XXII.
Sujetó fuertemente su mano y tiró de ella moviéndose por los pasillos, cuando vio una salida de emergencia, entró rápidamente y el aire acarició los rostros de ambos. Pero no esperó más, se siguieron moviendo alejándose del casino y cuando alcanzaron el cuarto de Damian fue cuando se permitieron respirar adecuadamente.
—Eso estuvo cerca.—Damian se apoyó en la cama, acostándose.
Anya sonrió divertida parándose enfrente de él y golpeó su rodilla con la pierna de él, llamando su atención.
—Fue divertido ¿cierto? —La adrenalina seguía corriendo por el cuerpo de ambos.
—Un día vas a matarme... —Damian apoyó su brazo en su frente.
Anya lo vio en la cama recostado, pero él pareció incómodo por la forma en que la miraba desde abajo y se sentó.
—Si eso te molesta, podrías alejarte de mí de nuevo.
Sus palabras parecieron ser un golpe para Damian, su mirada se oscureció un instante, estiró sus brazos y rodeó la cintura de Anya, la atrajo hacía él, ella quedó entre las piernas de él. Damian apoyó su mentón en el estómago de ella y la observó desde abajo. Sus ojos ámbar resplandecían.
—No digas eso de nuevo. —Su mirada era determinada. —He esperado tantos años por esto... jamás volveré a dejarte ir.
Anya entreabrió los labios sorprendida y sus mejillas se sonrojaron ante la intensidad de las emociones que se reflejaban en el rostro masculino. Eso detonó los recuerdos de una hora atrás, cuando estaban besándose en el armario a punto de ser descubiertos por los empleados del casino. Y aún así se habían entregado a la tensión del momento y a los sentimientos que habían estado latentes tanto tiempo.
Recordó la boca de Damian contra la suya y como parecía devorarla y Anya sintió un estremecimiento en su cuerpo y las ganas de volver a besarla la llenaron, por lo que se inclinó y tocó la frente de Damian con sus labios. Él se sonrojo evidentemente y la abrazó fuerte contra su cuerpo. Y fue la voz de la razón que llevó a Anya entender que si no salía de ahí en ese momento, él no la dejaría ir esa noche.
—Tengo que irme o Alain saldrá a buscarme o peor aún, mi padre y si me ve aquí...
Eso pareció suficiente para que Damian alejara sus manos, Anya le sonrió antes de dar la vuelta y salir de ahí. Su habitación estaba a tres habitaciones más adelante, por lo que no fue difícil llegar ahí, encontrando a Alain dormido de la misma forma en que lo dejó. Se deshizo del vestido que había tomado de su madre y se arregló para dormir. Al día siguiente regresaría a Ostalis, por lo que aún quedaba un tiempo para disfrutar con el Segundo, recuperando todo el tiempo perdido.
Por su parte Damian se recostó en la cama de nuevo, cubriendo sus ojos con su brazo y una sonrisa torpe en los labios ¿eso podría ser un sueño? ¿de verdad aquello que tanto había deseado desde hace años era real? ¿Ella realmente le correspondía? Aún recordaba su confesión en ese mismo cuarto y como sus labios se habían encontrado por primera vez y se había deleitado de su suavidad y textura.
Su corazón solía ante la idea, sentía que iba a explotar.
Un sonido en la puerta lo alertó, se sentó para ver a su madre, Melinda, ingresar a la habitación con una sonrisa en los labios.
—Madre
—No te he visto en todo el día —Ella se detuvo enfrente de Damian.
—Me he entretenido en la isla. —Lo cual no era mentira, pero sonrió inevitablemente.
Acto que no pasó desapercibido para su madre, el cambio de actitud de Damian desde el día anterior era evidente. El día de ayer lo había encontrado sonriendo en varias ocasiones en la comida y ahora parecía especialmente feliz. Sus ojos captaron algo en específico en el cuello de su hijo y una sonrisa divertida atravesó sus labios.
—Algo bueno ha sucedido ¿no?
Damian se sintió descubierto, su madre siempre había sido observadora.
—Si algo así.
Ella le sonrió, apoyó su palma en el hombre de Damian y se encaminó a la salida, pero antes de abrir la puerta se detuvo.
—Por cierto, tienes algo en el cuello.
