C12. Aarón Silvetti.
¿Quién dice que encontrar el amor siempre es igual que en los cuentos de hadas? ¿Quién dice que encontrar el amor tienes que luchar contra brujas malvadas, dragones que escupen fuego y rescatar a un doncella que se encuentra encerrada en un torre súper alta? Eso sólo existe en los cuentos de hadas, pero cuando descubres que estás con la persona correcta; los cuentos de hadas se vuelven realidad.
Un dólar.
Un dólar y encontré al amor de mi vida.
De pie en el balcón, con las manos apoyadas en el barandal de metal y en completo silencio se encuentra Sharyl que parece estar completamente maravillada con la vista que hay de la ciudad. Camino con pasos lentos hacia ella y envolviendo mis brazos alrededor de su cintura apoyo mi barbilla en su hombro.
—¿Qué es lo que haces aquí?—pregunto en un hilo de voz.
—Esto es realmente impresionante.—responde y puedo notar la sinceridad que hay en su voz.—Nunca había visto una ciudad tan linda como esta, literalmente tiene todo...
—Lo sé, es cool.
—Cool se queda corto.—agrega.
—¿Vendrías a vivir a Westfield?—Ella se gira entre mis brazos y me mira fijamente por largos segundos. Lleva sus manos a mis mejillas y dejando pequeñas caricias en ellas haciéndome sonreír en el proceso.
—Sólo si es contigo...—anuncia.
Acerco mis labios a los suyos y cuando finalmente se vierten en un pequeño beso —pero de los mejores de mi vida, igual que todos sus besos— reitero una vez más que es ella. No quiero, ni tengo intención alguna de estar con alguien más que no sea ella.
—Te amo.—le recuerdo cuando mis estúpidos pulmones reclaman oxigeno.
Sharyl sonríe.—Te amo también.
—¿Me vas a decir que pasó en esa pizzería?—cuestiono. Ella larga un suspiro y se aparta lentamente de mí.—Vamos, mi amor, ¿qué es lo que pasa?
—No entiendo a que te refieres.
—Sabes bien a que me refiero.—protesto—De repente te has quedado observando a este chico, al amigo de la prima de Gala...
—Su nombre es Aarón Silvetti.—me recuerda.
—Sí, lo sé—asiento.—Pero realmente no entiendo qué tiene que ver esto...
—Es el hermano de Danna.—suelta.—Danna Silvetti.
—¿Qué?—suelto—¿Estás jodiendome?
—No.—niega—Lo estoy diciendo muy en serio, Aarón es hermano de Danna...
—Jodida mierda...—susurra.—sí escuché su nombre pero pensé que era coincidencia...—explico—de todas maneras, no entiendo que tiene todo esto que ver...
—Yo sé mi cuento.—responde encogiéndose de hombros.
—Espera, ¿eso significa que no me dirás...?—pregunto lo obvio. Shar suelta una carcajada y luego niega lentamente.—¿Por qué no?
—Porque no.—anuncia.—Es un tema de chicas, así que tranquilo.
—Pero Shar...
El sonido de un celular inunda el espacio, Sharyl termina de apartarse de mí. Inspiro con fuerza mientras la veo avanzar hacia la mesa de noche.—Es Bel—declara.—¡Hola, Bel!—saluda alejando un poco el dispositivo para poder ver a mi hermana.
—Espero no estar interrumpiendo algo—responde—espera ¿siguen en Nueva Jersey?
—Sí.—asiente.—Estamos en la habitación del hotel luego de un día cool.
—Hola, Belibú—saludo cuando Sharyl mueve su celular hacia mí.—¿Qué tal todo Nueva York?
—Una completa locura, jamás había visto a tantas personas reunidas por otra persona—se ríe—¡Esto es realmente impresionante!
—¿Qué haces despierta tan tarde?—pregunto.
—No tengo sueño—confiesa—En realidad no puedo dormir...se me ha ido el sueño desde hace un rato así que estaba planeando salir a caminar un poco pero como me dio flojera cambiarme, sólo caminaré un poco por el pasillo...
La habitación se llena de con las voces de las chicas. De vez en cuando hago comentarios pero las chicas parecen tan ensimismadas en su mundo que apenas me prestan atención aún así disfruto verlas sonriéndose la una a la otra...es como tener uno de mis dos mundos delante del otro. Cuando finalmente su video llamada improvisada —pero larguísima— termina, los ojos de Sharyl me miran un breve momento. Me muerde el labio inferior, de esa jodida manera que hace que me vuelva loco, y una extensa sonrisa se abre paso en mis labios.
—¿Qué es lo que pasa?—cuestiona.
