XXIV.
Schloss Burg, 9:35 am
Los ojos azules contemplaron la edificación que tenía enfrente, de la cual había memorizado la estructura, tenía una idea clara de donde se alojaba Donovan, tendría que estar en el tercer piso, por lo que quizá entrar por el techo era la mejor opción. Para su mala suerte no había un árbol lo suficiente cerca, podría ingresar con ayuda de unos cables, pero había demasiada seguridad. No le sorprendía considerando que era el hombre más peligroso de Ostalis.
Sabía de la existencia de unos túneles por los cuales podrías ingresar desde un acceso en lo profundo del bosque, pero estaban inactivos, en la segunda guerra mundial habían sido bloqueados. Hubiera facilitado las cosas, pero él hace tiempo que no conocía el camino fácil.
Había llegado de noche ahí, lo cual le permitió grabarse mentalmente las rutinas, movimientos y los cambios del personal, sus descansos, pero eran tan rígidos que parecía que no había una apertura óptima. Aunque él no entraría de forma sigilosa.
Metió la mano en la bolsa que llevaba y dejó entrever un rostro falso. Al menos esperar tanto tiempo para llegar a Donovan le permitió fijarse en alguien que podría darle su boleto de entrada. Y justo en ese momento lo vio acercándose al bosque y encendió un cigarrillo.
Twilight se aseguró de colocar la máscara cubriendo todo su rostro, como había hecho tantas veces en el pasado y saltó desde el árbol donde se encontraba, aterrizando al suelo. El hombre de seguridad giró para verlo y de un limpio golpe lo terminó noqueando. Arrastró el cuerpo fuera del camino, lo ató de manos y piernas, tomó un cigarrillo y se lo llevó a la boca, fumando unas caladas y sacando el humo con tranquilidad.
Hace más de una década que no fumaba un cigarrillo, lo había dejado cuando tuvo una familia, aunque en ese entonces había sido por la misión y con el paso del tiempo lo dejó de lado, no era necesario y lo que menos quería era generar algún problema en sus hijos. Pero la sensación del tabaco relajándolo fue nostálgica.
El recordar a su familia causó un desazón en su estómago, aquella última cena había sido tan agridulce. Yor se sentía particularmente nerviosa, por lo que Donovan era posible de hacer contra él, considerando que había puesto bombas en toda la ciudad.
La palabra bombas era un tema delicado para él, que trajo a colación recuerdos de su infancia, aquel día donde terminó perdiendo todo, a sus padres. Aún recordaba que la última vez que habló con su padre habían peleado, nunca se había disculpado y no podría hacerlo. Y cuando pensó que podría estar al menos de su madre, la vio desaparecer con sus ojos. Como si aquello no fuera suficiente había perdido a sus amigos en la guerra, cuando apenas los encontró de nuevo.
En esos momentos estaba pensando que el ser feliz no era algo que él podría experimentar.
Todo a los que quería terminaban muriendo, dejándolo solo. De niño había deseado tantas veces el haber muerto con sus padres, no le dolería tanto. Los años habían sucedido y el pesar de ello aún causaba pesar en su interior.
Aún podía recordarlo, el sueño que tuvo cuando el panorama de bombas en Westalis se abrió en su mente. Él corriendo hacia su casa, sus piernas ardiendo por el esfuerzo, la sangre escurriendo por sus heridas y ante sus ojos veía su casa explotar, perdiendo a su familia, por segunda vez. Se levantó bañado en sudor y devolvió toda la cena con las imágenes aun en su cabeza, repitiendo una y otra vez.
Esa imagen había sido suficiente para ir al cuartel de WISE y asegurarse de encontrar esas bombas. No había podido dormir desde hace días atrás, porque esa imagen seguía viniendo a su mente y el terror era tan paralizante que se olvidaba de respirar y la ansiedad aturdía su cuerpo de una manera que jamás pensó volver a vivir.
El antiguo agente Twilight, aquel que había actuado por la misión Strix, que no tenía emociones y que estaba listo para irse cuando todo eso terminara... había terminado cayendo en la ilusión de tener una familia. Y lo había logrado y la simple idea de perderla o que algo les sucediera era insoportable, tanto que lo dejó sin aliento.