Sin más salió de ahí, había visto a cierta chica salir de la habitación de su hijo antes que ella, por lo que podía intuir un poco lo que había sucedido. Sabía que su hijo era mayor, por lo que lo más que podría hacer era molestarlo, pero estaba realmente complacida de que al menos las cosas entre ellos se arreglaran.
Damian se extrañó por las palabras de su madre, por lo que se acercó hacia el espejo e inclinó su cabeza para buscar aquello a lo que se refería su madre. Fue cuando vio la marca de labial en la piel blanca de su cuello, era claramente una marca que unos labios con labial habían dejado. Recordó aquel momento en el armario y como sintió los labios de Anya sobre su cuello y eso lo había encendido más de la cuenta. Pero se obligó a sí mismo a detenerse, porque si seguían de esa forma iban a ser descubiertos, había cortado el beso, ambos recobraron el aliento y el raciocinio y les permitió salir de ahí antes de ser visto.
Su rostro se volvió carmesí al pensar en que su madre había visto eso, eso era tan vergonzoso ¿como podría verla a la cara? Soltó una exhalación tímida pero aún así sonrió al ver la marca en su cuello, lo cual era una prueba de que todo eso era real.
Anya masticaba los huevos que su padre le había cocinado esa mañana antes de ir a la escuela. Las vacaciones se habían ido demasiado rápido, después de regresar del crucero, una semana más tarde era momento de regresar al Edén. Había hecho sus tareas los últimos días y había pedido la ayuda de Damian con algunas. La idea despertó un cosquilleo en su estómago, el hecho de que él estuviera en su vida de nuevo.
Como si todo ese malentendido hubiera sido un mal sueño.
Por su parte había recibido una o dos llamadas por parte de Demetrius, llamadas que Alain no le pasó por su petición. No había sido nada insistente, posiblemente porque las elecciones estaban a la vuelta de la esquina, una semana restaba para saber quién tomaría el control de Ostalis, lo cual tenía las cosas tensas en WISE.
Al terminar tomó el autobús que la llevaba al Edén y se sentó junto a la ventana. Fue cuando se preguntó cómo serían las cosas en el Edén. Había sido evidente para todos como él y Damian se habían separado, corrían muchos rumores al respecto, pero el hecho de que Damian saliera con Sigrid y ella con Demetrius era una realidad que todos habían aceptado.
¿Qué es lo que sucedería? Ella había decidido terminar con todo lo de Demetrius, porque había obtenido una pista interesante en el crucero, cuando vio a aquel hombre en el casino. Sus mayores preocupaciones era cuando y donde empezarían la replicación del Proyecto Apple. Aquel hombre en el crucero le había otorgado una respuesta, cuando leyó su mente.
"Está casi todo listo, si estos hombres aceptan el patrocinio, iniciaremos en dos semanas."
Estaba a la vuelta de la esquina y aún debía saber donde se llevaría a cabo la operación, ella debería... pero sus pensamientos se detuvieron cuando el autobús se detuvo y se vio obligada a bajar de ahí. Se colocó la mochila en el hombro e ingresó al Edén, con la intención de encontrar a Becky.
Sin embargo su atención se dirigió hacia una figura masculina en la entrada del Edén y cómo le dedicó una sonrisa cuando la vio avanzar hacía él. La interceptó y tomó su mochila, como si fuera algo natural y la cargó en su lugar.
—¿Estabas esperándome? —preguntó con simpleza, aunque se sentía nerviosa de escuchar su respuesta.
—Ha pasado un tiempo desde que te he visto, te echaba de menos.
Anya rio ante su ironía, porque se habían reunido en su casa tres días atrás para que la ayudara con la tarea. Había cenado con sus padres, como si el tiempo separados no hubiera pasado. Caminaron el camino de la entrada y por el pasillo y fue cuando Anya se dio cuenta de las miradas fijas en ellos, la gente murmurando y con el rostro confundido de verlos ahí, de nuevo, como antes.
Ellos se odiaban a muerte o la gente lo aseguraba, cuando ella cambió a Damian por su hermano. Se sentía tan enferma de esos rumores, pero ahora ¿Qué estaban pensando?
"¿Han regresado?" "Damian es tan masoquista, ella volverá a romper su corazón" "Ella está probando a los dos, cuál le conviene o le gusta más" "¿No Damian estaba saliendo con Sigrid? "¿Como demonios sucedió esto?"
