Cap.36 (parte uno)
___.-Pov.
Le había contado toda la historia a Paul, decidí contarle desde el principio, para que dejara de sacar conclusiones equivocadas, pude ver la ira en sus ojos y la tristeza con la que me miraba.
Paul: No puedes ir ___, podemos hacer un plan para localizarlo y matarlo de una buena vez.
Tu: La última vez que accedí a que me protegieran Jake salió herido, solo quiero cuidarlos, a todos.
Paul: ¿Cuidarnos? No eres nuestra madre, se supone que tu eres la humana aquí, nosotros te debemos proteger a ti princesa.
Tu: Yo no quiero que me protejan.
Paul: No digas idioteces.
Tu: No son idioteces -Repliqué -No voy a permitir que mueran por mi culpa, y yo... no moriré solo...
Paul: Te convertirás en sanguijuela, ¡Oh claro! ¡Esa es la solución! -Dijo sarcástico - Que te conviertas en eso -aro haciendo una mueca -Es mucho peor que morir ¿No lo entiendes?
Tu: ¿Por qué no simplemente lo olvidas?
Paul: ¿Por qué te niegas a buscar una solución? ¿Desde cuándo eres tan pesimista? -Me quedé en silencio -Porque esta no eres tu, y necesito saber donde dejaste a la chica que luchaba cada día en su maldita casa en donde la golpeaban e insultaban pero ella simplemente unía todas sus fuerzas y seguía con una sonrisa en la cara. ¿Dónde esta? ¡Porque la necesito en este momento!
Tu: No lo sé -Susurré suspirando, yo me hacía la misma pregunta -Creo que el miedo es más grande que mi fuerza de voluntad esta vez Paul.
Paul.-Pov.
Me acerqué hasta tomarla por las mejillas, suaves y frías a mi contacto, ella cerró los ojos dejando escapar una lágrima.
Paul: No te dejes caer ahora, no después de tanto, no dejes que te venza el temor.
Tu: No es tan fácil -Le puse mi dedo en sus labios para callarla, deseaba aquellos labios tanto como jamás pensé anhelar nada, entonces cerré los ojos para controlarme y pegué mi frente a la suya.
Paul: No te dejes vencer -Le susurré -Déjate ayudar, solo quiero disminuir tu dolor -Le supliqué -No me alejes por favor, déjame ayudarte.
Tu: No me perdonaría nunca si algo te sucede por ayudarme -Dijo mirándome a los ojos, podía sentir su débil respiración.
Paul: No te preocupes por mí, estaré bien -Le aseguré y ella asintió.
Deseaba ser yo el que curara sus heridas, pero estaba seguro de que ella preferiría que lo hiciera otra persona.
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