—Ven aquí—respondo. Shar parece pensárselo un par de segundos pero finalmente se encamina hacia mí. Nuestros ojos se encuentran por un par de minutos en los que puedo sentir la manera tan jodidamente desenfrenada en la que late mi corazón.—Eres jodidamente preciosa—respondo sincero. La veo sonrojarse de inmediato y un momento después sus labios buscan los míos.
Un pequeño beso. Es pequeño pero hace que mi cuerpo entero se estremezca de pies a cabeza. Por más que lo pienso, no puedo entender qué es lo que me ha hecho esta mujer. Qué es lo que me hizo que apenas puedo dejar de babear un segundo.
—Te amo—susurra contra mis labios.
—Te amo—repito.—¿Me vas a seguir contando lo que estábamos hablando antes de que Belibú llamara...?—ella suelta una risita de diversión, inspira con fuerza y luego niega.
—No—responde.
—Shar.
—Noah.
Me echo a reír de inmediato y un segundo después, ella hace lo mismo. Envuelvo mis brazos alrededor de su cuerpo para atraerla hacia mí.—Sé el amor de mi vida...—las palabras salen involuntariamente de mis labios sin que pueda detenerlas.
Sharyl me mira de nueva cuenta, me ofrece una pequeña sonrisa y asiente débilmente.—Sé el amor de mi vida, Noah...—pausa—sé el amor de mi vida para siempre...pero no, ni diciéndome palabras bonitas vas a lograr que te cuente lo que hablé con Bel...
Me echo a reír de inmediato.—Bueno, al menos lo intenté...
Cierro la puerta de golpe, apoyo mi espalda en la madera y me deslizo lentamente sobre ella hasta llegar al suelto; y como si de un pequeño interruptor se tratase, mis ojos se llenan de lágrimas ante lo que acaba de pasar.
Aarón acercándose.
Aarón a punto de besarme.
Yo alejándome de él.
La manera en la que me miró después de eso hace que mi corazón se agriete poco a poco.
La sola idea de saber que de alguna manera le he hecho daño, me enferma.
—¡Eres una tonta!—me digo a mí misma.
Las lágrimas ruedan por mis mejillas sin permiso alguno, no puedo parar de pensar en lo que pasó pero cuando a mi cabeza llega el recuerdo de Thomas, mi corazón da un vuelco dentro de mi pecho. Thomas.
Varios golpes se hacen presentes en la puerta de mi habitación. Me pongo de pie lentamente, me retiro las lágrimas con las yemas de mis dedos y me quedo en silencio contemplándola fijamente. Mi estómago se contrae, me aclaro la garganta y dejo escapar el aire de mis pulmones de manera lenta.
—¿Quién es?—pregunto y mi voz sale más amortiguada de lo que esperaba.
—Soy yo, Axel—responde lentamente. Abro la puerta de golpe y nuestros ojos se encuentran de inmediato.—¿Bel? ¿Qué es lo que pasa...?—cuestiona dando un paso al frente. Aparto la mirada un segundo antes de dejar que nuevas lágrimas escapen de mis ojos.—Oh my god, come here... ¿qué es lo que pasa...?
—¡Soy una persona jodidamente horrible!—musito en medio de mi propio llanto. Los ojos azules de Axel me contemplan fijamente por largos segundos y luego niega.
—¿Qué dices? Claro que no eres una persona jodidamente horrible, por favor, Bel...—comienza—eres una chica increíble, ¿por qué dices eso?
—Lastimo a las personas se acercan a mí...—confieso.
—¿Lo hace a propósito?—cuestiona.
—No.
—¿Lo ves? Entonces no lo eres—susurra.—Escucha; todos en algún momento de nuestras vidas hemos lastimado a las personas que están a nuestro alrededor, a veces inconscientemente, con nuestras acciones o con nuestras palabras pero eso realmente no significa que seamos malas personas; a veces simplemente no lo podemos controlar...
—Es algo que pude evitar y no lo hice...—añado en voz baja.
—¿Quieres contarme que fue lo que pasó...?—pregunta sin dejar de mirarme.
—Yo...volví o al menos volví a intentarlo con mi ex novio, no terminamos por algo malo...lo hicimos porque él se iba a estudiar fuera del país y yo no quería tener una relación a larga distancia ¿sabes?—explico—¿has escuchado que dicen: amor de lejos, felices los cuatro; pues yo no quería eso parpa nosotros así que nuestra relación se terminó por eso...pero ahora ha vuelto y decidimos intentarlo...
—¿Y eso es malo?—inquiere alzando una de sus cejas—Me parece algo lindo que hayan decidido intentarlo de nueva cuenta si es que todavía hay amor allí...