Las mentes eran tan ruidosas, pero de esa forma ingresaron al salón de clases, donde tomaron aquellos asientos que compartían en el pasado. Anya no sabía qué decir porque las voces taladraban su cabeza como miles de agujas.
—¿Te encuentras bien? —Damian pareció notar su gesto incómodo.
—Si, es solo que....
La puerta del salón resonó fuertemente atrayendo la atención de todos, ahí de pie estaba Becky con el rostro pálido, respiraba agitadamente lo cual dejaba en claro que había corrido hasta ahí. Vio a Anya y Damian sentados juntos y corrió hacia ellos, deteniéndose enfrente de Anya, con la conmoción en su rostro.
—¡Anya Forger! ¿Qué está sucediendo? —Su voz estaba entrecortada —Pero... antes de vacaciones todo estaba tan mal y ahora al llegar todos estaban hablando de eso y...
—Blackbell eres demasiado ruidosa. —Damian la interrumpió con la mano en su mejilla y observándola con fastidio.
—Cállate, no estoy hablando contigo.
Becky tomó a Anya de los hombros y la sacudió en un arranque de desesperación por entender que diablos había sucedido y como ella no había sido la primera en enterarse de eso.
—Anya no entiende a Becky.
Becky respiró profundamente y miró a su amiga fijamente.
—¿Te arreglaste con Desmond, acaso ustedes están saliendo? —El salón se quedó en silencio en ese momento.
—Si —Damian lo confirmó con ánimo.
—No — Anya negó con la cabeza.
Ambos se miraron a la cara con tantas dudas escritas sobre la respuesta del otro. Damian tenía el gesto más estupefacto que pudo ¿acaso... ella había dicho que no? ¿el hecho de besarse en el crucero, al grado de casi subir a un nivel incontrolable, tomarse de las manos no era prueba suficiente de que estaban saliendo? ¿Entonces que estaba esperando ella de todo esto? Pensó que las cosas por fin habían salido como él quería, que al fin estaban juntos, pero ahora todo parecía difuso.
—¿Qué? —Damian dejó salir esa pregunta en un suspiro. —¿Nosotros no...? Pero... —Damian se sintió derrotado al considerar todo lo que había sucedido en el crucero ¿eso no significaba nada para ella?
—El segundo no me lo ha pedido.
—¿Qué? —Tanto Damian como Becky se lo preguntaron al mismo tiempo.
—Pero, pero, nosotros... —Damian se sentía conmocionado y fuera de equilibrio ante la negativa.
—Mi padre le regaló un anillo a mi madre cuando le confesó su amor.
Damian abrió la boca para decir algo, pero en ese momento llegó el profesor de lengua clásica y aquel espectáculo terminó. Las clases iniciaron con normalidad. En la hora del almuerzo comieron como en los viejos tiempos, con Ewen y Emile más animados que de costumbre, todo avanzó de manera amena. Fue al salir de la última clase, deportes, que Becky tuvo el tiempo y disposición de hablar con Anya a solas, ya que el resto del día Damian no se había alejado de ella y ahora se quedó ayudando a guardar los materiales de la clase con sus amigos. Anya y Becky se cambiaron de ropa y se dirigen a la salida del Edén, cuando alguien bloqueó su camino.
Sigrid Schneider se detuvo enfrente de ella, con los brazos cruzados y dedicando una mirada feroz y arrogante a su amiga que estaba a un lado.
Becky sabía que el que estuviera ahí no podía ser nada bueno, por lo que tomó a Anya de brazo e intentó alejarse pasando a su lado, pero Sigrid impidió que pasaran.
—¿Qué te sucede, Schneider?
—Eso deberías preguntárselo a tu amiga ¿Qué clase de juego está jugando?
—¿Juego? —Anya no entendía a qué se refería.
Poco a poco los alumnos que se dirigen a la salida del Edén se detuvieron en torno a las mujeres, sin intenciones de perderse lo que fuera a explotar.
—¿Crees que puedes jugar con las personas y desecharlas cuando no te sirvan y buscarlas de nuevo por un poco de atención? —Ella le dedicó la mirada más mortífera que pudo. —Damian me había elegido a mí, él me pertenecía.
Anya levantó una ceja ante sus palabras.