No podía perder lo que le daban una razón de seguir con vida.
La amargura lo aturdió, necesitaba terminar con todo esto, se encargaría de erradicar a aquel desgraciado que quiere quitarle lo que más quiere, se cobraría todo el sufrimiento perdido con el responsable, Donovan. Él no se lo permitiría.
Recordó el rostro de Anya nervioso e inquieto, a Alain rodeando su cuello y riendo en su oreja y el sabor de los labios de Yor contra los suyos, aquella sonrisa gentil y aquel aroma suyo tan único. Un espía no debería sentir, los sentimientos eran una debilidad pero él terminó cayendo a eso, su familia era su punto débil, pero de igual forma era su impulso para lograr el éxito de esa misión.
Tiró el cigarrillo y lo pisó, asegurándose de apagarlo. Regresó sobre los pasos del hombre, donde se encontró a sus compañeros, mezclándose entre el resto del personal, para cuidar el exterior del lugar.
Si todo iba bien, terminaría entrando a la residencia en el siguiente cambio de personal y eso le daría la entrada para conseguir su objetivo. Los agentes habían detenido a un par de sospechosos que parecían estar implicados con las bombas, pero habían sido simples miembros de la oposición. Él debía conseguir las coordenadas de las bombas y comunicárselo a WISE para quitarlo antes de que anunciaran el resultado.
El futuro de una nación estaba en sus manos, de pronto quiso otro cigarrillo.
Residencia Forger, 10:13 am
Anya observó la cabellera de rizos de Franky mientras estaba enfocado en un aparato similar al monitor de recepción que le había dado, pero parecía más moderno, lo cual la llevó a pensar que se lo había dado porque ya no era de utilidad.
Sabía que el rizos no tenía movimientos activos en la operación, pero era una pieza clave para la comunicación de los agentes en aquel día importante y de intervenir en lo que pudiera. No servirá de apoyo físico con el número reducido de agentes, por eso lo mejor era estar ahí, comunicados y pasando la información necesaria.
—Rizos, quiero comer algo— La voz de Alain imitando el apodo que Anya utilizaba la hizo sonreír.
Él hombre farfulló, se levantó y cortó un poco de fruta para que el niño pudiera degustar de un aperitivo dulce antes de la cena, que Yor había preparado y congelado antes de irse. Aún seguía teniendo rencor a Loid, siempre había dicho que no esperaba relacionarse con nadie y ahora tenía una esposa encantadora y dos pequeños hijos, una vida perfecta a los ojos de cualquiera.
Anya le llevó el plato a su hermano y se aseguró de que se lo comiera. Observó a Franky en todo momento, viéndolo enfrascado en su labor. Era el momento perfecto, por lo que se levantó y se fue a su habitación caminando con el sigilo o normalidad. Entró a la habitación y observó el vestido que había preparado detrás de la puerta, lo empacó en una mochila que tenía debajo de la cama.
Pegó la oreja a la puerta, colocó un poco de música procedente de la radio y se dirigió a la ventana. La abrió viendo la gran distancia para llegar al suelo, era un movimiento desesperado y arriesgado, pero que había decidido tomar. Tragó saliva y se aproximó a la ventana, apoyando los pies en el alféizar de la ventana, y pronto se deslizó por la pared. Se sujetó de los alfeizar de los departamentos que sobresalen en pisos anteriores, se golpeó con la pared, hasta que llegó al suelo en un fuerte golpe. Se quejó de dolor, se lastimó la piel de las piernas pero era tolerable, había caído de pie, pero al ir deslizándose por el edificio se terminó golpeando.
Observó la edificación una vez más antes de dar media vuelta y salir de ahí, dirigiéndose a la residencia Desmond donde su plan empezaría.
El hecho de informarle a sus padres de la invitación de Demetrius hubiera sido una condena. Y si ella les contaba sus intenciones de ir, para detener el proyecto Apple y que necesitaba distraer a Demetrius Desmond para lograrlo, la hubieran encerrado bajo llave. Su padre no quería que se acercara a los Desmond, se lo había prohibido y había advertido a Damian de alejarse de ella, sabía que no lo aceptarían. Su padre lo había dicho, no era su misión, eso lo sabía, su padre se había esmerado en frenar el que ella fuera una espía, no la quería cerca de todo ese terror y aún así... ella quería ayudar lo mejor que pudiera, no podía esperar que su padre lidiara con todo lo que veía.
