo que pasa contigo?

—No pasa nada.

—Claro y yo soy Matt Damon.—reclama.

—Tú sí eres Matt Damon.—le recuerdo.

—Y a ti sí te pasa algo.—asiente.—Vamos, Lucah... ¿Qué pasa?

—No lo sé.—respondo porque realmente no voy a decirle a Matt que llevo una semana completa soñando con una chica que solamente vi una vez en la vida y luego nunca más. ¿Qué clase de perdedor sueña eso? Solo yo.

La primera noche, fue más bien un recuerdo. El recuerdo del día en el que su perrita vino corriendo hacia mí e intentó comerse mis zapatos y luego apareció el muchacho de los ojos azules –el que según mi hermana es su hermano-. La segunda noche, ella estaba de pie en la acera contemplándome fijamente con esa dulce sonrisa que me ofreció la única vez que nos vimos. La siguiente noche vino hasta mí y me besó. Joder, el sueño más jodidamente realista que he tenido alguna y luego, simplemente desapareció de mis sueños pero no de mi jodida cabeza. Cerrar los ojos y ahí estaba, en eso se convirtieron los días de mi semana. El mal humor por no tenerla y la falta de sueño en conjunción sin duda alguna no son una buena combinación.

No con una película importante en puerta.

Pero Matt Damon –uno de los cantantes más jodidamente importantes y uno de los actores más aclamados en el mundo del cine- por supuesto que no tenía porqué saber ese tipo de cosas.

—Creo que te hace falta una buena fiesta—anuncia encogiéndose de hombros.

—¿Qué?—murmuro—No, no acostumbro a salir de fiesta en medio de la semana mucho menos si después tenemos que levantarnos temprano para seguir trabajando...

—Vamos, Lucah.—jadea.—A nadie le viene mal una fiesta de vez en cuando...

—Además, se supone que somos profesionales, no deberíamos tomarnos en cuenta para salir de fiesta...—Matt suelta una carcajada y niega lentamente.

—Te espero esta tarde en el bar nuevo de Beverly Hills, puedes traer a alguien si quieres para que te relajes...—hace una pausa—o mejor no traigas a nadie, te presentaré a alguien y estoy muy seguro que se llevarán bien porque es igual de aburrida que tú...

—Ja.—me mofo.—Pues gracias por lo que me toca, oye.—Matt se ríe de nueva cuenta y niega un poco.—Ya te lo dije, no acostumbro a irme de fiesta en medio de la semana y menos cuando estoy trabajando, soy un profesional ante todo...

—Sí, un amargado profesional.—se burla.—Pero también estoy hablando en serio, te espero ahí esta noche, a las siete. Mejor que vengas, te la vas a pasar bien.—anuncia poniéndose de pie con pasos apresurados.—Ahora te dejo, tengo que hacer un par de llamadas y en vista de que mi director ha tenido un ataque de furia y nos ha mandado a la mierda a todos juntos, mejor me voy antes de que cambie de opinión...

—Gracioso.—reclamo.

—Te veo esta noche.—anuncia antes de caminar hacia la salida y luego perderse detrás de las pantallas verdes gigantescas. Me quedo en silencio cuando me doy cuenta que me he quedado completamente solo y niego un poco.

—Por favor ya sal de mi cabeza...—susurro al aire.—por favor, es lo único que pido...

(...)

Llevo mis ojos hasta el letrero luminoso que anuncia el nombre del bar del que Matt me ha hablado. Inspiro con fuerza tratando de hacerme a la idea que esta es una buena idea, que no estoy haciendo nada malo al conocer a alguien nuevo porque la chica de mis sueños –literalmente- no existe más en mi vida. Que solo ha sido el típico enamoramiento –si es que se le puede llamar de ese modo- en el que uno ve a una persona en la calle, pasa algo lindo y luego no lo vuelves a ver jamás. ¿Y por qué seguir guardando la esperanza si han pasado meses desde entonces?