—El Segundo no le pertenece a nadie, es libre de decidir por su cuenta. —Esa era una de las cosas que más había afectado al Segundo, como su padre los había utilizado para comparar o para obtener una buena imagen, sin darles una vida real.
Por lo que la simple idea de que esa chica pensara que podría tomar a Damian, la hizo enojar.
—¿Crees que Damian preferiría a alguien como tú, una plebeya sin clase, estatus y nivel? —Su tono de voz era letal, despiadado y con toques de burla. — Soy actriz, soy la heredera de una de las más grandes farmacéuticas, soy encantadora, tengo educación superior, nivel, elegancia y modales, estoy por encima de ti, soy una mejor elección.
—Y aún así, él me eligió a mí. —Anya respondió de forma pedante, con una sonrisa en su rostro.
En el pasado había permitido palabras y desplantes de Sigrid, sin darles una importancia. No les prestaba atención a ello en realidad, solo temía que Damian le dijera esas palabras, pero eso nunca sucedió. Lo había ignorado en el pasado, pero considerando que lo único que buscaba era humillarla, decidió que debía hacer algo para terminar con todo eso.
Eso solo hizo enfurecer a Sigrid quien presionó la mandíbula, sujetó la mano de Anya y tiró de ella, en un arrebato de ira, porque iban a quitarle aquello que había codiciado, había probado y que por derecho le pertenecía. Y si Sigrid quería algo, lo obtenía.
—Sigrid, detente. —Becky quiso intervenir.
Sin embargo, la mujer no pareció dudar de sus acciones.
—Solo eres un obstáculo en mi camino, uno que estoy dispuesto a erradicar. —Su voz era una amenaza directa, oscura y profunda. —Aléjate.
Sigrid se acercó y empujó ligeramente a Anya, Becky se acercó para intervenir, levantando una mano hacia la rubia. Sin embargo Anya adoptó una expresión seria e indiferente, de aquellas expresiones raras que solo ella podía hacer.
—Tu actuación fue plana e insulsa, no entiendes nada de lo que Bondman y fue evidente en la película —Hablaba rápidamente. —Saliste apenas unos segundos y tú presencia casi arruina la película y el hecho de que aparecieras fue gracias a tu padre, no por que lo hicieras bien, no tienes talento, solo tus padres tienen dinero—Tomó un poco de aire. —Y tienes que rogarle atención a Damian para que te mire.
Un golpe certero alcanzó la mejilla de Anya. Sigrid la observaba con el rostro enrojeció colérico e insostenible. ¡¿Cómo se atrevía a faltarle al respeto de esa forma?! Ella la aplastaría a ella y a su familia, se encargaría de destruir a esa plebeya. La gente alrededor contuvo la respiración.
Anya había virado el rostro por la fuerza del impacto, pero sonrió, porque eso no fue nada en comparación a la fuerza de su madre al entrenarla, había soportado peores cosas. Por lo que giró para verla, con esa sonrisa extraña de burla que hacía desde niña, dejando en claro que ese golpe no había sido nada. Eso pareció enfurecer aún más a Sigrid ¡¿estaba burlándose de ella?! que presa de la ira que nublaba su raciocinio de nobleza, le lanzó un nuevo golpe.
Súbitamente una mano firme sujetó el brazo de Sigrid, deteniéndose, fuertemente. Fue cuando Sigrid vio a Damian Desmond sujetándola, sus dedos presionaban con fuerza su brazo y aquella mirada mortífera, que era capaz de atravesar y destruirte. Ella dejó de respirar e intentó retroceder y fue cuando Damian la soltó.
—No te atrevas a volver a tocarla, Sigrid. —Se dio la vuelta asegurándose de que Anya estuviera bien, tenía la mejilla roja.
El rostro colérico de Sigrid desapareció al ver a Damian ahí, defendiéndola y la humillación se hizo presente. Damián la había buscado tiempo atrás, se había acercado, había sido amable con ella, demasiado amable para solo querer una amistad.
La frecuentó en el Edén y en su casa, fueron a la Premiere juntos, por lo que cuando ella pensó que al regresar de vacaciones podrían hablar de una relación más seria que terminaría en matrimonio... él simplemente desapareció. No la llamó en todas las vacaciones, por lo que verlo con Anya de nuevo, con todo lo que había pasado y al ser espectadora en como él la miraba, la ira la cegó indudablemente.