Cuando llegó a la esquina tomó un taxi y se dirigió a la casa de Becky, que se había ofrecido a ayudarla a arreglarse. Se aseguró de maquillarla de manera sencilla, a colocarse el vestido negro que tenía una caída recta, moldeándose a su cuerpo. Le recordó tanto al que su madre solía utilizar como Thor Princess.
—Te ves encantadora Anya. —Becky apreció su trabajo. —Mi chofer puede llevarte pero... ¿estás segura?
Becky había acudido a ayudar a Anya cuando le contó sobre la invitación, algo que a la misma Becky no estaba del todo seguro, porque sabía que las cosas con Damian habían estado bien pero ¿ir con Demetrius? Anya simplemente la ignoró cuando le preguntó al respecto y decidió ayudarla, porque la quería y era su amiga.
—Gracias por todo Becky.
Anya salió de ahí y abordó en el auto que Becky le ofreció, observó la mansión de su amiga, mientras menos supiera mejor, las cosas podrían salirse de control ese día y no quería involucrar a nadie más. No demoró mucho tiempo en llegar a la residencia Desmond, encontrando algunos autos estacionados en el frente, descendió y se acercó a la puerta. Entró con decisión y fue directamente a un salón anexo donde estaban reunidos todos los invitados.
Se percató de varios hombres con los que alguna vez había visto a Demetrius, los mismos hombres que su padre le había dicho que apoyaron al Partido años atrás. Gente influyente que por supuesto apoyaba al candidato. Y en medio de ellos, hablando con el carisma que lo representaba vio a Demetrius Desmond con una copa en las manos.
La sala era sumamente elegante, dejando en claro el estatus social de los Desmond, una de las familias más importantes de Ostalis, por no decir la más influyente. Los detalles únicos en las paredes, un gran candelabro colgando del techo, las luces iluminando todo el lugar, los meseros sirviendo tragos y una mesa de aperitivos, que los mismos meseros servían. Su atención recayó en alguien en específico, Bastian Fischer, el director del proyecto Apple y la razón por la que Anya estaba ahí. Estaba cerca de Demetrius, hablando y riendo.
Los ojos esmeralda miraron todo el salón y su atención recayó en Damian Desmond de pie en el lado más alejado, con un traje blanco hecho a la medida, con una copa que meneaba viendo el líquido interior. Sintió su boca secarse, caminó de forma casual en un intento de acercarse lo suficiente, para hablar con él, necesitaba escuchar su voz para calmarla, él siempre lograba calmarla como nadie. Damian pareció percibir su presencia porque levantó su mirada y ambos se observaron detenidamente mientras Anya seguía acercándose.
Damian miró a ver hacia la derecha, ella siguió su mirada y fue cuando un brazo rodeó su cintura, haciéndola girar y sus manos terminaron apoyándose en el pecho de Demetrius Desmond que la observaba con los ojos oscuros emocionados y una sonrisa agradable en su rostro.
—Estaba esperándote.
—Lo siento, me retrasé un poco. —Ella lo empujó ligeramente para tomar su distancia y se obligó a sonreír con sencillez. —Anya quería estar lo más presentable posible.
Demetrius la observó detenidamente y sonrió satisfecho con lo que veía.
—Tú siempre luces encantadora, no tienes nada de qué preocuparte.
Demetrius entrelazó su mano con la de ella y la dirigió por la sala, Anya solo logró mirar hacia atrás esperando ver a Damian, pero él ya no estaba ahí. Inmediatamente Bastian Fisher se acercó hacia ellos y un estremecimiento desagradable recorrió la columna de Anya. Él la observó como un depredador, sus ojos verdes centelleaban fascinados, como si estuviera viendo algo realmente fascinante ¿lo sabía? el aire se atoró en su garganta y el miedo la abrumó. Sacudió la cabeza, tomó a Demetrius del brazo y tiró de él, alejándose.
—¿Qué? —Demetrius se confundió por el comportamiento de Anya.