—Me gusta alguien más...—suelto finalmente.—y sé que es horrible que haya aceptado intentarlo de nuevo pero...joder, en serio me siento horrible...
—Bel...
—Lo voy a lastimar, Axel...—susurro volviendo a ser presa del llanto—los voy a lastimar a los dos y no quiero...
—Te estás lastimando a ti misma en el proceso ¿es que no lo ves?—pregunta—mira cómo estás, B...estás hecha un mar de lágrimas por algo que no se puede controlar...
—Podía controlarlo...—él niega.
—No, no podías—responde sincero.—Los problemas del corazón no se pueden controlar...no es así como funciona, cuando te gusta una persona y te gusta de verdad, nada de lo que hagas para tratar de frenarlo va a funcionar, porque es así como funciona...
—Funciona horrible...—jadeo.
—Ahora sólo tienes dos opciones; aceptarlo y buscar tu felicidad...la tuya, Bel.—pausa—O ignorarlo y seguir sumida en un mar de lágrimas como justo ahora...
—Axel...
—La decisión es sólo tuya.
(...)
No sé cuánto tiempo he pasado llorando y hasta cierto punto tampoco me importa. Mi cabeza duele un poco, mis ojos se sienten jodidamente pesados y yo me sigo sintiendo la peor persona en el mundo por estar con una persona y estar pensando en otra; por lo tanto —y tomando en cuenta cada una de las palabras de Axel que no se han parado de repetir en mi cabeza ni un solo momento—, he llegado a dos conclusiones.
La primera: Tommy no se merece absolutamente nada malo, no merece que lo engañe sobre mis sentimientos hacia él. No merece que yo lo haga sufrir ni que lo lastime. No merece esto. No después de todo el amor que me ha dado. Amor sincero.
La segunda: Aarón Silvetti me gusta más de lo que yo misma podría considerar sano. Sus ojos. Su boca. La manera en la que piensa o como brillan sus ojos cuando habla sobre las cosas que lo apasiona. Todo él. No hay una sola parte de él que no me guste; y definitivamente quería besarlo.
Quiero besarlo.
Llevo mis ojos hasta el pequeño reloj que descansa sobre la mesa de noche. En números luminosos color verde me deja saber que son más de las tres de la mañana; cierro mis ojos lentamente tratando de conciliar el sueño finalmente y justo cuando creo estarlo logrando, algunos golpes en la puerta se hacen presentes de nueva cuenta. Me siento en la cama de golpe y niego un poco.
El silencio vuelve a reinar en la habitación por varios segundos hasta que finalmente se vuelven a hacer presentes. Me pongo de pie lentamente y con pasos descalzos avanzo hasta ella para poder atender. Me aferro al pomo de la puerta y guando la abro, mi corazón se hunde hasta mi estómago.
Aarón Silvetti está de pie delante de mí.
Sus ojos celestes me contemplan fijamente pero sus labios rosados permanecen unidos en una línea recta.
—Aarón...—murmuro lentamente.
—No sé qué mierda me hiciste.—responde finalmente.—No sé qué mierda me pasa contigo pero no puedo dejar de pensar en ti desde el jodido momento en el que te vi, te quiero sacar de mi cabeza pero no puedo, no quiero hacerlo. Te quiero besar a pesar de que tú no quieres que lo haga y me frustra querer hacerlo porque obviamente no soy un hijo de puta para obligarte a hacerlo, sin embargo, Belenn, no puedo parar de pensar que algo está mal conmigo porque te pienso más de lo que quiero o de lo que debería, me encantas ¿sí? Lo dije. Me encantas muchísimo y me abruma que lo hagas porque me siento tan jodidamente vulnerable delante de ti. Nunca antes me sentí así y me aterra saber que inconscientemente te di demasiado poder sobre mí...
—Aarón...—repito en un hilo de voz.
—Te di el poder suficiente para que me destruyas con la mano en la cintura y sin ningún tipo de miramiento ¿entiendes eso?—musita sin dejar de mirarme.—Y sé que esto no sirve de nada pero...no podía, ni quería seguir callándomelo...
Mi cerebro —ahora más aturdido que antes— no puede parar de pensar en las palabras que acaban de salir de sus labios. Veo la manera en la que estos se mueven pero he dejado de escucharlo porque ahora mi mente se ha quedado en blanco y todo lo que puedo pensar es en que definitivamente quiero besarlo.
Sin importar que mañana cuando se me vaya la valentía no pueda mi mirarlo a los ojos.
Acorto la distancia que nos separa y sin previo avisto, lo hago.
Estoy besando a Aarón Silvetti. ¡Lo estoy besando!
¡Y él está respondiendo a mi beso!
Y este es sin duda alguna, el mejor jodido beso de mi vida.
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