Anya había atrapado a Damian en su red de mentiras, ella que solo jugaba con los dos hermanos Desmond a su disposición. Y aún así, él la estaba defendiendo. Furiosa se soltó del agarre y lo miró acusadoramente.
—Ella solo va a jugar contigo, Damian, lo hará como antes y te desechará. —Tragó saliva en un intento de regular su voz. —¿Y aún así estás dispuesto a defenderla?
—Sigrid si tienes algún problema es conmigo, a ella déjala fuera.
—Te arrepentirás de esto Damian.
Sin más Sigrid se abrió paso entre la multitud y salió de ahí, con el orgullo herido. Jamás había vivido una humillación como esa, Damian Desmond era el mayor imbécil que había conocido y esperaba que se arrepintiera y que sufriera a manos de esa plebeya.
Observó fijamente su rostro, en especial la zona afectada que seguía roja. Le colocó la compresa fría que había conseguido en la enfermería.
—No es nada grave, estoy bien.
—Pudiste evitarlo ¿lo sabes?
Anya pareció pensárselo, porque era así, pudo esquivarlo con facilidad, pero estaba concentrada en molestar a Sigrid que lo pensó lo suficiente tarde. Además que podía pensar en una forma para contraatacar, pero sabía que sus palabras habían sido suficientes.
—Apenas me dolió —Levantó sus hombros.
Damian dejó salir un suspiro frustrado y se tocó el puente de la nariz, sin saber qué hacer. Había dejado a Anya un tiempo, jamás pensó que algo así sucedería. Había sido una cosa mínima, pero el que Sigrid se desquitara con ella ante sus errores, no era nada agradable. Podía entender su enojo, él había ignorado sus llamadas y ni aún cuando la vio en el Edén en la mañana la había saludado.
—Además que me siento un poco mal por ella. —Anya admitió mientras pasaba su dedo por el césped que estaba cerca, estaban refugiados en aquel que había sido su refugio. —Ella causó un daño colateral, a fin de cuentas tú la usaste para...
—Espera
Anya siguió la mirada del segundo que observaba a Jeeves de pie antes de ingresar al jardín del Edén. Damian se acercó corriendo a él y los vio hablar un poco.
La conversación quedó a la mitad, una conversación que habían tenido el último día del crucero, donde se encerraron en la habitación de Damian y hablaron de todos los malentendidos, dudas y aclararon todo lo que había quedado pendiente. Había mucho que contar en todos esos meses separados y comprender algunas acciones.
Damian regresó con una sonrisa en los labios, se sentó a un lado de Anya y le ofreció una bolsa, bolsa de regalo que momentos antes Jeeves tenía en la mano. La Forger observó el paquete y pudo ver en el rostro del Segundo que lo abriera. Curiosa vio dentro y encontró varias cajas de aquellos chocolates de lujo que anteriormente él le regalaba con frecuencia. Anya sacó uno de una de las cajas y se lo llevó a la boca, hace tanto que no disfrutaba de uno y el sabor del chocolate en sincronía con el maní deleitó su paladar.
—¿Qué es esto?
Damian entonces sacó una pequeña caja de la cual sacó un anillo plateado con un pequeño diamante en el centro. Anya observó cómo un tímido y sonrojado Damian tomó su mano y colocó el anillo en su dedo anular, observando la joya un momento, como si quería creerse lo que estaba sucediendo.
—No tenía mucho tiempo, así que espero que sea de tu agrado y que sea digno para dejar en claro que quiero estar contigo tanto tiempo como me lo permitas.
Fue cuando levantó su mirada, Anya lo observó a los ojos, luego al anillo en su mano y repitió esto tres veces más y estalló en carcajadas, acto que desconcertó por completo a Damian. Él se sintió insultado ¿acaso iba a rechazarlo de nuevo?
—¿Qué sucede Forger? —Lo preguntó temeroso de lo que eso podría implicar ¿acaso estaba perdiéndose de algo que había ignorado?
—Damian. —Ella dejó de reír y lo observó con una sonrisa divertida. —Solo estaba jugando, lo de mis padres y el anillo y el hecho de que no estemos saliendo, estaba jugando. —Sujetó la mano de Damian con la suya. —Yo no besaría a nadie que no quisiera y mucho menos a alguien con el que no estuviera saliendo, al único que quiero es al Segundo.