—Quiero algo para comer, vamos.
Anya se acercó a la mesa de bocadillos, tomando algunos y comiéndoselos con efusividad. Observó detrás de Demetrius y vio a Bastian detenerse, girar y alejarse, perdiéndose entre la gente, directamente a los baños.
—¿Quieres alguno en específico? Podría pedir lo que quieras. —Anya se había distraído lo suficiente, por lo que reaccionó cuando vio a Demetrius dando la vuelta, pero sujetó su brazo.
—No, estoy bien, además... —Ella se acercó y le ofreció un canapé en sus labios. —Quería un tiempo a solas contigo.
Demetrius abrió su boca aceptando el bocadillo y los dedos de Anya rozaron sus labios, animando por ello y sus palabras sonrió encantado.
—Sabes que no tienes que pedirlo —Él rodeó su cintura con su brazo, acercándola y ocultando su rostro en su cuello.
Anya pudo sentir la nariz masculina rozar su piel y se erizó, sintiendo las ganas de empujarlo pero al mismo tiempo aquella cosquilleante sensación de magnetismo que siempre envolvía a Demetrius.
—Ante mi victoria podremos celebrar juntos más tarde, cuando todos se hayan ido. —Su aliento acarició la oreja de Anya. —Solo tú y yo.
Anya entreabrió los labios y podía escuchar su corazón latiendo rápidamente, intentó pensar alguna respuesta, pero nada vino a su mente. Hasta que vio a Melinda Desmond acercarse hacia ella con una sonrisa cordial. Esa fue su excusa para alejarse de Demetrius y tomar una distancia decente, aunque él aún sostenía su mano y parecía decepcionado.
—Anya, no contaba con tu presencia el día de hoy. —La mujer observó la mano de Anya sujeta con la de su hijo mayor. —Demetrius no me lo ha informado.
—No podría hacer esto sin ella, por lo que su presencia era necesaria. —Demetrius levantó su mano y la besó en un gesto cariñoso.
Melinda sonrió con clase asintiendo ante las palabras de su hijo, levantó su mano y llamó la atención de Anya, ya que Demetrius se centró en un hombre que se había acercado, hablando sobre algo de las votaciones del día anterior.
—Recuerda ir a casa temprano.
Melinda dio media vuelta y se alejó, siendo interceptada por unos invitados. Anya inclinó la cabeza ante las palabras de la señora Desmond ¿acaso sabía que estaba ahí sin decírselo a sus padres? Sería imposible.
Schloss Burg, 12:02 am
Avanzó por el pasillo, observó con disimulo por detrás, asegurándose que nadie lo viera cerca. Él debería estar en el piso principal, pero el tiempo se le estaba terminando, no podía esperar más tiempo. Vio la puerta de interés y entró.
Había escuchado que Donovan estuvo en el tercer piso y que recientemente había bajado al comedor y esa fue su señal para actuar. Visualizó la oficina de amplio tamaño, que tenía las cortinas corridas para no ver el exterior y sus ojos celestes enfocaron la computadora que estaba en el escritorio, se acercó y estaba encendida. Revisó los archivos, no había nada destacable, parecía vacía... era evidente que no tendrían nada a simple vista.
Ingresó a los códigos de la computadora y finalmente encontró la carpeta oculta. Navegó entre ella y fue cuando encontró el archivo encriptado con los códigos de ubicación que necesitaba. Lo había encontrado, con agilidad logró enviar los datos a Franky, que esperaba por ellos, ese había sido su papel en la operación y él se encargaría de pasarlo a todos los agentes para detenerlos.
Quedaba una hora, una hora para que todo se fuera al diablo.
Se llevó la mano a la oreja donde tenía el auricular de comunicación, necesitaba saber si le había llegado la información,
"Franky ¿lo has recibido?"
"Si, justo lo he reenviado a todos los agentes, solo es cuestión de tiempo" el informante se quedó callado y Twilight se levantó para salir de ahí, su trabajo estaba hecho.
Salió de la habitación y tomó el pomo de la puerta, cerrándola.