Lleno de aire mis pulmones una vez más –como si eso me sirviese para darme valor alguno- y luego sin más me encamino a la entrada. Mi reloj de pulsera marca las siete con tres minutos y conociendo la puntualidad de Mathew Damon -con todo el sarcasmo del mundo entero- estoy llegando temprano. Apoyo mi cadera en la barra de madera del bar y pido un trago admirando cada detalle bien cuidado de este lugar, puedo darme cuenta de dos cosas, la primera, quien sea que haya decorado; no se puede negar el buen gusto y dos, realmente han invertido una buena cantidad de dinero en él.

—Siendo honesto, pensé que no vendrías.—me dice una voz a mis espaldas. Me giro sobre mi taburete y me encuentro con la sonrisa de Matt.

—Siendo honesto, yo también lo pensé—acepto encogiéndome de hombros.—Pero bueno, estoy aquí y eso es lo que cuenta ¿no?—bromeo.—Sólo vine por la chica.—Matt suelta una carcajada y niega lentamente.

—Para tu buena suerte, aceptó venir.—anuncia.

—¿Ah, sí?—pregunto dándole una pequeña señal de agradecimiento al bar tender con mi cabeza. Tomo entre mis vasos el tequila que me acaban de dejar y le doy un pequeño sorbo.—¿Y dónde está?

—Ya viene, tranquilo.—responde sin perder la sonrisa.—Hay que pasarla bien, Lucah Ross Crusoe.

—Joder, Matt.—se queja la voz de una chica a nuestras espaldas.—Este lugar es horrible, todos los hombres te ven como si fueses un jodido filete y eso es asqueroso y...—su voz cesa cuando me ve y mi corazón da un gran vuelco dentro de mi pecho cuando sus ojos avellanados se encuentran con los míos. Es ella.

Jodida mierda.

¡Es ella!

—No seas grosera.—se queja el chico a mi lado.—Mejor saluda a nuestro invitado, él es Lucah Ross Crusoe, el director de la película en la que estoy trabajando; y Lucah, ella es Elizabeth Billye Benson, mi mejor amiga desde que tengo uso de razón...

Mi corazón vuelve a latir con frenesí dentro de mi pecho. Las personas con sentido común se supone que actuarían de manera normal, extender tu mano, hacer un saludo cordial y continuar. Pero mi cabeza para nada actúa conforme lo indica el sentido común, de hecho, pareciera como si ese término estuviese lejos de mi intelecto. Estiro mi mano para tomar la que la muchacha me ofrece pero cuando la estrecho y nuestras pieles entran en contacto, mi corazón oficialmente estalla. Estalla de forma literal enviando por todo mi cuerpo –hasta la punta de mis dedos- esa famosa corriente eléctrica de la que todo el mundo habla en los libros.

—Un placer conocerte—anuncia lanzándome una pequeña sonrisa. Le quiero decir que no me sonría así, que no sabe lo que pasa conmigo cuando lo hace pero en su lugar me limito a asentir.

—El placer es todo mío, Elizabeth.

—Lizzy.—responde volviendo a sonreírme.—Sólo dime Lizzy, así es como me llaman mis amigos...entonces...así es como puedes llamarme...

—Lizzy...—susurro.

—¿Verdad que es un encanto...?


—Una oportunidad...—murmura Aarón sin dejar de mirarme. El aire ha hecho de las suyas y nos hemos visto en la penosa necesidad de separarnos para poder sobrevivir. La nieve bajo nuestros cuerpos ha comenzado a empapar mi ropa y el frío ha comenzado a impregnar mis huesos pero siendo honesta, eso es lo que menos me importa en este momento. El cuerpo de Aarón sobre el mío ni siquiera pesa –o tal vez por el frío he perdido la capacidad de sentir, no lo sé y no me importa-, y para mí así es perfecto.

—Una oportunidad...—repito.

—Sí, sé que para las chicas es importante esto de conocerse bien y todo lo demás, y te estoy pidiendo que te cases conmigo, por ahora—se ríe nerviosamente—, sólo quiero que me des una oportunidad para estar contigo y para demostrarte que las cosas entre nosotros sí pueden funcionar, sí podemos hacer esto, Hazel...

—¿Alguna vez vas a dejar de llamarme Hazel?—cuestiono.

—No mientras respire.—responde. Me rio en voz y él vuelve a besarme con fervor.