Damian se quedó quieto, porque al mismo tiempo había recibido un golpe a su orgullo por caer en la broma de la Forger y al mismo tiempo su corazón se estremeció al escuchar por segunda vez la confesión de Anya. Su rostro se volvió de un tono violento de carmín y se recostó en el césped, con el antebrazo cubriendo sus ojos.
—¿Qué voy a hacer contigo?
Se colocó los lentes cubriendo sus ojos y se aseguró que aquel cabello castaño sujetado en una coleta se viera real. Relajó su expresión antes de salir del baño y avanzar hacia la recepción de aquella gran empresa. Avanzó hacia la entrada, mirando hacia enfrente.
—¿Disculpa? —La voz de la recepcionista la detuvo.
Regresó sobre sus pasos intentando guardar la compostura y sin reflejar ni una emoción que delatara que temía que fuera descubierta.
—¿Si?
—¿Trabaja aquí? —La recepcionista observó a la mujer enfrente suyo, con los ojos oscuros, cabello castaño y una expresión indiferente.
—Oh si, soy la asistente del Señor Müller. —Habló con normalidad, como si fuera la cosa de todos los días. —Iré a una cita y me ha pedido que venga antes.
La rubia recepcionista la evaluó lentamente, intentando recordar, entre la gran cantidad del personal, a la asistente del ejecutivo mencionado. Una imagen vino a su mente y evaluó a la mujer enfrente ¿siempre fue tan baja?
—¿Xandra Wagner?
—Si, esa soy yo, Sandra Wagner,
—¿No era Xandra por Casandra?
Sintió un golpe en su pecho, lo había arruinado, debía solucionarlo como sea.
—Si, Cassandra pero mis amigos me llaman Sandra. —Se rió en un intento de parecer despreocupada.
La mujer en la recepción revisó algunos papeles de accesos y papeles de los empleados de la empresa y algo llamó su atención.
—¿Acaso no te reportaste enferma?
Sintió el sudor bajar por su cuello, porque no contaba con que se reportara, solo sabía que no se presentaría al trabajo.
—Me he sentido bien de pronto, además que el señor Müller tenía una cita importante y era indispensable que viniera.
La mujer en la recepción entrecerró los ojos un instante, pero el elevador sonó y ambas vieron al hombre corpulento con barba y bigote avanzar hacia la entrada junto con dos hombres más.
—Ve, ve, él irá a una junta y si no vas, perderé mi trabajo. —Claro que sabía que sería su culpa por detener a su asistente.
Se adelantó hacia el hombre corpulento, quien la observó un momento antes de ignorarla, subiendo a su auto que los esperaba afuera, el hombre ingresó y ella lo siguió, sentándose enfrente de los tres hombres. Se centró en cualquier otro lugar en vez de mirar enfrente, porque sabía que no era conveniente. Aquel hombre despiadado solo manejaba a la gente como cosas de interés que podría utilizar, y ella que era una simple asistente, era mucho menos que algo de interés.
Sabía que no se daría cuenta de las discrepancias de su rostro, que quiso intentar imitar, porque no se fijaría en alguien tan insignificante, ni se sabía su nombre, mucho menos sabría cómo se veía de forma normal. Y eso era con lo que contaba.
El auto se detuvo y descendieron enfrente de un gran edificio hecho de cristal y un cartel con el nombre del lugar, Eplaire.
Anya había trazado este plan arriesgado para poder obtener la respuesta que le faltaba, el lugar donde estaban se llevaría a cabo la experimentación para el nuevo proyecto Apple. Sabía que estaban a días de empezar y la idea de imaginar a los niños sufriendo lo que ella... no la dejaba dormir tranquila. Por eso se decidió hacer algo tan peligroso, como rastrear a aquel hombre que vio en el crucero y en la escuela de Alain, se acercó lo suficiente para enterarse que tendría una junta final con unos patrocinadores ese día. Por lo que ella necesitaba un lugar ¿y qué mejor lugar para obtener que una junta final? Y el hacerse pasar como la asistente de uno de los patrocinadores, para ingresar a aquella junta.
No fue una tarea fácil, pero al ser la hija de Twilight, el de las mil caras, había aprendido algunas cosas de su padre sobre el disfraz. Y ese era un trabajo sencillo de infiltración si consideraba que sus objetivos no prestaba atención a su asistente, su padre si había tenido grandes retos de infiltración, lo suyo era un juego de niños, pero arriesgado.