"Pero Twilight... hay una cuestión" Él se quedó quieto, con la mano en el pomo y sintiendo un golpe en su pecho, no eran buenas noticias. "Anya no está, desapareció, no sé qué sucedió, solo fue a su habitación y la música sonaba y yo pensé que..." Se escuchó una exclamación frustrada "Se ha salido por la ventana"
Loid sintió el terror alzándose ante él, porque el que su hija estuviera fuera de casa cuando estaba a punto de desatarse una guerra, no podría ser nada bueno. Maldijo por lo bajo, debía encontrarla antes de eso, debía pedirle a un agente que lo apoyara.
Se llevó la mano a la oreja, debía salir de ahí lo antes posible.
"Agente Moonlight..."
No pudo decir nada, porque un golpe demoledor detrás de su cabeza lo sacudió y la oscuridad lo consumió.
Residencia Desmond, 12:12 am
Anya observó el salón viendo a los hombres hablando entre ellos, propaganda del Partido de Unión Nacional, Demetrius no había soltado su mano y estaba hablando con un funcionario sobre medidas de implementación que serían de utilidad en el futuro. Anya intentó encontrar al Segundo, pero no había rastros de él.
Y aquel hecho la dejó ansiosa ¿Dónde se había metido? ¿El hecho de verla ahí con Demetrius lo había afectado? Estaba casi segura de que si, sin embargo, Damian debía estar ahí, porque era el hermano menor del candidato del Partido, su padre no le perdonaría su ausencia, la familia Desmond debería estar ahí, apoyando a Demetrius y aún así Donovan no se había aparecido.
Claro que Anya no esperaba su presencia y menos ahora, debía esconderse para no ser atrapado ante la tensión presente por las elecciones. Nadie sabía lo que iba a suceder, era una moneda al aire y hasta que no cayera al suelo, todo se mantendría en un limbo. Debía ir a la habitación de Damian pero ¿Cómo podría soltarse?
Demetrius soltó la mano de Anya
—¿Me disculpas?
Anya vio a Demetrius avanzar al escenario en el que había una mesa con una televisión encendida. Solo se apreciaban las imágenes pasando, recuento de las elecciones, mostrando a los dos candidatos y datos antes mencionados, en espera de los resultados, quedaba menos de una hora para los resultados.
—Debo agradecer a todos los presentes por su apoyo ante mi candidatura, que gracias a ello se ha vuelto casi una realidad mi victoria. —Demetrius meneó la copa que tenía en sus manos. — Y suceda lo que suceda, pueden contar con una victoria a manos del Partido de Unión Nacional, puedo asegurarlo. —Su voz sonó intensa y segura. —Y pueden contar con su propia victoria. —Por supuesto que Demetrius había hecho promesas y sobornado a esos hombres, ellos no estarían ahí si no fueran a ganar algo.
Anya tragó saliva porque sabía que era lo que había detrás de esa promesa.
—Pero mi candidatura y el encabezar las elecciones no hubiera sido posible sin la ayuda incansable de mi padre, Donovan Desmond. —Demetrius levantó el brazo apuntando hacia la puerta, por lo que todos se giraron.
Anya sintió su sangre helarse y por inercia observó la puerta de la sala, viendo realmente a Donovan Desmond ahí de pie, con una expresión severa y sobre todo... vivo. Anya sintió la saliva atorarse en su garganta y sus manos sudaron ¿Qué hacía Donovan ahí?
Twilight había ido por él la noche anterior, con la promesa de erradicar aquel mal que había cargado desde el inicio de la misión Strix. Y si Donovan estaba ahí, solo podía significar una cosa. Que algo iba realmente mal, que algo había sucedido con Twilight. Su corazón latía ansioso y las ganas de salir de ahí la abrumaron ¿Qué estaba sucediendo?
Donovan avanzó por la sala, llegando al escenario y tomando la atención de todos los presentes y Demetrius bajó del escenario, pudo ver a un guardia de seguridad acercarse a él y hablar. Pero Anya solo podía ver a Donovan tan saludable como lo recordaba desde hace tanto tiempo.
—Gracias a todos por estar aquí, por apoyar nuestra causa, ante la mancha que inunda Ostania actualmente y —Él observó alrededor y por un segundo Anya estuvo segura que la miró. — me encargaré de erradicarla.