Nunca nadie explicó cómo es que Cenicienta se sentía cuando el príncipe la besaba, nunca nadie explicó cómo es que la verdadera magia de los cuentos de hadas funcionaba pero mientras Aarón Silvetti me besa lentamente y hace que las mariposas imaginarias de mi estomago se revoloteen como si de eso dependiera su existencia, me doy cuenta que tal vez es así como se sentía. Tal vez es así como Cenicienta desde su perspectiva vivía su cuento de amor porque es así como yo lo hago.

No me importa si alguien nos está mirando.

No me importa si alguien dice que está mal.

No me importa si alguien quiere algo diferente a lo que yo quiero.

No me importa absolutamente nada más.

Sólo existimos nosotros dos.

—Madre mía...—susurro cuando vuelve a apartarse de mí.

—Me encanta esto.—admite en voz baja.—Pero ven, vayamos a algún lugar cálido o vamos a enfermarnos...—no protesto. Tomo la mano que él me ofrece y me dejo conducir por sus pasos hasta lo que parece ser una cafetería con aspecto abrigador. No hay casi nadie cuando entramos, excepto un chico con cara de aburrido en la caja.

—Siendo totalmente honesto, ¿crees que esto funcione?—pregunto. Aarón se sienta frente a mí y toma mis manos entre las suyas sobre la mesa.

—De eso se trata, hay que trabajar los dos para que eso sea posible—pauso—Va a funcionar si los dos queremos que funcione, mientras no...y yo estoy totalmente dispuesto a que funcione porque de verdad me gustas; yo...voy a ser sincero contigo y no quiero que pienses que te estoy poniendo sobre la mesa un libro cliché...

—Espera...—susurro—no quiero que malinterpretes lo que dije allá afuera ¿de acuerdo? No me das miedo tú como Aarón Silvetti y sé que hablar sobre clases sociales es una mierda pero tienes que tener bien en cuenta eso...sí, sé que suena una completa locura pero de verdad odiaría sufrir por eso, Aarón...

—No quiero hacerte daño, lo juro, Hazel...—asiento débilmente.

—Lo sé.—hago una pausa.—Y te juro por mi papá que es lo más sagrado que tengo que traté con todas mis fuerzas permanecer lejos de ti, traté de sacarte de mis pensamientos pero cuando me di cuenta de que estabas en ellos ya no pude hacerlo y me frustré...porque no quería que esto pasara, porque se supone que yo vine aquí para trabajar, para ahorrar dinero y poder pagar mi carrera de diseño pero...no sé en qué momento pasó...o cómo pasó...

—Espera...—murmura—¿vas a decirme lo que creo que vas a decirme....?

—¿Qué no quería enamorarme de ti pero que lo hice...?—cuestiono a su vez.—Madre mía, que acabo de decir...—jadeo.

Aarón suelta una risita divertida antes de llevar mi mano a sus labios, deja un pequeño beso sobre ella y siento mi piel estremecerse por completo.—¿Estás enamorada de mí...?

Mi corazón comienza a latir con frenesí dentro de mi pecho, ¿tiene algún sentido seguir ocultando algo que es más que obvio...?

—Sí.—asiento firmemente.—Estoy jodidamente enamorada de ti.

—También estoy jodidamente enamorado de ti.—confiesa Aarón.—No le veo mucho sentido en ocultarlo, mamá siempre dice que en la vida hay dos cosas que no se pueden ocultar, la primera es cuando una persona tiene dinero, la segunda es cuando estás enamorado...y yo quiero estar enamorado de ti en serio sin tener que ocultarlo o frenarlo...—suspira.—¿Te asusta eso...?

—No me asusta en absoluto.—respondo sincera.

—Entonces, ¿tengo que hacer la pregunta?—me rio nerviosamente ante su pregunta.

—No.—niego.—No tienes que hacer la pregunta, lo que siento por ti no va a cambiar por si haces la pregunta o no...—explico sin dejar de mirarlo.—El amor va a seguir siendo el mismo, Aarón...

—Entonces ¿me permites besarte...?—cuestiona. Una extensa sonrisa involuntaria se extiende en mis labios, asiento lentamente y él se inclina hacia mí.

—Te permito todos los besos del mundo...

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top