Fue cuando se dio cuenta de que los hombres se habían adelantado y corrió detrás de ellos, sujetando los lentes para que no se terminaran cayendo. Al verlos la recepcionista del lugar, se levantó de pronto y guió al señor Müller por el edificio, subiendo por el elevador hasta llegar ante una gran puerta de madera. Cuando se abrió es que Anya vio a varias hombres y algunas mujeres rodeando toda la mesa, y en la cabeza estaba aquel hombre, el que dirigía el proyecto Apple
Bastian Fischer.
Él hombre pasó unos documentos en sus carpetas con los pormenores de Apple. Ante la implicación Anya se sintió mareada, sus piernas temblaban ¿qué sucedería si la descubren ahí? ¿sabrían que era ella? Por supuesto que lo sabrían, ella había sido la única que parecía desarrollar habilidades, de las pocas que habían sobrevivido. No quería ver su expediente, quería salir de ahí, pero debería soportar, aguantar. En la sala no vio a nadie conocido, a ninguno de los científicos que habían "cuidado" de ella mientras estuvo involucrada o que la forzaban a estudiar o a aquellas pruebas.
—¿Qué haces ahí de pie? tráeme mi bebida. —Escuchó a Müller hablarle y eso la hizo salir de aquella burbuja agonizante.
Ella simplemente asintió y salió de ahí, sabía que el hombre solía tomar alcohol en esas reuniones por lo que se acercó a una secretaria y se lo pidió, esperó con la ansiedad subiendo por su columna, si no llegaba a escuchar lo que había ido a buscar, no tendría sentido la infiltración. La secretaria tardó varios minutos en ir a la cocina donde obtenían las bebidas y bocadillos y Anya cada vez perdía la paciencia. Cuando vio a la secretaria moverse hacia ella se adelantó, casi le arrebató la copa y entró a la sala de juntas de nuevo.
Se acercó a Müller y dejó la copa a un lado, observó alrededor en búsqueda de una pista sobre qué fue lo último que habían hablado.
—El lugar donde se llevará a cabo es Schloss Burg, un castillo a las afueras de la ciudad en algún momento ocupado por duques hasta la ocupación nazi en la segunda guerra mundial, su estructura se adecuó para el desarrollo de experimentos conductistas y es perfecto para nuestros intereses.
Anya vio desde su lugar detrás de Müller la residencia y ahí escrito, la dirección, la cual se aprendió de memoria, no quería dejar ninguna evidencia de su presencia. Su "jefe" giró para verla con un gesto pedante.
—¿Qué haces aquí? lárgate.
Ella salió de su conmoción y asintió antes de salir de la sala de juntas, sin ser notada por nadie. Una vez ahí, se adelantó al baño cercano, se encerró y observó su reflejo. Tenía el rostro pálido y sus manos temblaban, nada que involucrara Apple podría mantenerla tranquila, solo desataba sus peores recuerdos.
Intentó calmarse, recobrar la compostura y cuando salió del baño vio a los hombres salir de la oficina, la junta había terminado. Se adelantó siguiendo a Müller, regresaron sobre sus pasos a su compañía e ingresaron a aquel edificio, lo siguió hacia su oficina, tomando el asiento detrás del escritorio de la asistente real. Encontró los documentos que le pidió su jefe, le ayudó con su agenda y hasta que fue su hora de descanso.
Anya en ese momento caminó fuera del edificio, ingresó a una cafetería, fue directamente al baño donde se deshizo de la peluca, la ropa y los lentes, de todo rastro de su disfraz hasta obtener su apariencia normal. Sin esperar tiempo salió de ahí y se alejó del lugar tanto como pudo con la discreción pertinente. sonrió con miedo y emoción de haber obtenido la última pieza para poder detener el Proyecto Apple.
Ahora solo tenía que ir al lugar pactado aquel día y buscar la manera de entrar, algo en lo cual se preocuparía después, había en cosas más importantes en las cuales centrarse, como en las votaciones que tendrían lugar el domingo y que podría cambiar el curso de las cosas y el destino de Ostalis.
Sé que subí el capítulo más tarde de lo pretendido pero se fue la luz en casa y acaba de volver, lo siento. Mañana lo subiré antes.
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