Toda la sala aplaudió antes las palabras de Donovan, parecían compartir sus ideales, por supuesto que lo hacían, desaprobaban la unión.
—Por la victoria de Ostania —Levantó la copa que un mesero se acercó a ofrecerle.
Todos brindaron ante ese hecho y Donovan descendió para mezclarse con los hombres y hablar con normalidad, como si el tiempo no hubiera pasado. Anya se sentía mareada ¿Dónde estaba su padre? La idea de que le hubiera pasado algo... pero se obligó a respirar. Era el agente Twilight, el mejor agente de WISE, el de las mil caras, él no caería con facilidad. Además que había jurado que regresaría, por ella, Alain y Yor, él siempre cumplía sus promesas.
Se movió por la sala, pero no había rastros de Damian ¿podría estar en su habitación? Aunque quizá se había ido a otro lado, era su casa y sabía moverse por ahí, en sitios que la misma Anya no conocería. A pesar de eso se aventuró al segundo piso de la mansión, pero no estaba ahí. ¿Dónde más podría estar? Cuando intentó aventurarse al resto de la mansión, unos guardias la escoltaron al salón a pesar de que ella había dicho que buscaba a Demetrius.
En el salón se dio cuenta de la ausencia del candidato por primera vez y la sensación de que algo verdaderamente malo no la abandonó. No quería quedarse quieta por lo que salió al jardín de la residencia para ver si tenía algo de suerte en ver a Damian, pero no había rastros de él.
Regresó al salón y vio a Bastian Fisher siguiendo sus pasos, lo cual la hizo sentir inquieta, por lo que esa mirada podría significar. Un nudo en su garganta se incrementó y desvió su atención en el momento en que Demetrius la interceptó.
—Ahí están, están por decir los resultados. —La guió cerca del escenario, colocándose a un lado de Donovan y Melinda.
La mujer estaba tan seria, como si la presencia de Donovan fuera tan sorpresiva como para ella. Podía ver que su presencia no era esperada ni querida. Las voces en la televisión resonaron en los altavoces, la presentación y toda la palabrería.
—¿Dónde está tú hijo? —Donovan le susurró a Melinda, quien se estremeció cuando se dirigió a ella.
Melinda miró alrededor sin ver al segundo de sus hijos y centró su mirada en Anya, en búsqueda de una respuesta.
—No lo sé.
—No puedes ni controlar a tu hijo. —La voz despectiva de Donovan causó que Melinda asomara el odio que sentía. —Siempre termina siendo una decepción.
Anya se hacía la misma pregunta, vio su mano sujetando la de Demetrius, quería soltarse y alejarse de ahí. Pero algo llamó su atención, levantó un poco la mano, vio la mano masculina y como había rastros de sangre en sus nudillos. Un fuerte latido llenó sus orejas ¿a donde se había ido Demetrius y que es lo que había hecho? Contempló su rostro y él simplemente le sonrió con simpleza.
—Padre, él no es de utilidad, por lo que su ausencia es indiferente.
Anya entreabrió los labios con terror, la voz filosa de Demetrius y la mirada que le había dedicado. Nada estaba bien, debía salir de ahí, ella...
"El organismo electoral de acuerdo con la estimación del conteo de los votos concluye que el candidato electo con el 53% de los votos es Wallace Mcphee, del Partido Democratico"
Anya giró el rostro y observó al hombre a su lado, Demetrius Desmond había perdido.
Su rostro dejó en claro que no eran los resultados no eran lo que esperaba, tenía los ojos descolocados y lo vio tragar profundamente. La presión en su mano se intensificó y Anya sintió como aplastaba sus dedos.
—No, esto...
—Demetrius, es tu obligación corregir este error.
Él mencionado giró el rostro hacia su padre, con la expresión consternada, como si aquel lado oscuro que solía ocultar, saliera a la luz.
—Yo siempre resuelvo las cosas, hasta tus errores padre.
La respuesta y el tono de voz no pareció agradarle para nada a Donovan que lo miró sin creerse lo que había escuchado. Y fue en ese momento que las luces parpadearon una vez, dos, hasta que finalmente la oscuridad los consumió.
Un poco tarde, tuve unos problemas personales pero aquí esta.
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